Segunda parte de mi historia con Regina, la transexual de la que me enamoré en un verano de hace ya algunos años. ¡¡Espero sus comentarios y opiniones!!
Después de haber hecho el amor apasionadamente con Regina, desperté ya entrada la noche en mi departamento, desnudo abrazado a ella en mi sofá. En ese momento nada me importaba, yo estaba feliz y ella también. Ya había terminado de llover y como teníamos mucha hambre luego tan desenfrenado sexo, le propuse ir por unas hamburguesas que cierran a las 5 am antes de llevarla a su casa y ella aceptó.
Aunque le propuse quedarse, ella me dijo que necesitaba volver porque necesitaba ropa para ir a su trabajo al día siguiente y darle de comer a su perrito que había traído con ella, pero antes le dije que quería darme una ducha pues ella había dejado mi pecho lleno de su semen. Al decirle eso ella solamente se rio y dijo que también quería tomar un baño, pues traía a “mis niños” adentro de ella, ambos reímos y yo preparé unas toallas para entrar a la regadera.
Con el agua caliente recorriendo nuestros cuerpos y al estar tan juntos nuevamente, volví a sentir el deseo de abrazarla y besarla, así que eso hice y ella también aprovechó para tomar mi pene con su mano y masajearlo suavemente. La escena se tornó más intensa, puesto que yo comencé a hacer lo mismo, hasta que se detuvo y me dijo “deberías intentarlo, pero ahora con tu boca”. No supe qué decirle; hasta antes de esa noche yo nunca había tocado otro pene que no fuera el mío, por lo que su propuesta se me hizo extraña, aunque por dentro sabía que quería hacerlo, ella era mi chica y quería hacer lo que fuera por ella.
Con una mirada traviesa le dije “pero es que yo no sé hacerlo, nunca antes en la vida he hecho sexo oral de esta manera y no quisiera lastimarte o morderte”. Ella solo sonrió y me dijo, “hazlo como te gustaría que a ti te lo hicieran”.
Con el corazón latiendo muy fuerte y el agua escurriendo por nuestros cuerpos volví a besar sus labios y poco a poco me fui hincando mientras bajaba por su cuello, su pecho su cintura y me detuve un momento en su ombligo mientras con mis manos sostenía sus hermosos glúteos, ahí noté que tenía la perforación para un piercing y le dije “a la próxima que nos veamos quiero ver cómo luce tu cintura adornada con tu piercing”, ella me dijo “sí amor, ese piercing será solo tuyo a cambio de que me digas qué se siente tener un pene de chica en tu boca”.
Esas palabras me excitaron demasiado y le respondí “claro mi amor, yo por ti, haría lo que fuera”. En ese momento yo ya estaba completamente hincado y con pasión, pero con ternura, me agarró fuertemente por mi cabello y llevó mi boca hacia su pene. Al tenerlo tan cerca de mi, pude apreciarlo de una forma distinta a la que lo había visto hace unas horas. Estaba perfectamente depilado y ya en completo estado de erección, tal vez, incluso, un poco más grande que el mío, tenía las venas marcadas y aún recuerdo haber visto un pequeño lunar cerca de la base con su pelvis, no era muy grueso, pero sí lo suficiente como para poder respirar mientras lo tuviera en mi boca.
No lo pensé más y con mis labios besé la cabeza de su pene mientras la recorría con mi lengua, poco a poco lo fui introduciendo más profundo y escuchaba sus gemidos al momento de succionarlo. Comencé a hacer el tradicional mete-saca en mi boca mientras succionaba, a tal grado que ella me dijo “amor, no lo hagas tan intenso que no me quiero venir rápido”, traviesamente le di una ligera mordida que ella respondió con un gemido y en ese momento la tomé por la cintura empujándola hacia mí; ya en ese momento tenía casi todo su pene dentro de mi boca, llegando hasta lo más profundo de mi garganta y pude notar que el lunar que describí hace unos momentos se perdía con mis labios.
Yo solo oía a mi chica disfrutar mientras yo hacía lo mismo saboreando su pene y eso me hacía feliz. En un momento dejó de gemir para decirme “amor, ¿estás seguro de que no habías probado un pene antes? Lo estás haciendo muy bien, tanto que estoy a punto de terminar en tu boca”.
