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Anhel gusta del oral, le fascina el anal, le encanta follar
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Cuando conocí a Anhel, ella era una adolescente de 17 años. Resulta que su familia había comprado la casa de enfrente y yo como un detalle en darles la bienvenida a la colonia, les había enviado una cesta decorativa con frutas. Ese día Anhel me traía un pastel de manzanas que su madre había preparado con las frutas que le había enviado.

Aquí en esta colonia es raro que suene el timbre no sin antes el guardia de seguridad a la entrada de la colonia no lo haya anunciado. Cuando Anhel llegó tocando el timbre, intuí que era algún vecino y viendo la cámara de seguridad, miré a una linda chica que vestía de una manera ligera y un tanto provocativa. Ese día ella llevaba una blusa blanca con un brasier que le comprimía sus ya bien desarrollados senos. Tenía un buen escote que me permitía ver una buena porción de esos dos preciosos melones y esta blusa era a la vez corta, pues también me permitía ver su ombligo adornado de algunas piedras brillantes y un piercing. En conjunto con su blusa, llevaba una minifalda blanca de una tela transluciente que, si no se le veía claramente la tanga que vestía y que también era de color blanco, era porque esta minifalda tenía como una especie de campanas que una caía sobre la otra haciendo difícil ver con claridad, pero te dejaba ese ensueño de la imaginación.

Anhel es una chica de descendencia afroamericana y a esa edad tenía una altura promedio de quizá 1:65, de cuerpo atlético, bonitas facciones, unas piernas alargadas con unos muslos muy bien definidos, una cintura también definida pues su trasero era una obra escultural que definitivamente llamaba la atención. Aquel día que me llevaba el pastel de manzana, su rostro juvenil le puso una barrera a mi morbo, pero debo decir que Anhel a esa edad era bastante abierta y muy coqueta. Ya conocía el armamento que manejaba y sabía muy bien que atraía las miradas. Ese día me sorprendió con su plática y una de sus preguntas, pues el pastel lo traía en un contenedor que debía que lavar para que se lo llevara de nuevo:

-Señor Zena, ¿qué edad tiene?

-38. -le he contestado.

-Ah… ¡está muy joven!

-¿Joven… joven para quién?

-Para mi amiga. Mi amiga va a cumplir 52 años.

-¿Tienes una amiga de 52 años?

-Si… mi madre. – me dijo.

Posteriormente supe que la madre de Anhel era una productora ejecutiva de una televisora de renombre en la zona y que por esas fechas se había divorciado. Además de Anhel quien era la menor, de vez en cuando miraba a otra chica igualmente de bella, pero ella estudiaba en la universidad y vivía en un apartamento cerca del lugar y el hermano mayor quien vivía en el extranjero pues era militar de rango. Con los meses supe que Anhel se graduaba de la preparatoria, pues por aquí es tradición en poner rótulos alusivos a todos los graduados en la colonia y la casa de Anhel la decoraron para la ocasión y un mes después estaba celebrando sus 18 años y la noticia que también se iba para la universidad.

Como he dicho en algunos de mis relatos, por este lado del mundo es raro tener comunicación con los vecinos y quizá yo sea el de la buena suerte, pues he tenido la fortuna de conocer más que todo a algunas vecinas. Raras veces saludé en la distancia a la madre de Anhel y ni esta ni su hermana aparecían por aquella casa. Un buen día menos esperado volvió a sonar el timbre y veo que es Anhel. Tiene problemas en sacar las llaves de su coche y se le hace imposible en sacar la llave de la casa del llavero. Me pide ayuda y salgo con ella hacia el guardacoches de su casa. Ese día no dejó de provocarme una erección que intenté disimular, pues ese día me tomé el tiempo de dirigir algunas miradas al escultural cuerpo de esta linda mujer. Llevaba un pantalón blanco de licra bien ceñido a su sensual cuerpo… ¡qué culo se le miraba! Y esa tela le hacía un hueco en la panochita que no creo llevaba tanga alguna. Ese pantalón tenía de adorno una tela como malla en los laterales, que dejaba ver la piel de esta mujer del tobillo a la cintura. Su camiseta también era ceñida a su cuerpo y esos melones se miraban deliciosos. Ese día aprecié mejor su belleza y tenía unos bonitos ojos verdes, siempre usando delineador, cejas depiladas, nariz diminuta y unos labios rojos gruesos y carnudos. Su piel a pesar de que su madre era de piel oscura, Anhel era en sí mucho más clara, algo así como una piel latina oscura. Ella se subió al lado del pasajero de su Land Rover y me llenó con su perfume dulce mientras intentaba remover las llaves de su coche. Anhel no sé sí lo hizo a propósito o no había puesto atención, pues su coche siendo de transmisión automática debía estar en posición de estacionado y ella lo había dejado en reversa y era por eso por lo que no soltaba las llaves.

