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Morbo con mi hermana y mi marido
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Tiempo de lectura: 20 minutos

Me casé con Ton cuando los dos teníamos 22 años. Perdimos la virginidad juntos y en estos veintitantos años hemos tenido una vida feliz y sexualmente completa. Los dos no somos nada extraordinarios físicamente. De lo más normal.

Yo soy bajita y con algunos kilos de más. Soy lo que se diría una madura rellenita. La verdad es que nunca he estado satisfecha con mi cuerpo, pero lo he compensado porque tengo una cara bonita y mi marido me ha hecho sentir siempre deseada. Mis tetas son más bien grandes y mi culo de los que gustan a los hombres que buscan donde agarrarse. Una culona, vaya.

Él es delgado, de estatura media y con una polla tamaño estándar. Si me hecho siempre gozar no ha sido por tener un pollón enorme, sino por su imaginación y morbosidad en la cama.

Durante todos estos años nuestra relación sexual fue evolucionando. Yo era pudorosa y tímida, pero con el tiempo fuimos probando algunas cosas nuevas como juguetes o vídeos porno. El sexo oral lo practicamos desde el principio y con los años me convenció para hacer sexo anal. Ton siempre fue más desinhibido que yo y muchas veces me proponía juegos nuevos. Algunos se los aceptaba y otros no.

La historia que os quiero contar empezó el día que mi hermana Ali llamó para preguntarme si estaba sola en casa, ya que quería hablar conmigo. Supuse que sería para comentarme algo de sus hijos o de nuestra familia y aprovechando que mi marido estaba fuera con los niños, le dije que viniera a tomar el café. Poco imaginaba que iba a llevarme la sorpresa de mi vida.

Ali es dos años menor que yo y muy diferente a mí en todos los aspectos. Un poco más alta que yo, delgada, con unas tetas pequeñas que siempre la han acomplejado, con unas bonitas piernas y un buen culo herencia de familia. Hemos tenido la típica relación de hermanas, aunque su carácter duro y exigente ha hecho que algunas veces tuviéramos nuestros conflictos.

La conversación fue larga e intentaré resumirla. Después de hablar de una par de temas banales, un poco nerviosa, empezó a explicarme que desde hacía un tiempo estaba insatisfecha sexualmente. Que con su marido follaban regularmente y lo disfrutaba pero que últimamente ella quería que el fuera más morboso y atrevido en la cama, pero que él no le hacía caso y continuaba con el sexo tradicional.

Dado que su profesión le permitía trabajar desde casa, pasaba muchas horas sola y los últimos meses se había aficionado a mirar porno en internet y a masturbarse.

― Estas últimas semanas me hago varia pajas cada día viendo porno duro y deseando ser yo la mujer que se follan en los videos. Tengo claro que mi marido no querrá nunca entrar en ese juego y hasta he pensado buscar un hombre en las secciones de contactos, pero me da miedo.

Yo estaba alucinada. Prácticamente nunca habíamos hablado así de sexo con Alí y aunque alguna vez me había comentado lo poco sexual que era su marido, siempre había pensado que tenían una relación satisfactoria.

― ¿Pero qué es lo que quieres y él no te da?

― Quiero que me follen duro, quiero ser usada, quiero ser una sumisa.

Más alucinada. Mi hermana, tan o más pudorosa que yo hasta entonces, diciéndome que necesitaba sexo duro.

― ¿Y por qué me lo cuentas? ¿Qué quieres que haga yo?

― No me atrevo a ir con un desconocido, así que te quiero pedir que me dejes a tu marido.

Estallé en una carcajada. No me lo podía creer. ¡Mi propia hermana pidiéndome a mi marido para follar¡

Estuvimos hablando un buen rato más. Ella intentando convencerme y yo diciéndole que estaba loca, hasta que al final reímos un rato y le acabé aconsejando que convenciera a su marido.

― Con él nunca tendré lo que necesito, pero le quiero y estoy bien con él. Ni tampoco te quiero quitar el marido. Sólo quiero una polla que haga realidad mis fantasías. Piénsatelo, por favor.

La tarde pasó y aunque no dejaba de darle vueltas al tema, con el ajetreo de los niños me olvidé. Por la noche, ya en la cama, se lo expliqué a Ton. Primero se lo tomó a broma pensando que le tomaba el pelo, pero cuando vio que era verdad, se sorprendió tanto como yo. La noche fue larga y dormimos poco. Para no alargarme, os diré que al final decidimos aceptar su propuesta. Todavía hoy me pregunto porque dije que si. Yo que me moría de celos si Ton hacia demasiado caso a otra mujer, yo que siempre había dicho que no soportaría verlo con otra en la cama, estaba dispuesta a que se follara a mi hermana.

Al día siguiente le envié un correo electrónico a Ali:

― Si sigues convencida de lo que dijiste ayer, aceptamos tu propuesta. Pero hay condiciones. Quedamos en tu casa a las tres para hablar.

Cuando nos encontramos, Ali sonrió avergonzada pero satisfecha. Empecé yo a hablar.

