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Aniversario de Paqui y se da un merecido homenaje
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Raúl y Paqui llevaban un año juntos. Él tenía 56 años y ella 43. Raúl un ingeniero estaba divorciado, era padre de 5 hijos, ella una hija de 26 años que toda su vida había vivido con su abuela y ahora corría mundo sin acordarse de su madre ya que su padre no sé sabía ni quién era, ya que quedó preñada de muy joven en una de las noches locas de su juventud. Pero eso no es no viene al caso y es solo para situar al lector.

Raúl era consciente que tenía una pareja que marcaba terreno. Si bien es cierto que había sido un gran seductor y había fornicado la hostia. También era consciente, valga la redundancia de que ella necesitaba nueva savia. Una mujer alta, con curvas, tetona, culo rotundo subido bien moldeado y una cara angular de labios carnosos, ojos negros. De raza gitana, se la había presentado un compañero de la empresa, otro ingeniero trece meses atrás, trabajaba de cocinera en un bar de tapas. Habían salido a comprar juguetes para los niños del compañero que aún no habían cumplido los 8 años y tras una cerveza en la gran superficie le había dicho: yo tengo que irme ya que he terminado el proyecto, pero con tu prestancia – a pesar de tu edad – puedes gozar a la Paqui. Va con todo y sabe deslefar un rabo. Te lo digo sobre todo antes de que otros se te adelanten. Es carne de cañón. Yo la he gozado mucho. Y así fue como la conoció y ya el segundo día de conocerla la montó, inclusive ella no le pidió follar con forro, es más escupió el cargamento en el coño de ella. A la mañana siguiente Raúl le pidió el culo y ella se lo dio. A partir de ese día no se separaron y al mes vivían juntos.

Como íbamos diciendo él era consciente que una mujerona como ella necesitaba mucho más. Ya habían decidido que ella en ese aniversario se diera un merecido homenaje. Por tanto esa misma noche salieron. Ella acicalada con un vestido negro ajustado con el volante de la fada encima de las rodillas. De lencería un tanga de hilo y sostén a juego. Salieron, fueron a una discoteca, él no había estado hacía muchos años, ella quería sentirse joven. Nada más entrar ella salió a bailar, el ambiente era animado. Raúl la observó y vio como se le transparentaba el vestido. Empezaba a ser el centro de las miradas. Los cazadores ya tomaban posiciones en torno a ella. Y era una mujer feliz, pensó Raúl; igual que una jovencita de 18 años. El camarero de la barra le había preguntado "¿qué quiere tomar el abuelo?" al llegar.

Al rato sus gafas se le empañaron. Perdió de vista a Paqui entre la gente. Estaba agobiado, salió a fumar, pensó que tendría que abandonar el vicio un día de estos. Encendió su segundo pitillo y paseó por las inmediaciones de la discoteca, eran ya las 2 de la mañana. Se cruzó con un hombre en la oscuridad. Venía desde una parte ajardinada, con complicidad machota dijo:

– En el recodo del jardín se están agenciando una chavala.

– Yo no voy… – contestó Raúl confuso.

– Allá usted, pero a nuestra edad es bueno para la vista – dijo en tono de burla.

Se acercó al lugar en cuestión y, en efecto, un chico joven con los pantalones bajados hasta los muslos y una chica con falda subida, la cual recibía lo que parecía las últimas estocadas de una monta, con tres clavadas potentes y veloces puso fin a la jodienda. Raúl quedó extrañado de la actitud posterior del chico ya que tras follarla se levantó, se quitó el condón lechado lo tiró sobre el césped, se subió los pantalones y se fue; con esa frialdad, como quien ha terminado su jornada laboral. La chica quedó tumbada.

Volvió a entrar en la discoteca, retumbaba la música, miró hacia la pista y vio a su Paqui. Sonaba música de reggaetón atronadora:

"Cuando la invito a janguear nunca me dice que no

Perreamos hasta que salga el sol

Yo le digo: “¿Qué más? ¿Qué vas a hacer hoy?”

