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El sueño de mi marido
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Cerré silenciosamente la puerta del piso con los zapatos en la mano para no hacer ruido al caminar. Me quité la ropa en el salón. Las 4:15 de la mañana. Hacía mucho que no salía hasta tan tarde. Me lavé los dientes y entré en la habitación.

Sandro no había bajado la persiana. La luz de la calle era suficiente para apreciar los detalles de la habitación. Mi marido dormía plácidamente, como es costumbre en él. Me acosté a su lado, le di un beso de buenas noches en la espalda y cerré los ojos.

Mmmm… al tercer gemido abrí los ojos. Miré a mi izquierda y descubrí que mi marido estaba teniendo algún sueño que le estaba dando mucho placer. Estaba boca arriba y se tocaba con una mano. Retiré la sábana y pude ver como se tocaba por encima de su calzoncillo en el que se marcaba una potente erección. Sonreí. Después de 10 años de matrimonio era la primera vez que vivía algo así.

Me preguntaba con quién soñaría. Un cosquilleo me recorrió el estómago. ¿Serían celos? No lo parecía. Acaricié el brazo con el que se estaba tocando. Luego acaricié su pecho. Gimió un poquito más. Observé fijamente su cara por si se despertaba, pero su respiración era la de siempre cuando dormía profundamente. Seguí acariciando su tórax, su barriga, me acerqué a su cintura. Sandro se tocaba solo por encima del calzoncillo. Empecé a tocar su polla. Nuestras manos se juntaron. Metí la mano por dentro, la cogí en mi mano y lo fui masturbando muy despacio. Él se movió y su respiración se detuvo, pero yo no.

Estaba excitada. Me había puesto cachonda verlo disfrutar supongo que con otra persona y yo quería participar también. Noté que se había despertado, pero hice como si no me daba cuenta. Él fingió también que seguía dormido. No nos dijimos nada.

Me pegué a su cuerpo buscando con mis tetas el roce con su brazo. Mi mano seguía subiendo y bajando en su polla, notando su dureza. Le bajé un poco el calzoncillo y aceleré el movimiento de mi mano a la vez que sus gemidos se iban haciendo más fuertes hasta que mi mano quedó llena con su semen. Ralenticé el movimiento mientras iba notando como su polla perdía dureza. Chupé el semen de mi mano, me quité las braguitas y limpié con ellas los restos de su polla, devolví su calzoncillo a su lugar y me abracé a él mientras recuperaba su respiración y se quedaba de nuevo dormido.

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