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Abajo de un camión de carga
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Por efectos en aburrimiento y por motivos de abstinencia sexual he querido desahogar un poco mis ganas a través de la escritura. Y aprovechando contar algunas de mis experiencias sexuales. Los hechos fueron así:

Cuando era joven y estudiaba en la universidad fue que conocí a Karen. Ella era una amiga que conocí desde mi primer día ahí, pero que no fue mi novia sino hasta finales del tercer semestre. La comencé conocer más sólo para darme cuenta que era una ninfómana (al menos por esos tiempos). Lo cual realmente fue impactante para mí, ya que… Bueno, se las describo. Ella era (es) una mujer con cara de niña, muy bonita, ojos grandes, cabello negro y largo hasta la mitad de la espalda (nunca le perdonaré haber abandonado ese estilo), con pómulos bien formados con hoyuelos y nariz respingada, en sí, una niña muy bonita. Muy flaquita, pero con piernas lo sufrientemente anchas para no parecer tubos. Y, claramente un trasero grande y rondó, tal cual en forma de un durazno.

Sí, tenía una novia, bonita y muy sexy. Pero, iré al grano. Ella y yo tomábamos clase por la tarde, salíamos en ocasiones alrededor de las 10 pm (vivimos en la Ciudad de México). Tomábamos un camión que nos llevaba al metro en 10 minutos. Y una noche, ella y nos con encontrábamos muy calientes, y ya teníamos la confianza de confesarnos el estado de excitación que presentábamos en algunas ocasiones. Sabíamos que pasaría un tiempo para poder estar completamente solos, así que necesitabas "desquitar" nuestras ganas.

Cerca del metro hay un puente y cercano a ese puente hay un estacionamiento para varios camiones que da a espaldas de unos departamentos, el camino al rededor estaba muy sólo pues hacia frio y apenas era transitado.

Se no hizo fácil caminar hasta ese lugar, meternos y buscar un pequeño hueco para estar solos, y fue cuando vimos que nos podríamos cubrir perfectamente debajo de un camión de carga que evitaba ser vistos desde la calle o desde los departamentos que se alzaban detrás nuestro. Nos metimos e hincados nos comenzamos a besar apasionadamente.

Ella no aguantó prácticamente nada, me bajó el pantalón para sacar mi verga la cual estaba (ya de por sí) saliéndose por si misma de lo dura que estaba, por lo excitante de cogerme a mi novia (no era la primera vez que lo hacía con ella) y, además, por estarlo haciendo en plena vía pública. En cuando salió mi verga se agachó un poco más para mamármela, ella se encontraba de perrito, con su culo grande y redondito al aire. Me chupaba la verga como verdadera zorra, mientras poco a poco ella se desabrochaba el pantalón y lo bajaba con todo y ropa interior para dejar ese rico culo al descubierto.

Fue entones que escuchamos un ruidos lejos de alguien caminando hacia la entrada nos encontrábamos en contraposición), pensé que el momento había acabado, pero antes de poder poner más atención Karen había dejado de mamar mi verga y estaba empinada, pero ahora con su culo apuntando a mí rogando que me la cogiera. "Por favor, ya métemela". Me dijo con una voz que sólo he escuchado en videos porno de actrices.

No pude negarme y le metí la verga en un sólo movimiento, duro y hasta el fondo. Ella dejó escapar un gemido mientras me decía "¡Ah! Sí, cógeme como una perrita". Eso me prendió en sobremanera, se la metía duro y rápido, pero teniendo el cuidado de mi pelvis no pegara con esas nalgotas. Ella lo disfrutaba, me di cuenta porque además de los ligeros gemidos que soltaba (las mujeres me entenderán, similares a los que dejan soltar mientras se masturban en la noche y la casa no está sola), se iba empinando cada vez más, dejando ver más ese culo tan rico, sumado a que iba abriendo más y más las piernas, aceptando mi verga por completo.

Así estuvimos cogiendo en vía pública. Había perdido la noción del tiempo, yo sólo me concentraba en ser un buen amante para ella (en futuros relatos entenderán que me preocupo más porque una mujer disfrute).

No sabía si ella ya se había venido, pues sus gemidos fueron contantes en el ritmo y en el tono. Fue entonces que aun estando de perrito, arqueó la espalda hasta poner su cara a la altura de mi oído. Yo me quedé quieto queriendo escucharla, pero ella se seguía moviendo, así arqueada seguía moviendo su culo haciendo que mi verga entrara y saliera lentamente de ella.

Y así, entre su respiración agitada y lo excitada que se escuchaba me dijo; "quiero que ya te vengas, relájate… Ya me vine más de una vez". Esas palabras me relajaron porque entendí que había cumplido con mi deber. Apreté sus nalgas al tiempo que se la metía más duro. Liberé una de mis manos para apretar una de sus tetas, mientras ella seguía arqueada gimiéndome al oído (mi punto débil, gemidos de una mujer), no pude aguantar más y deje salir toda la leche que tenía dentro de ella; y cuando lo hice ella dejó salir un último gemido más fuerte, y me dijo: "Amo sentir tu lechita dentro de mí".

Después de eso, nos subimos los pantalones y nos fuimos corriendo al metro. (Sólo eran ya las 11:15 p.m.).

Espero les guste, quizá di muchos detalles, pero me gustaría que me comentaran que opinan del relato ¿Lo harían o lo hecho ustedes?

Dejo mi contacto para opiniones personales:

[email protected].

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