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El cumpleaños de mi suegra
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Era una noche de fiesta, los 50 años de mi suegra. La noche ya llegaba a su fin y todos iban retirando. Había sido una noche de mucho alcohol, mucha alegría, muchas emociones, baile. Mi suegro se había ido a dormir con unas copas de más encima. Mi novia estaba tirada en un sillón en un estado calamitoso del cual era imposible despertarla, yo con ganas de volverme a mi casa y mi suegra un poco borracha esperando a que me decidiera irme para poder descansar.

Me puse mi abrigo, le di un beso en la frente a mi novia y me dirigí hacia la puerta. Mi suegra me siguió para cerrar luego la puerta con llave. Abrí la puerta y me di vuelta para saludarla, le di un beso en la mejilla y me sorprendí muchísimo cuando ella casi en forma repentina me tomó la pija con su mano sobre el pantalón y me dio un apretón con una mirada desafiante…

Me quede como tildado sin saber que hacer…

-¿Qué pasa?… ¿tenés miedo?… -me dijo ella.

A lo que respondí con una sonrisa casi infantil sin querer decir nada.

Ella no me soltaba y con la otra mano se fue desprendiendo la camisa dejando sus dos enormes tetas delante de mí. Yo no entendía nada, si bien de vez en cuando solía mirarle el culo que a pesar de sus años siempre estuvo muy bien, más de eso jamás había imaginado nada con ella, pero la situación me empezaba a calentar y mucho.

Poco a poco se las fue ingeniando para desabrocharme el pantalón y dejar al aire mi pija que comenzaba recién a erectarse.

Cuando logró sacarla toda afuera se agacho y sin dudarlo se la metió en la boca y comenzó a bombear de una forma espectacular, con una experiencia indescriptible, suave, lento, profundo… sexy…

En un momento cuando yo ya estaba a mil, con la pija re-dura y muy excitado, ella se puso frente a mi nuevamente, siempre con una mirada desafiante, agresiva y dominante; se dio vuelta, se levantó la minifalda que tenía puesta y luego levantó las dos manos, cruzándolas sobre su frente y apoyando estas en el marco de la puerta, dejándome enfrente ese culito que tan bien se conservaba a pesar de los años. No dude en meterle mano, en tocar su húmeda concha y en llevar hacia ella mi pene que ya estaba muy parado.

La penetre de una hasta el fondo, ella no se quejó para nada, y dejo que yo me moviera por un lapso de 5 minutos más o menos. Cuando noto vio que yo estaba demasiado excitado por la situaron en sí, entonces se corrió hacia delante, se dio vuelta, se agachó otra vez y comenzó a chupármela otra vez hasta que acabé de una forma impresionante dentro de su boca.

El semen empezó a correr por sus labios y ella se lo tragaba con gusto y satisfecha…

Se repuso ante mí y me dijo:

-Andá a dormir “chiquito” que ya es muy tarde…

Se bajo la pollera se acomodó el corpiño y me palmeó la espalda despidiéndome.

Al otro día ella como si nada hubiese pasado. Yo no podía mirarla a la cara de la vergüenza que sentía.

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