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Jueves por la noche, casualmente Tania y Marc se cruzaron en el camino de regreso a sus casas. Al instante la conversación fue muy fluida, él la invita a su casa para tomar unas copas y ponerse al día con sus vidas, excusas para cortar la semana aburrida que venía llevando.

Después de una botella de vino, y notando que se hizo muy tarde, le ofrece quedarse esa noche a dormir sin ánimos ni compromiso de nada. Ella no podía negar su oferta, el encuentro le agradaba demasiado.

Cada uno se fue a dormir por su lado, ella en la habitación porque, él cómo todo caballero, se ofreció a dormir en el sillón.

Tania empezó a sentir demasiado calor en la habitación y cerca de las 4 de la madrugada se levanta a tomar un vaso de agua para calmar ese calor interno. De regreso a la cama no pudo evitar ojear como dormía Marc, tan profundo y cómodo solo con su bóxer, esa imagen le generó un cosquilleo y deseo irresistible.

Ella, toda impulsiva, no pudo contenerse y sin dudarlo se acercó a él, lentamente lo desnudó y comenzó a tocarle suavemente el pene y su pelvis. Ella adoraba sentir el tacto de esa piel cuando tenía el miembro dormido porque era más suave de lo normal, la tentación le ganó y lo comenzó a chupar.

La erección ya se iba notando en su boca, sus dedos comenzaron a frotarlo para estimularlo más y leves gotas comenzaban a salir. Pero ella lo disfrutaba como un helado, desde la base hasta la punta, todo recorrió con su lengua y su boca.

Él apenas empezaba a notar ese cosquilleo de la situación, pero seguía sin abrir los ojos.

Tania no podía detenerse, ya se sentía mojada de encontrarse en esa situación. Sus besos empezaron a subir por su ombligo, pasando por unos juegos con la lengua en sus tetillas y terminando en su cuello. Suavemente se acomodó para ser penetrada con ayuda de sus manos, su vagina no podía más de lo mojada que estaba. Los movimientos de su pelvis avivaban su fuego interno, el roce de la pelvis de él con su clítoris la enloquecía descargando en pequeños jadeos intensos. Él se despierta un poco sorprendido por su calentura y sin pensarlo empieza a gozarlo más. Las manos de él recorren su espalda para sorprenderla con un agarrón del pelo que la hizo paralizarse mientras él se la metía lo más profundo que podía.

Ambos se acomodaron para gozar más, él quedó sentado con ella arriba. Sus gemidos ya inundaban la habitación. Ella, mientras lo cabalgaba, le masajeaba sus testículos para estimularlo más, él le frotaba el clítoris y le daba de probar sus propios fluidos mientras le chupaba las tetas que quedaban tan cerca de su boca rebotando.

Tania siente que va a correrse de placer y no lo puede evitar. Acelerar el ritmo mientras él le chupa los pezones. Se siente tan intenso que ambos van a correrse juntos. Primero ella llega a su clímax donde para contener un poco de ese gemido desaforado le muerde el lóbulo de la oreja.

No hay explicación para Marc, pero eso lo encendió más, con ella desarmada arriba de él la tiró al piso y la cogió lo más rápido y violentamente que pudo. Ella sentía que su concha vibraba para él, le acabó toda la leche adentro y los restos que quedaban en su pene ella se encargó de limpiarlos.

No tenía por qué haber explicación, en ese horario cualquier cosa podía ser posible. Ambos extasiados y agotados se vistieron, pero esta vez acabaron durmiendo juntos, el contacto de la piel del otro los relajaba y coronaba la noche.

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