― Dejaré que mi marido te folle, pero será una sola vez. Tendrás toda una tarde con él, hará contigo lo que quiera. Acepto esto para que tú tengas lo que quieres pero también para que él dé rienda suelta a sus fantasías y deseos. Y además yo estaré delante.

Esto último le sorprendió, pero asintió enseguida. Que yo estuviera presente fue idea de mi marido y a mi me dio la confianza que me faltaba.

Entonces habló Ton. Para él aquello era un juego morboso de los que tanto le gustaban y enseguida adoptó el tono que yo le había pedido para aceptar el trato.

― Quiero tener claro que vas en serio con lo de desear ser una sumisa. Así que te voy a poner mis condiciones. Primero. Me ha dicho tu hermana que te masturbas viendo porno. Quiero que esta tarde nos envíes por correo los cinco videos que más caliente te hayan puesto.

― De acuerdo, dijo Ali.

― Segundo. Te voy a follar durante una tarde entera. Te garantizo que te vas correr tantas veces cómo quieras, pero tendrás que ganártelo haciendo todo lo que yo te diga sin negarte a nada.

― De acuerdo.

― Tercero. Vas a chupar polla hasta hartarte y te voy a follar el coño en todas las posturas que se me ocurran.

― De acuerdo.

― Cuarto. Te daré por el culo y haré que me comas el mío.

Alí se sonrojó. Me miró y dijo:

― Haré lo que me pidas.

― Quinto. Nos veremos dentro de una semana. Ya te diremos donde. Hasta ese día no te puedes masturbar ni tocar.

― De acuerdo. ¿Cómo quieres que venga vestida?

― Quiero que lleves ropa interior sexy, pero encima ropa normal como la que llevas cada día.

Aquella noche recibimos el correo con los videos preferidos de Ali. Después de verlos en silencio nos miramos sorprendidos. En el más suave se veía a una mujer madura estirada en la cama chupándole la polla a su hombre mientras este le follaba el coño con un dildo negro. Los otros incluían escenas de sexo anal, mamadas profundas, fisting y mujeres atadas y penetradas. En todos ellos eran folladas entre palabras sucias.

― Veo que mi hermana es una auténtica guarra. Vas a tener que emplearte a fondo, cariño,dije mientras agarraba la polla de Ton para empezar a comérmela.

Una semana más tarde llegó el día. Aprovechando que nuestros respectivos hijos pasaban el fin de semana con amigos y que el marido de Ali estaba de viaje, fuimos juntos hasta un hotel para parejas de la ciudad que también aceptaba tríos y dobles parejas. Ton había reservado una habitación para toda la tarde.

Ali iba vestida como le había pedido Ton, con su ropa habitual. Yo también iba normal.

Entramos en el hotel y la encargada de la recepción nos acompaño hasta la habitación con actitud profesional, acostumbrada a ver todo tipo de hombres y mujeres buscando intimidad.

La habitación era amplia, con una gran cama, un sofá delante y una mesita baja rectangular. Alí y yo nos quitamos los abrigos y nos sentamos en el sofá, algo nerviosas, sin saber como actuar. Ton tomó el control de la situación y después de inspeccionar la habitación dijo:

― ¿Qué tal si empezamos? Ali ponte de pie delante nuestro.

Ton me beso, se sentó a mi lado y mirando a mi hermana dijo:

― Te confieso que he fantaseado muchas veces imaginándote desnuda. Ahora quítate la ropa despacio como yo te vaya diciendo. Empieza por las botas y después los pantys.

Ali obedeció, quedando sus piernas desnudas debajo la falda que le cubría hasta las rodillas

― Muy bien. Ahora primero el jersey y luego la falda

Así lo hizo mostrando una bonito tanga de color negro y tapada sólo por la blusa.

― Perfecto. Déjate sólo el tanga.

Había llegado el momento. Ali me miro y se saco rápidamente la blusa y el sujetador negro a conjunto con el tanga. Sus pequeñas tetas quedaron al aire, remarcándose unos grandes pezones duros y erectos. Dudé si era por el frío o por la excitación. Oí a Ton:

― Muy bien guapa. ¿Estas segura que quieres seguir? Cuando te saques el tanga empezará la fiesta y de aquí tres o cuatro horas saldrás por esa puerta habiendo sido follada por todos tus agujeros. ¿Juegas?

― Juego,dijo Ali mientras quedaba totalmente desnuda enseñándonos su coño. Ella, como yo, no era de las de depilárselo. Y aunque bien arreglados, llevábamos nuestros chochos bien peluditos.

Ahí estaba ella, algo cortada, desnuda delante de su hermana esperando ser follada por su cuñado. Yo la miraba pensando si aquello era una buena idea, mientras me fijé en Ton repasándola de arriba abajo. Se entretuvo en cada parte de su cuerpo, fijándose mucho en sus pies. Yo sabia que a le excitaban los pies desnudos de la mujeres.

― Ponte de espalda, inclínate hacia delante, separa las piernas y enséñanos el coño y el culo. Muy bien, ahora ábretelos con las manos.

