Primer aporte, de una entrega de tres partes de lo que fue mi amor de verano con Regina, una hermosa transexual. Espero que les guste.
Todo comenzó una calurosa tarde de verano mientras yo me encontraba de viaje en otra ciudad. En ese momento yo no tenía ninguna relación formal, por lo que el uso de plataformas como Facebook entre otras, eran de lo más común para mí.
Debo reconocer que físicamente me considero bien parecido y en ese momento no me encontraba mal económicamente. Antes de cerrar mi cuenta en una app de citas tenía más de 100 matches y las fotos que subía mostraban mis viajes, brindis en yate, comidas y bebidas… por lo que se podría considerar que mi perfil era bastante atractivo.
Ese día me encontraba deslizando hacia la derecha en una de esas aplicaciones hasta que vi una fotografía que jamás olvidaré. Un vestido verde entubado que dejaba ver su lindo cuerpo, su cabello largo rizado con un peinado que la hacía lucir hermosa, y su preciosa cara que tenía poco maquillaje, mientras sostenía su celular para tomar la foto al reflejo del espejo. Ese día conocí a Regina (no es su nombre real, pero la llamaré así para no ser muy específico).
Sin pensarlo di a la derecha esperando que ella lo hiciera al verme también. Es curioso, pero en ese momento sentía que todo se iba a alinear para que ella ni siquiera viera mi perfil, ya sea que no le llamara la atención, la aplicación fallara o lo rechazara por error. Como ya era tarde apagué el celular y me fui a dormir.
Cuando desperté, me llené de felicidad al ver que a Regina le había gustado mi perfil y me había mandado un saludo, de inmediato lo respondí y empezamos a entablar una comunicación bastante agradable donde platicamos de nuestros sueños, lo que buscábamos en una pareja, lo que queríamos lograr y empecé a sentir algo más que simple atracción por ella. Le comenté que no me encontraba en Ciudad de México, y acordamos vernos al día siguiente al que yo regresaría de mi viaje. Cabe aclarar que en ningún momento mencionó que ella era transexual y a simple vista tampoco lo parecía.
Por fin, el día de regresar a la ciudad llegó, y en la noche yo sólo pensaba en que me moría de ganas por conocer a Regina en persona, como pude logré dormir y al día siguiente antes de mi cita compré un arreglo de flores, unos chocolates y subí al carro con rumbo al lugar que pactamos para el encuentro.
Llegué al sitio donde acordamos unos minutos antes y mi corazón latía muy fuerte, veía a todos lados disimuladamente hasta que a lo lejos alcancé a ver su figura. Ella venía con su vestido verde que tanto me gustaba y su cabello se encontraba peinado con un arreglo que la hacía ver inocente y muy tierna. La saludé con un beso en la mejilla, un abrazo y recuerdo bien que le dije “me da mucha alegría conocerte al fin en persona”. Fue hasta ese momento en que me di cuenta que ella era una chica transexual. Sus facciones, aunque muy lindas, hablaban de su pasado y su voz no era igual a como me había imaginado, pero no le di importancia y seguí normal.
Subimos al carro y decidimos ir a un parque cercano, mientras en el camino continuamos platicando sobre nosotros, ahí ella me contó que no era de la ciudad y que venía a probar suerte en el mercado laboral y a continuar con sus estudios, ya que no había tenido suerte en su ciudad de origen. Nos detuvimos a comprar una pizza, un vino y un postre y yo llevaba una manta que después utilizamos para recostarnos en el césped bajo un árbol.
Ella seguía siendo tan encantadora y linda como conversábamos en la app, y en un momento de silencio no pude contener mis ganas de decirle que sus labios me parecían hermosos y que me moría por besarlos, ella sin preguntarlo me sostuvo por detrás de la cabeza y me besó.
