Sergio.
El estío acaricia mi piel. Es noche mágica, evocadora. Mi luz es tu faro. Es tu destino.
La música me embriaga. Me lleva a ti. Mi cuerpo arde en deseo. Deseo bailar.
El ritmo me arrastra a pecar. Empapada en sudor. Hipnótica.
Mi instinto salvaje te reclama. Ven a mí. El azur destello de tus ojos se me clava muy adentro.
Me deseas. Lo sé. Te deseo. Atrévete. Únete a mí en esta danza frenética, sexual.
Tu viril presencia me toma. Y yo me estremezco toda. Dedos divinos planean libres por mis campos dorados.
Me susurras. Tu voz es miel. Es fuego. Nuestros labios caníbales se devoran sin piedad.
Hambrientos. Lúbricos.
Voy a ser agua fresca entre tus brazos. Huyamos lejos. Busquemos la eternidad.
Quiero soñar mecida por las olas del mar.
El viento cabalga amarrado a tu cintura. Tu olor me turba. Me excita. Es mi locura.
No puedo más. Te quiero ya. Mi aliento es grito. Es orden. Es súplica.
Fóllame, meine liebe.
Mis labios acogen tu carne. La saboreo. La adoro. Profundo. Y más profundo.
Quieres más. Quieres morir. El tiempo no existe. Ya no distingues entre el Bien y el Mal.
Mi cuerpo te trastorna. Tu pasión me ciega. No hay tregua.
Sobre el frío metal de tu montura nos dejamos llevar. Me traspasas. Me crucificas. Me haces volar.
Nos emborrachamos con el primitivo y salvaje vaivén. La sal de tu cuerpo me cala.
Te quieres derramar. Fúndete conmigo. Regálame tu más sabroso licor.
Y tú eres caballero. Eres diablo. Eres dulce. Eres eterno.
Claudio.
Yo confieso. Confieso que te deseo. Confieso que te vi y mi carne se hizo océano.
Confieso que deseo bucear en la honda negrura de tu pelo.
Confieso que deseo que tu pícara mirada rasgue mi ropa.
Confieso que deseo perderme en la nieve que adorna tu sonrisa.
Confieso que deseo cabalgar muy lejos amarrada a tu cintura.
Confieso que deseo ser empotrada por tu cuerpo viril.
Confieso que deseo dormir mecida por el aroma de tu piel.
Confieso que estoy hambrienta de ti. Hambrienta de ese aliento que me subyuga.
Hambrienta de la miel de tus labios. Hambrienta de esa carne palpitante que se clava profundo dentro de mí.
Hambrienta de ese delirante vaivén que me hace bailar a tu son.
Estoy sedienta de ti. Sedienta de la sal de ese cuerpo en llamas.
Sedienta de esa nívea esencia que me llena entera. Sedienta y borracha de ti.
Te deseo. Me pierdo. Me matas. Me muero. Quiero renacer una y otra vez para poder volver a morir junto a ti.
Lo confieso, estoy loca. Loca por ti.
Darío.
Miradas en llamas. Tu boca se funde con la mía. Lenguas salvajes bailan con frenesí. La tuya me quema. Y yo sólo deseo ser cenizas.
Cuerpo contra cuerpo. Cuerpo contra muro. Empotrada sin remedio. Tu voz eriza mi piel.
Recorres las agrestes autopistas de mi cuerpo. Tus dedos infinitos bucean dentro de mí.
Sí, por favor, ahí está bien. Dámelo profundo. Soy agua que fluye libre. Ya no hay fronteras.
Tus firmes manos rasgan mi ropa. Y yo quiero hacerlo. Tú quieres hacerlo.
Bebes de la Fuente de la Vida. Oh sí, qué bueno. No pares. Me muero. Pero no puedo.
Quiero gozar. Ardo por dentro. Te aferro a mí. Deseo comer. Quiero tu poder en mí.
Oh, sí, lo quiero clavándome en la cruz del placer. Mi lengua lo avasalla. Mi aliento lo cautiva. Mi húmedo abrazo lo reconforta.
Prueba el sabor de mis labios impregnados de ti. Sin reservas. Sin tregua.
Tócame, tómame. Arriésgate. Apuñálame con tu deseo. Así, bien adentro. ¿Me sientes?. Te siento.
Siento que me rescatas de mi glacial naufragio y me elevas por los aires. Tu lujuria desbordada me hace conocer los buenos. Tu cálido abrazo me alivia de los malos.
Cabálgame sin descanso. No flaquees. Llévame al límite. Tu ritmo me hace volar. Tu risa es vino que me embriaga.
Te como, me comes. Empapada de sal. Borracha de tu olor. Llena de tu carne. Plena de ti.
Y me rompo en mil pedazos. Mírame. No pares. Vuela conmigo.
Oh, sí, me pierdo en tu risa. Me pierdo en tu rudo vaivén. Te lo pido. Entrégamela. La quiero.
Tú me la das. Y yo me voy muy lejos. Tu nívea esencia me pertenece ya. Eres mío. Soy tuya.
Somos aire. Sólo aire.