Es que ninguna baby tiene tu flow"

La Paqui movía en culo en círculo como un ventilador. Sabía manejar el movimiento rotatorio de su culazo, lo hacía muchas veces en su casa antes de petarla Raúl, para ponerlo a tono. Paqui estaba junto a dos mulatos -uno de ellos con un pañuelo de pirata en la cabeza- los cuales la aplaudían y gritaban "¡¡Perrea, Perrea, Perrea!!" mientras ella con más brío rotaba su pandero. Raúl pidió otro whisky en la barra. Ella lo saludó con la mano. Alegre, danzarina, resuelta, estaba en otro mundo. A continuación vio como los chicos tenían una pequeña discusión o un intercambio de pareceres por sus ademanes ya que uno de ellos le indicaba el reloj, a primera vista daba a entender que uno de ellos tenía mucha prisa. Paqui buscó con la vista a Raúl y le levantó el pulgar, el otro mulato, el del pañuelo en la cabeza se acercó a la barra. Raúl se levantó y se puso un poco al acecho intentando visualizarlos. Advirtió que ella esperaba en la puerta de salida, y él sacaba algo de una máquina expendedora con un letrero de "Preservativos Durex" en la zona de los lavabos. Al salir el mulato lo llamaron al móvil, se tapaba una oreja para poder hablar, lo hacía de forma nerviosa, como subida de tono. Colgó. Vino el compañero del pañuelo y cuchicharon. El otro se fue con Paqui y salieron. Raúl tuvo que sortear gente para salir. Una vez afuera dio una bocanada de aire fresco y encendió un pitillo. Estaba desorientado, no sabía por dónde habían ido. Caminó hacia los alrededores y allí vio al mulato del pañuelo hablando con una mujer y dos niños pequeños y escuchó que él decía:

-solo había salido con mi hermano a tomar algo, él ya viene para tu casa

Al cruzarse con ellos el mulato le miró con desprecio. Raúl pensó que era gente de otra casta, venían de otro país. Era consciente de lo que había dicho el mulato ya que él hablaba y entendía francés. No tardó mucho en entender la situación y ver a su Paqui apoyada en una pared colindante a un jardín algo apartada de la zona de ocio. El mulato le daba caña, los pantalones de él bajados hasta los tobillos; ella tenía el tetamen sacado del vestido, la falda subida y el tanga ladeado. La pistoneaba de abajo arriba con unas buenas clavadas que incluso hacían poner de puntillas al mulato. En cada bombeo emitía un sonido ronco. La velocidad de follada aumentaba. Paqui ronroneaba y gemía. En una veloz clavada la polla le salió, volvió a coger posición y bombeó con alguna dificultad. Volvió a salirse. Raúl pudo observar una generosa polla enondonada.

En un gesto lleno de ira el mulato empujó con sus manos la espalda de Paqui – para que bajara su posición inicial ya que el coño le quedaba alto- le separó más las piernas, abrió sus nalgas, escupió y volvió a colocarse esta vez en línea con el coño. Raúl vio como a Paqui le aplicaba unos cuantos bombeos a modo de comprobación y viendo que la posición era bueno la agarró de los pechos colgantes y empezó un mete-saca velocidad media estabilizada, lo que Raúl tenía entendido que se llamaba, velocidad de crucero. Pero no duró mucho, en un saca de la follada el mulato fue con todo y la embistió con una tremenda clavada que hizo que casi diera contra la pared. A partir de ahí ya imprimió un ritmo frenético y salvajes cachetazos en las nalgas de Paqui, la cual ya tenía espasmos de corrida y gemía como una posesa. Empezaron los chapoteos vaginales, y un gemido final de gozo de Paqui; él saco la polla se desencondonó y dejó el cargamento en el culo de ella tras un atronador gemido. Con la misma naturalidad que el chico anterior Raúl vio como se subía los pantalones y sin tan siquiera mirarla se marchaba a toda prisa. Vio como Paqui se recomponía, pero el trato era no entrometerse. Era el primer tributo de Paqui esa noche. Había que respetar la decisión de ella y como tal él volvió dentro del antro o discoteca.