A cuatro palmos de mi cara tenia el coño sonrosado y brillante por el flujo de mi hermana, mientras veía como separaba las nalgas de su bonito culo para enseñarnos su oscuro y cerrado agujero.

Mi marido se levanto y mientras se quitaba toda la ropa dijo:

― Para empezar me vas chupar la polla. Llevo días caliente pensando en esto, así que para que no me corra rápido mientras te follo, vas a vaciarme toda la leche con una buena mamada.

Acercándose a la entrada cogió una bolsa que había traído de casa y me la dio.

― He traído algunos juguetes. Si te animas puedes elegir.

Miré dentro de la bolsa y había consoladores de diferentes tamaños y formas y otros juguetes.

― Yo solo he venido a mirar, dije sonriendo.

― Ya veremos, respondió él.

Acercándose a Ali la hizo poner de rodillas y agarrándose la polla que ya estaba dura ordenó:

― Cómetela.

Ali abrió la boca y primero tímidamente y después más decidida empezó a mamársela demostrando que no era la primera. Yo miraba absorta como la polla de mi marido entraba y salía de la boca de mi hermana. Aquella polla que hasta ese momento sólo yo había chupado.

Ton suspiraba de placer. Viendo que Ali acercaba la mano que le quedaba libre a su coño para acariciarse, dijo:

― Ni se te ocurra tocarte, Ahora sólo has de estar para mí. Pon las manos detrás. ¿Alguna vez te han follado la boca?

― Lo estás haciendo, dijo ella mientras juntaba sus manos a la espalda y iniciaba la chupada.

Yo sonriendo dije:

― No cariño, no lo sabes. En su momento Ton me hizo la misma pregunta y yo contesté lo mismo que tú. Y después descubrí que no era lo mismo.

― Exactamente, dijo Ton, hasta ahora me has chupado la polla, pero quiero que abras bien a boca y dejes que entre toda.

― No cabe toda, es imposible.

― Ya me gustaría a mí. Mi polla es muy normalita. Y si a Mayse, que tiene la boca pequeña, le entra, te aseguro que tú te la comes toda.

Y sin más agarró la cabeza de Ali por la coleta y hundió la polla en su boca. Ella hacia esfuerzos por abrirla mientras el no dejaba que tirara para atrás. Finalmente toda la polla de Ton desapareció mientras mi hermana hacia esfuerzos para respirar. Cuando el se aseguro que se había acostumbrado a la medida, empezó a follarle la boca, metiéndola y sacándola cómo si estuviera follándole el coño. Ali intentaba seguir el ritmo mientras gemía guturalmente.

― ¿Así te gusta? Cómetela toda, guarra. Así, así. Me corro. Te voy a llenar de leche. Quiero que te la tragues toda, sin dejar una gota.

La polla de Ton, sin salir de la boca de Ali, empezó a escupir semen sin parar. Ella se esforzó para no dejar escapar nada. Cuando le dejo la boca libre, Ali se levanto en dirección al lavabo.

― ¿A dónde vas?

Ella hizo gestos indicándole que tenia la boca llena de semen y quería escupirlo.

― NI hablar. He dicho que quería que te lo tragaras todo.

Ali abrió los ojos como platos. Después me explicaría que si bien se la chupaba a su marido, jamás se había tragado su leche. Me busco con la mirara para que la ayudará, pero yo dije:

― Dijiste quiero ser usada y follada duro. ¡A tragar¡

Y trago hasta la última gota. Y solo seria una pequeña parte de lo mucho que trago aquella tarde.

Después de que mi marido Ton le follase la boca y le obligara a tragarse su leche, mi hermana Ali estaba estirada en la cama recuperándose y acariciándose suavemente el coño. Yo, sentada en el sofá, noté que mi entrepierna estaba mojada. La mamada me ha había puesto caliente. Ton, sentado a mi lado, ordenó:

― Ali, veo que tienes ganas de acariciarte. Siéntate en esa silla delante nuestro con las piernas abiertas y mastúrbate mientras hablamos.

Ella arrastro la silla cerca del sofá y poniendo una pierna en cada brazo se expuso abierta, mostrando su coño ya claramente mojado. Con un dedo se acariciaba el clítoris.

― No ha estado mal la mamada. ¿Se la chupas mucho a tu marido?

― Algunas veces, pero no es que me lo pida mucho.

― Pues él se lo pierde. ¿Te ha puesto cachonda lo que hemos hecho?

― La verdad es que si. Sentir que me obligabas a chupar me ha excitado mucho.

En ese momento, de la habitación de al lado llegaron claramente los gritos de la pareja que estaba follando:

― ¡Si, dame fuerte, reviéntame el culo, más, más!

― ¡Toma zorra, toma polla, tómala hasta el fondo!

― ¡Me corro cabrón, me corro, sigue, sigue!

Los tres sonreímos. Ton, levantándose hacia mi hermana dijo:

― Lo ves. En el sexo es importante soltarse y desinhibirse. Y a ti de veo muy cortada. Deberías ver a tu hermana Mayse, tan discreta, pero en la cama se suelta y se transforma.

Yo pensé que no había para tanto, aunque era verdad que él conseguía muchas veces que dijera barbaridades mientras follábamos.