Una vez le explicaba lo que había sucedido, saliendo del guardacoches me ofreció una cerveza. La verdad estaba haciendo mucho calor y después de decirme que nadie se encontraba en casa y era obvio, pues de otra manera no hubiese ido a mi casa en busca de ayuda, la acepté más que todo pues quería seguir gozando de ver a esta linda chica y lo sensual de cómo vestía. Entramos a su casa, la cual ya había visitado antes invitado por el dueño anterior, Anhel me extendió la cerveza y me pidió que la esperara unos segundos mientras ella se cambiaba a algo más cómodo según ella.

La he visto bajar y no sé cómo mi rostro haya reaccionado, pues Anhel llevaba uno de esos pantalones cortos que me mostraban la mitad de las nalgas y una camiseta suelta desmangada por donde podía ver una buena porción de sus melones, pues no vestía sostén. Intentaba esconder mi erección tomando asiento y Anhel se dirigió de nuevo al refrigerador y tomó también una cerveza he hicimos un ademán de brindis.

La verdad que aunque gozaba de ver a esta chica, a la vez me incomodaba. A ese punto de mi vida nunca había intentado en ligarme a una chica de esa edad y aunque sí me había llevado a la cama a chicas jóvenes, creo que a la más joven en esa época era una chica de nombre Sherri de 26 años. Anhel con 18 me parecía algo inconcebible y opté por pensar que esta chica era de esa naturaleza, chicas liberales que les encanta mostrarse y nada más. Ese día intercambiamos números de teléfono y me llamó algunas veces con la excusa que necesitaba ayuda en la clase de español, pues este día Anhel parecía incrédula cuando le dije que yo hablaba español. Un día le di mi Shelby prestado y me buscaba para pequeños favores, los cuales siempre intenté a ayudar pues era una delicia ver el rostro y el trasero de esta linda mujer.

Un día me pidió un favor a través de mensajes de texto y me pareció algo muy juvenil y un tanto ridículo. Me pedía que me hiciese pasar por su novio un día que sus amigos de la universidad llegarían a una fiesta en la piscina. Obviamente su madre y sus hermanos no estaría en tal reunión y acepté por la coquetería de Anhel, pues sugestivamente me decía que sería mi novia por un día. Cuando llegó ese día me recibió con un beso por sobre los labios y miré a otras seis chicas y una docena de muchachos haciendo un asado cerca de la piscina. Me llevó hacia adentro de su casa con la excusa que me iría a cambiar. No era necesario, pues llevaba unos pantalones deportivos y llevaba puesta mi calzoneta de baño. Subimos y Anhel me llevó para su habitación y ella me dijo que nos quedaríamos ahí por unos minutos, pues quería dar la impresión de que algo prohibido estábamos haciendo en su cuarto. En ese momento Anhel solo vestía un brassier de baño y un pequeño bikini que dejaba ver esas tremendas nalgas y realmente me estaba provocando una erección difícil de disimular con mi pantalón deportivo. Me quité el pantalón deportivo y la camiseta y después de unos diez o quince minutos bajamos a la piscina.

