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Abigail: Mi experiencia con una chica de la universidad
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Tenía 19 años, y me encontraba en el segundo semestre de mi carrera en la universidad.  Una de las mejores épocas de mi vida sin lugar a dudas, y por distintas razones, claro. Fue cuando descubrí la verdadera libertad, cuando comencé a salir por las noches con mis amigos a beber y tener la vida de adulto con la que sueñas siendo niño, fue cuando me topé con ella por primera vez, esa persona con la que viví una experiencia bastante interesante.

Era invierno, estábamos en la primera semana de febrero y las clases recién comenzaban. Muchas de las amistades que hice el semestre anterior no aparecieron, me han dicho que es algo común en los primeros años de la carrera y que por eso mismo no debo formar ningún vínculo con nadie ya que es bastante probable que no vuelva a verlos. Los grupos se hicieron tan pequeños luego de esto que los directivos tomaron la decisión de mezclar los grupos y ponernos en un único salón.

Entré a la primera clase, extrañado de ver tantos rostros nuevos como si fuese primer semestre una vez más y como de costumbre me apresuré a tomar el último asiento de la fila. Observaba mi teléfono mientras todos guardaban silencio y el profesor se dignaba a dar la clase cuando escuché que alguien movía la silla que estaba frente a mí, levanté la mirada para ver quién era me di cuenta que allí estaba ella, una chica de piel morena, cabello castaño, ojos color miel y un delicioso par de labios que tomaron la forma de una sonrisa cuando los vi.

Tenía un cuerpo precioso también, unos pechos enormes cubiertos por un suéter negro de lana y que se menearon un poco cuando se quitó la mochila de los hombros para tomar asiento. Al sentarse no pude evitar voltear abajo a través del respaldo de la silla para mirar sus caderas, su discreto pero bello trasero y el lindo color rosado de la ropa interior que sobresalía de sus jeans de color negro. Su figura era bella, y la ropa tan ajustada que llevaba la hacía resaltar aún más.

Era increíble cómo en cuestión de segundos luego de haberla visto, mi mente ya maquinaba una y otra fantasía con su cuerpo desnudo sobre mi cama (o la de ella, no me importaba). Su contextura física, su cintura, la forma en que sujetaba su cabello para atarlo con una liga, todos y cada uno de los detalles de su apariencia física y ademanes estaban haciendo mella en mí. Dio comienzo la clase y el profesor pasaba lista mientras yo prestaba más atención para escuchar cuando ella dijese "presente" e identificar su nombre que oír el mío para no perder mi asistencia.

-Abigail Diaz. -exclamó el profesor.

-¡Aquí! -respondió ella alzando su mano.

Sin pensarlo un segundo más saqué mi teléfono del bolsillo y entré a Facebook para buscar su perfil. Lo encontré sin problemas ya que reconocí sus enormes pechos en un instante. Tenía el mismo suéter que usaba en este momento, por la luz del día y la forma de su cabello pude asumir que la fotografía era de esta misma mañana, seguramente antes de venir a la escuela. No veía a ningún hombre en sus fotografías así que asumí que estaba soltera. Debatí en mi cabeza durante unos momentos si era oportuno enviarle una solicitud de amistad. Había causado un impacto tan grande en mi cabeza que no podía esperar más a pesar de que a todas luces fuese una mala idea hacerlo tan pronto, ¿Qué iba a pensar de mí cuando se diera cuenta? De repente la burbuja en la que me encontraba reventó cuando el profesor levantó la voz:

-Carlos Espejo, ¿se encuentra aquí? -Preguntó el profesor.

-¡Sí!, aquí estoy, lo siento. -Respondí de forma nerviosa mientras guardaba mi teléfono en mi pantalón de forma discreta.

Todos se rieron durante un momento, incluso ella, quien volteó hacia mí sonriendo de la misma forma en que lo hizo justo antes de sentarse, a la par que sus ojos dieron un vistazo rápido a mi cuello y mis hombros. Me quedé congelado sin saber qué hacer, ella sólo me miró por una fracción de segundo y regresó su mirada al frente. Estaba claro que quería follármela, no iba a dejar pasar esa oportunidad, no me importaba el costo ni el tiempo que me llevaría lograrlo.