Ton empezó a acariciar con toda la mano el chocho de Ali.

― Te voy a regalar el primer orgasmo de la tarde. Pero con la condición que te dejes ir y te portes como la guarra que eres. Si no, pararé. Y para hacerlo más divertido, será tu hermana la que elija la manera. Yo, mirando a Alí, solté:

― Cállate y cómele el coño de una vez. Tanta charla y ella muriéndose de ganas.

Dicho y hecho. Ton se arrodilló y poniendo la cabeza entre las piernas de Alí empezó a lamer. Aquel coño hacia rato que palpitaba y mi hermana comenzó a gemir automáticamente, agarrando con sus manos la cabeza de Ton y apretando contra ella.

Aquello fue demasiado para mí y disimuladamente empecé a acariciarme un pezón metiendo mi mano entre la teta y el sujetador mientras la oía a ella empezar a soltarse:

― Si, si, así, cómeme el coño.

Ton aceleró los movimientos de su lengua mientras Ali intentaba abrir aún más las piernas para sentir la caricia más profunda. Agarrándole el pelo, grito:

― Sigue, sigue, me voy a correr, no pares.

Y paró. El cabrón de mi marido, justo cuando Ali estaba a punto de correrse, se levantó y la dejo allí, espatarrada, con el chocho hirviendo, gimoteando y mirándole alucinada.

― ¿Qué haces? No por favor, quiero correrme, sigue.

Ton se acercó a mí, me beso y sacó de la bolsa de los juguetes un gran consolador negro de no menos de 20 cm. Volvió junto a Ali y dejando entre sus piernas el pollón dijo:

― Todavía no te toca gozar de mi polla, pero si tienes ganas te doy permiso para correte.

Ella no dudó. Agarrando el consolador con las dos manos, se lo metió de un solo golpe y empezó un frenético mete y saca. Aquellos 20 cm de polla entraban en el coño de mi hermana hasta la base con la misma facilidad que un cuchillo en la mantequilla.

Ali estuvo follándose, cada vez más fuerte, gritando cada vez más, hasta que estalló en un orgasmo sublime:

― Me corro, me corro,chilló mientras su chocho soltaba flujo como una fuente y su cuerpo se convulsionaba.

Estuvo corriéndose casi un minuto hasta que extenuada soltó el consolador. Sus piernas continuaban abiertas y bajo su coño inundado se veía la tapicería de la silla mojada.

Yo había contemplado aquella paja salvaje extasiada. Mientras ella se penetraba, mis caricias a los pezones se habían incrementado y subiéndome la falda había metido la mano dentro de las bragas y mis dedos habían empezado a jugar con mi clítoris. Yo, que casi nunca me masturbaba por más que Ton me insistiera, estaba empezando a pajearme viendo correrse a mi hermana.

Ton, sentado a mí lado rompió el silenció:

― Cariño, has estado sublime. Y además has puesto caliente a tu hermanita. ¿Te has quedado a gusto?

Ali levanto la cabeza que tenía echada hacia atrás, nos miro y sonrió.

― Eres un cabrón, pero hacia tiempo que no me corría así.

― Pues esto acaba de empezar y este cabrón tiene algunas ideas más. Ahora ponte en el suelo a cuatro patas y ven hacia aquí.

Mi hermana obedeció y gateando se acercó a Ton hasta que su cara quedó ante su polla erecta. Su coño aún goteaba.

― Ahora lámela, por todos lados, pero sin metértela en la boca.

La lengua de Ali empezó a trabajar, recorriendo cada rincón de la polla de mi marido, poniéndola húmeda y brillante. Mis dedos intensificaron las caricias en mi clítoris. Aquella escena me estaba poniendo a cien, olvidándome que era la lengua de mi hermana la que estaba lamiendo la polla de mi marido.

Tras un buen rato de aquel masaje excitante, Ton dijo:

― Muy bien guapa. Ahora ya te has ganado tu primera follada de la tarde. Siéntate en mi polla y fóllate.

Ali se levanto, se puso a horcajadas encima de Ton y agarrando su polla la acerco a su coño. Cuando notó la punta en la entrada, soltó su cuerpo y, soltando un pequeño gemido, empezó a cabalgar.

Ton agarró sus nalgas con las manos para acompañar su moviendo mientras su lengua empezó a jugar con los pezones de mi hermana, que estaban erectos como astas.

A su lado, a menos de cinco palmos, yo notaba el olor a sexo que desprendían. Mis dedos habían empezado a introducirse en mi coño mojado y necesitaba más espacio. Despacio, como si temiera distraerlos, me saque falda, pantys y bragas y desabrochándome la blusa, me saqué el sujetador. Me levanté para dejarla junto a la de ellos. Antes de volver al sofá pasé junto a la silla donde Ali se había masturbado y cogí el consolador que había usado. Volví junto a ellos, que parecían no haberse dado cuenta de mis movimientos, y me acosté acercando la punta de aquel dildo reluciente a mi coño.

