Hola, soy Eva y les voy a relatar lo que sucedió con mi hermano, una prima y yo. Como saben, yo hago el amor con mi hermano y hace unos días le propuse que si quería tener a dos mujeres con las que hacerlo. Al principio a él le extraño el ofrecimiento pero, al decirle de que esa otra chica era nuestra prima Mónica, a él se le ilumino la cara…
-Te gusta el trato, Juanje?
-Si ya lo creo Eva…mmm…dos mujeres para mí.
A mí también me gustó la idea y no estaba nada preocupada a fin a cabo, la otra mujer era nuestra prima. Un sábado por la mañana lo preparamos todo. Ella vino por la tarde, estuvimos cenando y luego nos pusimos a ver la tele. Entonces le giñe un ojo a mi hermano para que supiese que era el momento de iniciar el juego
Nos fuimos al dormitorio del ordenador y empezamos a mirar páginas. Al principio, solo fueron páginas normales pero poco a poco, comenzamos a ver páginas de sexo. Mire a mi prima y creía que ella iba a salir de allí, pero no, se quedó mirándolas e incluso nos pidió que les enseñáramos más. Al cabo de un rato, tanto mi hermano como yo,
Comenzamos a ponernos calientes. Miramos a nuestra prima y vimos como de vez en cuando, ella también se tocaba entre las piernas y las tetas.
Viendo que ella estaba casi preparada, mi hermano saco un juego en una página y nos dijo…
-Oye chicas, ¿queréis jugar a este juego…?
Yo ya sabía cuál era pues él y yo ya habíamos jugado varias veces pero, mi prima lo desconocía así que le dijo…
– ¿De qué se trata? – pregunto
– Es un juego que me han dicho es muy divertido -contestó- ¡es el strip-poker!
Hubo unos segundos de silencio…
– ¿qué es eso? -preguntó intrigada mi prima
– ¡Muy fácil! -respondió eufórico Juanje. Es un juego de cartas… tú no has oído hablar de él, Mónica?
-Sí, sí sé que es el póker…
-Pues eso prima, es igual que el póker pero, con la diferencia que si se pierde hay que quitarse una prenda…
-Desnudarse…?
-Eso es. Cuando se pierde pues la chica del ordenador se quita una prenda…
Yo para calentar más el ambiente, le dije a mi hermano que yo estaba de acuerdo.
Otro silencio…..
– ¿Tú estás loco? -le dijo mi prima.
– Estas de broma, ¿verdad? -le dijo de nuevo.
– Y ¿por qué no? ya nos conocemos hace tiempo como para asustarnos, creo yo. -contestó muy convencido.
-Si Mónica, además es solo un juego…
-Ya lo sé Eva… pero es que…
– Mira, Mónica, para que veas, yo os dejo ser las "jefas" y cuando lo de seis, paramos el juego y no se hable más, pero creo que podríamos intentarlo, puede ser divertido.
Después de un rato…
-De acuerdo, vamos a jugar…
-Muy bien, prima… jugamos aquí en el ordenador o nosotros tres solos…?
Y cuando creía que iba a decir allí mismo, mi prima le dijo…
-No Juanje, vamos a jugar los tres solos, con cartas de verdad…
-Muy bien… así será más divertido…
Pusimos unas mantas en el suelo, unos cojines y nos pusimos a jugar. El juego empezó sin mayor transcendencia y fue yo la primera que perdí. Sonreí, me puse en pie y me quité uno de las sandalias de tacón que llevaba, mientras la hacía girar en mi mano cantando el ¡tariro, tariro! La cosa era divertida, mucho más que una partida de trivial. A todos nos producía aquello una risa nerviosa.
El juego se puso más interesante cuando Mónica se tuvo que quitar una prenda a elegir entre sus jeans ajustados o su camiseta blanca de tirantes. Optó por ésta última, se puso en pie y sacó lentamente sobre su cabeza aquella camiseta. Sus tetas se movieron al compás de sacar los brazos. Se quedó en pantalones y en un sujetador color rosa palo que le sujetaba mínimamente sus enormes pechos. Parecía que ella y todos nos íbamos animando con aquel juego.
Luego Juanje perdió y se despojó de su camiseta. Su torso es musculoso, bien depilado, pues práctica natación, tiene una enorme espalda, unos brazos fuertes y además es muy guapo, vamos, imaginaos como esta mi hermano… buenísimo.
