Siempre he practicado deportes y después de una lesión en el fútbol en mis tiempos de juventud me dediqué a jugar tenis. Gané varios torneos locales y ya para mis 40 años me volví entrenador en un club en un parque local. Fue ahí donde conocí a las amigas Pat y Emi. La que competía era Pat pues tenía una altura promedio para este deporte y Emi solo entrenaba con todos pues su altura de un metro y cincuenta no le daba para calificar y ser parte del equipo, aunque sí hizo el esfuerzo.
Creo que ambas rondaban la misma edad y ambas eran profesionales como médicos veterinarios y lo recuerdo muy bien, pues todos le hacían consulta o antes o después de cada entrenamiento acerca de la salud de sus mascotas. Regularmente todos teníamos una relación muy civilizada y de mucho respeto, pero me sorprendía Emily, por ser un tanto extrovertida y con el tiempo y más confianza bromeaba conmigo con albures o sus decires de doble sentido.
Un día que nos tomábamos una foto en grupo, ella me pidió que me sentara y ella se sentó en mis piernas y las demás chicas que estaban alrededor de nosotros no sé si la vieron, pero Emi se sentaba y con intención o sin ella me había puesto la mano sobre mi pene y este reaccionó con los segundos y esta chica solo me daba una sonrisa coqueta. Desde ese día fue muy abierta conmigo y una tarde de prácticas que me hablaba de que se había hecho de dos perros gran daneses y yo le había dicho que eran perros demasiados grandes, ella me contestaba con sus notas de doble sentido: -A nosotras las mujeres pequeñas, nos gustan las cosas grandes.
Como dije, Emi no pasaba del metro cincuenta y no imagino que pesara más de las 105 libras, pues tenía un cuerpo muy atlético, de piernas trabajadas y brazos delgados y con ese atuendo de tenista se miraba como todo una linda muñequita que aparentaba ser una chica de unos 16 a 17 años. Tenía rostro infantil aunque por esos días habíamos ido a un bar local todo el grupo a tomarnos unos tragos para celebrar sus 28 años. Y fue para esa noche que me hizo una invitación para desayunar con ella la siguiente mañana.
Realmente fantaseaba coger a Pat, pues estaba más acorde a mi altura, pues yo mido un metro ochenta y ocho, pero era Emi la que tomaba ese paso, pues invitarme a mí a desayunar a solas y no en grupo, me insinuaba que quería algo más y la verdad no estaba equivocado. El día que llegué al desayuno ella vestía unos leggins que exponían su pequeño y atlético cuerpo y tenía un culito que atraía y unos pechos de buen tamaño si consideramos lo petit que esta chica era. Su rostro era uno de una linda simetría, nariz pequeña, ojos avispados oscuros, boca pequeña pero de labios bastante gruesos y unas cejas bien recortadas con unas pestañas largas y onduladas. Usaba poco maquillaje, quizá lo más obvio eran su delineador y sus labios rojos. La verdad que no les describo lo que desayuné, pues la verdad para mí, Emi era el verdadero desayuno.
Emi realmente me sorprendía, aunque sentía se me insinuaba en cada entrenamiento, pero aquella mañana no se fue por las ramas y recuerdo que tomaba jugo de toronja cuando ella me hizo la siguiente pregunta: – Tony, ¿nunca te ha pasado por la cabeza o nunca has fantaseado estar cogiendo conmigo? – Sabía que Emi era muy extrovertida, pero no tan directa y a la vez pensé que esto era solo un juego. Yo, muy sorprendido le contesté: -Honestamente, si me has hecho fantasear en más de una vez, pero por tu edad y lo bella que eres pues también imaginé que tendrías a alguien por ahí para estos menesteres. – Ella me sonrió por la respuesta y me dijo que yo también le atraía, que le parecía todo un caballero, pero que me imaginaba todo un pervertido en la cama. – También yo me sonreí y volvía a sonreír cuando ella agregaba lo siguiente: – De aquí no te vas no sin antes haberme hecho tocar y ver las estrellas… quiero que me folles de todas las formas posibles como te has imaginado.
