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Amor de verano (parte 3 – final)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Porque todo lo bueno siempre tiene un final, esta es la tercera y última parte de mi historia de amor con Regina, la transexual con la que tuve un breve pero lindo amor de verano. Espero que les guste, me fascinará leer sus comentarios y opiniones.

Todavía era temprano cuando Regina y yo salimos del Registro Civil donde le dieron los requisitos para poder cambiarse legalmente de nombre, por lo que regresamos al hotel donde nos habíamos quedado y con el tiempo que nos quedaba para entregar la habitación, aprovechamos para darnos amor otra vez más.

Hicimos un 69 muy delicioso; yo alcancé a hacerla terminar antes de mi y de nueva cuenta pude deleitarme con el rico sabor de su lechita que me escurría por la boca mientras ella succionaba mi pene y con sus manos acariciaba mis testículos. Hubo un momento en el que comencé a sentir que uno de sus dedos empezó a ir un poco más atrás, dirigiéndose hacia mi ano y lo introdujo un poco, pero yo no dije nada y simplemente la dejé que siguiera haciéndolo. Finalmente terminé y nos besamos apasionadamente, limpiando con nuestra lengua las pequeñas gotas de semen que quedaban en el contorno de nuestros labios, tanto yo a ella como ella a mi. Nos metimos a bañar y salimos del hotel.

Como no habíamos desayunado y ya era tarde buscamos dónde comer y estando a medio trayecto en el auto rumbo a su casa, ella me dijo “pude notar que terminaste más rápido cuando comencé a tocarte ahí atrás con mis dedos” mientras me observaba mordiéndose los labios, “creo que a la próxima experimentarás algo nuevo”. “¿A qué te refieres?” le pregunté, y ella respondió diciendo “no creas que a nosotras solamente nos gusta recibir, también hay algunas a las que nos gusta ver y sentir a nuestro hombre siendo dominado”.

En ese momento no supe qué decir; a mi nunca antes me había llamado la atención que algo o alguien me penetrara y la idea me parecía aún un poco extraña porque salía totalmente del estereotipo tradicional de las relaciones hombre-mujer al que yo estaba acostumbrado; “en verdad que eso sería algo completamente nuevo, nunca antes he hecho algo similar y no me imagino cómo debe sentirse”, le dije, a lo que ella me dijo “es que eso es algo que solamente nosotras podemos hacer, a mi particularmente me gusta mucho recibir, pero de vez en cuando también me gusta dar, aunque entendería si es algo que a ti no te agrada”.

En ese momento pude ver que su semblante cambió un poco, de haber estado muy contenta y alegre, se puso un poco seria y algo triste. “¿Qué pasa, mi vida?”, le pregunté, y ella respondió “es que cuando solía hablar de este tema con mis anteriores parejas, ellos comenzaban a alejarse, a tal punto que llegaba un día en que me decían que terminábamos. Creí que, como hace un rato mientras estábamos en la cama te emocionaste cuando comencé a tocarte con mis dedos, dejarías que en el futuro yo te hiciera algo más, pero si crees que no estás listo o definitivamente no te gustaría, yo lo entiendo, pero por favor, no me dejes.

No me gustaría que terminara lo que hemos construido”. En ese momento detuve el auto, la abracé, la besé y sosteniendo su cara por las mejillas le dije que no se preocupara, porque en mis planes no estaba alejarme de ella. Los ojos de Regina se llenaron de lágrimas, me abrazó y me dijo que nunca antes alguien la había tratado como la mujer que siempre había deseado ser y que era muy feliz a mi lado.

Volví a encender el auto y seguimos hablando sobre su rol como activa en la cama. Me dijo que eso hasta ahora solo lo había reservado a sus parejas formales que se habían animado a hacerlo, que no habían sido más de dos, y a una chica con la que tuvo su primera vez. Entre risas me dijo que con esa ocasión le bastó para descubrir que a ella no le gustaban las mujeres y que esa sería su primera y última vez estando con una chica; yo también me reí y le di un beso diciéndole que gracias a eso que le había ocurrido, yo tenía a una maravillosa mujer a mi lado.

Llegamos a su casa y antes de que ella bajara, le di una de las copas en las que tomamos vino la primera vez que nos vimos, que yo había guardado en el auto un día anterior, y que quería que ella conservara para recordar el día en que nos conocimos, ella brincó de emoción, me besó nuevamente y me dijo que estaba muy feliz de haberme conocido. Le dije que a mi también me encantaba mucho tenerla a mi lado y que me dejara prepararme, física y mentalmente, para que la próxima vez que estuviéramos juntos, fuera ahora ella la que haría como activa.

