Y así la vida pasa, y nos encontramos a personas al azar o al menos eso creemos. Yo no estaba buscando a nadie y sé que él tampoco estaba buscando a nadie, buscaba un lugar pero nada más.
Estaba sentada en la mesita de la esquina como lo hacía todos los viernes al salir de labores, leyendo el libro de turno, bebiendo dependiendo del humor, café, té, cerveza o ron.
Al caer la noche él se acercó a mí, de todas las personas fue a mí. Tocó mi hombro y ambos sentimos el toque de electricidad, "disculpa, no quería interrumpir" me dijo, "me puedes ayudar con esta dirección, creo que me he perdido".
Entonces subí la mirada y ahí estaba, un par de ojos preciosos, con los últimos rayos del sol que caían tenían un brillo particular y me perdí en ellos. Él sonrió y me volvió a preguntar si le podía ayudar.
Pensé, "que vergüenza" , cómo me pude quedar viendo cual imbécil. Vi el papel y le guíe lo mejor que pude. Mientras lo veía más cerca vi sus manos, se veían duras pero a la vez delicadas, firmes pero tiernas.
Después me agradeció, sonrió y se fue hacia donde le había guiado… Y pensé, que extraña es la vida, al presentarte a personas con las que nunca más vas a coincidir.
A la siguiente semana, en el mismo lugar y a una hora similar, nuevamente me tocaron el hombro y volví a sentir la electricidad, volteé a ver y era él, quien al verme sonrió y me dijo que me había visto del otro lado de la calle y decidió cruzarse para agradecerme lo del otro día. Me preguntó que bebía y si podía acompañarme.
Lo pensé como medio segundo y dije "sí claro", no sabía su nombre ni él el mío, pero no sentía que fuera necesario saberlo. Lo vi viéndome en el reflejo de la ventana y comencé la conversación normal y común, a qué se dedicaba, a que uni iba, de dónde era y demás cosas. Hasta el tema sentimental, ahí paró y me dijo que justo iba a verse con una chica pero que era algo incierto, no se sentía cómodo pero la costumbre era difícil de romper.
Le dije que lo entendía perfectamente, ya que yo ahí sola en verdad no estaba sola. No llevaba el anillo porque desde el segundo año de casados lo perdí y nunca pensé reponerlo. Y así nos adentramos en un territorio nuevo, cuando sentí ya eran mucho más de las 10 pm y debía volver a casa, él y yo teníamos varias llamadas perdidas. No sentimos el tiempo y no nos importó.
Me preguntó si podríamos encontrarnos a charlar nuevamente y claramente dije sí, a la siguiente semana llegué al restaurante y él ya me esperaba, supe que puso atención ya que tenía 4 opciones en la mesa, café, té, cerveza y ron. Lo vi y sonreí, él me preguntó "qué día fue hoy?" le dije "Ron" .
Comenzamos a beber despacio, charlando y al par de horas sentía como poco a poco se humedecía mi ropa interior… Ese día en particular llevaba falda con un pijazo que dejaba descubierta una de mis piernas, mi ropa interior era casi nula, un inútil hilo que era más simbólico que lo que cubría.
Pensé, "no me puedo excitar solamente al hablar con alguien" pero esto no era sólo hablar, él estaba llegando a lugares que no esperaba. Decía las frases correctas como si me conociera, que absurdo, obviamente no me conocía.
Nuevamente dieron las 10, los dos lo vimos y luego nos vimos y decidimos ignorar y seguir. El tiempo caminaba demasiado rápido. Y eran las 11.40 pm él preguntó si me podía acompañar y le dije sí. Ese día no llevaba auto, así que Uber o taxi, él dijo taxi. No lo entendí hasta mucho después, nos subimos y dentro del auto su mano rozó la mía, me vio y dijo "disculpa" esa palabra detonó otra corriente de electricidad en mí y nuevamente sentí lo húmeda que estaba.
Quitó su mano y yo me acerque a él, abrí mi falda en la abertura de mi pierna y abrí las piernas. Le pregunté en lo bajo, "creo que tengo una situación acá abajo, me ayudas?".
Él me vio como no creyendo lo que estaba diciendo, y con mis ojos le reafirmé lo que ya le había pedido, acercó su mano a mi pierna y sentí que estaba fría, nuevamente me dijo "disculpa" y le tomé la mano y la moví a mi pierna descubierta.
