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Al final del turno
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Alejandra es una chica de 1.55 m, morena, delgada, con senos pequeños pero con cadera grande y unas nalgas que destacaban bastante; era fin de semana y como era habitual ya habíamos pactado el salir a tener sexo.

Durante toda la mañana estuvimos mandando mensajes a manera de provocación y pequeños retos para ir aumentando el deseo.

Le pedí que para ir mejorando la espera para el fin de turno me enviara una fotografía, a la cual accedió, sin embargo, pidió tiempo pues había estado ocupada por la mañana, ya que era el día de mayor movimiento en la empresa. Al paso de una hora veo en el teléfono la notificación, era una imagen y lo sabía, por eso me resguardé a que nadie más lo pudiera ver y en la fotografía se podía ver si blusa a mitad de la espalda y el pantalón abajo, dejando ver sus nalgas redondas y firmes.

Poco antes de la salida, un mensaje más:

– Ya quiero que me cojas, pero antes, te tengo una sorpresa.

Muchas ideas pasaban debido a que durante la semana me había comentado que tenía algunos paquetes que le estarían llegando.

La hora de salir y me apresure al vehículo, ya sentía como mi verga se ponía dura tras ver la foto de la mañana y los mensajes pidiéndome cogerla apenas la vea, el camino era corto entre su trabajo y el mío, por lo cual pronto llegué por ella.

La tenía que esperar a salir, pues en su trabajo no recibían visitas, mientras me tocaba por encima de la ropa viendo la foto una vez más, la veo salir, un palazzo rojo, completamente ajustado al cuerpo, tacones altos y venía hacia mí con ese movimiento de caderas tan característico. La vi todo el camino y mientras tanto ella sonreía y se sonrojaba.

Al recibirla con una señal de admiración por lo bien que luce, me sonríe de nuevo y me dice:

– Vámonos, porque el camino fue difícil y ya quiero que descubras tu sorpresa.

Aún no lo sabía y quedaba un camino lejano, el hotel que queríamos descubrir estaba lejos y me apresuré a conducir. En el camino se iba acomodando en el asiento, se veía nerviosa y de pronto al paso por alguno de los reductores de velocidad se notaba una pequeña cara de gozo y un gemido tenue se escapaba.

En un momento la sensación aumentó y un pequeño susto, pensó que el plug que estaba utilizando por primera vez si había ido aún más al fondo. Aquí descubrí la sorpresa por accidente, entre el nervio y susto me pidió detenerme y verificó que todo estuviera en orden, al percatarse que era así, continuamos con el camino.

Íbamos a mitad de la distancia y el movimiento hacía que sus sensaciones aumentaran, se veía en su rostro y su expresión de placer no podía ocultar que el camino y el tiempo que tomaría llegar no era un problema, sino totalmente lo contrario.

Un instante, un movimiento brusco y un gemido de mayor intensidad, con la mayor expresión de placer en su rostro y el silencio subsecuente me hacían saber que su primer orgasmo había llegado.

Que largo se me estaba haciendo el trayecto, pero al fin después de unos minutos arribamos al hotel y las sorpresas seguían. La veía subir por las escaleras en ese atuendo tan justo a su cuerpo, que hacía destacar sus caderas y sus nalgas, así como la pequeña tanga que se lograba identificar en la delgada tela.

No había más que esperar, entonces nos fundimos en un beso apasionado, lleno de lujuria, por lo que baje el cierre de su espalda y con ello descubrir su torso desnudo, que dejaba sus senos al descubierto, con los pezones firmes, acerque mis labios a ellos mientras seguíamos de pie, bajando la ropa por sus caderas y dejándome ver una pequeña tanga blanca de hilo, la volteó contra la pared y levanta su culo hacia mi a modo de provocación, por lo cual me acerco a besar y descubrir el plug que había sido tan placentero para ella minutos antes.

Era un corazón metálico con centro azul, que se encontraba cubriendo su ano, que a su vez se movía con gran facilidad, entraba y salía con gran facilidad, así estuvimos un tiempo hasta que decidí retirarlo, incorporándome y retirando tanto el bóxer como el pantalón, una vez hecho esto ya sentía la verga demasiado dura, la tomé en mi mano y la apunte a su culo. Entró muy rápido, ayudado por el plug y el constante uso que le dábamos a su pequeño año cada que nos era posible, cada que entraba sentía la presión de sus paredes, sus gemidos intensos cuando llegaba al fondo y regresaba para empujar con fuerza de nuevo. No tenía más que seguir sostenida de la pared, con las piernas abiertas y su vagina totalmente húmeda, la sentí con mis dedos, pero era tan placentero seguir entrando y saliendo con un ritmo fuerte y continuo en su culito, ya no eran gemidos contenidos, no había restricciones ni nada de que preocuparse si nos escuchaban.

Tras unos minutos decidí ir a sentarme a un sofá de la habitación, y ella caminó conmigo, únicamente utilizaba ya sus tacones y la pequeña tanga que solo le podía cubrir el año, ni esa función cumplía en el momento. Se colocó de espalda, delante de mi y la vi bajar con mi pene entre su mano, apuntando a su ano, el cual permitió pasar muy suavemente, ya completamente dilatado y acostumbrado a los movimientos, pudo moverse con rapidez y dando sentones tan intensos, era una delicia, mirar sus nalgas hermosas rebotando contra mis piernas y su ano apretaba mi verga cada que subía y bajaba, dejándola mojada cada que lo hacía. Estuvimos así por unos minutos hasta que me dijo que estaba por terminar, momento en que un gran squirt que mojó el piso por completo me decía que ese primer instante había sido ya de mucho placer, por lo cual le pedí que siguiera, que no dejara de moverse, mientras tanto ella me decía- papi lléname el culito de lechita, quiero tu lechita dentro de mi -, con eso ya no resistí mucho más y tuve un orgasmo intenso, con el cual el culo le quedó lleno por completo de semen y no dejó de moverse, solo fue a un ritmo más lento por unos momentos más, hasta que, decidió sacarse mi verga de entre sus nalgas, para posteriormente levantarse dejándome ver ese cuerpo nuevamente frente a mi, sus nalgas y espalda dándome una vista excepcionar, a lo que pude notar un pequeño hilo de líquido seminal que salía de su ano y bajaba por sus piernas.

Aún era temprano, la tarde apenas comenzaba y hubo mucho más pero quedara para un siguiente relato.

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