Sus palabras hicieron que mi pequeño amigo comenzara a reaccionar y este se puso duro cuando esta pequeña mujer se me acercó y me dio un beso y que con esa lengua tan juguetona me insinuaba que esta mañana la iba a comenzar con una buena follada. Ella me preguntaba al oído interrumpiendo ese primer beso: ¿Te gusta follar por las mañanas? – ¡Me encanta! – le contesté. La verdad que Emi era una dosis de erotismo y me puso sus pechos ante mi cara y descubría que esos meloncitos bien duros y parados realmente estaban solidos pues Emi no llevaba sostén en esa camisa deportiva de color blanco. Subí su camiseta y busqué para besar esos pezones. Y se los comencé a mamar mientras ella me acariciaba mi cabello.
Entre esos leggins llevaba un pequeño calzoncito cuyo hilo se hundía en sus nalgas y mientras le mamaba los pechos y me daba gusto halando con mi labios sus pezones, mis manos invadían esos leggins y acariciaba su pequeño pero redondo y perfecto trasero. Nos comimos a besos entre gemidos y suspiros y quizá pasamos en eso en ese comedor por alrededor de unos quince minutos. Las ganas ascendían en ambos y mi calzoncillo sabía que estaba empapado de mis secreciones preseminales e igual podía esperar a Emi, pues esta chica parece ser de esas chicas muy calientes. Me tomó de la mano y me hizo pasar a uno de sus cuartos, pues esta casa muy bien decorada es mucha casa para esta solitaria mujer con dos perros daneses.
Entré a su habitación la cual tiene una terraza de buen tamaño y una majestuosa vista de un colorido bosque, puso una música tenue de un yaz cuyo saxofón sonaba erótico. Emi comenzó a quitarme la camisa y mientras me chupaba las tetillas me comenzó a tocar la verga cuando intentaba desabotonar y bajar el cierre de mis pantalones. Yo le había quitado esa camisa blanca deportiva y Emi se había quedado con esos leggins bien marcados a su atlético y petit cuerpo. Me bajó los pantalones y exclamó lo siguiente: – ¡Por Dios Tony, que hermosa verga! – Y Emi se entregó a mamarla a morir. La verdad que esta chica mamaba rico. No era de las de garganta profunda, pero sí de las que la saben chuparla toda. Desde ese momento supe que esta follada iba a ser intensa. Comenzó a darme una mamada mientras estaba parado y ella sentada en la cama y luego pasé a acostarme y ella continuó con la felación donde por momentos me la masturbaba con sus manos o sus dos meloncitos. Realmente era divino ver a esta chica hacerte una felación. Era una combinación de erótico y bestial.
Cuando la asistí a quitarse sus leggins vi esa sombra húmeda en su entrepierna, pues Emi al igual que yo estábamos realmente excitados. Le quité sus leggins e inmediatamente le removí ese calzoncito el cual era un micro bikini de color negro que apenas le cubría su pequeña panochita y la parte trasera se le hundía en unas pequeñas nalgas redondas y verdaderamente firmes. Esta chica por su altura y su peso es muy ágil en este deporte de la cama, al igual de fácil de cómo me invitó a su cama. Emi estaba parada por sobre la cama y apenas me llegaba a mi altura y luego se me ocurrió levantarla de su cintura y elevarla para que su panochita me quedara al nivel del rostro y comenzar a corresponderle por la rica felación que me acaba de dar. Ella adivinó mi intención y abrió las piernas poniéndolas sobre mis hombros y sentí el aroma de esa panochita caliente y húmeda y me provocó chuparla y sentir ese sabor de esa miel irónicamente saladita, lo cual realmente era mi verdadero desayuno.
Tenía una panochita a su altura, pequeña y esta estaba totalmente bien afeitada. Mi boca quedó llena de sus jugos vaginales y Emi aunque un poco incómoda intentaba mover su pelvis y contraminar sus labios y clítoris a mi boca. Estuvimos así por unos dos minutos pues aunque en la imaginación esta posición se me antojaba, no deja de ser un poco incómoda para ambos. La puse en la cama y Emi me recibía con sus piernas abiertas. Descubría que tenía unos tatuajes al nivel de su monte venus y eran una especie de estrellas como siguiendo a un cometa. Se le miraba que era reciente y ese color azul de la tinta hacía un bonito contraste con la piel clara de esta linda mujer. Le comí esa conchita por un par de minutos y creo que Emi estaba en ese borde del no retorno y me dijo: – Quiero que me hagas acabar con tu verga… quiero sentir toda tu verga adentro de mí.