Continuamos platicando ahora más sobre nuestras vidas y fue cuando me confesó que era transexual y que llevaba un tiempo tomando hormonas, le dije que no me importaba puesto que yo en ella veía a una preciosa mujer y que me encantaría seguirla conociendo, mientras continuaba platicándome las dificultades a las que se enfrenta la comunidad trans aún en nuestros días.
Poco a poco la conversación se tornó un poco más intensa y hablamos sobre nuestra primera vez en la cama con alguien, yo no dí muchos detalles, pero ella me dijo que aún la recordaba no con mucho agrado, pues su primera experiencia no fue muy agradable y ya había vivido el rechazo de otros hombres debido a que no se encontraba en sus planes hacerse la operación para cambiar de sexo, por lo que ella todavía tenía su pene.
Repentinamente comenzó a llover. Corrimos al carro mientras llovía y entre risas le dije que podíamos ir a mi departamento por algo de ropa seca y a calentarnos un poco. Mientras íbamos en camino le propuse ver una película para que se nos quitara el frío y seguirnos abrazando. Cuando llegamos seguía lloviendo y rápidamente preparé un par de mantas para calentarnos un poco, puse la película y nos olvidamos de lo que ocurría en el exterior, yo precavidamente tomé un paquete de condones que tenía en un cajón.
La película había llegado a la mitad y repentinamente comencé a besarla mientras acariciaba su cara y su espalda, ella me respondió el beso con una mordida traviesa y sus manos comenzaron a bajar intentando quitarme el cinturón, yo levanté su vestido, le quité su brassier y vi un diminuto par de senos con unos pezones alzados, pequeños pero muy lindos. Los besé y pasé mi lengua por ellos, mientras ella suspiraba y gemía del placer. mi pantalón cayó y con su mano acarició mi pene, que ya estaba erecto, sobre mi ropa interior; en ese momento sentí el impulso de hacer lo mismo y ella gimió aún más.
No me pude contener y decidí quitárselo, ella se detuvo y con mucha pena me dijo que si aún después de verla sin su ropa interior me seguiría gustando, yo no le respondí con palabras, pero sí con un beso en su boca mientras masturbaba su pene con mi mano. Le dije que quería sentir mi pene dentro de ella y me puse un condón mientras me sentaba en el sofá, ella me abrazó, se volteó y acercó mi pene a su ano, que tuvo problemas para entrar debido a la fricción del condón, por lo que repentinamente me lo quitó y poco a poco la empecé a penetrar.
Fue delicioso. Yo veía su cintura y sus grandes y esculturales glúteos al momento de moverse, ella subía y bajaba y me daba besos muy apasionados, yo la seguía acariciando, besando y lamiendo su boca, cuello y pecho. Cambiamos de posición varias veces a perrito, misionero y otras más, le seguía diciendo lo mucho que la quería y ella a mí.
Debimos haber durado unos minutos en la última posición, yo recostado boca arriba y ella sentada sobre mi cuando le avisé que ya iba a terminar, a lo que ella me dijo que quería tener mi leche dentro de ella, finalmente el orgasmo llegó y con cada chorro ella únicamente gemía y apretaba mi pene con su delicioso ano al natural; con mi mano volví a masturbar su pene que estaba grande y recto frente a mi, lo hice algo rápido, pero con cuidado y en cuestión de segundos su semen empezó a salir con rapidez hacia mi pecho mientras ella suspiraba de placer, la besé y la abracé; y ya que ella también acabó nos quedamos unos minutos más recostados con mi pene aún dentro de ella.
Acaricié su cara y los ojos se nos comenzaron a cerrar mientras la noche nos invitaba a dormir, abrazados en mi sofá, desnudos, escuchando la lluvia sin preocuparnos por nada de lo que sucedía fuera de mi departamento, ese era nuestro momento y no lo olvidaré jamás.
Continuará.
Me encantó que tu la hayas tratado como la mujer que se siente ella.Continua relatando “tu amor de verano.” Belu.
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