Paqui vino algo descolocada, Raúl dijo:

– Os he visto, no he venido a verte ya que según lo acordado…

– Sí, no te preocupes, es mi noche…

– He visto que te ha usado pero a pesar de eso te he visto gozar. Entiendo que te has corrido a base de bien. Ese tipo era una puta máquina. Me he enterado a la salida que son hermanos. La mujer del que te ha follado ha montado una buena.

– Sí… hemos tenido que follar a escape. Ahora el otro… – dijo ella mientras el del pañuelo pirata la esperaba.

– Son cañeros y lo sabes, pediré habitación en algún hotel.

– No importa, vive cerca y solo. Además consiente sin problema que estés delante, no le da ningún reparo.

El mulato la esperaba, Raúl lo vio de cerca – alto, corpóreo, fuerte, perilla, el pañuelo negro atado a la cabeza le daba un aire a pirata feroz, vestía camiseta de blanca ajustada, vaqueros marcándole paquete, sus brazos estaban tatuados- se mostró despectivo, apenas lo miró a la cara. Raúl pensó que era pura frialdad. Atravesaron el jardín y vivía una calle más arriba. De camino iba tras ellos, vio cómo iban abrazados, en la trasera del vestido de ella se veían las manchas de esperma. Llegaron a un edificio algo destartalado. Subieron los tres pisos y llegaron a la buhardilla que vivía. Nada más entrar vi un pequeño espacio con una cama sin hacer, una pequeña cómoda y sobre ella preservativos esparcidos, un sofá viejo abarrotado de ropa y en un rincón un pequeño baño. Nada más entrar se comieron la boca. La magreo, entonces el tiró de vestido de ella hacía arriba quedando enganchado, ella misma término de quitárselo. Quedó en tanga y sostén. Sin ninguna sensualidad él se desvistió. Quedó desnudo. Raúl no sabía donde colocarse, el mulato muy cerca de él con una polla empalmada de considerables dimensiones le indicó el raído sofá. En la espalda el mulato llevaba una cruz enorme tatuada. No se quitó el pañuelo de pirata. Le bajó el sostén quedando los pechos tensados por el sujetador. Le ladeó el tanga y le hizo dedo.

– Chorreras, está noche sabrás lo que es un macho de verdad – dijo al mismo tiempo que miraba a Raúl retador – aunque ya te han dado una tanda te petare como nunca olvidarás – dijo una vez más mientras le estiraba los pezones.

Se puso enfrente de Raúl y se dio unos meneos a la polla. Después se tiró sobre la cama y exclamó:

– ¡¡Ven a comer polla!!

Raúl pensó que no se había equivocado, el macho era pura demostración de poderío y su Paqui estaba entregada. De hecho empezó a hacerle una mamada, chupaba de forma frenética. El mulato miraba a Raúl con las mandíbulas apretadas. Raúl ya notaba una erección importante. Atenazando la nuca de Paqui hizo que la tragara toda. Era un cipote de 20 advirtió Raúl. Aguantado la nuca hizo que estuviera un rato. La cara de Paqui estaba tomando el color de rojo sangre, los ojos le lloraban, buscaba aíre, babeaba, salían mocos de forma abundante; empezó a convulsionar, la soltó, buscaba aíre. Él la morreó y escupió en la boca. La volteó le quitó el sujetador, volvió a apartar el tanga y la dedeó a 3 dedos. La respiración de Raúl se aceleró, no pudo aguantarse y se bajó los pantalones para pajearse. Consciente de haberlo impactado el mulato dijo:

– No te como el coño porque sabrá a la polla de mi hermano, puta, más que puta.

– ¡¡Ohhh!!! ¡¡Follame ya!! – dijo ella.