Juro que cuando entramos en aquella habitación yo iba convencida que sólo quería verlos follar. No hubiera soportado quedarme en casa sabiendo que ellos estaban juntos, pero nunca pensé que me excitaría de aquella manera. Y ahora estaba casi desnuda, sólo con mi blusa, frotando contra mi coño el pollón que aún estaba mojado con los flujos de mi hermana.

Mi hermana, que en aquel momento gemía de placer clavándose la polla de Ton.

― Así, así, fóllate bien, haz que entre toda, decía él.

― Si, si, me gusta. Me voy a correr otra vez, gritaba ella.

Ton se sacó a Alí de encima y poniéndola en cuatro en el suelo le clavo la polla hasta el fondo. Mientras la penetraba sin piedad, azotaba su nalga con la mano.

― Córrete guarra. ¿Esto es lo que querías, no? Que te follen duro. Toma, toma. Estás chorreando. Que bueno.

― Si, si, fóllame fuerte. Así, más, más. Pégame fuerte.

Aquello fue demasiado. Deseaba ser yo la que estuviera a cuatro patas follada por Ton como tantas veces hacíamos. El consolador entro en mi coño y empecé a follarme al mismo ritmo que la polla de Ton taladraba el coño de mi hermana.

Allí estaba yo, una mujer madura, casada, madre, profesional de éxito, estirada en el sofá, con las piernas abiertas masturbándome con un consolador de 20 cm mientras veía como mi hermana, a cuatro patas en el suelo, era follada por mi marido. Mi marido, que como yo, nunca antes había estado con otra persona en la cama.

Estaba tan caliente que tardé muy poco en correrme. Fue un orgasmo silencioso, de gemidos ahogados, pero increíblemente placentero.

Ali no tardó mucho más. Sus nalgas estaban enrojecidas de los azotes de Ton y después de recibir varias embestidas hasta el fondo estalló entre gritos:

― Me corro, si, me corro. Sigue, sigue, reviéntame el coño.

La fuente en que se convertía su sexo con cada orgasmo volvió a manar mientras mi marido la follaba como loco.

Cuando Ali soltó el último gemido, Ton salió de ella y agarrándola por el pelo dijo:

― Quiero correrme. Abre la boca y saca la lengua.

Ali lo hizo y Ton sacudió su polla hasta que la primera lechada entro en la boca. La siguientes impactaron en toda la cara, dejando el rostro de mi hermana cubierto de leche.

― Límpiala, ordenó, mientras metía la polla hasta la base. La imagen era tremenda. El semen se deslizaba por su cara hacia las tetas, mientras ella chupaba desesperadamente.

Finalmente él se separó y cayó sentado en el sofá. Ali quedo de rodillas, sin saber que hacer, intentando recoger con la lengua la lefa que resbalaba por su cara.

― ¿Puedo ir a limpiarme?

― Ve.

Ton me miró y puso su mano en mi coño.

― Veo que al final te has decidido.

― Si cariño, me habéis puesto muy caliente. ¿Tú sabias que pasaría, verdad?

― Claro. Ya sabes que siempre te digo que llevas una cachonda dentro y que debes dejarla salir. ¿A que ahora tienes ganas de que te folle?

― Por supuesto. Vamos a dejar a mi hermana y en casa me voy a tomar mi ración.

― ¿Irnos? No, aún no. Queda mucha tarde y seguro que tu hermana quiere más. Y tú también tendrás lo tuyo.

Ton no dejaba de sorprenderme. Estaba controlando aquella situación y aunque sabía lo morboso que podía ser, no imaginaba que rondaba por su cabeza.

Ali volvió del lavabo. Inconscientemente yo me cubrí con la blusa. Era absurdo; acababa de masturbarme casi desnuda viendo como se la follaban, pero en aquel momento sentía pudor.

Ton hizo que se sentara a su lado, quedando el entre las dos. Puso una mano en cada coño y empezó a acariciarnos. El cabrón sabía como hacerlo y mi cuerpo empezó a excitarse otra vez.

― Bueno cuñada, sigamos con la fiesta. Me las has chupado, te has tragado mi leche, te has follado con un consolador y te la he metido por el coño mientras te azotaba. ¿Pero aún quedan cosas pendientes de tus fantasías, verdad?

― Sí, contesto ella mientras cerraba los ojos excitada con las caricias.

― ¿Qué te parece si te doy por el culo?

― Si, pero nunca lo he hecho.

― ¿Nunca? ¿Tu marido no te da por el culo?

― No, el dice que eso no es normal. Alguna vez yo he probado cuando me masturbaba y me he metido un poco un consolador, pero nunca hasta el fondo.

― Vaya, vaya. Mayse, ¿qué te parece? ¿Quieres ver como enculo a tu hermana?

Sus caricias y la conversación me estaban poniendo a cien. Y pasé a una nueva fase de aquella tarde loca. Hasta el momento me había mantenido discretamente, como observadora, pero en aquel momento salió mi lado morboso.

― Si, dale por el culo. Quiero ver como se corre con tu polla dentro. Dale como me das a mí y hazla gozar.