Otra partida y fue cuando me tocó a mí quitarme el vestido que llevaba. Aquel vestido me sentaba realmente bien. Me puse en pie y me fui quitando uno a uno los botones, mientras meneaba las caderas con un ritmo muy insinuante. A Juanje, le encantaban aquellos movimientos, se le salían los ojos de las órbitas. Después de soltarme todos los botones y continuando con aquel baile, me puse de espaldas y me fui bajando el vestido que fue cayendo por mi espalda, hasta dejarlo caer al suelo.
Mi ropa interior era blanca y ajustadita. Me da la vuelta y Juanje se quedó con la boca abierta. Posiblemente esté mal que yo lo diga, pero estoy bastante bien, al menos el cuerpo me gusta cuidarlo y resaltarlo. Me tumbé recostada con cierta sensualidad y continuamos jugando.
Siguiente jugada y de nuevo, perdió mi hermano, así que se quitó los pantalones. Se fue bajando la cremallera de la bragueta poco a poco, y dándose la vuelta y sacando el culete se despojó de los pantalones. Llevaba unos calzoncillos de raso que yo le regalé de tipo boxeador, negro ajustado, modernillo, y que tenía debajo un paquete enorme. Yo creo que estaba empalmado. Miré hacia mi prima Mónica y le sonreí.
Después me perdí yo de nuevo y tenía que quitarme otra prenda y solo tenía dos opciones: quitarme las braguitas o el sostén, y fue por este último por el que me decidí. Siguiendo el ritmo me llevé las manos a la espalda, solté el broche y me saqué el sujetador de los brazos aguantándolo sobre mis pechos. Todos querían verme las tetas y levanté de golpe mis brazos, cayendo el sostén al suelo y dejándose ver mis tetas botando. No son excesivamente grandes, pero si bien puestas. Yo sé que a mi hermano le encantan, le entusiasman, no había más que verle la cara.
Seguimos jugando y esta vez perdió mi prima. Nosotros dos, queríamos saber si mi prima continuaría con el juego o simplemente se rendía pero no, decidió seguir el juego. Se quitó muy despacio su ajustado pantalón, y enseñando sus bonitas piernas, ya que Mónica es muy hermosa, con una cara muy dulce, pelo largo rubio, labios carnosos, grandes tetas, cinturita, buenas caderas y espectaculares piernas. Mi hermano no le quitaba ojo, y no era de extrañar y aunque algunas veces la había visto en ropa interior nunca había tenido la oportunidad de verla tan cerca y eso, lo calentó mucho. Nos hizo a los dos un baile erótico en el centro de las mantas y se quedó solo con su ropita interior rosa.
Otra jugada y de nuevo perdí yo… sí, es que no soy muy buena jugando. Bueno, ya solo quedaba quitarme la única prenda que llevaba: mis braguitas blancas, que ya se empezaban a humedecer con aquel ambiente. Me puse en el centro, y girando sobre mi misma, me fui bajando las bragas lentamente, enseñando mi culito, mis caderas, dejándolas bajar por mis muslos, por mis rodillas y… ¡zas! me las saque.
– ¡guau! -dijo mi hermano Juanje
Mi cuerpo que yo cuidaba a base de mucha gimnasia estaba muy bien proporcionado, y aún continúa estándolo, me cuido mucho y me gusta lucirme, un pelo moreno, largo y liso, boca muy sensual, tengo bonitas tetas, bonitas piernas y culo redondo y respingón. Mi hermano y mi prima disfrutaron de mi desnudez. Me volví a mi cojín y me senté de lado dejando a la vista mi sexo con las piernas ligeramente entreabiertas. Noté como a Juanje le crecía su ya dilatado paquete bajo el slip negro. A mí me encantaba ponerle cachondo.
A continuación mi hermano Juanje fue el siguiente en despojarse de su única prenda el calzoncillo, que se bajó también lentamente ante la mirada de todos y al hacerlo saltó su pene supererecto, botando sobre aquel calzoncillo, se le notaba muy excitado, quizás por mi baile o por el de mi prima. Mónica me miró sonriente, se iba animando paso a paso y se le veía muchísimo más caliente. Solo había que ver como se dejaban ver sus erectos pezones tras el diminuto sostén.
Juanje tenía su miembro como una estaca, deseoso de ser devorado.
-Joder Juanje… como estas! ¿Eh Mónica…? -dije.
