Tengo 26 años, pelo castaño, largo hasta la mitad de mi cintura y un cuerpo que sin ser una belleza es nada despreciable, mi busto es muy redondeado y mis caderas son delgadas con una cola bastante envidiable.
Les cuento lo que me pasó hace bastante tiempo cuando por las tardes volvía a mi departamento desde el trabajo, en varias oportunidades, dos o tres, había observado en el subte a un señor que viajaba parado, como la gran mayoría de nosotros, aparentemente tendría unos 65 o 70 años, alto, delgado, de pelo canoso y bastante abundante, correctamente vestido, traje y corbata, sus zapatos perfectamente lustrados, colgándole de su brazo izquierdo un bastón.
Como el subte a esa hora (las 18 o 18:30) está repleto nunca se dio la casualidad de viajar junto a él, pero esta vez lo vi sentado junto a la ventanilla, me corrí por el pasillo hasta quedar a la altura de su asiento, por fortuna, el muchacho que viajaba en el asiento contiguo se levantó y pude sentarme junto a él.
Cuando lo hice noté que me miró de reojo en un par de oportunidades y abrió un poco más sus piernas, rozando con su rodilla la mía, discretamente retiré mi pierna de la suya, él se acomodó de nuevo y al cabo de unos instantes volvió a repetir la operación, evidentemente quería ver mi reacción, en un primer momento pensé en decirle algo, pero me pareció inapropiado ya que pensé que me podría contestar de mala manera o algo por el estilo, lo dejé seguir con su juego.
A medida que pasaban las estaciones, su pierna se fue apretando más con la mía, como había resuelto seguir con ese jueguito, comencé lentamente a frotar mi rodilla contra la suya, el aparentemente seguía enfrascado en la lectura de un libro, hasta que en un momento determinado se dio vuelta hacia mí y muy discretamente me dijo:
-Bajo en la próxima estación, me acompañas a tomar un café…
La verdad no me esperaba esa proposición, pero la verdad es que no me sobresalté, yo le había seguido su juego, ahora debía terminarlo.
Me puse de pie y él lo hizo junto conmigo, cuando bajamos y el subte se hubo ido me dijo:
-Me llamo Fernando, ¿aceptas tomar un café conmigo?
Su voz se la escuchaba profunda, con un pronunciación muy masculina, acepté su invitación, es mas ya lo había hecho tácitamente al bajar con él.
-Hola soy Carolina, es un placer conocerte, le contesté, él se inclinó hacia mí me depositó un suave beso en mi mejilla, comenzamos a subir las escaleras, noté que, a pesar de llevar el bastón en la mano, prácticamente no lo usaba, caminaba perfectamente, muy erguido a pesar de la edad que aparentaba.
Entramos a un café que estaba a metros de la salida del subte, ambos pedimos lo misma, un cortado, comenzamos a conversar, me enteré que era viudo, sin hijos, que vivía a pocas cuadras de ahí, que trabajaba como asesor en una empresa de seguros, etc., etc., pero lo que más me sorprendió era que me había equivocado al imaginar su edad ni 65 ni 70, tenía 76 años, no lo podía creer, es más me dijo que solo llevaba el bastón como por costumbre, que no lo necesitaba para nada, era verdad, sin él se movía con igual facilidad.
Seguimos charlando un rato hasta que en un momento determinado y así como así, tomando mis manos entre las suyas me dijo con una sonrisa en sus labios:
-Te veo hermosa, me gustaría hacer el amor contigo.
No sabía que responder ante tan repentina pregunta, lo pensé un instante, una milésima de segundo nada más, sin mover mis labios asentí con la cabeza, debía haberlo imaginado, todo juego tiene un fin, ahora tenía que saber cómo terminarlo, su sonrisa se le iluminó aún más, me apretó un poco más fuerte mis manos, pagó la consumición y salimos hacia su departamento, vivía solo dos cuadras, subimos y entramos en él.
