Después de la culeada por el culo que le di, las cosas cambiaron, para bien digo yo, pues mi suegra se puso más provocadora y calentona, empezó a jugar a calentarme y después dejarme con las ganas, haciéndome correr al baño a pajearme, me decía “pronto te voy a dar una sorpresa que no olvidarás”.
Nuestros contactos fueron más audaces, sobre todo estando las muchachas con nosotros, no quería darme la pasada de nuevo, sólo cuando a ella se le ocurriera, así que le seguía corriendo mano como siempre, en la piscina cuando nos bañábamos sacaba la pichula parada y se la paseaba por el poto, las chicas tomando sol tranquilamente, ella haciéndose la loca me la agarraba y la mantenía en sus manos mientras le corría el traje de baño y le metía los dedos en sus hoyos. Cuando tenía la oportunidad, le pedía que se desnudara y ella feliz se paseaba delante de mí moviendo el culo y se cagaba de la risa, sabiendo que lo único que quería era metérsela toda, lo que agregaba otra paja en el baño, no sé porque nunca me pajeé delante de ella. Mi noviazgo con Fernanda andaba a las mil maravillas y solamente en pocos momentos podía hacer cosas calientes con mi suegrita.
En la empresa me dieron una semana de vacaciones, por lo que les propuse a todas salir unos días a la playa, los primeros días estuve en la casa y salía de noche con Fernanda, ella regresaba de su trabajo como a las 19.30 hs. y todos los días me encontraba con la pichula a punto de reventar, causada por las calenturas con el poto de mi suegra, “oye Ricardo -me decía- la tienes tan parada, ten cuidado que mi mamá te puede ver”, rápidamente se encargaba de pajearme y bajarla a su estado de descanso, nos íbamos el viernes a la playa y el jueves en la mañana mi suegra me dijo “ya, tengo todo organizado para darte lo que te tengo preparado, así que nos vamos a un motel que tengo reservado para esta ocasión especial, que te parece?”, al instante le dije que bueno que mi verga era toda suya y que podía hacer lo que quisiera conmigo, y partimos. Les dijo a las muchachas que iríamos a un jardín botánico y que regresaríamos tarde. Llegamos al motel como a las 11 de la mañana, ella bajó un bolso con cosas, vienes de picnic le pregunté, algo parecido me dijo.
De entrada me pidió que ella quería hacer lo que tenía planeado y que por favor no me preocupe y solo haga lo que ella me diga. Yo acepté encantado, lo único que quería era volverme puro pico para darle duro.
Primero me desvistió, y me llevó al jacuzzi que estaba listo para ocuparlo, le tiró al agua unos polvos que dijo eran sales, mi suegra se empelotó y ya mi pichula comenzó a ponerse tiesa, ya quería chuparle la zorra y meterle mano por los orificios, calma me dijo, tranquilo que yo mando. Nos metimos al jacuzzi y con unos paños me lavó de pies a cabeza, obviamente pasando por las partes que Uds. calientes de mierda se imaginarán. Terminado ese trámite, la lavé a ella de igual forma. Nos secamos, no paraba de mirarle el poto y me dijo, sécame la concha, con la toalla la sequé detenidamente y luego me puse por atrás y le sequé el poto que me quitaba el sueño, que agradable era sentir ese tremendo monte de carne, estuve un rato secándole el agujero chico con toda dedicación, contemplando su rosado contorno, que calentura más grande. Traté de acercarme a chuparle el ojetillo, me paró, “espera eso es para más adelante”.
En la pieza había un gran jarrón con hielo y 2 botellas de champagne, sacó del bolso varios potes y puso todo en su velador. Sirvió dos copas con el champagne e hicimos salud por lo que venía. Nos acostamos y yo como perro me tiré al poto, se corrió y me ordenó que me tendiera boca arriba, abrió varios potes y comenzó a echarlos en mi barriga, pichula, bolas, que es esto dije, es crema con futas un postre muy rico, y comenzó a degustar rápidamente, en un rato lengüeteo todo y dejó mi pichula y mis bolitas muy limpias, repite lo mismo me dijo, le llene la concha con esa crema y levanté sus piernas y le embadurné entre los cachetes y el hoyito que tanto quería chupar, no le tomé ni el gusto a la crema en un santiamén le dejé los agujeros como recién salidos del jacuzzi, que rico era chuparla.
Mi pichula se llegaba a retorcer de parada y la cabeza pelada miraba para todos lados, la miró y la puso entre sus manos, métemela, a lo que la apunté directamente a su concha y se la mandé a guardar de una sola vez, y comencé a culeármela con todas mis fuerzas mientras le chupaba las tetas y le metía el dedo en el chico, estaba que ardía de caliente, ella gritaba de placer, métemela toda Ricardo, amo tu pichula en mi concha, que rico se siente, yo cada vez se lo metía con más fuerza, estaba encima de ella, la pongo patitas al cuello y ahí sí que la sintió hasta los pendejos, me la comí toda dijo y en ese instante acabé dentro de ella, sigue me dijo que todavía no acabo, le di un par de metidas y acabó retorciéndose completamente. Era la primera.
