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Tiempo de lectura: 2 minutos

Hace ya algunos años decidí inscribirme a cursos de natación en la Ciudad Deportiva de Toluca, para quitarme mi panza chelera, que aunque no muy grande si era ya poco estética.

El primer día pude constatar la buena decisión que tome, pues aunque llegue 15 minutos antes por cualquier inconveniente me pasaron de inmediato a regaderas para prepararme.

Al entrar pude ver que aquello era un paraíso, lleno de jóvenes que estaban terminando su clase de las 6 pm y adultos que como yo iban a iniciar clase a las 7 pm.

De inmediato vi a un chico de unos 19, años alto, moreno claro, cara de niño, atlético, guapo, pero sobre todo bien dotado pues le colgaba un generoso paquete entre las piernas.

Me coloque en la regadera junto a la suya y comencé a desnudarme, mientras el no perdía detalle de mis movimientos, lo cual de inmediato me indico que le interesaban los hombres, por lo que me dedique con mucho detalle a enjabonarme y enjuagarme, tardándome más de lo que debería. Después de unos minutos le hice una seña para que se acercara, lo cual hizo de inmediato, y comencé a acariciarle las lindas y respingaditas nalgas que se cargaba. Le metía los dedos enjabonados y él se dejaba hacer, gimiendo bajito para que nadie lo escuchara.

Lo masturbaba con mi mano derecha, mientras le acariciaba las nalgas con la izquierda. El hacía lo mismo conmigo, besándonos constantemente entre cada movimiento.

Poco a poco se fueron saliendo todos, de uno y otro horario, y nos quedamos solo él y yo, oportunidad que aproveche para voltearlo y empezar a meterle mi verga, que para ese momento estaba a reventar. Se inclinó un poco hacia adelante, lo que me facilito la acción y empecé un mete y saca rítmico que pronto me hizo estallar dentro de él, pero de pronto se volteó y se agacho a chupar los últimos disparos de mi semen.

Le correspondí agachándome a mamar su verga, que según mis cálculos podría medir unos 17 cm, nada mal para un joven de su edad, y comenzó a gemir más fuerte, hasta que no pudo más y termino en mi boca llenándola completamente de deliciosa leche juvenil.

Seguimos acariciándonos por un buen rato, aprovechando el agua caliente y la ausencia de personas, y platicando de él y de mi, de su sexualidad disimulada y solo expuesta en lugares así, y de mi gusto por muchachos como él.

Me dijo que tenía que irse, nos besamos apasionadamente y le dije que nos veíamos pronto, pues él también iba a diario ahí como yo.

Me fui a nadar feliz e inspirado, pero con la certeza de que volvería a pasar algo así en más de una ocasión. No me equivoque.

Espero les guste mi relato.

Mi dirección es [email protected].

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