Ella me miró con sorpresa, pero también con cariño preguntándome “¿de verdad?, no quiero que te sientas presionado, ni nada, y tampoco me gustaría hacer que dudes de tu sexualidad”. Yo le respondí que no se preocupara, que lo único que yo quería era verla feliz y que por mi chica, yo haría lo que fuera. Ella se emocionó, me dio un beso y me dijo que ella se iba a encargar de hacer que a mi me gustara mucho, y que se sentía muy feliz de que la dejara compartir mi primera vez de esa forma con ella.

La semana siguiente estuve particularmente ocupado por mi trabajo. Reuniones por todos lados y salir ya tarde, pero nada de eso impedía que viera a Regina durante mis horas de comida o que fuéramos a cenar algo juntos. La noche del jueves, mientras tomábamos un café cerca de su casa, volvimos a hablar del tema al que me había comprometido y ella me dijo que tenía en mente algo preparado.

En ese momento, le comenté que para ese sábado me habían invitado a un antro-bar por el cumpleaños de uno de mis amigos a las afueras de la ciudad y que podíamos buscar un hotel cercano para regresar hasta el siguiente día, a ella le gustó la idea y dijo que prepararía todo lo necesario. Acordamos vernos el sábado por la tarde para ir con mis amigos y pasar una noche especial.

El sábado por fin llegó y pasé a recogerla, ella ya estaba vestida para la fiesta con una ropa no muy provocativa pero que sí dejaba ver su silueta y su piercing que me volvía loco. Tomamos la autopista y después de dejar el auto en el hotel que ya habíamos elegido llegamos al bar. Aunque ese lugar no era LGBT, ella entró sin problema, porque con el maquillaje que tenía y su cuerpo tan hermoso no dejaba la más mínima duda de que ella fuera mujer de nacimiento y además, con la música sonando fuerte y las luces multicolor no había forma de que se distinguiera ni su voz ni el más mínimo rastro de posible masculinidad en ella. Todo era perfecto.

La presenté con mis amigos, sus respectivas parejas y poco a poco nos fuimos perdiendo entre la multitud que brincaba y bailaba al son de la música. Pude notar que varios de los que estaban ahí incluso la veían lanzándole miradas atrevidas pero al momento en que yo la besaba esas miradas se disipaban y nos dejaban continuar en lo nuestro. Recurrentemente íbamos a la mesa donde estaban nuestras bebidas para convivir con mis amigos y en una escapada al baño, uno de ellos me dijo “vaya, que guapa está tu novia.

Seguramente más tarde habrá acción”. Yo solo reí asintiendo con la cabeza imaginando qué es lo que ella habría preparado para hacer mi noche especial. Algunos de mis amigos comenzaron a despedirse, por lo que nosotros también lo hicimos, pedimos un taxi de aplicación y en menos de 5 minutos llegamos al hotel.

Bajamos del taxi y yo me sentía muy contento: verla bailar, moverse al ritmo de la música y divertirse me hizo sentirme muy feliz, yo me sentía muy masculino y viril y orgulloso de tener una mujer tan hermosa conmigo. Llegando a la habitación ella me dijo que me diera una ducha mientras ella preparaba todo, me dijo que especialmente diera mucha limpieza ahí atrás, lo cual me dio mucha risa, la besé y me metí a bañar. Ya estaba ansioso de saber qué es lo que ella tenía preparado. Acabando de darme la ducha le pregunté si ya podía salir, a lo que me pidió 5 minutos más que para mi fueron eternos, hasta que por fin la escuché decirme “ya puedes salir mi amor”.

Al abrir la puerta, había preparado un corazón con figuras de papel que ella misma había hecho y tenía unas velas aromáticas en la base de la cama. Ella se veía increíblemente hermosa. Tenía puesto un par de zapatillas negras, un conjunto de lencería roja con liguero que la hacía verse irresistible y permitía distinguir sus pezones, un nuevo piercing un poco más grande y su delicioso y lindo pene semi erecto, también tenía una especie de bata de tela semitransparente blanca que permitía ver la belleza de su cuerpo.

Se puso un perfume que olía delicioso, se delineó los ojos y se puso un lápiz labial rojo intenso que me hacía querer besarla. No lo pensé más y me acerqué a ella cargándola de su cadera, la besé y ella me abrazó muy fuerte, le dije que se veía muy hermosa y que nunca en la vida había tenido frente a mis ojos algo más lindo que ella. Ella me acarició del cabello mientras me besaba y con sus uñas recorría mi espalda.