-Si prima… joder… ya lo veo…
Yo vi como los ojos de mi prima se clavaban en la verga de mi hermano. Después, el me besó ardientemente en los labios y ocupó su lugar. Aquello a mi prima, le sorprendió muchísimo de que mi hermano me besara en los labios pero como ya los tres estábamos casi desnudos, no dijo nada y seguimos jugando.
Total, que Juanje y yo quedamos despelotados, ya solo quedaba mi prima por quitarse sus braguitas y el sujetador. Y eso ocurrió.
Perdió ella, se puso de pie, lanzó una dulce sonrisa a nosotros dos y en el centro de la sala se quitó lentamente el sujetador rosita, dejando al aire sus hermosas y grandes tetas. Juanje se ponía bizco, mirando aquellas tetas. Pero lo bueno es que ella siguió desnudándose sin importarle ya el juego, así que siguió con su particular "striptease”. A mi hermano, Juanje, se le ponía su verga como a un toro mientras la sensualidad de Mónica nos electrizaba a los dos. Tras unos pases por delante de cada uno de nosotros, prácticamente se arrancó las bragas dejando ver a todos a una preciosa mujer completamente desnuda.
-Preciosa… Tía buena! -le gritó mi hermano.
Qué guapa estaba, con una carita tan dulce, con aquel cuerpo moreno, tan cuidado, sus bonitas tetas, sus largas piernas, su vientre liso y con el vello del pubis bien recortadito. No era de extrañar que mi hermano estuviera como un lobo.
Después de quedarnos en pelotas los tres dijo mi prima…
– ¿Y ahora que…?
Entonces, me eche sobre mi hermano y comenzamos a besarnos y a manosearnos los cuerpos. Mi prima al ver aquello, se quedó alucinada pero luego, se unió. Allí en las mantas estábamos tres cuerpos desnudos revolcándose, tocándose, besándose en fin una orgia sin control. De pronto, mi hermano le dijo a mi prima…
-Mónica, ¿quieres hacerme una cosa…?… es que lo estoy deseando
-Bueno… primo…
Hubo unos segundos de silencio y al fin dijo
– ¿Qué quieres…? -preguntamos las dos.
Y mirando con ardiente deseo a Mónica le dijo:
-¡Que me hagas una buena mamada!
– ¿Queee? – saltó Mónica asustada mirando su empinada verga.
– Pues que quiero que me la chupes, eso es lo que quiero.- respondió.
Mónica no podía creerlo y yo tampoco, ya que no nos lo esperábamos tan pronto. Ella se quedó sin palabras con la proposición de mi hermano. Yo, la verdad, es que sí deseaba que se la chupase a mi hermano, quería verle disfrutar con mi prima, con su hermosura y con sus labios.
-Joder Juanje, primo… tu sabes lo que me estas pidiendo…?
-Pues claro que lo sé… además tengo unas ganas
Entonces, yo para calmar a mi prima, la abrace y le dije que tranquila que no pasaba nada y que además se le veía en la cara que lo estaba deseando de cómo le miraba a mi hermano su verga.
Mónica no podía creer lo que estaba ocurriendo pero, se levantó, acercándose hasta mi hermano, se arrodilló frente a él, se abalanzó sobre la erguida verga y la cogió con su mano suavemente. Mónica me dirigió una mirada a modo de aprobación y yo que estaba muy cachonda asentí.
Se retiró su rubio pelo hacia atrás y comenzó a chupar los huevos de mi hermano con frenesí, mientras con su mano subía y bajaba aquel nabo tieso. A continuación y cogiéndolo por la base, empezó a besar y a chupar por todo lo largo de aquel poste, para luego dar pequeños besitos en el glande, mientras con su otra mano acariciaba el pecho de Juanje y él acariciaba el cabello de ella. Mónica siguió besando el capullo mientras le sonreía con cierta picardía, y sacó su lengua para chupar con mayores ganas. En ese momento yo sentía entre celos, rabia, excitación, de ver aquella escena en la que mi prima le comía le chupaba la verga a mi hermano, algo que nunca me había sucedido.
