Estando divorciado, vivía en una casa pequeña y muy tranquila. Tenía un perro al que cada tarde sacaba a pasear por una placita cercana. Un buen día me senté para descansar y ver a mi perro jugar. En un banco cercano había cuatro chicas hablando a voces y tomando refrescos. Hablaban y reían. De repente escuché claramente que una dijo: -Hoy me chuparía una buena verga! Y las demás soltaron la carcajada. No miraba directamente pero alcancé a ver que ellas sí miraron en mi dirección.
Más tarde una de ellas se separó del grupo para acercarse. Parecía la más joven.
-Me encanta su perro… es muy bonito!
-Gracias. Si, es bonito y muy bueno!
-Estamos con mis amigas pasando el rato…
-Veo.
-Desde aquí las escucho y me doy cuenta que usted debió haber oído lo que hablamos…
-No presté atención, la verdad…
-Yo fui la que dijo de chuparse una… un pene. Y no me parecería mal que fuese el suyo…
Vaya que no se andaba con vueltas la chica e iba directo al grano. Me la quedé mirando y me sostuvo la mirada.
-Verás. Ya estoy un poco grande para tonterías, niña. Mejor pégate la vuelta y regresa cuando seas mayor… si acaso!
-Mayor? Mayor de cuánto? Yo ya soy mayor…
-Jaaa-jaaa. Disculpa pero no puedo evitar reírme! Es que alguien con cuerpo de niña y cara de niña no puede ser otra cosa que… una niña!
Llevó la mano al bolsillo trasero del jean y sacó una credencial… su cédula de identidad.
-Vea mi año de nacimiento y haga la cuenta!
Joder… claro que tenía 18 y más de 18 también.
-Ya. Disculpa pero es que tienes aspecto de mucho más joven…
-¿Y solo eso no me habilita para hacer lo que me apetezca?
-Buen, bueno… no te irrites. Puedes hacer lo que te vengas en ganas, seguramente. Pero no creo que deba ser conmigo y solo conmigo. Ya puedes hacerlo con quien te plazca, mujer!
-Y bien… quiero hacerlo contigo!
-Por favor… déjalo ya, si?
-Me puedo sentar…?
-Y claro. Es un espacio público!!!
-Ya… Ven chiquito, le dijo a mi perro y comenzó a acariciarlo.
Las amigas se levantaron del asiento y la llamaron para que se les reuniera.
-Vayan ustedes… yo me quedo un rato con este simpático perrito…
-Si, claro… que lo disfrutes… al perrito!
Comenzó a caer la tarde y ella jugaba con el perro y charlaba…
-Verás… veo que te has encariñado con mi mascota, pero se hace tarde y debo regresar a mi casa…
-Entiendo. ¿Vives lejos?
-Eh… no, no muy lejos.
-¿De verdad no quieres que te acompañe?
-Mejor que no… Ya me has demostrado tu mayoría de edad, pero tienes aspecto de niña y no puedes ir mostrando tu cédula a cuanto chismoso ande por ahí… Ellos verán a una niña y a lo que supondrán es un depravado que la lleva! Mejor vete tranquila a tu casa, si?
-Es que… vivo con mi madre y justo hoy sé que la visita su novio. Tú no tienes cara de degenerado, pero él…
-Lo siento… deberías haber ido con alguna de tus amigas!
-Ninguna de ellas me puede llevar a su casa…
– Igualmente creo que tu madre, a pesar de que esté con su novio, se preocupará de que no vuelvas a casa…
-No pido quedarme toda la noche. Solo hasta la hora en que se hayan recluido en la habitación… Al menos hoy que puedo!
Ya comenzaba a anochecer. Caminaba despacio como alargando el camino. En el fondo tal vez no me disgustaba tenerla de compañía pero temía el costo. Lo de los chismosos no era tan así porque no me relacionaba mucho con la gente que vivía cerca. Además se hacía de noche y la calle estaba despoblada. Tal vez lo de la madre fuera cierto, pero…
-Si prometes no hacerme ningún lío, puedes venir un rato a mi casa… solo un rato
-Ningún lío… prometido.
Llegamos. Dejé a mi perro en su lugar y serví un par de refrescos. Tomó un par se sorbos y se acercó. Tocó mi vaso en señal de brindis pegada a mí. La mano libre se le escapó hacia mi bragueta.
-Debo darme una ducha… y vas de prisa, le dije.
-A mí también me hace falta… ¿Me llevas?
Por primera vez le sonreí para aceptar. De todas maneras creo que hubiese ido igual a bañarse conmigo.
-Tú primero, le dije…
Entró al baño ya desprendiendo sus pantalones. Cuando los bajó pude apreciar el culo que tenía. Ni grande ni chico. En su justa medida y forma. Me alegré de haberla traído. Debajo de la camiseta no llevaba corpiño. Las tetas también estaban justas. Todo armonioso. Diminutamente armonioso. Abrió el grifo para recibir el chorro de agua tibia.
-Está deliciosa… ven!
-Báñate. Quiero verte!?