Cuando la clase avanzó el profesor nos dijo que formásemos dúos con la persona que estuviese más cerca de nosotros. Iba a tocar el hombro de Abigail para preguntarle si quería hacer equipo conmigo pero antes de poder alzar mi brazo ya estaba volteando su silla hacia mí. Me tomó por sorpresa tal iniciativa pero no había un sólo motivo para que yo me sintiera inconforme. La miré de frente y dejé salir mis primeras palabras:

-Hola, ¿Quieres que hagamos equipo? -Dije ingenuamente.

-Bueno, por algo he volteado mi silla hacia ti, ¿no lo crees? -Respondió ella riendo simpáticamente.

-Sí, tienes razón, fue una pregunta tonta.

-Vale, hay que trabajar, acabemos rápido para así poder ir a desayunar, ¿Te parece?

-¡Claro! -Dije con emoción mientras le mostraba una sonrisa de nervios.

El trabajo era sencillo, la típica excusa de un profesor que no se dio a la tarea de organizar su plan de clases con antelación. Me costaba un poco concentrarme teniéndola a ella frente a mí, procuraba no ver sus pechos pero era inevitable. Cuando se dio cuenta de lo que yo hacía no pareció importarle, por el contrario, usó la táctica de inclinarse hacia mí para mirar mis apuntes en vez de tomar mi libreta, dejándome ver con más detalle sus senos mientras su aroma se hacía presente.

Ella tenía un olor espectacular, olía a lilas y grosellas, algo poco común pero que reconocí de inmediato. Todos volteaban a verla, era obvio ya que una persona con un atractivo tan importante como ese es imposible que pase desapercibido y en esa postura tan sugerente era obligación voltear a echar un vistazo. Al cabo de 15 minutos terminamos el ejercicio y con ello también la clase.

-Hora de desayunar, ¿vienes o te quedas? -Dijo con soltura.

-Voy, por supuesto. -Respondí sin pensarlo.

Llegamos a la cafetería de la universidad y nos sentamos frente a frente en una mesa rectangular que tiene sillones a cada lado. Había desayunado antes de venir así que sólo pedí un café para calentarme mientras que ella degustaba su desayuno frente a mí sin ninguna pena. Me encantó eso, siempre me ha gustado que las personas disfruten su comida sin sentirse avergonzados de que los observen, y aunado a las otras cosas que la hacen tan atractiva esta chica era como un billete de lotería que sin lugar a dudas era el ganador, un paraíso que ansiaba visitar y descubrir.

Allí estaba yo, en un estado de limerencia y con una enorme erección en los pantalones que ansiaba sosegar cuanto antes. Ella se levantó de la silla y se acercó a mi asiento mientras que yo tomé mi mochila para ponerla en mis piernas y ocultar lo que había debajo. Me preguntó mi nombre para poder encontrar mi perfil en Facebook y agregarme ya que había una tarea para el día de mañana y era en equipo al igual que el trabajo que hicimos antes de venir a la cafetería, estaba tan nervioso que en vez de decirle el nombre mi instinto fue sacar mi teléfono para entrar a mi perfil de Facebook para mostrárselo, pero cuando lo hice me di cuenta que aún seguía abierta la página donde estaba viendo el suyo. Me sentí avergonzado y como buen novato no supe qué hacer, ella tan sólo sonrío en silencio mientras yo trataba de cerrarlo sin que se diera cuenta pero antes de tener oportunidad ella presionó el botón de "Enviar solicitud de amistad" desde mi teléfono.

-Eso fue rápido -Dijo ella.

-Sí… -Respondí sin saber en qué pensar.

Regresó a su asiento, tomó su mochila y al pasar junto a mí acarició mi cabello y me dijo "Nos vemos más tarde, compañero". La miré mientras se marchaba, su silueta desde atrás se miraba tan bien que sentía una mezcla de nervios y excitación que no había conocido nunca.