― Muy bien. Pero lo haremos jugando. Ali vete a la cama. Dentro de diez minutos vendré y te encularé. Tienes ese tiempo para prepararte el culo acariciándote. Si quieres puedes usar alguno de los juguetes.

Ali se levanto y busco en la bolsa, escogiendo un vibrador estrecho.

― ¿Tienes vaselina o alguna crema?

― No. Tendrás que prepararte con tu propio flujo.

― Pero sin vaselina me dolerá.

― Los diez minutos empiezan a contar.

Ali entendió que las reglas del juego estaban establecidas. Se estiró en la cama boca arriba y empezó a masturbarse.

― Mayse, que te parece si la ayudamos un poco. Me vas a chupar la polla para prepararla y lo harás a su lado para que lo vea y se excite un poco más.

Sin darme opción a responder, me cogió de la mano y llevándome a la cama me sentó junto a ella y metió su polla en mi boca.

Ali mojaba sus dedos en su coño para después acariciarse el ano. Cambió de posición y poniéndose a cuatro patas empezó a introducirse el vibrador por el culo mientras nos miraba.

― Mira Ali, tu hermana también sabe comer pollas.

Me tomé aquello como un desafío. Sabía como chupársela a mi marido y no pensaba ser menos que mi hermana. Mis movimientos de lengua y labios hicieron su efecto y la polla de Ton se puso dura como una piedra.

Los diez minutos han pasado. Mayse, haz los honores. Pon la polla en el culo de tu hermana para que pruebe por primera vez el sexo anal de verdad.

Aquello era una locura, pero yo hacia rato que había perdido el control. Agarré la polla de mi marido y separando las nalgas de mi hermana coloqué la punta en la entrada de su ano.

― Despacio por favor, dijo Alí.

Mi hermana Ali estaba a cuatro patas en los pies de la cama con la polla de mi marido Ton en la entrada de su ano, colocada por mí misma después de abrirle las nalgas. Volvió a repetir:

― Despacio, por favor.

Ton fue generoso. No se la metió de golpe, pero inició un folleteo suave, sin parar, de manera que a cada movimiento de cadera su polla entraba un poco más.

― Espera, espera, me duele un poco. Para.

― Tranquila. Relájate. Te garantizo que de aquí un rato estarás pidiéndome más. Además, tú querías follar duro, ¿verdad?

Dicho esto, incrementó el ritmo mientras palmeaba de ven en cuando las nalgas de Ali.

Mientras tanto yo me recosté en la cama apoyándome en el cabezal de la cama y abriendo las piernas empecé a acariciarme. Des de mi posición veía la cara de mi hermana, mezcla de miedo y placer. Aquella imagen empezó a excitarme.

Ton seguía con su incremento de ritmo y la cara de Alí se relajó a la vez que empezaba a gemir.

― Ali, ¿a que nunca habías visto el coño de tu hermana tan cerca? Mira cómo se pajea mientras te enculo. ¿Te pone cachonda?

― Sí, estoy muy caliente, métemela, ya no me duele, me gusta.

― Mayse, ¿ te gusta ver como lo follo el culo a tu hermana? ¿Quiere que le dé más fuerte?

Entendí lo que quería y entré en el juego. Aquella tarde de sexo había entrado en una nueva dimensión y ya no controlaba mí calentura.

― Reviéntale el culo. Dale fuerte. Quiero oírla gritar. Jódela bien jodida.

Aquello fue una orden para mi marido. Agarrando por las caderas a Ali empezó a follarle el culo de manera salvaje. Todo su cuerpo se movía adelante y atrás mientras gritaba:

― Sí, fóllame, fóllame, más fuerte. Dios, que gusto, párteme el culo.

Yo la miraba a los ojos y la veía gozar como nunca lo había hecho en su vida. La follada era tremenda. Después de unos cuantos minutos de taladrarla, Ton aflojó el ritmo. Ali, que gemía a gritos lo notó y salió el carácter autoritario de mi hermana que tan bien conocía:

― No pares hijo de puta, sigue follando. Quiero más. Venga sigue. Tienes la polla pequeña y necesito más. Sigue, sigue.

Ton la sacó de golpe. Ali se giró y mirándole con cara de odio soltó:

― ¿Qué haces? No me dejes así. Estaba a punto de correrme, ostia.

Mi marido se giró y sentándose en el sofa ordenó: si quieres correrte ven aquí.

Mi hermana saltó de la cama como un resorte y fue hacia el.

― Ponte de espaldas a mi, siéntate encima y encúlate.

Ali obedeció y apoyando sus pies en las piernas de Ton agarró su polla y la dirigió a su ano. Cuando la notó, soltó su cuerpo quedando ensartada. Entró fácilmente. El culo de mi hermana estaba abierto y mojado. Al sentirla toda dentro soltó un gemido y comenzó a follarse como si fuera la última vez que pudiera hacerlo. Los dos empezaron a gritarse.

― Te gusta cuñadita. Eres una guarra de cuidado. Clávatela, venga. No dejes nada.

― Si, si, me encanta. Como me gusta, joder. No pares.

Cuando notó que le venia, empezó a frotarse frenéticamente el clítoris.