De repente Mónica bordeó con sus carnosos labios la punta de aquel nabo y empezó a subir y a bajarlos suavemente hasta que llegó el momento de metérsela hasta dentro. Él daba grititos de placer a modo de aullidos, y ella seguía con aquella operación que desarrollaba con mucho estilo; sacaba y metía aquel falo en su boca mientras Juanje resoplaba…
-Eso es… Mónica… aaauuuhhh… chupalaaa
-Que verga tienes… mmm… primo…
Mónica sacó la polla de su boca, agarrándola con la mano, levantó la cabeza y se incorporó de rodillas con las piernas medio abiertas dejando ver toda su desnudez entera, como diciendo: ¡cómeme! mientras masturbaba a su primo. Volvió a agacharse sobre la verga y prácticamente se la comió una y otra vez, hasta que otra vez retirada su boca, se reincorporó de nuevo y él sin poderse contener, hasta que soltando un apretado gemido, lanzó varios potentes chorros sobre la cara y pecho de Mónica…
-Joder… aaahhh… Monicaaaa… me corroooo
Ella pareció estremecerse de placer agarrando sus pechos con ambas manos y esparciéndose la leche por todo su cuerpo y relamiéndose los labios con la lengua, mientras el pene de Juanje seguía lanzando su leche y dando pequeños espasmos de placer. La escena era muy excitante, viendo a Juanje resoplando con la cabeza hacia atrás, su pene convulsionado, mientras Mónica seguía con los ojos idos, magreándose y luciendo su cuerpo brillante de aquel esperma.
De verdad que aquella mamada, hizo que yo me pusiese aún más caliente, sobándome las tetas y metiendo mis dedos dentro de mi raja, haciéndome una paja de campeonato.
– Y ahora… – comento, mi prima haciendo una pausa.
Los dos me miraron con expectación. Y solté:
-Quiero que Juanje y tú me chupéis entera…!
A Juanje le gusto muchísimo la idea pues, le encantaba chuparme mis tetas y mi chocho que en ese momento lo tenía al rojo vivo de tanta excitación. Y mi prima pareció que también el gusto la idea, ya que en un momento se me acercaron para obedecer mi petición. Ellos dos empezaron a lamer mis piernas con sus lenguas. Primero Juanje me chupaba por entre mis rodillas por delante y Mónica me besaba por detrás de mis muslos. Aquello era sensacional, ya que no me habían chupado dos personas a la vez. A continuación Juanje me besó el ombligo y me lamió los brazos, la cintura, las tetas y el cuello. Mónica seguía en mi espalda y de pronto bajó hasta mi culo concentrando su lengua en mi agujero. Yo me estremecí y sentí un escalofrío que me hizo tambalear. Mi hermano que era un experto en chuparme el coño, no tardó en bajar hasta él y besarlo y chuparlo como si comiera un dulce, metió su lengua y mi clítoris rozó sus labios. Todo pasaba muy deprisa. Mientras uno me lamía el culo y el otro el coño, me acariciaban a lo largo de mi cuerpo, poniéndome el vello erizado. No pude aguantar y me corrí de repente, acariciando sus cabezas a modo de gratitud. Tuve un orgasmo largo y profundo.
Todo mi cuerpo se sentía extraño, pero aún sentí mayor excitación con solo recordarlo deseando ser penetrada por una verga bien cargada.
Todos mis deseos se hicieron realidad cuando mi hermano me dijo…
-Vamos Eva, quiero comerte entera de nuevo, quiero que me comas tu a mí y quiero que hagamos el amor como nunca lo hayamos hecho!
La onda expansiva de aquella frase se reflejó en la cara de mi prima. Yo alucinaba, ya que es lo que más deseaba en ese momento. La cara de Mónica era un poema y no tardó en decir…
-Que…?… ¿qué vais a hacerlo… los dos juntos…?… ¿cómo va a ser eso…?
Después yo le conté a mi prima que lo hacíamos desde hace un tiempo. A ella se le quedo una cara de sorprendida. No atinaba a decir nada más. Le dijimos que ese sería nuestro secreto y asintió con la cabeza. Entonces, mi hermano le dijo…
-Y no te preocupes Mónica, que luego vas a ir tú… ¿o no quieres…?
Se quedó un poco callada, lo miro y le dijo…
-Pues sí, ya que más da… por supuesto que tienes que hacerlo conmigo
Así que nos juntamos mi hermano y yo en las mantas y…
-Eva, pero que buena estás! – me dijo sin dejar de contemplarme.
