Siempre que leo historias de mujeres maduras, se habla de mujeres que aparentan menor edad de la que tienen y, generalmente, tienen el cuerpo de una de 20.
Mi historia es diferente, la mujer de la historia tiene 50 años cumplidos (yo tengo 26 años), mide 1.72, cabello cortito -más parecido al corte de un hombre que de una mujer-, tiene barriguita producto de su fascinación por la comida; pero, si uno la mira de atrás, wow, es muy atrayente: Unas caderas anchas (98 centímetros que pude medir exactamente un día), una cintura muy bonita y pequeña (ojo, vista de espaldas) y unos senos no muy grandes pero tampoco diminutos, la medida 34B, es decir, como 95 centímetros de busto. Tiene una piel blanquita (hay veces que parece como de porcelana), suave y bonita. Unas piernas, wow, no son como de las modelos, son diferentes, me entenderán aquellas personas que han tocado alguna pierna de una mujer de 50 años!
Pero si hay algo interesante en esta historia es que esta mujer es nada más y nada menos que mi suegra! ¿Por qué decirles esto? Para que entiendan como empezó mi aventura. Pero antes, contarles que yo nunca me fije en mi suegra como mujer, yo siempre la quise porque ella es genial, muy alegre, divertida y súper amorosa, la suegra perfecta, saben, es tan genial que todo el mundo que la conoce queda alucinando por su forma de ser y por lo bonita que es ella. La verdad, ella es muy bonita (unos ojos, unos labios… creo que estoy enamorado!) y si uno ve las fotos de cuando era joven!!! Simplemente una hermosura!
En fin, como hace unos 5 meses, mi esposa y mi suegro tuvieron que viajar. Mis suegros viven en un lugar bastante apartado de la ciudad, y como no viajó mi suegra, tuve que ir a dormir a su casa para que ella no se quedara sola en la propiedad.
Cuando llegué a su casa, nos dedicamos a charlar de todo. Luego comimos una pizza que yo había llevado y, finalmente, nos fuimos a ordenar el cuarto donde yo dormiría. La casa de mis suegros es de 2 pisos, arriba existen 2 cuartos y en el piso de abajo existe otro cuarto más, destinado para las visitas.
– Mario -me dijo ella- lastimosamente no hay cable en la televisión de este cuarto.
– No se preocupe señora. -le dije- Traje unas revistas para leer.
– Si quieres, puedes subir a ver televisión en mi cuarto.
– Mmmmm, mire… voy a leer un poco y si me aburro, subo… si?
– Esta bien, pero ojo: Yo elegir que ver, ja ja
Seguramente algunos pensarán: Esta vieja se lo quiere comer a este muchacho! Amigos y amigas que equivocados están! La verdad, no existía la mínima intención de eso, ni por su parte ni por la mía. Nos conocíamos tan bien y existía entre nosotros prácticamente una amistad así que esta propuesta no era nada más que eso: una simple invitación.
Después de haber leído una revista, ojeado unas 2 y botado de la cama otras 3, me di cuenta que estaba totalmente aburrido. ¿Será que subo a charlar con mi suegra? ¿Será que hay algo que ver en la televisión? Eran como las 8:30 de la noche y decidí subir.
– Suegra, hay algo en la televisión? que está viendo?
– Mario! Que fue? Te aburrieron tus revistas?
– Si! Justo traje las que ya había leído!
– Ja ja, en la tele tampoco hay mucho! Ninguna película buena… estoy viendo un documental
– Si? De que es el documental?
– De esos que dan en Discovery… es de animales.
– Bueno, entonces tendré que ver eso -le dije.
– Claro, échate acá en la cama.
Aunque éramos prácticamente amigos, nunca pude sentirme cómodo cuando estaba en su cuarto. Mi esposa se reía junto con mi suegra en esas oportunidades, ahora me sentía igual, así que me acerque a la cama y solo me senté y bastante al borde.
– Pero échate pues! -me dijo mi suegra- Ja ja, no te voy a hacer nada!
