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Las tres primas de mi mujer
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Estoy casado y conozco a mi mujer desde mucho antes de casarnos. Mi mujer tiene unas primas (tres hermanas) que cuando yo las conocí algunas eran todavía niñas pero sobre todo una, ya era de mi edad. La mayor, Elisabeth, siempre me gustó, pero no quise tirarle los trastos porque me daba miedo que al estar saliendo con su prima no solo me dijera que no sino que además me montara un pollo y se lo contara a todo el mundo, aunque yo a ella la veía con interés pero como las mujeres son tan difíciles de entender.

La segunda hermana, Sara, cuando la conocí ya despuntaba. Tenía noviete y aunque era joven yo ya sabía que mantenía relaciones sexuales con él y eso me daba un morbo.

Y la tercera, Vanesa, a la que yo notaba demasiado suelta con los tíos.

Para no enrollarme mucho pasaré a deciros que Elisabeth, la mayor, se casó y se estropeó. No solo porque al tener hijos los cuerpos se estropean sino porque pasó a ser una mujer dejada y conformista, por lo que perdí interés sexualmente por ella.

Pero las otras dos hermanas, madre mía. Sara con la edad había cambiado de novio y había desarrollado las cualidades físicas que me gustan en una mujer. Caderas muy anchas, boquita sensual y un enorme y vistoso par de tetas. Y la pequeña además de parecerse en el cuerpo a su hermana inmediatamente superior, desarrolló otras habilidades que no quiero en una mujer, en la mía claro porque en una extraña… vamos que como ya apuntaba de niña era un poquito ligerita de casos, es decir, que le gustaba más una polla que a un niño un lápiz.

En fin, que un buen día la hermana mayor de traslado a una casa nueva con piscina y nos avisó a todos para ayudarle a hacer la mudanza. En uno de esos momentos de "tú te quedas aquí montando tal mueble y nosotros vamos a por más, estas te ayudan", me quedé solo en la casa con las tres hermanitas. Lejos de ayudarme a montar decidieron darse un baño ahora que el resto se habían ido. Así lo hicieron. En este momento recuerdo una imagen de las tres bañándose. Cuando Sara entró en el agua y notó el frío de esta, sus pezones se pusieron duros como piedras y puse observar la ubicación que tenían dentro de sus enormes tetas, en todo lo alto. La polla en aquel momento, y ahora al recordarlo, se me puso tan dura que tuve que dejar los muebles y ponerme tras una persiana a observarlas.

Creo que se dieron cuenta por lo que Vanesa provocaba a sus hermanas para hacer juegos y mostrarme un maravilloso culo en bikini. La única más recatada era Elisabeth que no hacía más que decirles que tuvieran cuidado que yo las estaba viendo.

De pronto Vanesa salió del agua se secó un poquito y entró en la casa. Antes de que pudiera darme cuenta estaba junto a mí.

-¿Te gusta lo que ves?

Yo no sabía que responder pero me lancé, "Pues claro, las tres me gustáis mucho y los sabéis". Cogió su teléfono móvil y llamo al resto que estaban haciendo la mudanza para informarse de donde estaban con la excusa de que se trajeran algo olvidado. Cuando colgó…

-"No vendrán hasta dentro de un rato, ¿crees poder satisfacernos a las tres?"

Yo no creía lo que estaba sucediendo pero es que era un sueño hecho realidad, entonces le dije "no sé si voy a poder pero lo voy a intentar".

Lo siguiente que recuerdo es mi cuerpo tendido en una toalla y tres mujeres acariciándolo. La más lanzada por supuesto era Vanesa que directamente agarró mi pene, que por cierto estaba erecto y duro como una piedra y empezó a hacerme una paja a una velocidad que tuve que decirle que parara porque iba a correrme en breves instantes y además en su cara. Eso creo que aún le dio más morbo y siguió dándome con su mano arriba y abajo mientras una de las otras besaba mis huevos y la otra me besaba a mí. Efectivamente me corrí y aunque os parezca mentira las tres corrieron a beber mi leche que, al ser la primera corrida, era abundante.

Yo entonces pensé esto se ha acabado porque, aunque cuando me hago pajas me puedo hacer más de una rápido, cuando lo hago con mi mujer entre un polvo y otro pasa rato. Pero ellas ni siquiera me preguntaron. Vanesa aprovechó que estaba ahí abajo y antes de que se bajara mi erección paso su lengua por todo mi falo para limpiármela y se fue a la ducha a quitarse todo el semen de su cara porque acaparó mi polla con respecto a sus hermanas y fue la que más se llenó de mi preciado jugo.

Elisabeth colocó su coñito a la altura de mi boca y no tuvo que decir más nada. Comencé a mover mi lengua entre su clítoris mientras sus hermanas sorprendidas le preguntaban por qué. Ella les dijo: "la prima (es decir mi mujer) y yo hemos hablado varias veces de lo bien que come el coño su marido y doy fe de ello". Al oír eso me esmeré más aún y notaba como su coño soltaba su jugo de una manera impresionante. Jamás en mi vida sexual (corta, todo hay que decirlo) había conocido a una mujer tan húmeda. Aún me faltaba por conocer a las otras que os puedo anticipar eran exactamente iguales.