Pasaron los días, seguí hablando con ella de vez en cuándo por Facebook, procurando conocerla mejor para saber de qué hablarle cuando estuviésemos frente a frente. Con el tiempo me di cuenta que sin importar cuán malo fuese mi tema de conversación ella lo aceptaba y buscaba cualquier excusa para continuar la charla. La siguiente semana vi que en la facultad harían un evento de bienvenida para las personas de nuevo ingreso y todos estábamos invitados. Pude ver también que ella asistiría porque vi su nombre en la lista de interesados. Inmediatamente le pregunté si asistiría y me dijo que sí, lancé la segunda interrogante para preguntarle si le gustaría que fuésemos juntos y ella aceptó sin ningún problema. Estaba seguro que algo bueno se avecinaba…

Llegó el día del evento, era un viernes a las 9 pm y yo estaba con ella en el lugar mientras tomábamos una cerveza. Abigail llevaba un vestido rojo precioso con el cual podía ver perfectamente sus piernas y con un escote marcado que hacía ver sus pechos incluso más grandes de lo que ya eran. Había mucha gente como era de esperarse, la mayoría hombres de semestres más avanzados buscando alguna chica de nuevo ingreso con quién acostarse.

Ella y yo platicábamos tan bien como siempre y el alcohol era un buen aliciente para acercarnos más el uno al otro. Entre tantas personas era natural que no hubiese tanto espacio y Abigail me tomaba la mano cada que caminaba rumbo a la barra para pedir otra bebida, yo la seguía desde atrás, abriéndonos paso entre la multitud. Cuando llegamos a la barra ella se inclinó hacia el frente para pedir una cerveza y mientras hacía esto, con sus piernas me acercó hacia su trasero, donde no tuve más opción que presionar mi pene contra ella.

Mi erección fue inmediata y lo notó, mientras esperaba su bebida volteó hacia mí y esbozó una sonrisa muy coqueta y llena de deseo. Se encontraba en un estado de ebriedad no muy avanzado pero sí evidente y eso me excitaba aún más ya que al volverse hacia mí sentí el alcohol en su aliento mientras acercaba más su boca a la mía y me decía "Lo siento, olvidé pedir una cerveza para ti", yo tan sólo sonreí y le dije que no había problema.

-Tendré que compensártelo, ¿no lo crees?

-Quizás, ¿Qué tienes en mente? -Respondí en brevedad.

-En mi casa hay más alcohol, ¿qué te parece si vamos allá? No me fascina la idea de estar entre tantas personas -Respondió mientras se acercaba más y más.

Sin dudarlo acepté y tomamos un Taxi hacia su departamento. Vivía sola al parecer, en una zona bastante bien acomodada de la ciudad, un barrio tranquilo céntrico. Durante el trayecto ella no dejaba de tocarme y yo hacía lo mismo con ella, su piel era suave y la parte interior de sus piernas aún más. Podía sentir el calor de su cuerpo mientras me acercaba más a la parte que está debajo de su vestido.

Nos bajamos del auto y entramos a su departamento, fue encendiendo las luces una por una mientras ella no me soltaba de la mano, comenzamos a besarnos, ella puso su pierna en medio de las mías, frotando suavemente mis testículos hasta sentir mi verga poniéndose cada vez más dura. Me llevó a su habitación donde encendí la luz y ella se sentó sobre la cama, me pidió de favor si podía traerle su teléfono que se había quedado en su bolso en el sofá de la sala, acepté y me dirigí hacia allá, tomé su teléfono mientras sentía que el efecto del alcohol se estaba terminando.

Cuando llegué a su habitación estaba ella sin su vestido y con la ropa interior colgando de uno de sus pies, invitándome a ir hacia ella. Podía ver su vagina con la tenue luz del cuarto, tenía un par de labios deliciosos y un poco de vello púbico bien recortado. Sólo le quedaba su brassiere, el cuál sostenía sus enormes pechos que ansiaba lamer y morder. Me puse sobre ella mientras que su mano seguía tocando mi pene que estaba tan duro como una piedra, luego usó sus piernas para envolverme con ellas y presionarme contra su cuerpo, sentía su calor incluso a través de la ropa y a ella parecía encantarle. Comencé a bajar el cierre de mi pantalón con la idea de penetrarla pero ella me detuvo.

-Aún no cariño -Dijo ella- primero quiero que me des una buena chupadita. Hazlo por mí, ¿Quieres?

-Por supuesto, me encantará hacértelo.