– Si ya se! pero me da cosa -le dije
– Mira, si no te echas… yo me siento
– Mejor -le dije
Así que mi suegra se sentó y, seguramente, se veía muy chistosa la situación. El documental era sobre leones y justo estaban hablando de porque se le decía rey de la selva al león.
– Que buena vida! -Le dije- Comer y tirar todo el día… no?
– Ja ja, yo como todo el día… pero de tirar ya no tanto! Ja ja
– Como es eso suegra? Que, mi suegro ya no da? -la curiosidad empezó a crecer en mí.
– No! Si es el que jode y jode para tirar… creo que se cree el Rey de la selva! ja ja
– Ja ja, entonces? -pregunte.
– Bueno, sabes… nosotros las mujeres menopaúsicas ya no tenemos muchas ganas
– Ja ja, nada que ver!!! Yo tenía entendido que la menopausia no quita en interés sexual
– No? Sera? Entonces… será que ya no tengo ganas no más! Ja ja, por ahí fue mucha práctica en mi vida! Ja ja
– Acaso? -le pregunte.
– No tanto -me dijo- La verdad, yo no fui muy busca-pichi en mi vida
– Suegra!!! -le dije- Que son esas palabras?!?
Hasta este momento la charla era de lo más normal, pero algo paso por mi cabeza, no sé, sentí un morbo dentro de mí, la vi: ella ya no estaba sentada, estaba echada. Yo también estaba echado, no sé en qué momento me eche. Estábamos prácticamente a unos 30 centímetros cara a cara, ambos de estómago. De un movimiento me volví a sentar, pero ahora mucho más cerca de ella y me saque los zapatos para no ensuciar la cama.
– Sabes Mario, -me dijo- Antes me gustaba el sexo, pero como hace unos 2 o 3 años que casi no siento nada… tu sabes, cuando una mujer se excita… se lubrica muy bien… ya no me acuerdo cuando fue la última vez que me paso eso -esto último lo dijo tan tristemente que casi me muero de la tristeza yo también.
– Posiblemente -le dije- lo que necesita es algo diferente… no sé… con su hija procuramos cosas diferentes para no caer en la rutina.
– Ja ja, en serio? Como que?
– Suegra! No sea curiosa!
Yo estaba muy emocionado, estaba hablando de sexo con mi suegra y de un momento a otro empezó a crecer mi pichi (debo decir que mi pichi no es gigante como en las historias que uno lee o en las películas que uno mira, el mío es de 17 centímetros, pero muy bien usados). Como yo estaba sentado, se empezaba a notar el crecimiento de mi pichi, no sabía que hacer, pero me estaba excitando y no sabía si era por mi suegra, por la charla o por que la luna estaba llena!
– Vamos Mario -me dijo- contame, no quiero detalles, solo quiero saber que hacen -en eso vi, o me pareció ver, que sus ojos iban hacia mi parte inferior.
– Bueno suegra, yo creo que lo que Ud. necesita es realizar algunas fantasías… no sé, usted que hace pues con su marido?
– Ja ja -se rio, me encantaba su risa- Pues hacemos el amor, yo abro la patas el usa su instrumento y listo… que crees pues?
Esto se estaba poniendo muy bueno, pensar a mi suegra con las piernas abiertas mientras un pene era introducido en su vagina era lo más arrechante que podía imaginarme. De repente, sin saber cómo paso, una de mis manos fueron hasta mi paquete y lo acomodaron… fue una reacción natural, pero… fatídica!
– Mario! -me dijo- Que fue? Que te pasa? Tu instrumento está creciendo? Ja ja ja
– Disculpe señora -le dije, totalmente avergonzado- uno no controla estas cosas.
– Pues arréglate bien hijo, que todavía parece desacomodado.