No sé lo que pensarían los demás, pero ya Anhel me había incomodado presentándome como su novio. Me tomaba de la mano y se mostraba muy cariñosa conmigo y en ese momento pensé que se trataba de darle celos o terminar con la esperanza de alguno de sus invitados. La verdad que en el momento la sensación de estar con estos chicos universitarios no me sentaba nada bien, pues yo me acercaba a los 40 y presumiendo estar con una chica de 18. Sentía que la miradas de sus amigas me comían, aunque se mostraban amigables conmigo. En cierto punto después de un par de horas me dio un sueño incomprensible que no tuve más alternativa que despedirme. Todos me preguntaban si me sentía bien o qué es lo que me pasaba, pero luego Anhel me preguntó ya a solas: ¿Comiste de ese postre verdad?

En ese momento Anhel me aclaraba que aquel postre estaba salpicado de cannabis. Nunca había consumido tal droga en mi vida y era aquello lo que me había provocado el sueño. Anhel me acompañó hasta la habitación de mi casa, me dio un beso en la boca diciendo: ¡Todavía seguimos siendo novios! – he caído rendido al sueño y no sentí cuando pasaron las horas y aunque había soñado cosas incoherentes y repetitivas me despertaba sintiendo las manos de alguien que me masajeaba el falo. Pensé que era parte de un sueño, pero escuché la risa de Anhel diciéndome: ¡Has dormido como un campeón!

No sabía conciliar si lo que estaba frente a mi era la realidad o una fantasía empujada por la marihuana que había consumido. Me costó reaccionar y solo sentía como Anhel me pajeaba la verga y sentía como sus labios me atrapaban el glande que lo chupaba como si se tratase de un caramelo. Ella me dijo con su sonrisa coqueta: ¡Sigues siendo mi novio… no ha terminado el día!

Nunca imaginé que a una chica de solo 18 años se sintiera atraída por un hombre de 38. Y aunque no lo concebía, ahí estaba la traviesa de Anhel chupando como un caramelo mi verga. Reaccionando a la realidad le he preguntado y hemos tenido una breve plática que me hace despertar por completo:

-¿Te puedo dar un beso?

-¿Solo uno? ¿Por qué no mejor me comes a besos?

-Eso es lo que quisiera… ¿puedo?

-Soy tu novia hasta el día de mañana… y te doy permiso. -me dijo frunciendo sus labios.

Me lancé por sobre ella y solo tenía una camiseta que le quedaba como minifalda. No llevaba sostén y solo vestía una tanga de color azul. He hecho de un lado la camiseta y me apodero de sus suculentos melones y comienzo a besar sus pezones. Cerró los ojos y comenzó a gemir del placer y yo no lo podía creer que estaba a punto de follar con una chica de tan solo 18 años. Le besaba el cuello mientras mis manos masajeaban sus pechos y pezones y miraba su mirada ida en el placer y a pesar de que horas atrás había sido drogado accidentalmente me llegó la advertencia de mi consciente: No continues… puede quedar embarazada. – Aquel pensamiento me hizo que me ardieran los huevos y hice una pausa y le dije: -¡No tengo condones!

Anhel me sonrió y con mucha confianza me dijo: -Tony, no te preocupes, yo uso la píldora. – La verdad que todo aquello me daba desconfianza, pero ya para ese tiempo las chicas tenían más información y mucha más libertad para conllevar estas aventuras. En la calentura del momento sentí la necesidad de confiar en sus palabras y proseguí chupando sus pezones mientras mis manos manoseaban sus ricos y duros glúteos o se llenaban de la miel que emanaba de su conchita cuando mis manos se hacían camino entre su tanga azul. Chupaba sus pezones y masajeaba con mis manos el clítoris que palpitaba y que según mi tacto era de medio tamaño. Anhel estaba sobreexcitada que en cinco minutos de aquel masaje explotó con un intenso orgasmo. Ella solo me pedía que le introdujera la verga, la clamaba, pero esto tuvo que esperar algunos minutos. Ella me comenzó a decir de una manera repetitiva mientras nos besábamos: -¡Eres malo… eres muy malo; no me diste tu verga!

