Ella se llama Carla. Hermosa morocha de 20 años, baja con unas curvas deliciosas con unas tetas de buen tamaño y un culito de ensueño. Yo me llamo Martín, 23 años, alto, joven y con ganas de garchar cada vez que puedo con mi novia.
Esta aventura nos sucedió hace un par de años, los dos éramos jóvenes y como cualquier relación que recién comienza, con mucha calentura de por medio.
Jueves de diciembre. Yo no había ido a trabajar porque era un día no laboral en mi empresa, mientras que ella no estaba trabajando, solo estudiando y para esa época del año ya había terminado. Decidimos encontrarnos en su casa, o mejor dicho en la de sus viejos, ella vivía con su papá, mamá y perra en una tranquila casita del barrio de Almagro.
-Che hace calor, ¿por qué no nos damos una duchita?
-Nono, mirá si mamá viene.
-¿Por qué vendría? Está trabajando, hasta el mediodía seguro no viene y tu viejo menos, no sale de la oficina hasta la tarde.
-¡Qué lástima! Tenía ganas… bueno, me voy a pegar una ducha yo -le dije mientras le sonreía a Car y me dirigía al baño. Mi anzuelo lo había dejado, carnada estaba puesta, ahora con un poquito de suerte ella picaba…
Unos pocos minutos que llevo en la ducha y en lugar de escuchar el ruido de la tele prendida, hay silencio… sonrió, confió y todo mi cuerpo comienza a tensionarse.
Rápidamente se mueve la mampara de la ducha y me devuelve una sonrisa Car, ya completamente desvestida con su cuerpo pidiéndome a gritos ser tomado. Le tiendo la mano para entrar y ya bajo el agua nos unimos en un profundo beso. Mis manos recorren su espalda pero sin lugar a dudas se detienen en su cola, acariciándola primero, pero con el paso de los segundos comenzando a masajearlo y apretarlo. Ella mientras tanto apoya sus manos en mi pecho y baja acariciándome hasta llegar a donde quería realmente: lo toma conociéndose dueña de él, con respeto pero intensidad, y comienza a masajearlo.
Con el paso de los segundos las respiraciones se volvieron más entre cortadas, yo comencé a besarle el cuello mientras ella casi susurrando me decía: -Sos terrible eh… no pude contenerme… no pensé hacer esto hoy…
Yo ya quería cogerla, pero sabía que recién arrancábamos y había que ir subiendo la temperatura. Con sus palabras, me prendieron más, asi que junto a los besos en su cuello hice propia sus tetas. sus pezones bien erectos como ya tenía yo mi miembro. La clave del éxito es no pasarse de revoluciones antes de tiempo, asi que fui tocándolas suavemente con mis dedos, en forma circular alrededor de los pezones. Sus movimientos bruscos eran señales de que iba por el camino correcto. Era momento de dirigirme a su vagina. Mientras mi mano derecha fue hacia abajo, mi izquierda fue a su cintura y mi boca a sus tetas.
Sus brazos se tensionaron hacia los laterales de la ducha, ya no podía aguantar más que para mantenerse de pie y gemir con ganas. Mi lengua saboreaba sus pezones y le realizaba mordisquitos a los mismos. Mientras tanto, un dedo y rapidamente dos, entraban y salían en su vagina con intensidad creciente.
-Ay dios, Martín, me vas a matar… cogeme, por favor… cogeme
-¿Si? ¿Te gusta? le susurraba en su oído mientras mis dedosse movían con mucha facilidad.
-¡Me encanta!, gritaba acompañado de unos gemidos enajenados.
Yo no podía más de calentura tampoco, asi que me frené y di un paso para atrás. Ella recobró un poco su postura y con una mirada casi ida se arrodilló ente mi y enseguida se embucó adentro mi pija. Iba y venía como si le fuera imposible contenerse. EL agua de la ducha ya parecía que hervía porque nosotros éramos fuego. Acompañaba su movimiento con una mano en su nuca mientras le decía:
– ¿A ver cómo me mostrás que la querés? Dale, dale, dale.. sos una putita bárbara… ¿Sabés ahora cómo te voy a coger?