No debió decirme eso porque succioné con más fuerza mientras apretaba su pene con mis labios hasta que la oí suspirar muy fuerte y empecé a sentir cómo salía su semen disparado hacia el fondo de mi garganta. “Espera amor, ya me hiciste terminar, detente…”, me decía repetidamente, y yo me aseguré de que no quedara ninguna gota de su rica leche dentro de su pene. Terminé de succionar mientras ella se retorcía de la cintura y de las piernas. Me levanté, y aún con algo de su semen en mi lengua la besé.
Terminamos de bañarnos y aún no podía creer lo que había hecho, pero sentía un estado de tranquilidad tan grande como nunca había sentido antes; al estarnos secando y poniendo la ropa, platicábamos sobre lo sucedido y por lo visto, ella tampoco lo podía creer, puesto que se miraba distinta a como la había conocido hace unas horas. Subimos al carro y llegamos por las hamburguesas. Recuerdo que al momento de darle mi primer mordida, ella me miró con picardía y me dijo “con razón eres tan bueno, mira cuánto puedes abrir la boca”.
Me dio risa y a la vez pena, pero no me importaba porque yo deseaba volver a sentir el pene de mi chica tocando mi lengua. “Tampoco yo sabía que una chica podía tener un pene tan delicioso”, ella sonrió y me dijo “amor, no hables tan fuerte, que pueden escucharnos, pero a la siguiente, ahora me toca saborear el tuyo. No es justo que solo tú disfrutes y yo no”. Ambos sonreímos y la besé en la frente.
Volvimos al carro y en cuestión de minutos llegamos a su casa al otro lado de la ciudad. Me despedí de ella con un beso apasionado abrazándola de la cintura y le dije que esperaba con ansias volver a estar con ella. Ella me dijo que también quería volver a estar conmigo, puesto que nunca antes la habían hecho sentir como la mujer que siempre había querido ser. Nos volvimos a dar un beso y subí al carro.
Al día siguiente no podía hacer otra cosa que pensar en ella, en lo bien que habíamos pasado y en que quería repetir lo que sucedió la noche anterior. Me sorprendí mucho cuando al despertar ví un mensaje suyo diciéndome “buenos días mi amor, espero que hayas pasado una noche muy linda. Aunque estoy un poco desvelada, recuerdo con mucho cariño lo que hicimos ayer. Que tengas un lindo día, te quiere, Regina”.
Sentí demasiado lindo al leer su mensaje y sentirme querido por alguien. Ya estaba desacostumbrado a mandar mensajes de buenos días, de preguntarle a otra persona cómo había amanecido, si pasó bien la noche, o simplemente saber cómo estaba… Ella volvió a despertar en mí la chispa del amor y solo quería estar, aunque sea, abrazado a ella. Volvíamos a vernos seguido, ya sea para ir al cine, por un café, a algún parque o simplemente a pasar el rato juntos.
No volvimos a estar juntos en la cama hasta que un día ella me dijo que quería ir al Registro Civil a cambiar el nombre de chico con el que fue registrada por el actual, ya de mujer, a lo que yo me propuse acompañarla y de paso, le dije que si quería, podíamos quedarnos a pasar la noche en un hotel cercano ya que para alcanzar a hacer el trámite había que llegar muy temprano. Ella aceptó cuando le enseñé las fotos de un hotel con jacuzzi y acordamos una fecha para ir. Yo pasaría por ella en la mañana, pasaríamos el día juntos y a la mañana siguiente, muy temprano, yo la acompañaría al Registro.
Cuando fui por ella recuerdo que lucía hermosa. Se había comprado un conjunto de mini falda con una ombliguera un poco escotada que hacía lucir su piercing y unas botas que la hacían ver como la mujer más hermosa de todas. Fuimos al hotel a registrarnos y dejar nuestro pequeño equipaje de dos días y pasamos una tarde increíble, paseando y recorriendo las calles del centro de la ciudad. Ya de regreso al hotel fuimos por unos tacos porque me dijo que en el poco tiempo que llevaba a la ciudad, no había probado los tacos al pastor, así que dejamos estacionado el carro y fuimos por unos que estaban a unas cuadras del hotel.
