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Una mujer cabreada y frustrada
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Todos los fines de semana ella cogía su bicicleta y se iba a dar un paseo hasta el parque que unía los cuatro pueblos, eran unos cuantos kilómetros que le servían para quemar esas calorías no consumidas durante la semana y para calmar esa frustración sexual que se incrementaba día a día, su novio últimamente ni siquiera se molestaba en complacerla, siempre era monótono: quedaban en su casa, se daban un beso insulso de bienvenida, él se duchaba porque llegaba de correr, ella esperaba desnuda en la habitación, él la llamaba, ella le hacia una buena mamada, luego pasaban al dormitorio, follaban un ratillo y él insistía en correrse en su boca, ella no llegaba a alcanzar su orgasmo, pero a él le daba igual, se metía en la cama, se daba media vuelta y se dormía, vale que era muy guapo y que hacían buena pareja pero estaba demasiado harta del egoísmo que demostraba.

Para ir al parque debía atravesar un pequeño polígono industrial construido prácticamente para los almacenes centrales de una multinacional, los fines de semana no había actividad pero estaba repleto de camioneros de todas las nacionalidades que esperaban a que fuera lunes para realizar la carga de su camión. Cada vez que pasaba por la zona veía a los camioneros reunidos en las aceras charlando, jugando a las cartas, o comiendo todos juntos como si fuera un pequeño camping, cogiéndola contra su voluntad, la metían en la parte trasera de un camión y se la follaban entre todos; cuando pasaba por al lado de los camioneros la saludaban y ella inclinaba la cabeza devolviendo el saludo y aceleraba el ritmo de su bicicleta, ya que se sentía tan acalorada con sus bragas húmedas, sus pezones duros, que se marcaban en el maillot ajustado que solía usar y que no quería que ellos notasen, porque una cosa era su imaginación calenturienta y otra que se hiciese realidad.

Ese día estaba muy cabreada y frustrada, iba a dejarle, la última vez había sido la gota que acabo por desbordar el vaso, había quedado con su novio, le pidió que le hiciera sexo oral, se corrió, y no la toco ni la beso después, se dio media vuelta y la dejo ahí, con toda su leche en la boca diciéndole os gusta a todas. Cuando pasó por el polígono, los camioneros la saludaron, pero ella solo pedaleaba con fuerza para quemar toda esa energía no consumida, solo pensaba en esas estúpidas palabras, cuando volviera a casa estaría tan cansada que las ganas de gritarle se le habrían pasado, se daría una ducha, le llamaría y le mandaría tranquilamente a paseo; iba tan abstraída en sus pensamientos que no se dio cuenta y se salió de los caminos del parque, cruzo campo a través con tan mala suerte que se resbaló y cayó de la bicicleta. Se incorporó con unos cuantos rasguños y dolida en su orgullo, levanto la bicicleta y se dio cuenta que la rueda trasera se había pinchado, de ahí la caída; no le quedaba otra alternativa que volver andando y llevando la bici.

Se le estaba haciendo bastante tarde, pero con las prisas que había salido olvidó coger su pequeña mochila en la que estaba el móvil y algo de dinero por si tenía una emergencia, otra cosa por la que culparle, pero no era culpa de él era suya por permitir que la hubiera tratado así y no haberle gritado -desahogándose- que él ni siquiera sabía follar como para saber lo que le gustaba a todas. Cuando llego al polígono ya era prácticamente de noche, las farolas iluminaban las calles desiertas, ni siquiera estaban los camioneros que seguramente habrían acudido a entretenerse un rato en la ciudad; caminaba despacio, cojeando un poco, aún le quedaba por lo menos una hora hasta llegar a casa.

-Hola, ¿qué te ha pasado?, ¿necesitas ayuda?

Escuchó una voz masculina con un pequeño acento extranjero, se volvió, era uno de los camioneros.

-Me he caído, se me ha pinchado la bici así que me tengo que volver andando a casa…

-Si quieres metemos la bici en el camión y te acerco a tu casa.

-Gracias, pero no creo que sea correcto aceptar la ayuda de un extraño.

-No soy un extraño, todos los fines de semana pasas por aquí y nos saludamos.

Le dedicó una de sus bonitas sonrisas.

-Sí nos saludamos, pero eso solo indica que somos educados, aunque no conocidos, ni siquiera sabes mi nombre ni yo el tuyo…

-Me llamo Arman.

-Yo Carolina.

-¿Estás tú solo? ¿y el resto de los camioneros?

-Han ido a cenar y divertirse a la ciudad, yo no tengo mucho dinero así que decidí quedarme leyendo un libro. Pero me alegro de haberme quedado, así he podido conocerte.

-Gracias, estás siendo muy amable.

-¿Me dejas que te ayude a curarte las heridas? aquí al lado hay una pequeña fuente, acércate a ella mientras voy a por el botiquín del camión.

-Vale, creo que sí, además me vendrá bien descansar un poquillo.