– ¿Me vas a dar duro? me respondió sacándose el paquete de la boca y con un tono de inocente y sonrisa picarona que me impactó.
-Vení que te muestro. Le dije ya no pudiendo más. Tenía la pija bien dura y quería cogerla.
Apoyó sus dos manos contra la pared y e inclinó su cola para mi. La agarré y fui metiendole la pija de a poquito hasta llegar al fondo. Me acerqué con la pija adentro hasta su oído, le mordisquié la oreja y le dije: -Quiero que escuchen hasta tus vecinos.
Y empecé a garcharla como nunca lo había hecho. Agarrándola fuerte de la cintura mentía toda mi pija con fuerza y ella respondía con un gemido. EL movimiento era acompañado por el agua de la ducha pero que de ninguna manera ahogaba los gritos de Car.
-¿Quién es mi puta?
-¡YO!
-¿Te gusta?
-Si, si cogeme por dios.
Termina esa frase y escuchamos la cerradura de la puerta. Fueron unos segundos que parecieron minutos que nos frenamos y separamos e hicimos inmediato silencio.
No podía ser, su mamá no volvía hasta el mediodía. Ella luego de trabajar pasaba al mediodía almorzaba algo y volvía a salir. Pero serían alrededor de las 11hs, ¿por qué había vuelto?
-Hola Carlu- se escucha desde la cocina. Pero no era la voz femenina de la mamá de Carla, sino del papá.
-Hola pa me estoy duchando- atinó a responder Carla con un hilo de voz.
-Ah bueno bueno está bien. Vine a buscar unos papeles de la oficina y vuelvo a salir.
-Ah bueno bueno- Carla tenía cara de pánico y estaba colorada como un tomate. Yo después del sacudón inicial y con la puerta del baño cerrada comencé a calmarme.
Y de repente entendí que estaba en la ducha con mi pareja y su papá buscando papeles. Y la idea en lugar de avergonzarme comenzó a calentarme. Me acerqué a Carla y traté de besarla pero ella muy nerviosa me saca la cara y me hace con su dedo el gesto de silencio. Yo le respondí con el mismo gesto de silencio, pero mi otra mano buscó su concha. Ese segundo de indecisión de ella me bastó para meter mi dedo índice. A partir de ahí su cara de duda comenzó a transformarse de placer, cedió ante el mismo y usó su mano para taparse la boca. Ya eran dos los dedos que la penetraban y sus gemidos eran ahogados solo por su mano.
-¿Vas a hacer algo para almorzar con mamá?
-Sisi. Respondió casi gritando ella y volvió a taparse la boca.
Yo quería ir por más, quería disfrutar también, asi que la di vuelta nuevamente a Car y comencé a embestirla. Primero suavemente para que fuera controlando sus gemidos y no se escuchara el ruido seco de nuestros cuerpos chocar, pero con el paso de los segundos y el aumento de nuestra calentura, fuimos perdiendo el control.
– Chau hija.
-¡Cha chau paaa!, respondió a los gritos ella ahogando gemidos. Yo estaba desaforado en mis embestidas y quería lograr que gimiera.
A los segundos se escuchó nuevamente la cerradura y ahora si Car soltó todo de ella:
-¡Ay dios, me estás matando hijo de puta. con mi papá afuera!
– Ya se fue, ahora quiero oirte cómo te gusta esta pija.
-¡Ay si, dame más, cogeme, cogeme, haceme tu puta!
Yo la cogía y la nalgueaba con fuerza hasta que anticipando que me venía, le dije que se arrodillara y le acabé la cara.
Sin lugar a dudas una de las experiencias más calientes que viví en mi vida. Busquen este tipo de experiencias, valen el riesgo.
Déjenme sus comentarios y tal vez subo segundo parte.