En esa posición del misionero me acomodo para lentamente hundirle la verga. Suspiró cuando sintió mi glande adentro de ella y lentamente se la he hundido hasta sentir como mis huevos chocaban con sus nalgas. Ella me lo dijo de esta manera: – ¡Me entró toda! Siento tus huevos en mis nalgas. – La verdad que sentí algo de resistencia en la penetración cuando esta estaba a dos tercios y en el último dio un gemido de dolor pero había asimilado mis 22 centímetros. Obviamente una chica pequeña como Emi se siente bien reducida y hasta miedo provoca taladrarla con violencia. Podía sentir ese vibrar de su vagina y ella además de esto me la apretaba con una habilidad que ni siquiera a una puta de paga me encontrado que la pueda igualar. Comenzamos a hacer un vaivén semi lento y ambos deberíamos estar muy excitados después de una media hora de calentamiento. Ella me lo decía de esta manera: -Tony, ya no aguanto… me vas a hacer correr… que rica se siente tu verga. – Y Emily cerró sus ojos, frunció sus labios y gemía profusamente. Yo aceleré el embate y me fascinaba golpear con ese hueso de su pelvis. Escuchar sus gemidos y ver sus gestos cuando Emi se corría hizo que le siguiera y me deslicé a ese abismo de placer. Le dejé ir tres chorros potentes de una rica corrida y luego otros tres o cuatro chorros con menos fuerza y esta mujer me abrazaba cuando me fui totalmente sobre ella. Cuando me levanté para retirarnos al baño a limpiar, rápidamente mi semen apareció llenando las cobijas de la cama. ¡Que rica corrida me sacó esta chica!
Nos bañábamos ambos a la vez y Emily me enjabonaba y restregaba la verga. Esta volvió a reaccionar y se puso tan dura como para librar la siguiente batalla. Ella nuevamente me dio un breve masaje oral y tomó la vertical para ponerse frente de mi dándome su trasero y yo le pasaba ese trapo con jabón por sobre sus tetas. Emily es tan pequeña que mi verga le pegaba en su espalda baja y no en sus nalgas, pero esta chica no se intimidaba y me sorprendía con todo lo que hicimos esa mañana. Se puso frente a mi y mi verga le quedaba entre sus tetas y fue cuando ella me dijo: -Tienes una verga tan grande que es igual de grande y de gruesa que mi antebrazo.
La verdad que Emi me sorprendía pues había asimilado muy bien el tamaño de mi verga. En otras experiencias con chicas de tamaño promedio se han quejado porque les cuesta asimilar la penetración; incluso cuando están bien lubricadas. En mi mente conciliaba la imposibilidad de no podérmela coger por el culo, pues estimaba que sería imposible. La verdad que no se lo iba a insinuar pero sí quería chuparle el ojete y hacerle un delicioso rimming. Nos fuimos de nuevo a la cama a la cual le cambiamos las sabanas y puse a Emi en posición de perrito o en cuatro. Creo que imaginó la comenzaría a penetrar en esa posición, pero me he hincado y comienzo primero a chupar su conchita y la siento ya húmeda de nuevo y me dedico a lengüetear su clítoris pues Emi se pone en una posición que me permite llegar a su clítoris con mi lengua fácilmente. Llego a su perineo y se lo succiono y se lo lamo y escucho sus gemidos y me dice: – ¡Por Dios… tú si sabes dar placer a una mujer! Me tienes toda mojada y siento que me voy a correr de nuevo que hasta las piernas me tiemblan. – La verdad que ya lo había notado y lo mismo sucedió cuando se corría la primera vez, a esta chica le da un tic nervioso en sus muslos, pero aquí era más obvio pues podía observar ese bonito culo y sus piernas como vibraban en ocasiones. Llegué a su culo con mi lengua y ella solo había exclamado: – ¡Por Dios Tony, me estás volviendo loca… Sabes… tienes una lengua muy traviesa!