Sus senos eran de complexión redondas, con una areola grande y unos pezones cortos y también redondos. Ella me tomaba también del falo mientras nos besábamos y me decía al oído de una manera sugestiva: -Dime que me darás tu verga toda esta noche… dime que me harás pedazos con tu verga… Tony, quiero sentir tu verga en mi conchita. – Anhel era muy expresiva y me daba esa sensación que aquella chica de solo 18 años era una experta a esta edad en estos trotes de la cama, pues por lo menos así me lo mostraba con la libertad que me hacía disfrutar de una rica felación. Sabía manejar todo el arsenal de su cuerpo, pues cuando me mamaba la verga, también me la masajeaba de vez en cuando con sus dos suculentos melones y me gustaba verla haciendo pasar sus dos pezones chocando con mi glande y deslizarlo hasta chocar con mis testículos. Mientras me la seguía mamando ella me seguía adulando ese ego de macho: -¡Que hermosa verga tienes Tony! Quiero sentir esas venas palpitando contra mi conchita… quiero que me folles Tony, me estas matando de las ganas.

Aunque mi verga estaba erecta y recibiendo placer en la boca de esta chica, no sentía esa sensación de correrme y creo que esto se debía a que todavía seguía bajo el efecto de la marihuana. Estaba despierto, pero parecía que estaba en la piel de alguien más y Anhele seguía de una manera coqueta y sugestiva rogando que quería sentir mi verga en su conchita. Era una panochita de labios gruesos, pues me le he acercado y he besado su hueco. Tenía unos cuantos vellos por las orillas pero se notaba que se la acababa de rasurar. Reaccionó con un gemido cuando le hundí mi lengua y ella me lo volvía a pedir: -Tony, dame tu verga… fóllame.

La puse de perrito en mi cama sin quitarle su tanga azul y esta mujer es una delicia verla en cuatro con ese hermoso culo que se maneja. He hecho la tanga de un lado y veo ese hermoso ojete que posteriormente intentaré follarme, pero en este momento esa panochita muy bien lubricada me espera en mi primera invasión a su vientre. Tomo mi falo y se lo paseo por la rajadura y Anhel sigue gimiendo y diciendo: -Fóllame… dame esa verga papito… quiero sentir tu verga cariño. – Le apunté mi glande a ese hueco y no sé si era producto de esa sensación de la marihuana, pero lo sentí tan apretada e incluso Anhel dio un grito de dolor y solo me ha dicho: -¡Me has abierto la conchita! – Y esta linda chica se ha ido de bruces contra la cama y parece que le ha dolido la penetración a pesar de que fui lento y solo parte de mi verga había entrado.

Comencé a hacerle un vaivén lento y en esa posición podía ver como mi verga entraba y salía de la conchita de Anhel y descubría una sangrado que se expandía en mi verga cada vez que esta salía de ese hueco bien apretado de esta chica. Pensé que quizá estaba esperando su menstruación pues se me hacía imposible pensar que Anhel fuese una chica virgen y no se lo quería preguntar. Lo único que le pregunté fue que si quería que hiciera una pausa. Ella me dio la negativa y me pidió que no se la sacara y solo agregó algo un tanto ambiguo pero que no contestaba mi pregunta interna en el momento: -Me lo esperaba… tienes una verga grande y gruesa y es la primera vez que me rompes la conchita. Yo continué con mi verga en su concha y poco a poco le metía un poco más y podía mirar como Anhel contraía su ojete y sentía esa vibración en las paredes de su vagina. Fue ella la que comenzó con un rico movimiento de sus caderas a hacer un vaivén lento pero constante. Además del sangrado, le comenzó a bajar un flujo blancuzco y bastante espeso que comenzó a caer en las sabanas de mi cama. Se había incorporado y la tomé de los brazos pues ella buscaba tomar mis nalgas con una de sus manos y yo le estiré ambos brazos hacia atrás los cuales me brindaban cierto apoyo en el balance de esta posición y comencé con un pompeo mucho más acelerado y con embestidas más fuertes.

