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Aislados (Parte II): Día 3
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Día 3. 

Para mí, al menos por ahora, el encierro no me jode tanto. Solo necesito tener WiFi y la menos cantidad de ropa posible. Gaby y la tía Vane estaban cada una en la suya viendo cualquier cosa desde sus teléfonos. Yo ocupaba mi Tablet donde tenía algunos de mis juegos.  En mi teléfono el whatsapp estaba muerto, por lo que casi no le prestaba atención. Ella estaban tan desnudas como yo tanto por comodidad como por economizar las escasa prendas de ropa que todos teníamos. Cada día, tres veces, nos tocaban la puerta para dejarnos las porciones correspondientes de comida, a lo que yo me envolvía en una de las toallas del baño y abría para entrar lo que dejaban. Cada tanto nos prendíamos en alguna charla trivial y luego cada uno volvía a lo suyo. Cabe destacar que lo más incómodo de aquella situación era la falta de espacio personal y para dormir. La habitación constaba de una sola cama de dos plazas y media en la que dormíamos y pasábamos el día como podíamos.

Esa noche mi tía manifestó estar teniendo migraña, por lo que quiso dormir temprano (si es que las 12 am podría llamarse tempano). Se acomodó en la orilla de la cama que se había apropiado, se cubrió con la sábana y, casi al instante, nos dimos cuenta de que había caído en su sueño profundo por la pastilla que tomaba. Gaby se acostaba al medio y yo en la otra orilla de la cama, con la cabeza a los pies de mi prima. Solo se veía la poca iluminación de las dos pantallas de nuestros dispositivos electrónicos, pero ninguno podía escuchar lo que veía el otro porque usábamos cada quien sus auriculares. Al rato comencé a sentir que mi prima movía sus piernas frecuentemente y comenzaba a impacientarme.

-Gaby –le dije casi susurrando en medio de la oscuridad mientras me sacaba mis auriculares para controlar que no estaba usando un tono de voz muy alto que podría perturbar a mi tía.– ¿Podrías moverte un poco menos? Me estás fastidiando-. Se ve que no me escuchó, porque nunca dejó de moverse. A los 5 minutos me incorporé en la cama y volví a increparla, esta vez sacando la sábana que la cubría. En medio de la oscuridad, a la cual ya mis ojos estaban acostumbrados, pude notar que Gaby se estaba masturbando.

-¡Prima! –Volví a susurrar sin ningún atisbo de asombro.- Utiliza el baño, por favor. Está bien que tengas necesidades, pero hay espacios para satisfacerlas.

-¿Y me vas a decir que nunca te masturbaste al lado mío cuando viajábamos a la Costa y nos tocaba compartir la cama? –Dijo ella en un tono que no entendí si era divertido, reclamo o de enojo. Solo admito que me tomó por sorpresa su respuesta, ya que era verdad que en muchas ocasiones me masturbé a su lado pensando que dormía. Ahora sé que no. Lo que no sabía en cuál de esas ocasiones me había descubierto-. Además, no es la primera vez que me masturbo frente a ti. Así que deja el drama.

La cabeza se me llenó de preguntas y, conforme iban apareciendo las preguntas, mi ansiedad y sentimiento de culpa se acrecentaban. Me volví a acostar a seguir mi juego en la Tablet para tratar de frenar los pensamientos de mi cabeza. Obviamente que Gaby no dejó de hacer lo suyo y, conforme pasaban los minutos, mi ansiedad desaparecía y mi miembro se iba llenando de sangre. Me saqué uno de mis auriculares y, mientras escuchaba mi juego, escuchaba también los gemidos de mi prima mientras se daba placer. Mi cabeza se sobrecalentó y mi miembro estaba a más de la mitad de su carga. Siempre con Gaby tuve mucha confianza, como ya había comentado, y por esa confianza me cambié de lugar en la cama y me acosté junto a ella cabeza con cabeza para chusmear qué era aquello que miraba y le causaba tanto morbo como para masturbarse al lado de su madre y mío.

-¿Qué miras? Quiero ver contigo.

-Entra a esta dirección en tu Tablet para que podamos ver los dos- dijo mostrándome el link del sitio porno para que yo lo cargara en mi dispositivo. Se trataba de un trío entre una MILF y una pareja de jóvenes. El título era algo como “La madrastra y sus hijastros”. Se veía a una mujer madura haciéndole sexo oral a la joven mientras ella le hacía sexo oral al que decía ser su hermano en la historia.

Mi morbo se disparó al pensar que mi prima tendría esos deseos oscuros de tener relaciones incestuosas o prohibidas con los miembros de su familia. Mi miembro se puso al palo en apenas los primeros 5 segundos de video y mi prima apoyó su cabeza en mi hombro para poder ver desde mi Tablet sin dejar de masturbarse.

