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Algún día, el sueño de follar con él
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Decirme chicas, ¿cuántas veces habéis soñado con alguien?, esta es la historia de una de ellas. 

Me movía inquieta por debajo de las sabanas en la cama, el camisón arrugado en mi cintura y por debajo mis bragas empapadas por mi sexo que manaba un líquido que mojaba mis labios, no sé lo que ha pasado, o si, mi novio duerme a mi lado plácidamente y yo he despertado debido a un sueño del que me hubiera gustado no despertar, mi cabeza lo recuerda como si verdaderamente hubiera pasado, tengo recuerdos míos y de él, como si hubiera estado también en su cabeza, sigo dormida o estoy despierta, es un sueño o un recuerdo, cierro los ojos y nuevamente me veo allí… con él.

Sentimientos encontrados en esos momentos, sentimientos irrefrenables y la sensación de placer sobre mi cuerpo como nunca antes había experimentado, todo eso y más pasaba por mi cabeza agitándose como en una coctelera una y otra vez, le tenía a mi espalda casi encima de mí y con una mano me subía la camiseta, me acariciaba los pechos mirándome por encima de mi hombro con el mismo deseo que yo, mi cabeza girada, apoyada en la almohada mirándole fijamente a los ojos, unos ojos que me miraban con las mismas reservas que yo tenía, pero en los que se podía leer perfectamente que es lo que él quería, me observaba expectante mientras que sus manos subían y bajaban por mi cuerpo, acariciando mi vientre casi sin tocarme y leyendo en mis ojos la respuesta a la pregunta que los suyos me hacían al mirarme.

Fue entonces, cuando nuestros labios se unieron por primera vez encajando como en un puzzle hecho a medida, saboreando su boca mi cuerpo empezó a temblar, notando como su mano bajaba desde mi vientre hasta llegar a meterse por debajo de mi braga, nuestros labios se unían en un juego de seducción encantador acariciándonos con ellos, su cuerpo, unido al mío por la espalda sintiendo como su corazón latía con fuerza, su mano explorando mi sexo por debajo de mi ropa interior, era una autopista de sensaciones con caricias desde por mi sexo pasando por mi tripa y hasta mis pechos, sus labios sin despegarse de los míos y nuestras miradas fijamente la una sobre la otra sin apenas pestañear…

Fue la primera vez que oí salir unas notas de placer del cuerpo de Lara, junto con unos movimientos suaves y ligeros de su pelvis, Lara soltó un gemido tan dulce que pensé que era lo más hermoso que había oído nunca, quien me iba a decir que esa mañana despertaría junto a aquella mujer que el destino quiso que encontrara en aquel aeropuerto, que aquella silueta que observe en la penumbra de la habitación cuando iba acercándose al borde de la cama y que me excito tanto terminaría por intentar que fuera mía, sin ningún viso de que ella quisiera, me tire de cabeza esperando una parada en seco, una mirada de esas que te hielan la sangre, pero primero mi mano acariciando su pecho, sus pequeños jadeos y movimientos sutiles con su pelvis y sus pies, hacían que me animara a seguir hasta que observe en sus ojos, en su mirada el mismo nerviosismo que el mío, pero el mismo fuego, la misma excitación y en vez de un grito y una mirada de reprobación, me pareció ver un por favor sigue, no pares.

Quien me iba a decir que al mediodía cuando nos marchamos le daría las gracias a aquel hotel por haber estado lleno la noche anterior, por tener que compartir habitación y cama con mi ella, quien me iba a decir a mí que esa niña de ojos grandes y cuerpo de sirena, a la que tan siquiera conocía y que solo el destino haría que se cruzara en mi camino unas horas antes, provocando que la visión de mi mujer se fuera difuminando y perdiendo en mi memoria al admirarla casi desnuda, solo con la ropa interior y una camiseta pasearse a media luz al salir del baño y dirigir sus pasos hacia la cama, puede que estuviera más excitado de lo normal, puede que fuera su olor, su fragancia de mujer, como una sirena que sale del agua cantando su canción y atrapándome en ella, atravesando la habitación en silencio, como si levitara, con la luz justa y necesaria para ver las curvas perfectas de una mujer, su contoneo al andar, el movimiento gracioso de su cuerpo al sentarse y tumbarse en la cama, mientras que una voz suave y sensual me dice…