La tomé de la cadera y la posicioné al borde de la cama, abrí sus piernas y me puse de rodillas frente a ella. Comencé a besar la parte interior de sus piernas, acercándome poco a poco su vagina. Tenía un olor increíble y un sabor que me excitaba muchísimo. Fue delicioso escuchar su primer gemido una vez que mi lengua pasaba por sus genitales y usaba mis dedos para abrir gentilmente los pétalos que ocultaban su clítoris.

Mi erección era tan fuerte que mi verga no hacía más que palpitar a través de mi pantalón una y otra vez, tocando el borde de la cama mientras se movía hacia arriba y hacia abajo sin parar. Comencé a succionar su clítoris con especial cuidado y a meter mi lengua dentro de ella de vez en vez, queriendo saciar mis ganas de probar todo su sabor. Era un espectáculo ver cómo se movía en la cama mientras yo la sujetaba fuertemente para no dejar que se escapase de mí.

Luego de unos minutos de estar en medio de sus piernas su teléfono comenzó a sonar, ella no pensaba responder pero una vez que vio el remitente me dijo "Es Naomi, debo contestar, lo siento". Por instinto me detuve cuando comenzó la llamada, sin quitarme del lugar donde estaba, claro, pero ella inmediatamente me tomó del cabello y puso mi rostro contra su vagina nuevamente en señal de que no había razón para que me detuviera mientras ella ponía el altavoz.

-Hola Naomi, ¿Cómo estás? -Respondió con una voz en estado de ebriedad y tratando de ocultar su excitación.

-Estoy muy bien, eso creo -Dijo entre risas- Creo que bebí demasiado en la fiesta de bienvenida.

-¿En verdad? Pues ya somos dos que bebieron bastante ahí, por eso hablo de esta manera -Respondió mientras me tomaba más fuerte del cabello.

Yo no paraba de devorarla y a ella le costaba cada vez más el hablar sin soltar un gemido. Empecé a esforzarme más que antes para ver cuánto tiempo era capaz de aguantar sin que fuera tan evidente.

-Me hubiera gustado verte en la fiesta -Dijo Naomi- Estar un rato solas para platicar.

-Lo sé y lo siento, habría sido divertido, me fui temprano porque no me gusta estar entre tantas personas.

-Sí, es verdad, además no te avisé que iría, así que no es culpa tuya -Respondió Naomi.

Decidí que era momento de cambiar de posición así que la tomé de las piernas y la puse en 4 sobre el borde de la cama. Tenía una vista espectacular de su culo y mis manos no perdieron el tiempo para acariciarlo. Con mis pulgares abrí un poco sus labios vaginales para dejar expuesto lo rosado de su interior y con mi lengua continué estimulando su clítoris. Empecé a sentir que sus piernas temblaban mientras ella seguía hablando por teléfono.

Al cabo de varios minutos ella se dio la vuelta y se levantó de la cama. Con una mano desabrochó mi pantalón sin soltar el teléfono y yo me quité la camisa, una vez hecho esto se puso de rodillas bajando mi bóxer y dejando expuesta mi verga. Fue muy excitante ver su expresión luego de vérmela por primera vez, sentí cómo su mano apretaba mi tronco y la humedad de su lengua acariciando mi glande. Seguía sosteniendo el teléfono con la otra mano mientras Naomi no paraba de hablar, diciendo que no podía esperar a ver a Abigail ya que siempre fueron buenas amigas desde la preparatoria.

En este punto ella estaba comiéndose mi verga, intentando meterse cada uno de mis centímetros dentro de su boca y respondiendo con simples sonidos a lo que Naomi le decía. Era increíble ver cómo mi verga comenzaba a desaparecer dentro de ella y cómo sus ojos se iban volteando con cada pequeño empujón que yo le daba para ayudarle a meterla. Estoy seguro de que si no tuviera el teléfono en las manos estaría acariciando su clítoris.

Empecé a follarme su boca una vez que llegó a su límite y no pudo meterla más, la tomé del cabello y como si fuera un agujero más la penetré, metiendo y sacando mi verga mientras procuraba ocultar mis gemidos. Naomi empezó a darse cuenta de los sonidos extraños y Abigail tan sólo le dijo que estaba muy borracha y que por eso no estaba actuando de forma coherente. Una vez que mi verga estaba completamente húmeda tomé a Abigail y puse su espalda en la cama, me puse sobre sus pechos y metí mi pene per debajo de la parte central de su brassiere para que me hiciera una rusa. Se veía increíble mi verga tan dura frotándose contra los pechos enormes que tiene mientras ella lo combinaba con más sexo oral.