Se acercó a la fuente, dejo la bici al lado de un banco, él llego con un botiquín y una toalla que le pasó, le dio las gracias y comenzaron a charlar mientras ella mojaba la toalla en el agua y la pasaba por las heridas de la pierna, los brazos y las manos, ella se fijó como él la observaba, le empezó a dar morbo, posó la vista en su entrepierna que parecía un poco abultada, él abrió el botiquín y sacó el desinfectante, ella se sentó en el banco, él se arrodillo y se lo pasó por los rasguños de la pierna, ella se contrajo, él comenzó a soplar para aliviarle el escozor.

-¿Tienes frío? en este tiempo, cuando se oculta el sol baja la temperatura.

-Un poco la verdad, aquí parada sin hacer ejercicio se nota.

Tenía los pezones duros y la piel de gallina pero no quería admitir que era por el deseo que estaba creciendo dentro de ella.

-Si quieres te acerco en el camión, estamos lejos de la ciudad y no sería aconsejable que caminaras sola por estas calles, quien sabe con quién te podrías encontrar.

Le pareció gracioso, porque con lo necesitada que estaba no sabría quien estaría en peligro, si ella o él, porque lo único en lo que pensaba era en follárselo…

Fueron caminando hacia el camión, él le llevaba la bicicleta, la dejo en la parte de atrás del camión, como la cabina estaba muy alta, la ayudó a subir y al hacerlo le acarició disimuladamente el culo, ella se mordió el labio inferior, se sentó en el lado del copiloto, comenzó a inspeccionar toda la cabina mientras él entraba por el lado del conductor.

-Está un poco desordenada –comentó él-.

-No me he dado cuenta, lo que pasa es que siempre he sentido curiosidad por saber cómo sería por dentro, cuando paso siempre tenéis las cortinas echadas.

-No es gran cosa pero te la enseño, las cortinas son para darnos un poco de intimidad, el asiento en el que estás tú se dobla y se hace mesa para comer, se puede inclinar para dar más espacio al pequeño dormitorio que hay detrás, este es espacioso y está pensado para dos personas.

Al contemplar el pequeño dormitorio se estremeció pensando en los dos follando, tenía que serenarse y pensar en otra cosa, se volvió hacia él y vio como intentaba esconder una revista de esas de tías desnudas posando de forma “erótica”, cuando él notó que ella se había dado cuenta se ruborizó.

-No te preocupes, no me asusta, entiendo perfectamente que un hombre que pasa tanto tiempo solo tiene necesidades…

-No quería que pensases que era un salido…

-Te diría que en este caso la salida soy yo…

Se dio cuenta en el acto de que había expresado sus pensamientos en alto, se puso colorada como un tomate y se agarró las manos, mientras él se reía y le decía:

-No creo que una chica tan guapa, no tenga a nadie que cubra sus necesidades…

Sin poder contenerse le contó su triste vida sexual…

-Tu novio es un gilipollas, en lo único que estoy pensando desde hace un rato es en poner mis manos sobre tu cuerpo, llenarte de caricias, probar esos pezones tan ricos que se te marcan y follarte toda la noche…

Ella se lo quedó mirando, sus ojos estaban totalmente dilatados y la miraban de una forma muy pasional.

-Si piensas eso, hazlo, porque yo tampoco pienso en otra cosa…

Se inclinó sobre ella, la beso de una forma posesiva, ella respondió al beso, entrelazaban las lenguas, se saboreaban el uno al otro, él empezó acariciarle la espalda, los muslos, le ayudo a quitarse el maillot, sólo llevaba un sujetador deportivo, le beso el cuello, bajó hacia sus pezones, los lamió y chupó por encima del sujetador, ella no paraba de gemir, le acariciaba su espalda, su cabeza, se desprendió del sujetador, el contacto directo de la boca en sus pechos la hacía estremecerse de placer, hasta ahora no había sentido nunca ese placer en sus pechos, hábilmente él pasaba sus manos por el culotte de ciclista, estaba tan mojada que sus fluidos habían traspasado más allá de las braguitas, ella empezó a quitarle la camiseta, tenía la necesidad de sentir su piel, le acariciaba su pecho lleno de pelo, le encantó enredar sus dedos en el pelo y ver como él también se estremecía.

Le quitó el culotte y pasó su mano por debajo de las braguitas, ella le acariciaba su polla por encima del pantalón vaquero, la sintió dura y grande, su boca se hizo agua solo de pensar en cómo sería, él terminó de quitarle las braguitas; ahora sus dedos acariciaban el clítoris mientras con la boca le devoraba los pechos, la inclino sobre el asiento, metió su cabeza entre sus piernas y comenzó a lamerle el coño, ella gemía de placer, sus manos se aferraban a la cabeza de él, le agarraban del pelo, él levanto su mirada y la poso sobre la de ella, veía la cara de deseo en ella, y como le urgía a continuar, le dio un suave mordisco en el clítoris, con la lengua le penetraba la vagina como si fuera una pequeña polla, estaba fuera de sí, tan excitada que de su coño no paraban de manar fluidos que él se encargaba de absorber, agarró fuertemente su cabeza, le tiro un poco del pelo y se empezó a contraer en un fuerte orgasmo.

