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Tiempo de lectura: 2 minutos

-Solo oírle hablar y ya me enamoré, pensaba Claudia, analizando que le pasó con Antonio, porque tenía la cualidad de saber decir lo que Claudia quería escuchar, además de tener una voz musical pero muy masculina y sensual, cada vez que Antonio le hablaba a Claudia se le empapaban las bragas. Su mayor atractivo era su lengua, y no solo por como hablaba, besaba como un auténtico demonio, que si la pillaba distraída podía hacerla correrse, porque su lengua, inusualmente larga, tensionaba, relajaba, hundía con fuerza o con suavidad, taladraba y campanilleaba, con energía y agilidad, con suavidad y con dureza, la máquina perfecta para el sexo.

Gustaban de caminar por el campo, era comienzo del verano, hacía calor, el día estaba ideal, pensó Antonio cuando llegaron a la orilla del río.

– ¡Que calor! ¿Te apetece un bañito?

-Si pero no he traído el bikini.

-¿Y para que lo quieres? no hay nadie, estamos solos tu y yo, dijo mientras acercaba sus labios a los de Claudia

-Ummm siiii.

El beso absorbente deja sin aliento a Claudia, la lengua de Antonio explora su boca, serpenteando por cada rincón de su paladar mientras se quitan la ropa con premura, ya en pelotas y demasiado calientes entran en el agua fría, que deja los pezones de Claudia cómo clavos de acero, Antonio no puede resistirse y agarra esas tetas y las chupa y lame con desespero, mordisquea esos pezones duros y los mama como un gato hambriento, en esto que la agarra por el culo y la coloca sobre una piedra a la orilla del río, su lengua ya está impaciente por chupar y lamer y se pone a ello sobre el frío y terso cuerpo de Claudia, la chupa y lame los dedos de los pies, las pantorrillas, entre gemidos de placer siente esa lengua juguetona en sus muslos y como la humedad caliente llega a la entrepierna, la lengua entra sin permiso en el coño de Claudia, nota la presión en las paredes de su vulva, como entra y sale, como tilila en el clítoris, entre alaridos de placer se corre, pero la lengua de Antonio no para y entra muy adentro moviéndose con rapidez, se vuelve loca por el gusto que le da, siente que le toca un punto muy sensible que hace que se corra y eyacule a la vez lo que le produce unos temblores y espasmos de placer alucinantes. Antonio se siente feliz con el chorro de Claudia sobre su cara, se emociona y se incorpora para besarla en la boca, Claudia aún se está corriendo, pero también, en ese momento le agarra la polla y se la incrusta en el chocho abierto, húmedo y caliente.

-Antonio no pares hasta que te corras que yo aún no he terminado, Claudia sumó dos corridas más y Antonio se corrió y quedó feliz y satisfecho, y joder que fría está el agua.

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