¡Buenas noches, Rafa!, me acababa de acostar después de haber salido del baño, estaba nerviosa porque sabía que aquel hombre que prácticamente no conocía, pero que no obstante que me atraía de una manera inexplicable, no había parado de mirarme, la mala suerte había querido que el hotel estuviera lleno, que no tuvieran más habitaciones y solo dispusieran esa con una cama de matrimonio, así como la mala suerte había hecho que nuestro avión no despegara hasta la tarde del día siguiente por motivos del temporal. Rafa era un hombre culto y a pesar de sus diez años mayor que yo, había entablado una curiosa relación bebiendo unas copas de vino en la cafetería del aeropuerto cuando nos mencionaron que el vuelo se cancela, era un hombre alto al que le debía de gustar el deporte por su aspecto atlético, sin embargo lo que me atrajo de él, fue su conversación, te envolvía con palabras que parecían todas tener un sentido profundo, algo calaba en mi interior cuando me hablaba, no podía parar de mirarle, de escucharle, un hombre muy reservado, pero a la vez tan cercano, cosa de brujería quizás, puede que dejara caer un virus en mi copa de vino, o simplemente era porque me encantaba escucharle, hace unas horas que empezamos hablar, hace no menos de unos minutos me estoy metiendo en la cama con él y siento como mis bragas se han humedecido.

Quise desterrar de mi cabeza los pensamientos que se amontonaban, imágenes excitantes de los dos juntos, desnudos cubiertos solamente por aquella sábana blanca, su cuerpo y el mío entrelazándose, me siento atrapada entre aquellas cuatro paredes con un hombre que me atrae tanto físicamente como intelectualmente, es ver sus ojos, su cuerpo, sus labios moverse al hablar y me empieza a costar tragar saliva, me siento nerviosa e incomoda a su lado por no poder decirle lo que quiero, lo que pienso, estaba asustada, había visto como me miraba, como sus ojos recorrían casi acariciando mi cuerpo, desnudándome con ellos, tenía miedo y deseo por lo que fuera a pasar y quizás por ello un simple buenas noches dándole la espalda y esperando que todo acabara o quizás, esperando que todo empezara.

Una noche casi en vela, contemplándole dormir, habiéndome lanzado en alguna ocasión a la aventura de acariciar sus pectorales, queriendo bajar mi mano más abajo de sus abdominales, en la frontera de su piel con la tela de su ropa interior, echándome atrás en el último momento bien, porque la razón volvía a mí o bien, porque mis caricias hacían que su cuerpo se moviera como queriendo despertar y así entre dudas poco a poco me dormí hasta que sus caricias fueron las que me despertaron, ya entraba la luz de la mañana por la ventana, la oscuridad de la habitación había desaparecido, notaba su cuerpo pegado al mío por detrás, su respiración en mis oídos, su mano acariciar mi vientre subiendo por debajo de mi camiseta apretando con suavidad mis pechos, poco a poco mi pereza despertaba y sin decir nada, tan siquiera un hola, mis pies empezaron acariciar los suyos, mi culo se apretaba contra él, sintiendo y rozando con suavidad su pene…

Lara había girado la cabeza y me miraba fijamente con la boca medio abierta mientras notaba como frotaba su culo contra mí, los dos tardamos en besarnos, parecía como si primero quisiéramos expresarnos todo aquello que no habíamos sido capaces con la mirada, hasta que nuestros labios se juntaron, hasta que sentí el suave roce de su lengua contra la mía, jugando los dos con nuestros labios que no se cansaban el uno del otro, la veía besarme con los ojos cerrados, luego abrirlos, quizás para darme su aprobación cuando mis dedos pasaron la frontera de sus bragas acariciando su monte de Venus poco poblado, entonces note como que sus labios se separaban de los míos, sus ojos se entornaban y su boca medio abierta emitía un suave gemido cuando mis dedos atravesaron la entrada de su vagina, notando la humedad en las yemas de mis dedos.

Tan increíble es esta sensación, tan excitante, que noto como mi pene quiere salir, necesita salir de mi bóxer, mis dedos siguen penetrando la vagina de Lara, sus gemidos tan suaves hacen que no pueda más y quitándome el bóxer me ponga de rodillas entre sus piernas con mi pene apuntando a su sexo que aún sigue tapado por su braga, empiezo a restregar mi glande por sus bragas ya demasiado húmedas y separándolas un poco intente entrar por un lado, ninguno de los dos dice nada, solo miradas de complicidad, miradas de pasión, de la lujuria del momento en la que nos hemos sumido…