Curiosamente y tal como en nuestra primera cita, la lluvia nos sorprendió y regresamos agarrados de la mano mientras brincábamos por los charcos de agua que había dejado la lluvia. Llegamos a nuestra habitación empapados y besándonos apasionadamente le quité su ropa mojada mientras le colocaba una bata que incluía la habitación. Ella era en verdad muy hermosa, su piel un poco bronceada por el sol contrastaba con lo blanco de la bata que delineaba su figura, y sus piernas finas me invitaban a querer abrazarla.
Nos recostamos y, tal como en mi departamento, una cosa llevó a la otra y nuevamente comenzamos a acariciarnos y masturbar nuestro pene mientras nos besábamos. Estaba a punto de bajar para repetir lo sucedido en la regadera de mi departamento hasta que ella me dijo “espera comelón, desde hace varios días tengo muchas ganas de probar tu pene que me hizo gozar mucho el otro día”, sonreí asintiendo con la cabeza y ella empezó a recorrer con su lengua todo mi pecho hasta llegar a mi pene, con ternura lo besó y se recogió el cabello para después meterlo en su boca mientras me veía.
Hizo un sexo oral delicioso, que incluyó besos en mis testículos, muchos gemidos y succiones. Estaba por terminar cuando la detuve y le dije que prefería terminar dentro de ella, traviesamente me dijo “¿me quieres embarazar?” a lo que le respondí “sí, quiero hacerte mil hijos comenzando desde hoy”. Creo que eso la prendió, porque me aventó hacia las almohadas de la cama y tal como si fuera una fiera a punto de cazar a su presa, gateó hacia mi mirándome con picardía.
Yo aún tenía unos condones que había guardado desde la otra vez que había puesto sobre el buró que estaba a un costado de la cama, pero cuando estaba por abrir uno, ella me dijo “no mi amor, quiero tener de nuevo tu pene dentro de mi al natural”, yo me mordí los labios y la sostuve de sus brazos para comenzar a besarla, mientras ella con su mano se sostenía de la cabecera y con su otra mano metía mi pene dentro de su ano. Ella me dominó por completo, hizo más lentos sus movimientos moviendo su cadera lentamente primero en círculos y después de arriba hacia abajo.
Por más que quise cambiar de posición, ella me detenía diciéndome “quédate así en esa posición amor, porque es como siento tu pene entrar hasta lo más profundo de mi” solamente me dejó acostarme un poco, a tal grado que veía su piercing moverse en sintonía con su cadera y su pene rebotando contra mi ombligo. Llegó un momento en que le dije “mi amor, estoy a punto de terminar” y ella se sentó completamente sobre mis piernas, sosteniéndose con sus manos, se levantaba lentamente pero justo en el momento cuando sentía que mi pene se iba a salir, volvía a sentarse de golpe mirándome con lujuria.
Me decidí a tomarla por la cintura y cuando sentí que no podía más, la jalé muy fuerte hacia mi a tal grado que ella solamente abrió su boca, mirando hacia arriba con su pene sobre mi, mientras llenaba su anito con mi esperma. Temblando un poco me abrazó y a los pocos segundos ahora yo sentí como escurría el semen de mi chica por mi cadera, señal de que ella había tenido un orgasmo anal.
Me dijo lo mucho que me quería y que era muy feliz conmigo, nos metimos a bañar en el jacuzzi y esta vez no saboreé lo rico de su leche, más bien fue algo tierno, porque con mis manos jabonosas por el baño de espuma, acariciaba todo su cuerpo y ella el mío. Nos fuimos a dormir y al día siguiente, tal como lo habíamos planeado, nos despertamos temprano para ir al Registro Civil.
Continuará…
Hermoso tu relato.!!! Imagino cuan feliz sería ella, siendo tratada como una mujer . Quizás ella sienta que tu llames y chupas su clítoris y luego necesita ser penetrada profundamente sin condón para disfrutar el contacto de tu semen en sus entrañas. Los amo .Belu