Como muchos de los lectores sabrán, hay veces que cuando crece nuestro gran amiguito, no hay forma humana de acomodarlo por fuera, es necesario bajarse los pantalones y arreglarlo. Pues, con lo excitadísimo que estaba y un valor que me nació no sé dónde, me pare frente a mi suegra y me baje el jean que llevaba puesto, mi diminuto calzoncillo no podía aguantar el crecimiento de mi pichi y el glande del mismo salía por arriba. Metí mi mano en mi calzoncillo, y acomode mi pichi hacia la izquierda. Mi suegra se quedó muda, yo sabía que ella no podía verme el pichi que se encontraba bajo el calzoncillo. Me agache y me subí el jean. Cuando estuve parado vi a mi suegra, tenía una de sus manos en uno de sus senos! El labio inferior lo tenía mordido y, aunque no movía la mano, yo sabía que estaba excitada, había excitado a una mujer de 50 años!
Me acerque a ella, que se encontraba sentada en el sillón de mimbre, y le agarre la mano que tenía en el seno y la empecé a apretar… era alucinante manosear su seno por encima de su mano… ella subió su otra mano por mi pierna y fue a agarrar una de mis nalgas por encima de mi jean y me la apretaba.
– Mario, que estamos haciendo? -me dijo mientras me seguía manoseando la nalga.
– No sé, pero me encanta!
Me agache y le di un beso, primero con los labios cerrados, luego saque mi lengua y la introduje en su boca… sentía como su lengua y la mía jugaban. Ella se liberó de mi mano y me desabrochó el jean, lo bajo y empezó a acariciarme el pichi por encima del calzoncillo. Yo seguía manoseando su seno, me agaché y empecé a subirle el polerón que cubría su cuerpo… una vez que lo saque me aparte para verla… llevaba un sostén color blanco y me miraba con una cara de arrechura y asombro… me saque el pantalón, las medias, la polera y me quede en calzoncillo… el glande me salía por arriba y ya se asomaban unas cuantas gotas de líquido pre-seminal. Ella se paró y se sacó los zapatos, las medias y el buzo, quedo solo con ropa interior, volvió a sentarse en el sillón y abrió un poco las piernas. Su calzón se veía mojado… ¡si podía lubricarse!
– Ve que si se lubrica -le dije.
– Es porque me traes muy excitada Mario -me dijo.
– Usted a mí -le respondí, mientras me acercaba y me agachaba para oler sus jugos.
– No está bien lo que estamos haciendo -me dijo.
– Ya lo sé -respondí mientras sus olores inundaban todo mi ser.
– Sera mejor que paremos -me dijo, mientras me agarraba la cabeza y me acariciaba el cabello.
– Si, pero es muy difícil parar -le dije conforme veía como sus caderas se levantaban para luego dejarlas caer en un claro signo de excitación.
Soltó mi cabeza y sus piernas fueron a parar en mis hombros, me tenía atrapado, sus manos fueron detrás de su espalda y se soltó el sostén… que senos! No muy grandes como les dije, tenía unos pezones casi del color de su misma piel y estaban totalmente erectos… abrió las piernas y empezó a sacarse el calzón… muy lentamente… finalmente me mostró el coño que yo tanto deseaba en ese momento. Era hermoso, unos labios grandes como de toda mujer madura, no estaba depilado pero, curiosamente, no tenía tantos pelos.
– Creo que mejor te vas a dormir -me dijo, mientras me atraía hacia ella.
– Sí, tengo mucho sueño
– Se nota -me dijo al mismo tiempo que bajaba mi calzoncillo.
Mi pichi saltó de lo parado que estaba y ella se acercó y empezó a darme unos besitos en el glande, luego saco su lengua y empezó a mojarme y lamerme todo el pichi. Vi como reunía saliva en su boca y la escupía en mi pichi, una y otras vez, para terminar de metérselo en la boca y empezar a chuparlo como una experta.
– Suegra! Usted sí que chupa bien! Mucho mejor que su hija! -en esto exagere un poco puesto que mi esposa es una verdadera chupadora de pichis, podríamos decir que tiene un master en eso, je je.
– Hijo, es la primera vez que lo hago -no podía creerlo, lo hacía tan bien.
– Pero lo hace muy bien! Pobre de mi suegro que no le gustan estas delicias!
– Si! Es riquísimo! A tu suegro no le gusta nada! -me dijo, mientras seguía chupando y yo veía como se marcaba mi pichi en sus cachetes.