Se mojó bien para ir enjabonándose despacio. Se frotó largamente los senos y bajó a la entrepierna… Dejaba correr el agua por todo su breve cuerpo. Yo en tanto me había ido desnudando.
Me alcanzó la esponja para pedirme que se la pasara por la espalda. Me puse a la retaguardia y fue más caricia que frotamiento. Después pasé las manos hacia adelante con destino a sus tetas desafiantes. Por diferencia de altura, mi verga le daba casi en la cintura y no entre las nalgas. Igualmente se la hice jugar como jugó mi mano en su monte apenas velludo y bajando hasta donde se habrían los labios de su conchita. Recuperó la esponja y se dio vuelta para bañarme. Espalda y frente… en el frente se aferró enseguida a mi miembro para sobarlo y masturbarlo de a poco.
-Creo que ya estamos bañados, dijo con una sonrisa.
-Seguramente, le respondí.
Nos secamos…
-Tiene sentido vestirnos o envolvernos en toallas? -preguntó
-Seguramente no, dije… y tampoco quiero que camines. Conozco mejor el camino. Ya estaba convencido, entregado y decidido. Me la cogería.
La levanté en brazos y comprobé su liviandad. Me la llevé a la habitación para depositarla gentilmente en mi cama.
-Hoy me chuparía una buena verga, repitió como en la plaza y se rio.
Me acosté mirando al techo. Enseguida se acercó, me la tomó en una mano, se la introdujo en la boca y deslizó los labios en una lenta caricia. Lo repitió varias veces, acompañando la chupada con juegos de lengua. Le pedí que nos acomodáramos para hacer un “69” y así le podría retribuir las atenciones en su concha. Nos chupamos largo rato hasta que decidí que ya me la quería coger. La fui corriendo despacio para que abandonara la posición y la mamada.
-Oye niña… que con chupadas esto no lo arreglamos y quiero cogerte. La prudencia indica que te pregunte si debo cuidarme yo o te cuidas tú…
-No te preocupes… quiero tu leche!
-Segura?
-Totalmente!!!
A mi juego me llamaron. Me monté, orienté y penetré arrancándole un largo suspiro. Un poco atrás y nuevamente adelante ganando profundidad hasta que mi pubis hizo tope en el suyo. La había penetrado toda haciéndola gemir. Empecé el quita y ponga, yendo y viniendo por su estrecho canal. Ella ni se amilanó ni quedó pasiva. Se movió debajo mío buscando más contacto. Le di espacio para no sofocarla porque su cara quedaba por debajo, donde comienza mi pecho… en tanto sus piernas trataban de abrazarme allá por mis rodillas.
-Que divina verga me estoy comiendo… dame más… más!
Apuré más y más el ritmo. Ella jadeaba y se aferraba como podía a mi cuerpo! La cogí y me cogió alocadamente…
-Ahí viene… ahí viene… aaaah! Me hiciste acabaaar!!!
La tomé y la acomodé en la cama. Ahora apoyada en sus rodilla y levantando la cola. La vagina le rebalsaba de chorreantes fluidos. Estaba tan resbalosa que de un solo empujón la ensarté otra vez de un certero vergazo. Bien agarrada por las caderas, fue presa fácil de mis empellones. Se la saqué y se la puse aceleradamente, bombeando fuerte hasta que mi leche saltó desde los huevos hasta lo profundo de su concha… De lo que quedaba no dejó nada: porque enseguida se liberó para chuparme la pija hasta dejarla limpia. No pude evitar pensar, lo que me hubiese perdido si no aceptaba dejarla venir.
-Cuando te vi en la plaza, estuve segura de que terminarías cogiéndome… segura. Hacía mucho que no cogía y me encantó! Llamaré a mi madre. Ahora quiero quedarme… Es una hermosa noche!
-Te dije que solo un rato…
-Por favor…
-Y qué cuento le pondrás. Ya se viene haciendo tarde!
-Le diré que quedo en casa de una amiga!
-Pero me dijiste que…
-Ya lo sé, ninguna puede llevarme a su casa… pero mi madre no lo sabe o acaso supone que sí!
Llamó y con mucha candidez y voz inocente le comunicó a su madre lo que me había dicho le diría. Que sí, que estaría bien y que se cuidaría.
-¿Tienes hambre? Tengo un par de emparedados…
-Sí, gracias!
Comimos y bebimos algo. Me dijo que no estaba bien lo de vociferar en la plaza lo de chuparse una verga, que no acostumbraba a esas guarradas. Pero sí era cierto que esta tarde se sentía con ganas y ahora se las estaba calmando. Me confesó que no había tenido tanto sexo o demasiadas veces. Siempre con muchachos algo mayores que ella. Que algunas veces se había sentido disminuía por tener un cuerpo pequeño, comparado con el de otras mujeres…
-Tienes un cuerpo hermoso y proporcionado… No te apenes y cuídalo!
Se acercó y me besó. Dejamos los vasos a un lado y nos seguimos besando.
-Me cogerás otra vez?