Llegó a meterle 4 dedos. Cogió un preservativo y se lo puso a una mano -Raúl pensó otra vez que esté gesto denotaba saber estar y experiencia- le abrió las piernas, situó la polla en línea y le metió una tacada sonora, ella emitió un sonoro ronroneo con la boca. Empezó un bombeo lento de reconocimiento – 5 tacadas lentas- y paró. Levantó las piernas de ella y las puso en sus hombros. Recolocó su postura poniéndose en suspensión y colocando la polla en la entrada vaginal. Afianzó la posición apoyando las manos planas y empezó un pistoneo que se volvió frenético. Raúl se pajeaba salvajemente. Los chof, chof, chof del coño y los plof, plof de las embestidas retumbaban en la pequeña habitación. Ella empezó a respirar rápido y en atronador ohhh se corrió. El mulato dio unos pistoneos profundos, como si se electrocutara seguidos de un bramido gutural y en un último espasmo la clavó hasta los testículos quedando estático sobre ella. Raúl tenía sus manos llenas de semen. El mulato se levantó de su polla colgaba el condón llenó de legal, se lo quitó y lo tiró sobre la cara de Raúl. Después entró en el pequeño baño y meó de forma abundante y sonora. Después se oyó la ducha. La cartera del mulato estaba sobre el sofá. Raúl la abrió, miró su identidad:

Rodolfo C. F. de nacionalidad dominicana. Nacido el 3 de mayo de 1993.

También había fotos, una con el mulato con una mujer y 3 niños y una dedicación " te keremos mucho".

El mulato salió duchado, Paqui entró al baño mientras él se tumbaba en la cama. Raúl la siguió. Apenas cabían los dos; costaba de un lavamanos ducha y taza de váter. Había un cubito de baño llenó de condones usados.

– Te ha dado mucha caña, quizá demasiada, pero te has venido a mares. ¿Nos vamos o…?

– Sí, pero lo he flipado, quedemos un rato más…

– Es un auténtico rompebragas, aunque te haya follado entangada.

Ella se duchó, Raúl salió y le pidió una toalla. El mulato le tiró la que él se había secado. El mulato fumaba un canuto.

Al salir Raúl y Paqui – ella con la toalla- el mulato se la miraba con ojos de lobo hambriento, era increíble pero volvía a estar empalmado. Lucia cipote sobre la cama sin ningún pudor.

– Ven aquí bonita – dijo con ademanes que se acostara a su lado- y quítate la toalla.

Diligente Paqui se tumbó en la cama, Raúl algo indeciso se sentó otra vez en el sofá. Se comieron la boca en las narices de Raúl.

– Perreas muy bien, sabes, si fueras más jovencita te haría mi novia españolita. ¿Qué tal mi hermano pequeño? Sabés… somos una gran familia… Lástima no seas más jovencita… ¿Qué te hace estar con un viejo? Ehhh… -susurraba mientras miraba altivo a Raúl.

El mulato empezó a acariciarle el coño y besarla, parecía que había nacido un nuevo hombre con cariño y sensualidad. A Raúl ese cambio de actitud le pareció sospechoso todo ese cariño.

– ¿Apuesto lo que quieras que el viejo no te hecho nunca una llave de loro? – le dijo al oído mirando con arrogancia y esa superioridad del que sabe que usa la mujer de otro a los ojos a Raúl.

– No sé que… ¿qué es eso?

Entonces el mulato estiró la mano e introdujo el pulgar en el coño y el dedo medio en el orificio anal. Los introducía a la par como si fueran percutores. La entrada anal estaba seca, dio de ler el dedo a Paqui y la penetración fue sobre ruedas hasta el punto de entrar casi todo el dedo sin problemas.

– ¡Qué pillina! veo que tienes el culo hecho. Entiendo que das el culo. Interesante -exclamó- ¿Te lo estrenó el viejo? -dijo por lo bajito y mirando a Raúl con odio.

– Fue hace años, un chico…

– Que pena seas tan madura y estés tan usada, tienes el coño tan grande como la entrada de una cochera y pones culo. Supongo que has preñado ya a tu edad, o él viejo no ha podido- esto último con sorna.