― Ya, ya, me corro, me corro. Métela toda, si, me corro. Que gusto me das cabrón.

El grito fue ensordecedor. Todo el hotel debió oírlo. Ali estuvo corriéndose un minuto entero. Su cuerpo se convulsionó hasta que llena de placer se echó a un lado y lo reposó en el sofá. La polla de Ton, completamente mojada seguía dura como una piedra. Increíblemente, aún no se había corrido. Se levantó y fue hacia el baño. Oí correr el agua y deduje que se estaba lavando.

Yo en la cama estaba caliente como una perra. Mis dedos jugueteaban con mi coño y me moría de ganas de que Ton me follara. El salió del baño y adivinando mi deseo dijo:

Ven aquí Mayse. Te voy a dar lo tuyo. Volvió a sentarse en el sofá y yo me lancé a por él. Sentándome encima me metí aquella polla que tanto deseaba. Hacia tanto tiempo que follábamos que nuestros cuerpos se conocían perfectamente. El acoplamiento era sublime. Mientras cabalgaba ví a mi hermana mirándonos y empezando a acariciarse. La muy guarra era insaciable.

Ton también lo vio. Le agarró la mano y tiró de ella hacia nosotros. Cogiéndola por la nuca empezó a comerle la boca. Aquello era un trío en toda regla. Yo me olvidé de ellos y seguí disfrutando de la follada. Ali se levantó y apoyando la pierna en el respaldo hizo que Ton le comiera el coño. Yo cabalgaba cada vez más fuerte mientras veía en primer plano como la lengua de Ton lamía el chocho peludo de mi hermana. Los tres gemíamos de placer.

Mi marido dejó de comer y me dijo: Ali, ponte detrás de Mayse y cómele el culo. Quiero que se corra bien a gusto.

Yo oí aquello y me estremecí. Por un lado era ir más allá de lo que jamás hubiera pensado, pero por otro, Ton sabia que encantaba que me estimulará el ano mientras me follaba. Así conseguía mis mejores orgasmos.

Mi hermana deshizo el trío y mirándonos dijo: ¿Lo dices en serio? ¿Quieres que le coma el culo a mi hermana? Ni loca.

La voz de Ton sonó dura: ponte tras ella y comete su culo ya; tú querías jugar fuerte ¿no? Te dije que comerías culo y aceptaste.

― ¿Pero yo pensé que te referías a comértelo a ti?

― El mío también te lo comerás, tranquila. Ahora hazlo.

Yo escuchaba aquella conversación medio ida. Aunque estaba de acuerdo con ella en que era una locura, oír a mi marido ordenándoselo me había puesto a cien.

De repente noté las manos de Ali en mi culo. Separó mis nalgas y puso su lengua en mi ano. Todo mi cuerpo se electrizó. Ella empezó a mover tímidamente la punta. La doble sensación de la polla follándome y aquella lengua lamiendo era increíble.

― ¿Te gusta cariño? ¿Te gusta como te follamos? ¿Te come bien el culo tu hermana?

― Si, me encanta. Pero quiero más, dile que la meta más.

― Díselo tú, cariño. Dile que te coma más.

Jamás había estado tan caliente. Ton me había comido alguna vez ahí atrás, pero sentir mis dos agujeros follados era demasiado.

― Métela más Ali. Más adentro. Fóllame con tu lengua.

Ella hizo caso y note como se habría paso abriendo el agujero. Ton también lo noto e incremento sus penetraciones. Empecé a notar que mi orgasmo se acercaba.

― Así, así, folladme. Que gusto.

El placer era inmenso, pero notaba que mi culo quería más. Hubiera deseado que una polla me lo follara. Ali se esforzaba, pero necesitaba más.

― Cómeme el culo, cabrona. Cómetelo. Métela toda. Quiero correrme.

Y mientras decía esto alargué la mano por detrás de mi culo y agarrándola por el pelo apreté su cabeza contra mi buscando la máxima penetración. Ali se esforzaba y tenía media lengua dentro de mí, intentando a la vez respirar. Y entonces llegó. Un orgasmo sublime. Me corrí entre gritos:

― Si, si, si, me corro, me corro. Así, así… Ah, ah, ah.

Cuando notó que mi cuerpo se paraba, mi hermana se soltó y cayó sentada al suelo. Yo me apoyé en Ton relajada. Pero el no se había corrido aún. Sin darnos tregua, me sacó de encima y me puso a cuatro patas en el sofá. Y ordeno a Ali que se pusiera a mi lado en la misma postura.

Se puso detrás y tomó su tiempo contemplándonos. A un lado el culo grande y rotundo de su mujer y al otro el culo más pequeño, pero también bien formado, de su cuñada. Se estaba poniendo las botas. Se acercó a mí y me penetró de golpe. Entró sin problema en mi coño inundado después de la corrida y empezó a follarme fuerte. Yo apoyé mis manos en el respaldo y sentí como mis tetas se movían adelante y atrás. Mis pezones estaban duros como nunca. El placer era inmenso. Acababa de correrme pero estaba a punto para otro orgasmo. Y justo entonces salió de mí.