Él lentamente fue rozando mi pierna hasta que bajó por mi rodilla, al llegar ahí la empujó de manera suave pero firme, a lo que yo respondí y me abrí más. Sentía como su mano pasó por la parte interna de mi pierna hasta llegar cerca de la entrada de mi vagina y clítoris, sentía un calor indescriptible y logré verlo al humedecer sus labios.
Al llegar a este punto me vio como pidiendo permiso para introducir sus dedos en mí, a lo que yo con una mirada dije sí.
Entonces pensé… Tiene dos opciones, entra a la fuerza en mi o lo hace lentamente. Mucho de lo que él hiciera iba a dictar el camino de esto…
Vi que vaciló al mover sus dedos dentro de mí, la calle tampoco ayudaba, demasiados baches y movimientos involuntarios, pero se concentró y de manera suave hizo un masaje con su pulgar en los labios de mi vagina, eso mando todas las señales correctas a mi cerebro. Estaba lista para lo que fuera.
Después de esto, se percató que apenas llevaba algo ahí abajo y sonrió, no conmigo, pero si de mi. Lo movió a un lado y puso sus dedos índice y medio en mis labios de la boca, la abrió lento e hizo que con mi lengua los mojara, esto, esto me detonó.
Después de haberlos mojado los introdujo en mi vagina y en mi clítoris comenzó a masajearlo, nuevamente los saco y ahora él los mojó con su lengua y los volvió a introducir en mi.
El éxtasis que sentí fue demasiado, sentía que una energía me recorría la columna y solo quería que me tomara como quisiera ahí en ese momento.
Con la otra mano comenzó a rozar mis pezones encima de mi ropa. Siendo honestos, lo único que yo quería era que me arrancara la ropa, pero claro, como olvidarlo íbamos en un taxi.
Creo que un gemido escapó de mí, porque en ese momento el taxista nos vio a través del retrovisor, pero ambos estábamos cerca, con ropa y sin ninguna seña de algo indebido. Estábamos juntos uno al otro, recostaba mi cabeza sobre su hombro izquierdo y él su cabeza sobre la mía.
Creo que ambos sentimos el camino eterno, pero finalmente llegamos a nuestro destino.
Bajó y tomó mi mano para bajar, hacía demasiado tiempo que alguien no hacía eso por mí…
Abrió la puerta y me dejó entrar, nos quitamos los zapatos y continuamos a un pasillo corto donde había alfombra en la mayor parte del apartamento.
Colocó un poco de música, y para mi sorpresa era un cantante del cual guardaba gratos recuerdos, Aute.
Las luces de la sala eran tenues, me preguntó si quería una copa de vino, cerveza o algo más. Acepté la copa de vino, y nos sentamos en el sillón de la sala, creo que dimos uno o dos sorbos y comenzamos a besarnos.
Los besos eran una mezcla entre deseo, cariño, locura, pasión. Tomó mi cabello en sus manos y lo besó, después de eso, sujetándolo me acercó a él y lamió desde mi cuello hasta mi oreja. Se acercó a mí oído y me preguntó "lo quieres mamar?" yo asentí con la cabeza. Y lentamente me coloqué de rodillas frente a él, él seguía sentado y sujetando mi cabello.
Desabotoné su pantalón y pude ver como su verga sobresalía de su ropa, podía verlo duro, excitado y también húmedo. Lo saqué con mis manos y estaba enorme, duro y listo para mi. Puse mi mirada arriba sobre sus ojos antes de besar la punta de su verga, supe que eso le gustó porque soltó un gemido que fue totalmente involuntario y parte del momento.
Después de besar la punta comencé a introducirlo en mi boca, una y otra vez, él no dejaba de sujetarme por el cabello, no con fuerza pero con la necesaria para tomarme mientras le mamaba la verga, la sentía muy dentro de mi garganta, y sentía como se ponía más y más dura dentro de mi boca.
Entre mamada y mamada subía la mirada, quería ver como lo disfrutaba, ni siquiera estaba segura que lo disfrutara, pero cada vez que lo veía sus ojos no mentían, lo disfrutaba tanto o más que yo.
No sé cuánto tiempo estuve arrodillada, el tiempo es efímero cuando estás en ese trance sexual delicioso.
Al cabo de un buen tiempo él me levantó, permaneció sentado y con sus manos movió mi hilo por un lado, introdujo sus dos dedos como lo hizo en el carro y aparte pudo sentir como lo mojada que estaba me corría por ambas piernas.