Muy pocas veces había visto un departamento adornado y amueblado con tan buen gusto, era muy hermoso, todo muy bien ordenado, además se lo notaba muy amplio y confortable, apenas cerró la puerta me tomó de los hombros, me hizo girar hacia el e inclinándose algo comenzó a besarme, introdujo toda su lengua dentro de mi boca, me recorrió toda con ella, por supuesto respondí de igual manera, muy pocas veces me han besado tan tiernamente, pero con tanta pasión.
Sus manos se deslizaron por mi espalda, muy lentamente, llegaron hasta mis nalgas, se cerraron sobre ellas, me apretaban, no me producía dolor, me atrajeron hacia él, en ese momento comencé a sentir entre mis piernas, sobre mi vagina el bulto de su verga, no sabía si era verdad o llevaba puesta un prótesis, era algo que parecía inmenso, nunca había sentido semejante tamaño apoyarse sobre mí.
Comencé a desprender sus pantalones, que cayeron al piso en un instante, el bóxer color negro que llevaba puesto no podía contener su verga, el bulto que esta provocaba era inmenso, lentamente le fui bajando su calzoncillo, la verga que apareció era descomunal, calculo que mediría unos 20 cm y su grosor era tal que con una sola mano casi no la podía rodear, recién para agarrarla toda tuve que usar ambas manos, no era algo duro como se le pone a un tipo de 20 años pero si tenía una firmeza que creo nada usual para un hombre de su edad.
Me arrodille y metí su cabezota roja en mi boca, tuve que hacer un esfuerzo para que entrase, tenía la boca abierta como cuando voy al dentista, y así y todo casi no conseguía que entrase más, el empujó un poco, casi me asfixio, su poronga entró hasta mi garganta, no podía respirar, pero aún así no quise dejar de tragármela, noté que esto lo enloquecía, jadeaba de una manera continua, su pija se endureció un poco más, entonces me hizo levantar, terminó de sacarse su ropa y yo hice lo mismo, todas nuestras prendas quedaron en el piso.
Suavemente me llevó hasta un sillón del living, se recostó en él y me ofreció nuevamente su verga, me arrodillé y comencé a mamársela de nuevo, que verga hermosa, nunca había tenido semejante cosa a mi disposición, cuando el notó que iba a acabar, se levantó y me hizo poner en cuatro patas sobre el sillón comenzando a lamer mi culo, su lengua entraba en todo mi ano, se la sentía muy cálida, con los dedos jugueteaba con la entrada de mi ano, lo dilataba más y más.
Cuando vio que yo ya no podía aguantar más ese jueguito se incorporó y apoyó la punta de su verga en la entrada de mi ojete, en ese momento comprendí realmente que semejante pija no iba a entrar, que me iba a reventar toda por dentro, quise incorporarme, pero el con sus manos apoyadas en mis nalgas me lo impidió, de manera suave pero muy firme.
Como mi cola estaba muy lubricada y su verga también, comenzó a meterla en mi ano, en el primer empujón entró su cabeza, mi ano se dilató al máximo, comencé a sufrir como nunca lo había hecho en mi vida, mordía los almohadones del sillón para no estallar en un alarido, mi manos arañaban la tela del sofá, mis uñas se clavaban con desesperación, quería salir de esa posición pero no lo lograba, lentamente el trató de introducirla más, apenas lo lograba, yo trataba por todos los medios de relajarme y hacer que no me doliese, no lo lograba, el empujaba más, a mí me dolía más.
De esa manera siguió tratando de enterrármela toda, yo sabía que si lo hacía no iba aguantar y me iba a desmayar del dolor, traté de aguantar, no gozaba, no podía hacerlo, el dolor era cada vez más intenso, entonces sacó sus manos de mis nalgas y las colocó sobre mis hombros, no llegué a reaccionar, tirando de mis hombros hacia atrás empujó con toda su fuerza la verga dentro de mi culo, entró toda de un golpe, no podía entrar más, sus bolas quedaron aprisionadas en la entrada de mi culo.