Con los minutos, quizá un par de minutos de comerle ese ojete y de intentar hundirle la lengua explotó con un rico orgasmo y solo escuché que dijo: ¡Métemela… méteme la verga por favor! – Le metí la verga por su apretada panochita y en esta posición la sentía todavía mas apretada y de hecho no se la metía toda y aquella mujer solo jadeaba del placer. Quedo totalmente acostada en la cama y yo no dejaba de penetrarla y creo le provoqué otro orgasmo enseguida que solo arañaba y Emi mordía una almohada. Con los minutos se recuperaba y yo no dejaba de pompearle la panocha, aunque el vaivén lo había reducido a uno semi lento. Ella me sorprendió con su propuesta: – ¿Quieres follarte mi culito? Este culito se muere por probar esa hermosa verga. – La verdad que no me lo esperaba y obviamente aquello era música para mis oídos y esta pequeña mujer estaba dispuesta a entregarme ese precioso y pequeño culo.
Las nalgas de esta mujer están muy bien formadas y ese pequeño y redondo culito realmente se le antoja a cualquiera. Abrir esas nalgas y ver ese ojete rosadito y sin ningún vello, es espectacular. Tenía el culo lubricado pues además de mi saliva le asomé el glande para que este escurriera todo ese liquido preseminal y ayudar a la penetración. Le comencé a dilatar ese anillo con la punta de mi dedo de en medio. Estábamos en una posición donde yo estaba sentado y Emily yacía acostada por sobre su estomago con las piernas abiertas por sobre las mías exponiéndome ese precioso culo. Me tomé el tiempo; algunas veces se lo lamía, le penetraba el culo con uno de mis dedos mientras le chaqueteaba su clítoris. Le gustaba que se lo golpeara a lo que me dio a entender que esta linda mujer asocia este dolor con el placer y creo que era por eso por lo que asimilaba muy bien el tamaño y grosor de mi verga.
Me insinuaba que estaba a punto de correrse y cambiamos de posición y nuevamente la puse a la orilla de la cama en posición de perrito y comencé a chocar mi glande con su orto. Ella se abría las nalgas y en su momento me tomó la verga y se la frotaba alrededor de su culo. Ella comenzó a preguntarme de una forma erótica: – Señor Tony, ¿se quiere follar mi culo? – Y le agregaba: – Siempre fantaseé que algún día me tendrías así… dándome por el culo. – Mientras me decía todo aquello mi glande entró: – ¡Qué rico Tony! Siempre pensé que me darías así… que rico… rómpeme el culito cariño. – La verdad que Emi lo sabe llevar a uno y mi verga se deslizó hasta la mitad, pues sabía que la lastimaría si se la empujaba toda. Eventualmente se la metía toda, pues en ese vaivén que teníamos no me di cuenta cuando mi huevos chocaban con su panochita. A mi me tenía a mil, pues los gemidos y cómo esta chica me hablaba realmente es eróticamente excitante. Sentí como su culo comenzó a vibrar y esta vez no solo le vibraban los muslos y los glúteos, también los músculos de su espalda parecían moverse con un tic nervioso. En esta ocasión ella solo me dijo: ¡Me corro Tony… que rica corrida! – La verdad que ya no aguante y le deje ir mi segunda corrida. Era tan fuerte las ganas de cogerme a esta pequeña mujer que la segunda corrida parecía más abundante que la primera. Ese culo le quedaba temporalmente abierto y comenzó a caer una pequeña cascada de ese líquido blancuzco. Pasamos de nuevo al baño a una breve ducha donde esa agua caliente nos dejaba totalmente relajados.
Una chica de 28 años es una persona con mucha vitalidad en la mayoría de los que respiramos y Emi no era la excepción. Después de unos quince minutos esta linda y pequeña mujer me estaba insinuando otro round más en esta batalla. A mis 40 me mantenía muy activo, me ejercitaba mucho y me sentía muy saludable, así que Emi no me iba a intimidar en ese aspecto. Lo que me propuso fue algo totalmente desconocido para mi y la verdad que este accionar sexual o fetichismo solamente recuerdo haberlo experimentado con ella. Emi me hizo la siguiente pregunta:
– Cuando dedeas a una chica, ¿cuáles son los dedos que usas?