Nos lavamos y descansamos un rato fumando y tomando champagne hasta agotar la primera botella, llamó a la recepción y pidió otra, para que le dije si todavía queda una entera, no contestó una es para mí y la otra tuya. Trajeron la otra botella y la metió al tiesto con hielo, ya me dijo estás listo para seguir?, tomando con la mano mi pichula, si suegrita ahora por el chico quiere?, no me dijo ahora viene la cascada parte tú, fuimos a la mesita, se subió y quedó en cuclillas con las piernas abiertas mostrándome toda su concha peluda, ponte debajo mío me pidió, me instale justo quedando mirando la concha y el chico, puse mi lengua y ella comenzó a echarse la champagne de las tetas hacia abajo, no se cuanta champagne tomé pero le chupe hasta el último pendejo y el chico cada vez lo sentía más rico y más me calentaba, se acabó al líquido y subí a tomarme lo que quedaba en las tetas, ella estaba que ardía de caliente, que haremos con la segunda pregunté, sácale el corcho, agítala un poco y métemela en la concha me pidió, lo hice y ella al sentir dentro el fuerte chorro helado de la champagne se estremeció y vi que abría unos tremendos ojos, le llené la concha y la saqué, el líquido salió como cascada y tomé esa mezcla de licor con jugos de zorra, hice lo mismo tres veces hasta que se terminó, mi suegra estaba loca, sentir esos chorros helados y burbujeantes en su interior llegaba a tiritar de la gozada que había sentido, esta vieja se las sabía por libros la degenerada de mierda. Seguía tiritando de placer por lo que la acosté en la mesa la metí la punta de la botella en la concha y le puse la pichula en la boca, me la chupó hasta las bolas mientras me la culeaba con la botella, acabe y le llené la boca de mocos que se los comió todos mientras acababa con la botella metida casi hasta la mitad.
Pasado un buen rato todavía tiritaba de placer la muy puta. Dormimos como dos horas para recuperar fuerzas, despertamos más relajados, nos comimos unos sándwiches que traía y me contó que su ex marido le hacía con el champagne en la concha y que siempre lo había disfrutado. Era la segunda.
Nos dimos un jacuzzi y nos echamos otro polvo con toda calma, de nuevo nos chupamos todo, lo que más me gustaba era chuparle el poto, me enloquecía, metía mi cabeza entre los cachetes y le lengüeteaba su rosado hoyito, era lo máximo para mí. Acabé en sus tetas ya no me podía el cuerpo, no daba más. Era la tercera.
Descansamos nuevamente, yo pensaba que no se me iba a parar nunca más mi pichula era una miseria, no reaccionaría ni con la miss universo.
Puso una película porno y me dormí profundamente, cuando desperté ya estaba oscuro, y ella con la pichula en su boca, no reaccionaba, ahora te toca por el culo me dijo, al parecer mi pichula la escuchó y no sé de dónde sacó fuerzas y se paró, seguramente pensando en encularla de nuevo, no me queda moco ni para pegar una estampilla pensé, pero seguía en la lucha, vamos Ricardo me dije, hay que partirle el hoyo, ya me ponía más caliente y tomé la crema y la esparcí en el hoyo y en mi delicada pichula, ella se subió sobre mí y poniendo el poto hacia mi cara se la empezó a meter lentamente, al ratito estaba toda adentro, vamos Ricardo pensaba, tu puedes, se la metió hasta las bolas mientras se pajeaba, yo miraba su poto moviéndose de arriba abajo y la pichula aparecía y desaparecía entre los cachetes, que rico era sentirla en su culo, era ella la que me culeaba, cuando estábamos en lo mejor, agarra el tiesto con agua y hielo y me lo tira todo en las bolas, en ese minuto creí que me iba a morir, sentir el hielo en mis bolas me provocó una reacción tremenda, la sensación fue absolutamente inimaginable, mi pichula se agrandó a su máxima potencia y después de dos metidas hasta el fondo acabé como la primera vez, estaba loco, esos segundos de frío fueron interminables de puro placer, la muy puta se rio después de acabar y me recordó cuando me la culeé en la cocina que no me iba a olvidar de este momento.
Era la cuarta. Estuvimos abrazados largo rato, cuando miramos el reloj eran las 12.30 de la noche, así que nos vestimos miramos que la habitación estaba echa un asco, pedimos la cuenta y dejamos una buena propina para la mucama.
En el auto ella venía de lo más contenta y risueña, esto era lo que me hacía falta, lo pasé de maravillas, “gracias Ricardo, ya programaremos otra sesión” dijo la muy puta, yo no me podía el alma, pero lo había pasado espectacularmente bien.
El hoyo de su culo es una imagen que nunca se me ha podido borrar. En la playa me recuperé comiendo mucho marisco y buen vino, en el refrigerador había dos botellas de champagne, para que serían?