-Tú qué crees?
-Que si no me coges te cojo yo!!!
Me empujó y me dejé caer de espaldas. Nuevamente se adueñó de mi verga para chuparla y darle lengua. Cuando la tuvo lista, se subió a horcajadas y haciéndola jugar en su entrada, la oriento a su sexo para penetrarse. Jugaba subiendo y bajando. Erguida, se sobó las tetas, moviéndose en círculos para frotarse sentir la penetración. Los vaivenes fueron cada vez más rápidos, más intensos y el resultado fue otro aparatoso orgasmo! Se dejó caer hacia adelante para apoyar su cara en mi pecho. Mi verga seguía dura en su interior.
-Hola… me llamo Guadalupe, dijo…
-Jaja… si, claro… me mostraste la cédula!
-Si, claro, es verdad… hombre incrédulo!!!
Reímos juntos y abrazados. Aún satisfecha, movía su cintura al sentir todavía mi dureza en su interior. Se apoyaba en mí como dormida pero no detenía su juego pélvico.
-Cuántos culos te cogiste?
-Quién dijo que me cogí alguno???…
-Ja… No te burles!
-No sé… algunos, creo. Y… a que viene?
-Viene a que te gusta mi culito y… creo no te apenaría cogerlo!
-No se… no me lo has presentado.
Se quitó de encima de mí y se tiro boca abajo. Arqueó la pelvis para alzar las nalgas y se separó los cachetes. Me asomé para acariciar y contemplar el bello panorama. Diminuto y cerrado el ano. Fruncido de pequeños pliegues era una velada invitación… Con el primer contacto de mi lengua, se estremeció toda. Me hice cargo yo de separar sus nalgas para dedicarle un intenso juego de caricias linguales. Poco a poco se iba dilatando. Cargué mi dedo medio con mis flujos y los suyos, lo llevé hasta su orificio y lo acaricié, patinando en el lubricante que formé con mi saliva. Presioné y la delicada carne se abrió para mí. Despacito empecé a masturbarle el culo y logrando que se fuera excitando cada vez más. Ella acompañó mis movimientos haciendo lo suyo: subiendo y bajando la cola para ir al encuentro de mi dedo.
-Recuéstate, me dijo…
Me quedé boca arriba, con la verga enhiesta. De espaldas a mí se arrodilló en la cama cabalgándome. Separó las nalgas con su mano para rozarse el culo con el falo duro. Yo en tanto lo sostuve fuerte y Guadalupe apoyó e intentó la penetración. Pero falló porque la verga resbaló y terminó en su conchita. Volvió otra vez y ahora sí pude ver como la punta de mi pija se abría paso, siendo devorada por ese culito virgen. Sintió dolor y quedó quieta.
-Despacio, tranquila… tómate tu tiempo, le advertí.
Se levantó para quitárselo, pero quedó frotándose el ano en la verga. Volvió a presionar para hacer que otra vez mi falo la invadiera. Lo hizo jugar un poco y pujó de nuevo. Ya la cabeza y un trozo más estuvieron en su interior. El sube y baja era lento y medido. En cada bajada se iba tragando una porción más grande. Transpiraba y gemía pero no desistía. Finalmente y tras dura tarea, se la entró toda ella solita.
-Duele?
-Un poquito, pero me acostumbraré.
Se soltó las nalgas para apoyar las manos en la cama. Así tomaba impulso para el delicioso juego de entrar y salir.
-Me encanta sentirla… esto me va a gustar más de lo que imaginé!
Subía casi hasta la punta y se dejaba caer lentamente. Desde atrás tenía yo una vista privilegiada y una sensación única.
Le pedí que descansara. La hice salir y apoyarse de rodillas en el borde de la cama con la cola hacia afuera.
-Ahora quiero cogerte yo!
La tomé de las caderas y muy despacio la volví a penetrar. La fui cogiendo gentil y profundamente. Después aumenté el ritmo pero solo le jugaba media verga. Gemía y se retorcía en la cama! Cuando la excitación me fue ganando, la penetré profundo un par de veces y me desagoté en sus interiores. Caímos de costado y me la quedé abrazando por detrás sin sacarle la verga. Mi mano se ganó entré sus piernas para masturbarla, haciéndola otra vez acabar en un movido orgasmo. Mi verga algo más floja seguía en su ano. Seguramente la sentía más cómoda. Se movía en un vaivén ayudado por el lubricante de la lefa que le había soltado. Ronroneaba gustosa. Tras varios minutos de jueguito mi pija fue reaccionando y ella lo percibió, aumentando la velocidad de las penetraciones. Logró su cometido haciendo que el falo endurezca nuevamente. La aferré por las caderas para manejar yo la nueva enculada. Ese pequeño ojete ahora se amoldaba goloso al grosor de mi verga y me la cogía a gusto. Chiquito pero glotón!
La mañana nos sorprendió cogiendo, con lo que nos quedaba de fuerzas. Le ofrecí un generoso desayuno y se despidió, saliendo de mi casa muy disimuladamente.
Geronimo 68