Tenía mis bragas tan mojadas que sabía que Rafa se había dado cuenta, primero con sus dedos y ahora con su glande pasándolo de un lado a otro, le oía respirar aceleradamente, me sentía tan excitada que únicamente quería sentirle dentro de mí, sus dedos ya me habían hecho gemir de placer, pero quería más, necesitaba más y se lo quería dar a él, apartando por entero las sabanas, con su ayuda subí mis piernas por encima de su cabeza y me empezó a quitarme las bragas muy despacio hasta que las deje de sentir en mi piel, podía ver a Rafa como me miraba, como bajaba la mirada observando mi vulva y al bajar mis piernas me abrí ante él, entregándole las llaves de mi sexo para que pudiera pasar, era una locura, casi no nos conocíamos y por nuestras conversaciones los dos teníamos pareja e incluso hijos, los dos arriesgábamos toda nuestra vida por estar juntos en aquel amanecer, ninguno de los dos se esperaba aquel desenlace cuando entramos en el hotel, pero por la noche se me paso por la cabeza y ahora le estaba entregando mi cuerpo sin decirle nada, diciéndoselo todo…

Mi pene sube y baja por sus labios, mientras que acarician su clítoris, noto su humedad, la suavidad al pasar entre sus labios abiertos hasta la entrada de su vagina y allí me detengo, con la cabeza de mi pene entrando unos milímetros dentro de ella mirándola fijamente, quiero verla sentir, quiero verla gozar del momento así como lo hago yo, la siento tan húmeda que poco a poco mi pene sin hacer ningún esfuerzo va penetrando dentro de ella, sin hacer ningún movimiento se va hundiendo como si se llamaran, siento mi pene humedecerse, siento como un calor maravilloso lo rodea abrazándole, atrapándole, apretándole y puedo ver como su mirada fija en mí se va diluyendo cuando sus ojos se van cerrando a la vez que su cabeza se echa hacia atrás con un gemido largo que sale de su boca…

Noto como mi cuerpo se estremece, siento como su pene se va metiendo poco a poco dentro de mi vagina, mis manos aprietan con fuerza las sabanas mientras que la música de mis gemidos, de su respiración entrecortada se hace un hueco en el silencio de la habitación, me siento feliz de tenerle dentro de mí, siento como me ha llenado por completo y las palpitaciones, el roce de su pene hacen que me vuelva loca, tan dentro que todavía no la ha sacado, ha dejado su pene en mi vagina e intenta besarme, sus manos acariciando ambos pechos jugando con mis pezones, no puedo parar de mirarle, se me hace eterno el tiempo hasta que mi boca abierta recibe la suya cuando empieza a retirarse y un gemido intenso sale de mí cuando me vuelve a penetrar, no puedo parar de mirarle, nos miramos sin decirnos nada y con cada penetración que siento, notando como su pene se desliza por el interior mojado de mi vagina, entrando y saliendo de mi cuerpo no puedo mantener los ojos abiertos, cerrándolos cuando el placer me llena y hace que mi cuerpo vaya explotando poco a poco…

Mi pene entra y sale de su vagina, dándole pequeños empujones al final, haciendo que cierre los ojos y que sus gemidos se conviertan en pequeños gritos de placer, su mano rodea mi cuello y la otra se aprieta contra las sabanas, la siento tan húmeda, tan mojada que entro y salgo con gran facilidad, arañando su interior con la cabeza de mi pene, siento como el calor de mi pene se va subiendo, como se endurece más y más, siento que me va a explotar, mis gemidos se unen a los de Lara, siento como mi pene queda prisionero de su vagina, que me succiona como quitándome la vida, empujo con tanta fuerza que los gemidos de Lara han desaparecido, ya solo gritos al sentir como la penetro tan dentro que mis testículos golpean una y otra vez su culo, sus pechos bailan libres sobre su cuerpo y noto como una ola de calor, de fluidos envuelven mi pene dentro de ella, la veo retorcerse de placer y dejar la boca tan abierta que al final deja escapar un grito de placer que llena toda la habitación y sin darme cuenta, como abstraído por aquel maravilloso espectáculo que Lara me está brindando, la sensación de un placer extremo recorre mi cuerpo hasta que termino lanzando chorros de semen en el interior de su vagina…

