– “Poné tus manos para adelante”, le dije a lo cual hizo caso. Le puse unas esposas de cuero con velcro, la hice acostar boca arriba y le até las manos al respaldo. Acto seguido le puse una venda ciega. Ella me dejaba hacer.
Una vez que estuvo así acostada, atada y vendada, empecé a masajearla y acariciarla largo tiempo y, de vez en cuando sobaba sus pechos, pasaba los dedos por su entrepierna o acariciaba su cola. Todo esto lo matizaba con algunos chirlos, besitos, chupadas de sus pezones, lamiditas en su clítoris. Ella se iba calentando evidentemente y me lo demostraba con sus contorsiones, gemidos y suspiros.
La obligué a darse vuelta, poniéndola de espalda, le propiné varios chirlos repartidos en sus nalgas para después empezar a jugar en su culito con un dildo de esferas lubricado. Una por una fueron entrando las esferas en su cola y le daba dos chirlos por cada una que se comía. Sus gemidos me incitaban a seguir de modo que, cuando todas las esferas estaban en su colita, la di vuelta y empecé a trabajar su clítoris con un vibrador mientras cada tanto le pasaba la lengua. Rato después se contorsionó en un orgasmo, solo acompañado con unos espasmos silenciosos.
Esperé que se repusiera para continuar acariciándola, apoyando el vibrador contra el dildo anal mientras le lamía su preciosa conchita. Dejé el aparatito para empezar a acariciar su vagina con mis dedos mientras lamía su clítoris y le daba chuponcitos. Su segundo orgasmo lo sentí cuando levantó su pelvis para acercar más aún su conchita a mi boca y empezó a jadear y gemir. Le saqué la venda, le solté las manos y la hice sentar en la cama y me senté a su lado.
– “Subite a horcajadas sobre mí y poné mi pija en tu conchita”
Ella hizo caso y fue bajando para que la penetre por completo. Una vez que estuvo toda dentro de ella, se abrazó a mi y empezó a moverse suavemente mientras la tomaba de su colita y la llevaba para acompasar nuestros movimientos. Así estuvimos un rato hasta que sentí que se iba calentando. De a poco la llevé a realizar movimientos más largos y fuertes, saliendo y entrando de su interior y moviéndola en vaivén sobre mí.
– “Así papi, así. Llevame así suavecito hasta acabar. Me encanta”, me dijo entre suspiros.
– “Me encanta cogerte así, putita, toda pegada a mí, sintiendo tus tetas contra mí, calentita y flojita, gozando mi pija.”
– “Si papi, toda para vos y toda tu pija para mí. Me encanta”
Así estuvimos calculo que diez minutos más hasta que se abrazó y se pegó a mi para que la penetre hasta el fondo y empezó a moverse en espasmos mientras apoyaba su cabeza en mi hombro. Creo que estuvo así dos o tres minutos hasta que se aflojó toda, levantó su cabeza y me dio un beso profundo, sensual y cálido. La ayudé a acostarse, la moví para ponerla boca abajo y le dije:
– “Quedate así quietita mientras disfruto tu hermoso culito”
Ella solo sonrió y se acomodó, abrazando la almohada y dejándome mientras le sacaba suave y despacito el dildo, me acomodaba sobre ella y le ponía la punta de mi pija en la entrada de su colita. Muy despacio y esperando que solito se fuera abriendo, terminé de penetrar ese culito, al cual le tenía muchas ganas. Cuando ya estaba hasta el fondo, empecé a moverme despacito y, al rato, ella de a poco me iba acompañando.
– “Abrazate a la almohada putita, que te voy a coger el culito con ganas”
Se abrazó más fuerte a la almohada y me dedicó una sonrisa. Empecé a sacar y poner mi pija en su cola y me fui calentando hasta olvidarme de ella y cogerla violentamente hasta acabar y derrumbarme. Creo que acabó conmigo, pero ni siquiera estoy seguro.
– “Me encantó papi”, me dijo, “pero dejame respirar que me ahogas”
Me acosté a su lado, la traje contra mí y se acurrucó poniendo su cabeza sobre mi pecho.
– “Sos una putita hermosa. Me encanta como coges”
– “Y a mi me encantas vos papi y como me tratás. ¿Me vas a seguir cogiendo?”
– “De ahora en más vas a ser mi putita de los viernes. Pero eso no quita que te llame alguna noche y te diga lo que tenés que hacer. Te vas a masturbar para mi siguiendo mis órdenes. ¿entendiste?”.
– “Si papi. Pero ¿y si estoy con mi novio?”.
– “No me atendes y listo. Pero por cada vez que no me atendes vas a tener castigos a cumplir cuando nos veamos. Para algo sos mi putita”
– “Si. Y vos sos el papi que me coge. Tenía razón al elegirte. Nunca me trataron así en la cama. ¿Me vas a enseñar mas cosas?”
– “Por supuesto bebé. Muchas cosas más, muchos juguetitos mas para mi nena.”
Y así empezó la relación con mi joven putita.