Oía los gemidos de Anhel, el golpeteo de mi pelvis pegando en su ricas nalgas y ese chasquido de la fricción de mi verga entrando y saliendo de esa apretada conchita. El taladreo había subido de nivel y solo se escuchaba una constante de Anhel diciendo “ah… ah… ah, hasta que de repente cambió a decirme: -Así, así… dame así… me vas hacer acabar. – Era verano y aunque estaba el aire acondicionado pude ver las gotas de sudor sobre la espalda de Anhel y vi cómo en mis pectorales se deslizaban las mías. Aquello se volvía una plegaria de “así, así, así… dame, dame, dame y no pares, dame, dame, dame. Mi verga era un fierro duro y erecto y creo que a mis 38 es cuando uno esta en el “Prime” de sus condiciones sexuales. Creo que era cuando más grande y gruesa la tenía, pues con el tiempo uno puede ver y sentir la diferencia, pues el cuerpo pierde volumen. Recuerdo que por esos días mi verga media de 22 a 23 centímetros y ahora creo que apenas llego a los 20 y obviamente también ha perdido grosor.

Anhel comenzó con los gritos que estaba a punto de correrse y yo no paraba con mi embate frenético mientras seguía sosteniendo los brazos de esta chica. Pude sentir los apretones de su vagina viviendo un orgasmo y aunque Anhel deseaba irse de bruces contra la cama, yo la sostenía con una sensación que luego ella me explicaba como de sometimiento, lo cual aceleró y potencializó su orgasmo. Al igual yo me corrí un par de minutos después de ella y Anhel me contaba posteriormente que sentía los chorros de mí semen y la presión exquisita que sentía en su vientre. Tan pronto le saqué mi verga aun erecta, comenzó a salir todo mi esperma.

Nos fuimos a bañar y donde Anhel continuaba muy cariñosa conmigo que ya me estaba haciendo la idea de que en verdad éramos novios. La tanga azul yacía colgada en el chorro de abajo de la bañera y se podía ver mi esperma, sus jugos vaginales con una tonalidad rosada de su sangrado. Mientras nos bañábamos mi verga seguía erecta y Anhel comenzó de nuevo a mamarla. En un momento ella se incorporó y se puso de espaldas donde mi verga chocaba con su trasero, hasta eventualmente hundirse en medio de sus ricos glúteos. Le hacía un movimiento de vaivén con mi verga en medio de sus nalgas y esto creo que le gustaba a Anhel. Por un momento pensé que si me había drogado accidentalmente, pensé que a lo mejor Anhel también estaba bajo la influencia del cannabis. Le tomaba de sus pechos, le besaba el cuello mientras mi verga se mantenía en medio de esas ricas nalgas y fue cuando se lo pedí:

-¿Me puedo coger estas nalgas?

-¿Quieres follarte mi culo? – me preguntó.

-Si… ¿Se puede?

-Me da nervios pensarlo, pero creo que lo podemos intentar.

En el baño comenzó la invasión a su culo no sin antes darle una buena chupada a ese rico ojete. Me arrodillé a abrirle esas nalgas y comerme el suculento culo de la bella Anhel. Sus piernas temblaban y se le erizaba la piel cuando le besaba y pasaba mi lengua por toda esa rajadura. Su conchita se contraía y comenzó a gotear jugos vaginales de tanta excitación. Creo que pasé comiéndole el culo y jugando con mis dedos por lo menos media hora. Se puso inclinada contra la pared del baño y le puse el glande a la entrada. Literalmente le temblaban las nalgas y le pedí que se relajara para que la penetración fuese posible. Se calmó y solo le pasaba mi glande por toda esa rajadura hasta que identifiqué su ojete y comencé a empujar. No daba gritos despavoridos pero temblaba y cada vez que empujaba el glande y sentía entraba inmediatamente lo expulsaba. Ella me pidió que nos fuéramos a la cama y se me puso en cuatro de nuevo.

Que rico es ver un culo perfecto y creo que esta posición de perrito es la preferida de Anhele. Todas las chicas son diferentes y al igual los hombres tenemos falos con ángulos diferentes. El mío es recto y un glande que es igual de grueso que el tronco de mi falo, pero pasando el glande se vuelve un poco mas delgado en forma de un hongo o champiñón. Esa noche descubrimos que a Anhel le incomodaba montar a la inversa, el misionero debería ser el básico sin levantarle las piernas o ponerle almohadas en el trasero para levantar la pelvis, también descubríamos que era multiorgasmica y que esa noche descubriría que analmente también era orgásmica.