Después de correrlo me preguntó, "te quieres sentar?" a lo que contesté "sí por favor", en ese momento me tomó por las caderas y me acercó hacia él, abrí mis piernas y de frente a él me senté sobre su enorme, caliente y mojada verga.
Lo deseaba, él lo deseaba y comencé a hacer movimientos continuos adelante, atrás, a un lado, al otro, arriba, abajo.
Él abrió mi blusa de un sólo y quedó al descubierto mi brasier, el cual apenas podía contener mis senos. Yo no dejaba de moverme y él bajó el brasier, descubriendo por completo mis C, al quedarse sin soporte rebotaban en todas direcciones con los movimientos que hacíamos.
Los tomó con ambas manos e hizo movimientos circulares alrededor de mis pezones, no los tocó a la primera como muchos hubieran hecho, entonces supe que no había prisa, que era para un deleite mutuo.
Luego humedeció sus dedos en mi boca y continuó haciendo los movimientos circulares alrededor de los pezones, esto me había excitado demasiado, su verga, sus manos, sus ojos, sus labios, sus brazos, su lengua, todo de él me excitaba. Después se acercó a mis pechos y pensé que se los iba a comer de una sola vez, en cambio comenzó a mover su lengua arriba y abajo sobre ellos, casi como pintando con su lengua sobre mí.
Esto claramente me había excitado demasiado y él lo notó, en mis gemidos, en mi mirada, en la forma en la que arqueaba mi espalda y como me movía sobre él.
Después de esto, mordió ambos lados de mis pechos, pero no de una manera violenta, casi como con un sutil cariño. Y después con su mano derecha tomó mi pecho izquierdo, me vio y lo vi casi como autorizando. Existía entre nosotros un respeto tácito, casi transparente pero eso permitía que hiciéramos todo lo que el otro quisiera, rozando la línea del autoritarismo y del consentimiento.
Después de esto lo metió a la boca, no cupo entero pero fue un buen intento, y como un niño comenzó a mamarlo, lo sentí tan rico que mis movimientos sobre su verga aceleraron su paso, estaba demasiado excitada y podía sentir pequeñas explosiones dentro de mí, como fuegos artificiales que no podía controlar. Sabía que esto era el cielo, y que no quería bajar de él, literal.
Debido a los movimientos y la aceleración pude ver como sus músculos se tensaron, su respiración fue más rápida y fuerte, sus gemidos aumentaron y lo sabía con sentirlo, su verga estaba casi lista para explotar dentro de mí.
Al sentir esto y oírlo supe que ya quería acabar pero estaba haciendo todo lo posible por no hacerlo, acerqué mis labios a su oído y le dije "lléname toda" después de escuchar esto me tomó por las caderas y me impulsó a que mis movimientos fueran más rápidos y fuertes sobre su verga.
Al cabo de unos minutos pude sentir esa gran explosión, soltó un gemido y apretó sus manos sobre mis nalgas, del cual me tenía sujetada, al sentir esto no pude contenerme más y me solté, bien dice la expresión que todo lo que sube debe de caer.
Y sí, después de que su leche llenó el interior de mi vagina por completo, mi propia excitación lo sacó al acabar yo también, aún sobre él, no acabé por completo y él lo supo. Puso su mano sobre mi cuello y me dijo "sácalo todo" al escucharlo y su mano en mi cuello detonaron en mi nuevamente los fuegos artificiales, así que con dos movimientos sobre su verga acabé.
Si me preguntan, no tengo idea cuanto tiempo duró nada, no sabía si era de noche, de día o en que día estaba. Lo único que sabía era que ese hombre y yo fusionamos nuestras almas durante ese tiempo.
Obviamente habíamos hecho un verdadero desmadre, la alfombra alojaba los fluidos de ambos, el sillón también era testigo de la pasión que hubo. Y me levanté con cuidado, le dije que disculpara, sabía que de los dos yo era la que más desastre había dejado. Él me vio, casi con ternura me dijo "esto no es nada que me preocupe, es la señal de que lo disfrutaste y con eso tengo suficiente".
Al terminar, pidió el taxi para mi casa, nos despedimos con beso tierno en la mejilla y me alejé de ahí, más sonriente que nunca. Ahora me pregunto, ¿qué haremos la próxima semana…?