– Creo que lo usual, el de en medio, el índice y algunas veces el pulgar. -le contesté con una sonrisa.
– ¿Alguna vez has intentado con los dedos de tus pies?
– ¡No… nunca! -me quedaba sorprendido.
– ¿Quieres hacerlo por primera vez conmigo? Mira que ese dedo gordo de tus pies es mas grande y grueso que una pija promedio.
– ¡Sí tú lo quieres… estoy para aprender y complacerte!
En ese momento Emi solo vestía una toalla cubriendo su cintura y se había puesto un pequeña tanga porque creo que intuye que verdaderamente me excita de cómo se mira en ella. Ella me hace sentar en contra del espaldar de la cama y se sienta frente a mi con sus piernas abiertas sin quitarse la tanga. Toma mi pie derecho y se contramina con su concha hacia él y me dice que le gustan mis pies. Creo que es la primera chica que me da ese cumplido. Siento el calor de su panocha y verdaderamente Emily es una chica muy caliente. Eso fue como una antesala, pero luego acomoda unas almohadas y se recuesta con su estomago sobre ellas y me queda exponiendo su trasero solo cubierto por el hilo de esta tanga. Levanta ese culito y su panocha le queda al nivel de los dedos de mi pie y comienza a frotarse con ellos haciendo de un lado su tanguita. La verdad que esto le excitaba a esta pequeña mujer, pues podía ver como los hilos de esa miel brotaban en su panochita. Mis dedos sentían el calor tan rico de su sexo y sin preámbulo alguno mi dedo gordo del pie se lo había acomodado para que desapareciera en ese hueco que tal parecía un horno. Jugó con mi pie insertándose ese dedo y con su mano acomodaba los otros para que no le hicieran estorbo. En minutos volvía a ver ese temblor de sus muslos y se corría y podía ver como sus jugos recorrían parte de mi pie. Nunca había experimentado esto, pero la verdad que me tenía excitado.
Recobró la compostura y me dijo: -Quiero que me lo hagas por el culo. La verdad yo no hacía nada, más que tener mi verga parada al ver tal acción sorpresiva. Obviamente mi dedo gordo del pie nunca se iba a poner pasivo, así que esta chica se lo podía follar todo el día si quisiera. Se volteó dándome su cara y volvió a acomodarse mi dedo gordo totalmente lubricado por sus propios jugos y ella misma se untó saliva a su ojete y este ya bien dilatado cedió fácilmente para que la punta del dedo del pie se le hundiera. Era fascinante verla gozar, la verdad que me encantaba observarla cómo gozaba y su excitación era tanta que se corrió en pocos minutos. Jadeaba, gemía, lloraba, reía, gritaba, gesticulaba y yo solo podía sentir el calor inmenso de su culo y el vibrar de su colon. A penas retomó la compostura y solo la puse de nuevo en cuatro y comencé con un embate bestial penetrando totalmente ese culo y Emi solo jadeaba de placer.
Pensé que ya no se iría pues había tenido dos orgasmos seguidos, pero esto es lo que me encanta de una mujer, puede tener los que quiera en términos de segundos o minutos a comparación de un hombre. Yo en mi vida solo he tenido tres veces esta experiencia corriéndome seguido dos veces en cuestión de minuto y parecía que la segunda siempre era mas rica. Le hice un vaivén con la idea de correrme y fue ella quien explotó de nuevo y sus gemidos me hicieron alcanzar la gloria. ¡Que rica cogida nos dimos esa mañana!
Aquello lo repetimos en varias ocasiones, pero siempre le pongo un alto, pues hay chicas que quieren más que una buena cogida y quieren una relación. Cuando Emi se dio cuenta de eso, que yo no era un hombre para el compromiso, me sugirió cogerme a su amiga Pat, ella me garantizaba que esta otra linda chica quería coger conmigo, pero que tenía que insistir pues Pat no era tan liberal o extrovertida como lo era Emi. Aquella mujer pequeña tenía razón, con los meses me llevé a Pat a la cama y era una buena follada, pero nada en comparar a las cogidas que nos dábamos con esta pequeña mujer y ese pequeño culo y panocha queriendo recibir una verga grande y los dedos de mis pies en esos orificios.