Cada penetración, cada empujón que siento, es un gemido convertido en placer, Rafa entra y sale de mi interior llenándome tanto que me parece que no voy a aguantar mucho, sus roces en la piel suave y desnuda de mi vagina elevan mi temperatura, no quiero que la saque, necesito tenerla dentro de mí y presiono mis músculos vaginales contra él, apretándosela contra mí, es una sensación deliciosa, una sensación que no quiero que desaparezca y no puedo parar de gemir, de apretar y hundir mis manos contra las sabanas que las agarran con fuerza cada vez que le noto entrar tan dentro de mí, el sonido de nuestros cuerpos chocando, el sonido de su pene meterse en mi vagina y nuestros gemidos unirse en un baile interminable, volando por la habitación, es cuando mi cabeza y mi cuerpo se estremecen arqueándose sobre la cama, sintiéndome llena de él y con sus manos apretando mis caderas acercándome y alejándome, el calor me recorre de arriba abajo, noto como no soy yo la que manda sobre mi cuerpo, un placer extremo me hace perder el control y noto como un océano inunda mi vagina, ya no gimo, tan siquiera puedo gritar, mi boca abierta queriendo emitir un sonido, queriendo sacar al mundo lo que siento, Rafa no para de penetrarme, no para de meterme su pene tan dentro que estoy casi en éxtasis y por fin un sonido, un grito tan alto recorre la habitación a la vez que siento sus penetraciones más profundas y fuertes, un gemido, un grito sale de sus labios y me siento llenar de sus fluidos, chorros de semen caliente golpean mi vagina, los dos terminamos en sendos orgasmos que nos hacen caer de lado, besándonos.

Un orgasmo no ha hecho más que despertar nuestra pasión, después vino otro y otro más, terminamos sudorosos haciendo el amor, no queriendo separar nuestros cuerpos desnudos, unidos por nuestros nuestras caricias, nuestros labios, nuestros sexos, pero era tarde, el reloj comenzaba a devorar las horas, nuestras horas, horas que no teníamos, un avión nos espera como así también nos esperaría nuestro próximo encuentro, quien sabe si una tarde, una noche o todo un día en la que Rafa me hiciera el amor, pero hoy el tiempo había ganado, el tiempo nos separaba, mientras él espera medio dormido en la cama, yo me duchaba limpiando mi vagina, disolviendo su sudor en mi piel y despertándole más tarde con un dulce beso en los labios para que se levantara…

Al salir de la ducha todavía mojado me encontré a Lara que se empezaba a vestir, viéndola como se abrochaba el sujetador y tapaba esos pechos tan hermosos, cogía unas bragas negras de encima de la cama y se las empezaba a poner de pie, muy despacio hasta subírselas por completo ajustándoselas bien a su delicado cuerpo y tapando perfectamente su sexo, un impulso irrefrenable me hizo ir hasta ella y abrazarla por la espalda, mis manos entrelazadas en su vientre y mis labios que se posaron sobre su perfecto cuello besándolo con delicadeza, mis manos se soltaron y empezaron acariciar su cuerpo nuevamente, sintiendo su piel con las yemas de mis dedos, sintiendo como se estremecía cuando pasaba suavemente por su tripa o cuando apretaba su vulva por encima de su tanga…

Rafa acababa de salir de la ducha y me había sorprendido abrazándome por la espalda, mojándome con su cuerpo al no haberse secado, en esos momentos estaba vistiéndome, sonriendo y recordando lo que acabábamos de hacer, sintiendo todavía sus caricias en mi cuerpo, como sus besos traspasaban mi piel y como le sentí en mi interior deslizándose con tanta suavidad haciéndome el amor, haciéndome gemir, ahora sus carias por mi cuerpo empezaron hacerme sentir nuevamente deseada, sus labios en mi cuello me despertaban de mis pensamientos y al darme la vuelta para besarme, nuestros labios volvieron a unirse notando su piel mojada sobre la mía, algo me hizo quitarle la toalla que le cubre la parte inferior de su cuerpo, algo me hizo volver a coger su pene entre mis manos, sentir como iba creciendo mientras que nuestros besos no cesaban hasta sentirme caer de espaldas en la cama…

Lara se había caído en la cama, estaba tan hermosa allí tirada con la ropa interior mirándome nuevamente con ese deseo que yo también sentía, me había quitado la toalla y mi pene estaba nuevamente tan duro como la primera vez que me agache y con mis dedos muy suavemente los metí entre su piel y sus bragas notando que una vez más el calor de su interior quería ser saciado…

Rafa me miraba y me iba quitando suavemente y muy despacio una vez más las bragas que acababa de ponerme, una vez más esa tela que cubría mi sexo iba deslizándose por mis muslos, por mis piernas hasta quedar en suelo y volver a sentir el cuerpo de mi Rafa sobre el mío, entre mis muslos…

Pensé que no podía irme de allí sin hacerla otra vez el amor, sin hacer otra vez el amor a Lara…

Pensé que no podía irme sin sentirle nuevamente dentro de mí, sin sentirle una vez más…

Y los dos, en esos momentos pensamos que no habría más días, pero si habría más aviones.

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