Me aparte de repente, ella puso cara de disgusto, baje y fui directo a sus pechos… una de mis manos acariciaba uno de los senos y el otro era atendido por mi boca que chupaba y chupaba, de rato en rato mordía el pezón y mi suegra daba un saltito de gusto y jadeaba como una quinceañera. Mientras besaba sus pechos, baje una de mis manos y empecé a acariciar su coño, estaba mojadísimas, no fue nada difícil meter un dedo y luego meter dos dedos a su agujero que los recibía como si fueran los últimos dedos sobre la tierra, el pulgar de mi mano jugaba con su clítoris… un clítoris grande y duro… la verdad riquísimo. Era alucinante, ella me agarro de la muñeca, dueña de la mano que jugaba en sus interiores y la movía rápido para sentir más placer… su otra mano, no menos juguetona, fue a parar a mi pichi al cual empezó a masturbarlo… yo estaba por terminar así que me aparte un poco para hacer durar más la aventura en la cual nos embarcamos.
– Suegra, usted es la mujer más arrechante con la que he estado -le dije y esto no era exageración.
– No me dejes acá, ven cómeme el coño que quiero terminar en tu boca -me dijo mientras los dedos de una de sus manos abría ese agujero magnifico.
Me acerque a ella, la bese en la boca… baje a su cuello y se lo mordí… seguí bajando pasando por medio de sus senos cuyos pezones parecían que iban a reventar, me deslice por su estómago que lo tenía gordito pero no menos delicioso (las mujeres que son gorditas son magníficas en la cama) y llegue a su coño… era hermoso, como el de su hija, labios carnosos y muy rosadito… utilicé los dedos de mi mano para abrirlo y empezar a chupar ese coño maravilloso, de rato en rato cerraba la boca para apretar sus labios, mordía uno de ellos y lo estiraba, ella desfallecía y gritaba como una loca, le mordía el clítoris y me tomaba sus jugos, era hartísimo, seguramente por el hecho de no haberse mojado en mucho tiempo… ¡qué coño! Me terminó en la boca, era tanto el jugo que parecía que estaba orinando, era tanto que tuve que usar una de mis manos para retener sus jugos. Con todo ese líquido delicioso le embadurne su estómago. Estaba arrechísimo… me pare frente a ella y lentamente fui introduciendo mi pichi en su abertura… ella gemía de gusto.
– Dale Mario, eres alucinante!!! Quiero terminar nuevamente Mario, no pares, movete.
– Mónteme suegra -le dije.
Nos levantamos del sillón y yo me senté, ella, como pudo, se puso encima de mí y dirigió mi pichi a su coño… empezó a moverse alucinantemente, yo veía como saltaban sus senos de arriba a abajo, de izquierda a derecha y como su cabeza la llevaba atrás por la arrechura en la que se encontraba. Yo acariciaba su espalda, la rasguñaba un poco y me acercaba a besarle los senos y su cuello. De repente sentí como mi semen empezaba a llegar al orificio de salida la empuje a la cama, me puse encima de ella y dirigí mi instrumento a su rostro, salieron tres chisguetazos, el primero le dijo en plena boca que la tenía abierta, el segundo le dio en el cuello y el tercero le dio en el ojo que, inmediatamente, lo limpio. Me atrajo a ella y me beso, yo sentía mi propio semen en mi boca y baje una de mis manos a sus senos, empecé a apretarlos y seguí besando a mi suegra mientras mi mano bajaba a su coño que nuevamente estaba mojado.
Me eche a su lado y la abrace, ella me dio un tremendo beso y una de sus manos bajo a mi pichi que pausadamente y, a la vez, deliciosamente empezó a masturbarlo.
– Mario, nunca engañe a tu suegro en mi vida -me dijo un poco confundida.
– Yo tampoco a su hija suegra -le dije.
– Sabes, hoy he vuelto a la vida… eres muy buen amante.
– Usted es la mujer más alucinante del mundo
– Pero estoy gorda -me dijo.
– Es hermosa -y esto no era mentira, de verdad era hermosa, una hermosura especial, una hermosura de mujer adulta, una hermosura nueva que acababa de encontrar.