De perrito le asomé el glande y en el primer intento me quedó atrapado por su esfínter. Definitivamente era un culo apretado y me tomé el tiempo para que buena parte de mi falo entrara. Sabía mi límite, pues cuando intenté enterrárselo todo, Anhel me suplicaba que se lo sacara, aunque en experiencias posteriores lo llegó a asimilar. Comenzamos un vaivén lento y calculando no pasar de ese límite. Nuevamente un flujo blancuzco caía de la conchita de Anhel. Solo oía sus gemidos que no sabía si eran de dolor o placer y es por eso por lo que se lo pregunté:

-¿Te gusta?

-¡Me fascina!

-¿Pensé que te dolía?

-Si me duele, pero es un dolor rico y fascinante.

-¿Quieres que te la saque?

-No… continua así… me encanta esta sensación, me excita la sola idea que me estas follando el culo.

-Bueno… si algo te incomoda, dímelo y hacemos una pausa.

-Tony, por favor cállate y sígueme culeando.

No era un vaivén frenético y hasta cierto punto lo recuerdo semi lento y pude sentir cómo vibraba su culo y cómo ese ojete me atrapaba más fuerte el falo, vi su espasmo literalmente en sus muslos y solo me dijo: -oh, Dios mío… que rica corrida me estás sacando. – Aceleré un poco el ritmo y Anhel solo gemía y parecía que lloraba y poco a poco aquello se calmó hasta segundos después me pedía que la siguiera culeando que sentía venirse otra vez más. Estuvimos así con un ritmo semi lento y solo subía el ritmo cuando Anhel vivía un nuevo orgasmo. En total le conté cinco en término de unos 10 a 15 minutos y creo que pudo haber obtenido más, pero en ese quinto le dejé ir mi segunda corrida, que al igual que ella, fue tan potente que mis piernas me temblaron.

Nunca le pregunté sí aquella había sido su primera vez que le rompían su concha y ojete, solo me quedé con la duda de ver ese sangrado en ambos orificios. Por ese tiempo cogíamos a cada semana cuando regresaba a casa de la universidad y eran cogidas que terminábamos sin energía ya para el domingo en la tarde. Esta chica era tan liberal que no se escondía de su madre, bueno, también ya era mayor de edad aunque todavía vivía en el techo provisto por su madre. Quizá pasamos follando de esta manera por unos seis meses y todo comenzó a disminuir porque creo que su madre comenzó a aconsejarla y un día menos pensado de una forma indirecta me confrontó su madre cuando yo salía al jardín frontal de mi casa.

-Sr. Zena… ¿puedo tener un minuto con usted?

-Dígame… ¿en algo que le pueda ayudar?

-Bueno, voy a ser directo con usted, pues usted ya es un hombre mayor y con experiencia. Se trata de Anhel y usted… ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones?

-Disculpe Sra. Hill, no entiendo su pregunta. Anhel y yo solo somos unos simples amigos. Ella me pide ayuda en su clase de español y yo estoy dispuesto en ayudarla.

-Usted ya es un hombre de mucha experiencia y mi hija apenas tiene 18 años. Sé lo que está pasando… no me haga sentir ingenua.

-Sra. Hill… si usted sabe lo que está pasando, ¿por qué habla conmigo? En todo caso su hija es ya mayor de edad y no soy yo quien invade su casa.

La plática terminó con un tono agrio y desde entonces los encuentros se fueron disminuyendo. No pensé que se tratara de la influencia de su madre y más bien dada su edad y su ambiente, lo más probable estaba experimentando lo mismo con alguien más y esos gemidos y esas corridas estaban pasando en otro lugar y en otra cama. La verdad que a esta chica le gustaba mamar, le encantaba que le diera por el trasero, le fascinaba en sí follar y no creía que le podría poner pausa a esos impulsos a esta edad de su vida. Su madre sigue viviendo en la misma casa y yo la recuerdo en mi cama cada vez que veo esa tanga azul que me dejó de recuerdo, al igual que otras prendas que nunca se llevó de los buró de mi habitación.

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