Me agarró por la cintura, me apretó contra él chocando mis tetas por debajo de su fornido pecho, su verga en erección golpeó cerca de mi ombligo y en un apasionado abrazo inclinó su cabeza susurrándome al oído un sensual y cariñoso: ¡te deseo! y comenzó a besarme con mucha suavidad. Nuestras lenguas se juntaron acompañando aquel tierno abrazo. Sus manos recorrían mi espalda y yo acariciaba sus duras posaderas. Nuestros ojos se cerraban en un ardiente beso. Su lengua buscaba la mía y yo apretaba su culo con mis manos. Con una mano me acariciaba las tetas con suavidad y con la otra me palpaba una de mis nalgas. Su verga se apretujaba entre nuestros cuerpos. Mi chochito soltaba todos los jugos del placer. El bajó con su lengua por mi cuello, besó y mordisqueó ligeramente mis pezones, chupó mi cintura, mi ombligo mis muslos, bajo por mis rodillas, me giró y siguió por detrás de mis muslos, me separó las piernas y siguió lamiendo mi culo. Yo seguía en pie muriéndome de gusto, mientras me lamía por todas partes. Me giró de nuevo frente a él y metió su lengua entre mis muslos hasta llegar a mi húmedo sexo, cuando sin poderme contener lancé un gritito de placer.
-¡ahhhhh… Juanjeee… que gusto me das!
Él seguía en su labor de chuparme todo el coño con sus labios y lengua, yo le introducía los dedos en su ensortijado cabello negro. Notaba los latidos de mi corazón en mí clítoris, notaba su lengua como se habría entre mis labios vaginales, como si estuviera buscándome todos los rincones del placer, hasta que de pronto sentí en mi interior una ola de calor y gusto que nunca había sentido, produciéndose en mí un monumental orgasmo que deje llevar con gemidos profundos. Se incorporó y nuestras lenguas volvieron a juguetear mientras nos abrazábamos y acariciábamos.
Ahora me tocaba a mí. Fui bajando con mi lengua por su cuello, le mordisqueé en los fornidos hombros, le acaricié los potentes brazos, le chupé las tetillas y con mis manos iba bajando por su espalda, salté sus genitales y seguí besando, chupando y mordiendo sus muslos, sus rodillas, sus gemelos, subí por detrás hasta llegar a su culo, lamiendo aquellas sabrosas y duras posaderas.
Me puse de nuevo frente a Juanje a la altura de su aparato, subí la mirada hasta sus ojos, le sonreí y empecé a besuquear aquel nabo enorme. Primero lo hice suavemente jugueteando con mi lengua y dando pequeños golpecitos del glande contra mis suaves labios. Arrastré mi lengua por toda su longitud, recorriendo de arriba a abajo notando sus dilatadas venas, mientras con mis uñas le arañaba por detrás de sus muslos y por su culo. De golpe, me metí aquella verga en la boca. Ahora era él quien acariciaba mi negro cabello, mientras soltaba resoplidos de gusto cerrando los ojos. Yo seguía intentando comerme aquel tronco una y otra vez, adentro y afuera de mis carnosos labios. Mi saliva lubricaba aquel pene, hasta que repentinamente él me tiró del pelo separándome de su sexo, evitando correrse. Yo para entonces ya estaba como una moto y deseaba ser penetrada por aquel potente hombre. Juanje me cogió por la cintura como si yo no pesara nada y con su extremada fuerza, pero con suma delicadeza, me trasladó hasta la mesita de madera que estaba frente al sofá, justo a los pies de nuestra prima. Era alucinante, mi hermano, quería colocarse cerca de ella para que viera bien la operación de cómo me cogía. Para entonces a ella se le veía muy excitada.
Me tumbo boca arriba en aquella reducida mesita, me agarró por los muslos y puso mi chocho al borde de la pieza. Cogió su pene por la base y acercó su punta hasta mi húmeda caverna. Paseo ligeramente arriba y abajo su glande por mi raja, mientras yo me sobaba mis tetas que apuntaban al techo.
– ¡Mmmmmm, métemela, métemela! – gemía yo.
Sabía dar gusto a una mujer, esperando el momento propicio. Sonrió maliciosamente mirando a Mónica. Entonces empecé a sentir un gusto extraordinario. Aquel enorme tronco fue entrando en mi cuerpo de nuevo. Me penetró: un centímetro, dos, tres, cuatro… yo me estremecía… ocho, nueve, diez… aquello no acaba nunca, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve… no sé cuánto medirá porque no lo he hecho todavía pero os juro que es sensacional.
La sentía en mi interior y como mi coñito se adaptaba relamiendo su largura. De repente entró entera dentro de mí, sintiendo sus huevos chocar en mis glúteos. Nunca había sentido tanto placer por todo lo largo de mi cuerpo.
– ¡ahhhhh, uuuuuffff! – gritaba como loca.