-Sé que te excita, Fredo. Si quieres masturbarte, hazlo. Sabes que no me hago drama por eso-. Dijo dulcemente mientras ella seguía retorciéndose por el placer que le generaban sus dedos. Pasaron muchos minutos y muchos videos. Cada uno se masturbaba a su ritmo e intensidad y puede decirse que, hasta el momento, fue la cosa más divertida que hice con mi familia en el encierro. En un momento sentí que mi prima se tensaba y contraía. Estaba por alcanzar un potente orgasmo y sin dejar de masturbarse agarró mi pija con fuerza y comenzó a acariciarla de arriba abajo. Era la primera vez que ella me tocaba, pero estaba tan excitado que le resté importancia y comencé a disfrutar de esa masturbación que me regalaba mi prima Gaby. El placer viajaba a la velocidad de rayos por todo mi cuerpo sintiendo esa suave mano en mi pija mientras Gaby seguía gimiendo casi a los gritos. Mi tía Vane se movió un poco en la cama para cambiar de posición. Ahora teníamos su cara en dirección a nosotros. Si abría los ojos se daría cuenta de todo aquel espectáculo incestuoso que protagonizábamos mi prima y yo. Me quedé estático y lleno de pánico, pero Gaby no dejaba de azotarse la vagina y sacudir mi pija. Mi mente se balanceaba entre el pánico y el morbo que me generaba tal situación. No sabía qué pensar ni qué hacer. Solo estaba llegando al clímax y se lo dije a mi prima.

-Gaby- dije con la voz y la respiración entrecortadas.- Me vas a hacer acabar. –y cuando dije esto se corrió en la cama y se metió mi miembro en la boca dándome una chupada espectacular. No dejaba de tocar mis huevos y mi periné mientras bajaba y subía frenéticamente con su boca y lengua a lo largo de mi falo. El orgasmo. Una primera descarga de semen. Gaby no se movió y la recibió directo a su garganta. Después de la primera vinieron 3 o 4 más. Ella seguía chupando como si de un helado se tratara. Mi cuerpo se retorció, se estiró y se contrajo con aquel orgasmo. Ninguna chica, en mis escasos encuentros sexuales, se había dado a la tarea de chuparme como lo hacía mi prima esa noche y, mucho menos, tragar todo mi semen. Mi cuerpo y mi miembro se fueron relajando, pero mi prima no dejaba de chupar y lamer. Parecía que quería dejarla limpia. Luego me tomó de la mano y casi a rastras me llevó hasta el baño. Y allí estábamos los dos, agitados, desnudos, sudorosos, ella con la concha roja de tanto estímulo manual y yo con la pija también roja, ya medio fláccida y con el glande brillante.

-Decidí tragarla para no ensuciar la única sabana de la cama donde dormimos-. Dijo ella mientras se miraba al espejo viendo si no tenía ningún rastro de mi leche en su cara-. No va a pasar de nuevo.

-¿Sabe mal?- Fue lo único a lo que atiné preguntar.

-No, no sabe mal. Me encanta el sabor de la leche. Pero no quiero que te confundas, Fredo. No porque te masturbé, te la chupé y me tragué tu leche significa que lo voy a hacer cada vez que se te antoje.

-Nunca pensé eso, Gaby. De verdad me tomaste de sorpresa. De hecho, ni imaginaba que podíamos llegar a tanto.

-Bueno, primo. Llegamos a donde teníamos que llegar y nunca más. ¿Queda claro?

-Sí. Queda muy claro. Pero y si mi tía…

-Mamá no tiene que enterarse de esto- me interrumpió casi de inmediato.

-No, lo decía por si nos escuchó.

-No lo hizo. Cuando se toma esa pastilla para la migraña queda como muerta. –Esta vez se sentaba en el inodoro para orinar-. Podrían violarla y no sentiría nada.- Me reí nerviosamente con su comentario sin entender por qué lo habría hecho. Sin embargo volví a la realidad en pocos segundos.

-Correte que me meo –le dije en el mayor tono de confianza que nos teníamos. Ella se colocó en el bidet para asearse mientras yo empujaba con fuerza la orina que venía de mi vejiga. Mientras estaba sentada en el bidet dejando que por su vagina corriera el agua mira mi miembro casi con dulzura y mientras le da un golpecito con uno de sus dedos en mi glande me dice “está muy linda, por cierto”. Se levantó, se secó y se fue a la cama. Yo me quedé pensando en lo que habría querido decir más allá de lo que dijo. A ella le gustaba jugar con mi mente, pero también era la única persona en el mundo que sabía contenerme cuando sufría mis picos de ansiedad.

Me metí a la ducha pensando en lo que había pasado minutos antes y mi pija quiso ponerse dura de vuelta. Mientras tomo la toalla para secarme y salir de la ducha aparece mi tía con todo el esplendor de su desnudez dispuesta a sentarse a orinar. No pude evitar la erección. Vane tenía cara de estar dada vuelta por la pastilla, pero aun así reparó en mi erección. Solo se limitó a sonreírle como si mi miembro fuese a devolverle la sonrisa. Ninguno de los dos dijo una palabra. Ella se secó con papel higiénico (nunca la vi en el baño. Siempre la vi desnuda, pero nunca duchándose o haciendo sus necesidades) y salió del cuarto de baño. Yo me quedé en el baño secándome, con la pija dura. Terminé y ocupe mi lugar en la cama. Ambas estaban dormidas. Me acomodé para dormir y no se en cuantos segundos alcancé el sueño. Había sido una noche bastante curiosa. Mañana deberíamos volver a la rutina, pensé.

Continuará.

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