Luego de unos minutos sentí que era el momento de penetrarla, la traía tan dura que sentí que podía atravesar cualquier cosa. La recosté en la cama boca arriba, de misionero y empecé a frotar mi glande contra su clítoris mientras ella rogaba en silencio que la penetrara. Fue cuando estaba a punto de entrar en ella cuando Naomi cambió el tema de conversación.

-Me gustas, Abigail -Dijo de repente.

-¿De qué hablas? -Respondió completamente excitada, mientras que mi miembro se abría paso en ella.

-Lo sé, no fue buena idea decirlo en este momento, pero estando ebria es cuando tengo el valor de hablar con la verdad.

-No, no te preocupes, sigue hablando, te escucho.

-Bueno, es que no tengo mucho más que decirte, no espero que me correspondas, sólo quería decírtelo -Dijo Naomi mientras yo comenzaba a martillar a Abigail con mi pene-

Tomé de la parte trasera de las piernas a Abigail y empecé a penetrarla tan duro que la cama comenzó a rechinar. Era imposible para ella mantener una conversación en ese momento así que de la forma en la que pudo le dijo a Naomi que le gustaría continuar con esa conversación por la mañana siguiente de ser posible, a lo que ella respondió que estaba bien. Tan sólo le dijo "buenas noches" y soltó el teléfono que acabó cayendo al piso en la alfombra. Al fin había terminado la llamada, ya no había que ocultar los gemidos de placer y al escuchar la voz de Abigail pedirme que la penetrara comenzaba a ponerme incluso más duro que antes.

Era genial la posición en la que me la estaba follando, ella recostada hacia arriba con sus piernas al aire y sus tetas saliéndose poco a poco del brassiere por la fuerza de mis embestidas. Después de un momento ella me dijo que tenía una fantasía que quería cumplir y yo le dije que me la contara. Me pidió que le diera una cachetada, que no me limitara a dar una sencilla que apenas y se sintiese, sino una que realmente doliera. Me sentí un poco apenado pero claramente le dije que sí pues también me excitaba hacerlo, así que la besé y acto seguido le di una bofetada, ella se rio y me dijo "gracias", e inmediatamente me devolvió una igual de fuerte.

No me lo esperaba pero sin dudas fue muy excitante. Seguí dándole varias más mientras ella me decía "¿Eso es todo lo que tienes?". Ella decidió cambiar de posición, se puso en cuatro y me dijo "Quiero que me penetres muy duro mientras te sujetas de mi culito". No lo pensé dos veces y comencé a hacerlo, tan fuerte que sus tetas terminaron de salirse del sostén y acabé por quitárselo. Al lateral de su cama había un espejo y podía ver perfectamente su rostro de excitación con cada metida y la forma en que sus tetas se movían.

Ella quiso tomar el control y se puso sobre mí, comenzó a cabalgarme mientras puso sus tetas en mi cara y yo comencé a chupar sus pezones, eran enormes, de color café con rosado y sabían delicioso. No paraba de frotarlas contra mi rostro hasta que le dije que no podía aguantar más, mi verga palpitaba tan fuerte que con cada espasmo ella se movía como si estuviera recibiendo una descarga eléctrica. "Vamos a venirnos juntos, dijo ella", puso sus dos manos en mi cuello mientras me cabalgaba con más fuerza, moviendo su delicioso cuerpo hacia delante y hacía atrás.

Comencé a venirme tan fuerte que no pude evitar gritar y ella tampoco, mientras que empecé a rellenarla con mi semen hasta lo más profundo de su ser. Una vez habiendo acabado ella no hizo más que levantarse y lamer el semen que escurría de mi miembro hasta dejarlo completamente limpio.

Fue una noche espectacular, me quedé con ella en su apartamento hasta la mañana siguiente y regresé a casa antes del mediodía. Pasaron los días y jamás fuimos pareja pero de vez en cuando nos vemos para pasar la noche juntos otra vez. Todos en la facultad la observan y a desean pero pocos han tenido la suerte de descubrir las maravillas que su cuerpo tiene para ofrecer…

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