De pronto me dijo, “quiero que recuerdes esta noche para el resto de tu vida” y besándome me llevó a la cama, donde vi que tenía preparado lubricante y un plug. Me recostó boca abajo y con una mano empezó a masajear mi pene mientras con la otra comenzó a acercar su dedo a mi ano y a dar círculos entrando poco a poco. Repetidamente acercaba su cara a la mía para besarme y abrazarme, yo gemía del placer y noté que a ella eso le gustaba, así que después de haber hecho círculos unos tres minutos empezó a hacer lo mismo con el plug hasta que entró por completo.

En ese momento no pude contenerme y me volteé tomándola por la cintura quitándole su tanga para besar y succionar su pene. Mientras yo hacía eso, ella continuaba metiendo y sacando el plug hasta que lo hizo sin la menor dificultad. En ese momento me dijo, “espero que lo estés disfrutando mucho mi amor, lo estoy haciendo con cuidado para que no te duela ni sientas molestia”, yo me limité a decirle “gracias mi vida, créeme que en verdad, lo estoy disfrutando demasiado” y ella me respondió “muy bien corazón, ahora prepárate porque llegó el momento de que seas tú el que me siente dentro de ti”.

Con cuidado sacó el plug, me dio un beso y me pidió que me volteara y levantara mi cadera hacia ella, se puso lubricante en su pene y me tomó por la cintura con una mano mientras con la otra sostenía su miembro totalmente erecto y lubricado, repentinamente dijo “estoy a punto de entrar mi amor, ahora vas a saber lo que es sentir el pene de la chica que te ama adentro de tu cuerpo” y con cuidado me empezó a penetrar, introduciéndolo dentro de mi.

Al inicio, pese a que ya me había estimulado con sus dedos y el plug, se sintió un poco de dolor, al grado que le dije, “espera, me está doliendo mucho”, “¿quieres que me detenga, amor?”, me preguntó, “no quiero lastimarte”, a lo que le respondí, “no amor, continúa; solamente hazlo un poco más despacio”, y eso comenzó a hacer. El dolor poco a poco fue dando paso al placer, y cuando ya estaba la cabeza de su pene completamente dentro, me tomó por la cintura con sus dos manos moviéndome hacia ella.

Nunca olvidaré esa sensación, sus suaves manos sosteniéndome por la cintura, el olor de su perfume, y un inmenso placer que me recorría todo el cuerpo mientras el pene de mi amada entraba cada vez más profundo dentro de mi. Yo suspiraba y gemía con cada centímetro que se abría paso y ella también se impulsaba lentamente hasta que sentí cómo mis glúteos chocaron con su pelvis.

En ese momento supe que me había penetrado por completo, e instintivamente hice presión que le hizo sacar a ella un gemido que me hizo sentir demasiado placer. “¿Qué estas sintiendo mi amor?”, me preguntó, “siento que estoy en el cielo, preciosa; no sabía que esto pudiera ser tan delicioso”, le respondí, y de pronto, el movimiento que al inicio era lento se comenzó a hacer más rápido mientras con una mano me acariciaba del cabello y con la otra mi espalda. “Ahora entiendo por qué a ti te gusta tanto mi amor, esto es en verdad increíble” y ella me dijo “sí mi amor y es mucho más placentero cuando siento cómo lo haces tú, con cariño pero también mucha pasión”.

Los movimientos se volvieron cada vez más y más rápidos y pude escuchar cómo mi cuerpo impactaba con el de ella y mis testículos golpeaban contra los suyos. “¿Qué tal lo estoy haciendo amor?”, volví a preguntar, y gimiendo ella me contestó “muy bien mi vida pero creo que es hora de que cambiemos de posición porque te mueves muy rico y hace mucho que yo no hacía esto”.

Ella sacó su pene de mi, se quitó las zapatillas y me pidió que me levantara para que pudiera sentarse boca arriba recargándose con sus manos hacia atrás, me coloqué encima de ella y su pene ahora entró sin dificultad. “No lo hagas muy rápido amor porque en esta posición se siente como si entrara mucho más profundo” pero yo no hice caso y me senté completamente en ella y respondió con un gemido mientras yo sentía que su pene entraba hasta lo más profundo de mi. “Eres un pillo”, me dijo mordiéndose los labios mientras yo comenzaba a moverme hacia adelante y atrás haciendo presión con mi ano a su pene.

Pasaron unos minutos en esa posición, yo seguía moviéndome hacia adelante y atrás, en círculos y hacia arriba y abajo, mientras veía como ella cerraba sus ojos y mordía sus labios y su lengua. “Ay amor, qué delicioso lo haces” me decía a cada rato y yo acariciaba su cintura, sus manos y su cara. Volvimos a cambiar de posición, ahora a cuchara, y ella me pidió que levantara mi pierna para poder impulsarse hacia mi, yo suspiraba, gemía, lo disfrutaba y ella también. Pasaron unos minutos y ella comenzó a moverse muy rápido, yo respondí presionando un poco y moviéndome hacia ella, hasta que dijo “amor, estoy por llegar”.