Se fue hacia Ali y se la metió. Ella empezó a jadear y yo lleve la mano hasta mi coño para pajearme mientras esperaba turno. Mi hermana le pedía más mientras con una mano se pellizcaba los pezones. Como hizo conmigo, cuando Ton notó que ella estaba cerca del orgasmo, la dejó.

Volvía a tocarme. Cerré los ojos esperando la polla que iba hacer correrme. Volvió a meterla de golpe y dejándola un rato quieta se inclinó hacia mí y me susurro al oído:

― Córrete mi vida. Demuéstrale a tu hermana como folla una hembra de verdad.

Y empezó a bombear como el sabe que me gusta. Estaba en la gloria. Cada embestida era mejor que en la anterior. No tardé en llegar al orgasmo.

― Fóllame, fóllame, reviéntame el coño. Así, así. Me corro, me corro.

Ton me beso en el cuello y me dejo disfrutando de mi corrida. Agarró las nalgas de Ali i puso su polla en la entrada del coño sin meterla.

― Ahora tu guapa. ¿Quieres correrte? ¿Quieres que te la meta hasta el fondo?

― Sí, métemela, fóllame. Quiero correrme.

Ton se la metió de golpe y empezó su follada. Ali, que estaba aún más caliente que yo, empezó a gritar.

― Fóllame cabrón. Más fuerte, más. Lléname el coño de una puta vez. Así, ostia, así. Ya, ya, me corro.

Estalló en un nuevo orgasmo sublime cayendo derrotada.

Ton nos concedió unos minutos. Increíblemente para mí, seguía sin correrse después de habernos regalado dos orgasmos a cada una. Se echó en el suelo y dijo:

Quiero correrme. Ali ven aquí y cómeme a mí el culo. Ella no discutió esta vez. A gatas se acercó a él que levanto y abrió las piernas para facilitarle el acceso. Agarrando su cabeza la hundió en su ano y empezó a moverla adelante y atrás.

― Come. Ya te dije que ibas a quedar harta. Come y hazme una paja mientras.

Ali lamía y lamía mientras su mano masturbaba con rabia la polla de Ton. Yo me acerqué a cuatro patas también y me la metí en la boca. A cada chupada mi boca chocaba con la mano de mi hermana.

Ton empezó a gemir como un toro. Se puso de pie y poniéndonos a las dos de rodillas hizo que se la comiéramos a la vez. Cogiéndola con la mano la iba metiendo alternativamente en nuestras bocas, que en cuanto la notaban chupaban desesperadamente.

Mi marido notó que su clímax estaba cerca y decidió cumplir una de sus fantasías más deseadas. Apoyó un pie en el sofá y metió toda su polla en mi boca mientras ordenaba a Ali que le comiera el culo. Las dos nos aplicamos a fondo. Mientras mi boca era follada como antes lo fue la de mi hermana, ella penetraba el culo de Ton hasta donde podía como antes hizo con el mío.

― Así, así, follarme bien. Que gusto me dais. Mueve más la lengua. Y tú cómetela toda.

Supongo que lo tenía pensado des del momento en que supo que íbamos a juntarnos los tres en aquella habitación. Y por fin lo había conseguido. Su mujer y su cuñada le estaban haciendo la mamada de su vida.

― Me voy a correr. Venid a tomar a vuestra leche.

Las dos nos pusimos ante él con las bocas abiertas y las lenguas fuera. Y Ton empezó a eyacular alternativamente en nuestra cara llenándonos a las dos de semen. En mi caso, acertó y casi toda su leche entró en mi boca, empezando a resbalar por la lengua hacia mis tetas. Ali recibió por toda la cara y parte en su boca. Ton la escogió a ella y metiéndole la polla hasta el fondo termino de echar sus últimas gotas.

― Ahora limpiarla entre las dos.

Empezamos a lamer aquel pollón que tanto placer nos estaba dando. Sin decir nada nos la repartimos y cuando una lamía el capullo la otra lo hacia en la base. Pero algunas veces nuestras lenguas se encontraron en aquel baile excitante de saliva y semen. Ton contemplaba extasiado aquellos tímidos juegos lésbicos entre las dos hermanas. Recuperé la sensatez y levantándome fui hacia el baño.

Me metí en la ducha y mientras me lavaba oí entrar a Alí que se limpió con una toalla. Cuando salí ella ocupó mi lugar. Casi no nos miramos. El pudor seguía presente a pesar de todo lo que había pasado.

Ton estaba estirado en la cama. Me eché a su lado. Al rato salió Ali. Mientras recogía su ropa para vestirse dijo:

― Quiero daros las gracias. Me habéis hecho disfrutar cómo nunca. Gracias Mayse por prestarme a tu marido.

― Ha sido un placer, cuñada. Si Mayse quiere, por mi podemos repetir cuando sea.

Ya veremos. Sólo dije aquello. Habían pasado muchas cosas y necesitaba pensar en ello y hablarlo con mi marido. Lo que no sabia entonces es que aquella tarde de sexo supondría el inicio de muchas y nuevas experiencias para mí.

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