Conseguí que se corriera en mi boca. Madre mía como se retorcía antes de llegar al clímax. Cuando dio el grito final, casi era como un vaso de agua sobre mi cara. Me había concentrado tanto en el coño de Elisabeth que descuidé un poco a las otras que entre ellas seguían calentado motores. Para entonces de nuevo estaba erecto y yo creo que más que nunca en mi vida, porque estaba pensando que ahora le tocaba a la que más me gustaba de todas, Sara. Quiso comerme la polla u rato, a lo que evidentemente no me negué. ¡Qué maravilla! Su lengua era una delicia. Arriba, abajo y toda la polla para dentro de su boca. De vez en cuando me enseñaba la lengua llena de mi líquido preseminal. De pronto sentí una lengua penetrando por mi ano. Era la putita de Vanesa, ¡que experta es la muy puta! Quizás por eso fue a la única que no le comí el coño, pensé sobre la marcha que allí habrían entrado demasiados hombres.

Aquello de la lengua en el culo fue el remate. El pene se me puso tan duro que hasta me dolía, pero allí estaba Sara trabajándola. Le dije que quería una cubana en aquellos fabulosos pechos en las que tanto había soñado. Ella por supuesto accedió, su grado de calentura era tal que haría lo que le pidiera. Soltó su bikini y el mundo se acabó para mí. Eran las mejores tetas que había visto nunca. Comencé a meter mi pedazo de carne entre ellas y Sara en un alarde de experta cuando mi polla llegaba a la altura de su cara pasaba su lengua por la punta. Solamente tuvo tiempo de hacerlo dos veces, a la tercera solté una churretada de leche entre las tetas y boca que la sorprendió tanto que sin tocarle el coño se corrió, si, si como lo oís se corrió sin ni siquiera tocarla, tan solo de la sensación del calor de mi líquido en sus tetas y cara.

No teníamos tiempo para pararnos así que con un gran esfuerzo, porque mi polla no estaba acostumbrada a tanto, me puse a comerle el coño a Sara en recompensa por lo bien que me la había chupado.

Elisabeth ya había vuelto e intentaba paliar la falta de haberse corrido de Vanesa. Las dos me dijeron que lo entendían, que no podría empalmarme tan pronto, pero en un resto de amor propio mi polla volvió a ponerse dura. A mí también me sorprendió pero es que aquello era lo que nunca había ni siquiera soñado, las tres hermanas.

Al ver mi empalmera las tres pasaron a decirme que ellas también querían cumplir un deseo. Sus novios y maridos eran reticentes a follarles el culo, y ellas querían sentir esa situación. Yo accedí, quien no? Aquello era digno de ver. Tres culos frente a mí para que me los follara. La verdad es que mi mujer tampoco quería sexo anal, pero a mí me da un morbo… Comencé a meterle la polla a aquellos culos. Al principio costaba algo de trabajo pero algo me decía que aunque sus maridos no hubiesen metido nada allí, ellas se habían encargado de hacerlo por su cuenta. Les pregunté y confirmaron mi versión, pero si a mi erección le faltaba algún centímetro por el cansancio, este desapareció cuando Vanesa dijo "pero queremos algo de carne dentro y empujado por ti".

Mete y saca por culitos apretados. ¡Como chillaban las tres! Chillaban hasta cuando se la estaba metiendo a la de al lado tan solo de oírla. Las tres se corrieron una tras otra y la que más disfrutó con aquello fue la más guarra: Vanesa. Aquella imagen de sus tetas moviéndose al ritmo que marcaba mis empujones de polla es una cosa que no olvidaré nunca.

Como sabéis cuantas más veces seguidas te corres más tardas en hacerlo. Yo estaba sorprendido de no haberme corrido después del episodio de los culos pero allí estaba el tío, con toda su polla tiesa (como estoy ahora mientras escribo) y sin embargo no la había metido ni en un solo coño.

Las tres se dieron cuenta del detalle e hicieron también un esfuerzo y eche el que he dado en llamar el polvo del siglo. Jamás me hubiera imaginado sacando mi polla de un coño y metiéndola en otro. Y lo que aún me da más morbo, viendo como las tres disfrutaban. Yo no sé si fingían o no pero a mí verlas retorcerse de gusto cada vez que le tocaba a ellas me hacía retrasar mi eyaculación y disfrutar como nunca. Yo que solo me había acostado con tres mujeres y una fue gatillazo! Se volvieron a correr una tras otra. Sara era un espectáculo corriéndose. Madre mía. Por un momento pensé que nos iba a escuchar todo el vecindario. Además, como ya he comentado antes, notaba perfectamente cuando se corrían porque empapaban mis huevos con sus líquidos calientes, como ellas.

Cuando las tres se habían corrido siguieron mamándomela por turnos hasta que llegó el momento esperado, esperado sobre todo por cansancio. Las tres me pidieron que fuera en su boca porque era otra cosa que sus maridos no querían hacer y yo no iba a hacerles un feo. Volví a sorprenderme a mí mismo, fue la corrida más descomunal que jamás he tenido. La fuerza era impresionante. Llené su pelo, su lengua, sus ojos y… sobre todo sus tetas.

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