Me estaba taladrando las entrañas. En apenas unos segundos, sentí dentro de mí una sensación súper extraña, un placer mayúsculo, un orgasmo que llegó a ponerme la piel de gallina, se apagaba y pronto volvía a calentarme más y más, y así corriéndome una y otra vez, con múltiples orgasmos. Él también soltaba algún gemido, mientras bombeaba suavemente al principio metiendo la punta y apretando al final su gran polla dentro de mi pequeño agujero. Mi chocho se adaptaba difícilmente a su duro y gigante miembro. Se detuvo. Sus músculos se tensaron, me la saco del coño y…
– ¡Dios mío! ¡Que gozada! – dijo
Y tuvo una larga corrida, llenándome toda con su semen, mis tetas, mi boca, mi cara en fin, todo mi cuerpo. Con su verga en mi mano, la notaba como botaba con espasmos mientras echaba goterones de leche sobre mi cuerpo. Yo volví a correrme mientras acariciaba su tórax y sus abdominales tensados. Nuestros cuerpos sudaban y brillaban uno pegado al otro.
Nunca me había ocurrido: tuve más de siete u ocho orgasmos seguidos y muy profundos. Nunca me habían cogido de esa manera ni me habían hecho gozar como lo hizo aquel día, quizás fue así al tener a mi prima allí al lado mirándonos lo cual nos hizo estar aún más excitados que de costumbre
Después de un rato, le tocó el turno a mi prima Mónica. Mi hermano se sentó en el sofá, ella, se subió a el de rodillas, paso una pierna a cada lado del cuerpo de él. Mientras yo le cogí la verga a mi hermano, la apunte hacia el chocho de mi prima y se la ensarto…
-Juanjeee… aaauuuhhh… dios mioooo…
-Así Monicaaa… mmm… metetelaaa… toda entera…
Mi prima comenzó a cabalgar la erguida verga de mi hermano. La vista era muy espectacular, primero la cara de gusto de Mónica con sus ojos cerrados, sus tetas bailando al vaivén, su cinturita sudorosa y su coñito metiéndose en el nabo de Juanje hasta llegar a los huevos. La estaban gozando en pleno. La cara de Juanje apenas podía verse tras mi prima, pero se le oía gemir y decir:
-Sí, sí, que bien lo haces!… ¡me vas a matar!
– ¡ahhh, que bien, que bien! -se le oía decir a Mónica entrecortadamente.
Yo comencé a sobarle los huevos a mi hermano y a meterle unos dedos en el culo de mi prima con lo cual se excitaron aún más. En ese momento, mi hermano Juanje, dando pequeños aullidos, se corrió dentro del excitado sexo de Mónica y ella a continuación empezó a cabalgar más fuerte hasta alcanzar también un escandaloso orgasmo unos segundos después. Ella, le daba miedo de que él se corriese dentro así que se la saco, la puso entre sus tetas y le hizo una paja con ellas. Cada vez que subía la verga de mi hermano, mi prima le daba unos besos en el capullo hasta que al final, no pudo más y se corrió.
Mi prima, sujeto con sus labios el capullo de la verga de mi hermano, hasta que el cogiéndole por la cabeza, se la introdujo toda dentro de la boca y se la lleno con su leche…
-Si… aaahhh… Monicaaaa… aaauuuhhh… toma mi lecheeee…
Luego, mi prima se bebió la que pudo pero, se guardó un poco en su boca, junto sus labios a los míos y me la pasó. Imaginaos, nuestras bocas y nuestras lenguas jugando con la leche de mi hermano y su primo respectivamente…joder, fue algo increíble.
Después al rato, le cogimos de nuevo la verga a mi hermano entre las dos y le dimos una mamada espectacular. Nuestras lenguas jugaban con toda ella, chupando una y después la otra hasta que el no pudo más y se corrió, llenando de nuevo nuestras bocas con su leche. Nos tragamos las dos toda la leche y le chupamos con ahínco con nuestras lenguas por todo su miembro. Él se relamía de gusto.
La verdad es que aquella tarde nos dejamos llevar los tres por nuestro deseo y por nuestra excitación hasta el punto de sentir el máximo placer. Fue toda una gozada, creo que irrepetible.
Nos fuimos duchando y vistiendo uno a uno, y salimos a la calle en busca de algo de aire fresco que nos relajara de aquella agitada y divertida tarde.
Fue una experiencia que repetiremos más veces y que servirá para conocernos mejor incluso a nosotros mismos.