El alarido que di creo que se sintió a varias cuadras de distancia, el terrible ardor que sentía parecía que tenía metida en el culo una brasa de carbón, sentía la sensación de que la punta de su verga me había llegado hasta la garganta, no podía comprender como semejante verga estuviese toda dentro de mí, inmediatamente el comenzó con una mano a acariciarme las tetas, y con la otra a jugar con mi clítoris, suave y lentamente.
Poco a poco el ardor de mi culo comenzó a disminuir, al mismo tiempo que aumentaba el placer que me producían sus caricias, así de esta forma el comenzó a sacarla y meterla, lentamente de manera casi imperceptible su verga salía y al momento sentía todo su largo dentro de mí, me dolía horrores, pero el ardor era menor, era una mezcla de placer y dolor, no podría decir cuál era mayor.
De esta forma fue aumentando el ritmo del meter y sacar, comprendí que iba a acabar en cualquier momento, con mi mano apreté la suya dentro de mi vagina, el inmediatamente comprendía que yo estaba por tener un orgasmo, aumento el ritmo, introdujo más sus dedos dentro de mi argolla y así hasta que ambos un pudimos aguantar más, el orgasmo me llegó como un relámpago, imprevistamente, sentí mi cuerpo estremecerse, temblar, no podía aguantar más…
Él en ese momento empujó con todas sus fuerzas, volví a quedar ensartada por su enorme verga y comenzó a acabar, en forma frenética, comenzó a llenarme toda con su semen, lo sentía dentro de mí, muy caliente, me quemaba todo mi orto, tal era su abundancia que no lo podía contener todo, sentía que se resbalaba por entre mis piernas, mi vagina se lubricaba con él, así siguió bombeando hasta acabar todos sus jugos, cuando no tuvo más y estando ya completamente relajado dejó caer todo su peso sobre mí, me aplastó contra el sofá, comenzó a besarme la espalda, llegó hasta mi nuca, me mordió el cuello, era algo maravilloso el placer que esto me producía.
Aun así, seguí con mi mano en la vagina, lentamente comencé a acariciar mi clítoris, así empecé a tener un nuevo orgasmo, él lo comprendió por mis jadeos, me ayudó con sus besos y caricias, estallé nuevamente, no podía creer, a pesar del ardor que aún tenía con su pija dentro de mi culo, el orgasmo que tuve fue interminable, hermoso, todo mi cuerpo se retorcía, gritaba como una loca, no sé cuánto duró, pero para mí fue una eternidad.
Luego él se salió dentro de mí, que alivio tan grande, no tenerla más dentro de mí, pero la verdad fue una lástima, lentamente me di vuelta y quedé de espaldas sobre el sillón, no podía creer lo que veía, por mis piernas chorreaba un líquido espeso y caliente, era su semen mezclado con sangre, casi podría decir que más sangre que semen, era evidente que mi culo se había roto de una manera increíble, en ese momento me di cuenta del ardor que tenía en orto.
Entonces Fernando se levantó, fue hasta el baño y regreso con una crema, comenzó a lamer toda mi vagina y mi culo, se fue chupando todo, mientras lo hacía con sus manos jugaba con mis pechos, me los acariciaba, apretaba con la punta de sus dedos mi pezones, cuando hubo limpiado todos los jugos comenzó a aplicar crema en mi culo y mi vagina, como por arte de magia todo el ardor que tenía en el orto desapareció, recién en ese momento comencé a sonreír y a disfrutar realmente.
Su enorme verga no estaba totalmente flácida, comencé a acariciársela, abrí mis piernas, ofreciendo toda mi argolla para que me penetrase, pero el conocedor de sus propias fuerzas me dijo muy cálidamente: Me encanta lo que me ofreces, pero no puedo satisfacerte más, hoy no, dejémoslo para otro día…
Así fue que me levanté y con bastante dificultad fui a darme una ducha, me cambié y me despedí de Fernando, cuando salí a la calle no podía caminar, me ardía todo, mi orto era un fuego, bajé al subte y cuando me ofrecieron un asiento me negué a aceptarlo, no me podía sentar, es más por varios días cuando me sentaba sentía ardor, pero ese ardor era hermoso, solo me hacía recordar la enorme verga que había tenido dentro de mi culo.