Me empujé hacia ella y repentinamente suspiró; comencé a sentir algo tibio que salía con gran velocidad, que me hacía gemir cada que lo sentía. Había hecho terminar a Regina. Me abrazó y me dijo al oído “te amo”. Yo no podía voltearme para abrazarla, así que la sostuve de sus brazos, pasé su pierna encima de la mía y le respondí “También te amo Regina, muchas gracias por haber llegado a mi vida”. Pasamos unos momentos más acostados mientras ella me daba besos en el cuello, las orejas y acariciaba mi pecho.

A mi me excitaba mucho la idea de tener su pene aún dentro de mi, y comencé a tener una erección, ella lo notó y me dijo “mi amorrr, ahora me toca a mi”. Le tomé la palabra y ella sacó su pene, lo cual me hizo sentir un pequeño escalofrío y se volteó para tomar el plug, lo introdujo nuevamente en mi y me dijo que me lo dejara puesto porque su semen podría comenzar a salir. Le dije que no había problema, me puse un poco de lubricante y la comencé a penetrar.

Cuando yo terminé, eran casi las 4 de la mañana por lo que nos metimos a bañar, en la regadera me quitó el plug y todo su semen comenzó a escurrir por mis piernas, me impresionó lo mucho que era y le dije “amor, ¿por qué terminaste tanto?” y riéndose me dijo “jajaja, ay amor, es que ya te traía un montón de ganas”. Mientras nos duchábamos seguimos besándonos, acariciándonos y dándonos amor.

Finalmente nos dormimos y nos levantamos ya casi al medio día, fuimos a comer y en la noche la llevé a su casa. Le agradecí mucho por lo que había sucedido la noche anterior, le prometí que jamás se me olvidaría y que definitivamente es algo que volvería a hacer, ella me besó, me volvió a decir que me amaba y que estaba feliz de haberme hecho descubrir algo nuevo de mi. Nos despedimos y subí al auto.

Regina y yo seguimos saliendo al menos otras 5 semanas más y lo hacíamos cada vez que teníamos la oportunidad, ya sea en mi departamento, el suyo, en algún hotel o incluso en el auto… yo la hacía de activo, a veces también ella y en general lo disfrutábamos mucho, hasta que un día le dije que tenía algo importante que decirle, y es que en mi trabajo me habían dado una promoción y necesitaba estar unas semanas fuera de la ciudad para dirigir un proyecto.

Organicé una pequeña cena en mi departamento para decírselo y ella me felicitó, diciéndome que no tenía por qué preocuparme, que ella estaría bien y que me estaría esperando. Después de cenar volvimos a hacerlo sin saber que esa sería la última vez. Un día antes de tomar mi vuelo nos vimos para cenar y ella me regaló una pulsera con la inicial de su nombre, que casualmente también es la de mi apellido, y nos despedimos.

En mi proyecto me fue bastante bien, obtuve las felicitaciones de mi supervisor y de los clientes, y yo le escribía diariamente a Regina para contarle todo. Ella me respondía con emojis, felicitándome, y en las noches le marcaba a su celular para escuchar su voz. Tres días antes de volver, me dijo que ella debía regresar a su ciudad natal porque su mamá estaba muy enferma y quería pasar sus últimos momentos con ella, yo la comprendí y le dije que no se preocupara, y que sabría esperar.

Al volver a la Ciudad de México la comunicación fue cada vez más escasa y cuando se suponía que ella debería volver, la estancia en su ciudad se extendía cada vez más. Varias veces la fui a buscar al lugar donde vivía y frecuentaba los lugares a los que íbamos esperando encontrarla, sin tener éxito. Supe que jamás volvería cuando vi llegar un camión de mudanza con una familia al lugar donde Regina vivía, y cuando noté que cambió su número de celular. Me sentí con el alma rota y me aislé durante un buen tiempo de mi círculo social.

Volví a usar aplicaciones de citas, donde de nuevo salí con chicas biológicas, una que otra transexual y llegué a contratar el servicio de escorts intentando recordar lo que Regina me hizo vivir. Dejé todo eso atrás y actualmente ya estoy casado a la espera de mi segundo hijo, pero aún guardo el recuerdo y la pulsera con la letra R en mi billetera. Me gustaría saber qué fue de ella y, ¿por qué no?, volver a verla alguna vez o conocer a alguien que me haga sentir lo que ella hizo y darme un nuevo amor de verano.

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