No pude aguantar más y la bese, esos sus besos eran mojados, su lengua juguetona. No tuvo que esperar mucho, mi pene creció nuevamente y ella me masturbaba rapidísimo. La puse boca abajo y empecé a besarle la espalda, ella gemía como una gata, baje y empecé a morder sus nalgas… hasta ese momento no me había dado cuenta que mi suegra tenía un culo de película. Unas nalgas perfectamente redondas y bien apretaditas. Seguí manoseando ese conjunto de carnes mientras ella iba abriendo sus piernas muy pausadamente. Pude ver el agujero de su culito y mi pene creció tanto que me dolió, baje una mano y empecé a frotarle el coño y, de rato en rato, un dedo iba a parar al agujero de su culo, pero no entraba.
– No pares Mario, seguí acariciándome -me dijo.
– Eso hago querida suegra -le dije, mientras mi otra mano abría un poco más sus piernas.
– No me vas a hacer nada por el culo -me dijo, en un tono de amenaza pero, creo, también de invitación y permiso.
– No se preocupe, nunca hice nada por el culo a nadie -eso no era mentira, mi esposa nunca quiso porque decía que mi pene era demasiado grueso para su culo, pero era mi sueño.
– Mi hija no te deja? -me pregunto, mientras yo veía como me movía el culo y como quería comerse mi mano ese coño delicioso.
– No, dice que le duele, solo juego con mis dedos
– Juega conmigo Mario, juega conmigo… que yo nunca tuve nada dentro de mi culito.
Su espalda estaba totalmente sudada, y su culo lo tenía levantado hacia mí, era una escena realmente caliente, una vieja totalmente excitada y, además, virgen del culo. Uno de mis dedos fue a parar a su culo, empecé a moverlo en círculos para que este creciera un poco y cuando vi que estaba totalmente lubricado… lo introduje lentamente… podía sentir sus tabiques en mi dedo índice y sentía como lo apretaba mi querida suegra. Sin sacar el dedo e hincándome dirigí mi pene a la boca de mi suegra que muy prestamente empezó a chuparlo… pude meter otro dedo más en su culo mientras mi suegra ponía cara de dolor y empujaba para que salieran…
– Me haces daño Mario, saca tus dedos!!! -me grito.
Los saque rápidamente y pensé: Tiene el mismo culo que mi esposa! Ella siguió chupando mi pichi y también dirigió su hermosa lengua y su boca a mis huevos… los succionaba y los mordía… a mí me dolía un poco, pero estaba tan arrecho que no me importaba.
Me puse detrás de mi suegra, la agarre de las caderas y levante su culo, empecé a jugar en su culito y poco a poco pude introducir mi glande… ¡que experiencia! Ella gritaba de dolor, yo sabía que no estaba disfrutando y, aunque no me gusto, tuve que sacar la cabeza de mi pichi de su culo. Pero, de un solo movimiento, se lo introduje en el coño… empecé a moverme como un loco.
– Dale Mario, bótame tu leche adentro -me gritaba.
Yo me movía arriba y abajo, cuando estuve por terminar saque mi pichi y se lo metí en el culo de un solo trancazo… ella grito de dolor: Ayyyy. Yo termine dentro de su culo y lo saque rápidamente.
– Mario! Me duele!!! -me gritaba- Tírame por el chocho -me dijo.
– Lo que usted mande suegra -le dije.
De un solo movimiento le di la vuelta, agarre sus piernas y las puse en mis hombros e introduje mi pene en su abertura peluda… me mojaba los testículos con sus jugos y mi pichi volvió a crecer dentro de ella… mete, saca, mete, saca… termine por tercera vez en la noche y ella tuvo un orgasmo de los mil demonios.
Al día siguiente llego mi esposa y suegro, justo para el desayuno, y mientras toda la familia desayunaba junta… Mi suegra y yo nos mirábamos de una manera distinta… una manera sucia y, al mismo tiempo, una mirada de culpa y complicidad. ¡Solo pensaba cuando podríamos repetir nuestra aventura!
FIN.