Quedó quieta en el asiento completamente laxa, él le daba besos y pequeños lametones recorriendo todo su cuerpo, ella volvía a sentir placer, se incorporó un poco para acariciarle el pecho y la espalda, bajó sus manos hasta el pantalón mientras se fundían en otro gran beso, las metió dentro y acaricio su culo por debajo del bóxer, él se incorporó un poco, desabrocho el pantalón y se quitó el bóxer, al hacerlo emergió su gran polla erecta, no solo era grande sino también ancha, le dio un poco de “miedo” el tamaño, él le susurró al oído, “no te preocupes, te entrara toda y disfrutaras como nunca”, al escucharlo volvió a estremecerse de placer, con sus manos empezó acariciar la gran polla, sus testículos hinchados y llenos de semen, no pudo resistirse se inclinó hacia él y se la metió en la boca, chupo su glande del que salían gotitas preseminales, su sabor le pareció exquisito, comenzó a lamer todo el tronco, llegando a los testículos, los acaricio con la lengua, se los metió en la boca, los paladeo, él suspiraba de placer, volvió a ascender por el tronco, se metió el glande en la boca, intentó meterse el resto pero era demasiado grande, se limitó a jugar con ella dentro de su boca, él la aparto un momento y le dijo que parara, que no quería correrse aún.

Volvió a inclinarse sobre ella, la cubrió de besos y pequeños lametones, volvió a dedicarse con calma y placer a sus pechos, los paladeaba como si fuera un niño de teta, mientras con sus dedos acariciaba el clítoris y penetraba en su vagina, excitándola, haciendo que su coño se volviera a inundar de fluidos, dilatándola. Ella acompañaba los dedos de él con suaves movimientos, le rogó que la follara, pero él se hacía desear, ella necesitaba sentirle dentro, que la follara, estaba tan caliente, excitada y llena de pasión, sus ojos estaban en blanco no sentía otra cosa que no fuera el placer que él le estaba proporcionando.

Sintió como él la penetraba, a pesar de lo grande que era su polla consiguió que se deslizara suavemente dentro de ella, grito de placer, ella estaba tumbada y él encima abrazándola y penetrándola despacio, lentamente, pero proporcionándoles un placer inmenso, aceleró un poco las embestidas, ella salía a su encuentro, se movían al compás, cambiaron de postura, él se sentó y ella se puso encima de él, ahora ella llevaba el control de la profundidad e intensidad mientras él le chupaba nuevamente sus pechos, tenía devoción por ellos, nadie nunca les había dedicado tanta atención, con cada penetración ella se llenaba más y más, sus fluidos salían como un torrente, nunca había disfrutado tanto follando; ella se giró, él continuaba sentado y la penetraba desde atrás mientras ella se agarraba al salpicadero y sentía sus embestidas y como sus testículos chochaban contra su culo, él tenía las manos sobre sus pechos agarrándolos con firmeza; sus embestidas fuertes, rápidas, ella solo pensaba en el placer que estaba recibiendo.

Pasaron a la parte de atrás, él se tumbó sobre la cama, quería dejarle a ella el control de la situación, quería que disfrutase como nunca, así el placer que sentiría sería mayor, le gustaba y le motivaba que sus parejas se corrieran varias veces, ella comenzó a cabalgarle, movía sus caderas en pequeños círculos, estaba descubriendo un nuevo mundo de placer, quería disfrutarlo al máximo, había perdido la noción del tiempo, pero llevaba más tiempo follando que todas las veces que lo había hecho con su novio, sabía que era una exageración pero la rabia y frustración que llevaba tanto tiempo acumulada en su cuerpo se estaba liberando haciendo que el momento que estaba viviendo fuera el más placentero de su vida; volvió a sentir que se iba a correr, era como antes pero el placer era más intenso, se agarró fuertemente a sus hombros y dejó que el placer la llenara por completo.

Quedo nuevamente laxa, él aprovecho para darle la vuelta, elevarle las piernas y apoyarlas contra sus hombros, empezó a penetrarla de una manera rápida y fuerte, su polla se deslizaba a través de ella como una funda, pararon le dio la vuelta, ella quedo tumbada boca abajo, él le abrió los cachetes del culo, paso su polla entre su ano y su coño, puso la punta de su polla a la entrada de su ano, dio un pequeño empujón pero sin penetrar, ella levantó la cabeza e iba a lanzar una queja y decirle que por ahí no pero él ahogó su queja con un beso y desvío la polla hacia su coño penetrándola nuevamente, la embistió muy suavemente, despacio, sin prisas, ella se corrió de nuevo, era increíble se había corrido tres veces cuando normalmente correrse una vez le costaba mucho, él le susurró al oído, lo siento pero no aguanto más tengo que correrme, ella lo miró sorprendida y le dijo córrete, el sacó la polla del coño, pasó su mano por el tronco y empezó a correrse encima de su culo, abriendo de nuevo los cachetes y echando la leche en su ano; cuando termino él quedó encima de ella cubriéndola con su cuerpo, besándola en el cuello, acariciando sus pechos…

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