Raúl era consciente de la actitud retadora, dominante y achulada hacia su persona, esto incluso a su edad -pensó- le servía como experiencia y empezaba a notar otra erección.

– Sí, tengo una hija, la tuve de joven, él es divorciado con 5 hijos.

– ¡Vaya con el viejito! -al mismo tiempo que lo miraba de arriba abajo.

Entonces en un cambio de actitud y gesto de rabia se reincorporó de rodillas, la cogió por los tobillos y se los levantó hasta que las piernas se doblaron cerca del rostro de la Paqui y empezó a comerle el coño y culo con grandes lengüetazos. Ella gemía como una gata otra vez. Cogió la vaselina de la cómoda y se le untó la zona anal. Metió un dedo, dos dedos; ella volvía a gozar, Raúl otra vez en fase de pajearse. Un tercer dedo demostró que la dilatación anal estaba perfecta.

– ¡Ponte a 4 patitas como la perra que eres!

Ella acató y una vez en posición él le abrió las nalgas quedando dos buenos orificios; en un lapso de tiempo el mulato preparó el ataque -se encondonó y se aplicó vaselina sobre su polla y zona anal de Paqui- una vez lubricada, más por estilo y costumbre, le abrió las nalgas y echó un sonoro escupitajo, la colocó al borde de la cama y el en el suelo. Como calentamiento previo la empotró de salida en zona vaginal. Raúl ya se volvía a pajear como un mono. Atacó la zona anal con una amplia mueca de ira, ella no pudo aguantar la embestida y perdió algo el equilibrio.

– ¡¡Ahora sabes lo que es tener un buen rabazo en el culo!! ¡¿Eh?!

– Si… Ohhh

Volvió a recolocarla y la envaselino más. La cogió del pelo obligándola a estirar el cuello y grito:

– ¡¡¡Esta vez no paro!!! -y empezó a bombearla sin contemplaciones- ¡¡Arre caballo!!

Era una enculada profunda sin contemplaciones; las embestidas llegaban al fondo, los testículos rebotaban en el culo ella. Gemía, gritaba como una posesa, pero el coño goteaba, se venía. Los mete-sacas eran eléctricos. El mulato notó sus huevos mojados de los impactos en el coño, ella se había corrido. Entonces sacó su polla se desencondonó. La volteó a ella, se agarró los testículos y dijo:

– ¡¡Come huevacos, puta!!

Ella succionó huevo por huevo mientras él se pajeaba. Raúl ya lechaba otra vez. El mulato con un bramido de toro apuntó a los ojos de Paqui y escupió una lechadaza caliente y abundante y dijo:

– Aquí te he dejado el cargamento.

Se levantó y se limpió la polla con el vestido negro de Paqui y volvió al baño. Otra vez meó con ganas y volvió a ducharse. Paqui buscó a tientas algo con que limpiarse, Raúl le proporcionó una toalla, él también se secó su lefada.

Al salir del baño el mulato miró la cama mojada.

– Te has venido hasta con meada, qué guarrota eres -y abrió una ventana- esto es mejor que se airee, huele a puta.

Paqui y Raúl se disponían a entrar al baño, pero el mulato le tiró el vestido y les gritó:

-¡¡Ya sabéis donde está la puerta!!

Medio vestida, sin zapatos ella era un ser sin peso, descolocada, en otra dimensión. Al bajar un vecino les reprochó el ruido y que eran unos "putos cerdos degenerados".

A la mañana siguiente el portero de la finca de pisos donde vivían Raúl y Paqui chismorreaba con otro vecino:

– Me dijeron que se habían perdido las llaves, ya ves me dieron una buena propina, pero joder, ella apestaba a macho, incluso creo que llevaba lefa reseca en el vestido, pelo, incluso en su cara. No es una mujer para el ingeniero, no tiene categoría. Eso sí, está de muerte la hijaeputa.

Un mes después Raúl acudía con Paqui al bautizo de su tercer nieto. Su hija destacó que aunque no fuera su madre estaba contenta por él. Hacían buena pareja.

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