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‘Eso’, mi dulce tormento con el marido de mi hermana

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Tiempo de lectura: 5 minutos

Álvaro siempre fue muy atento conmigo. Su esposa es mi hermana Carla y aún de novios ya follaban en casa. Mis padres lo consentían pues es la mimada. Claro, yo me mordía el deseo porque me gustan los hombres y no podía llevar como ella a mis ligues, meterme en mi cuarto y dejarme empotrar. Si lo hacía, tenía que ser en moteles y con discreción. Esa atención extraordinaria de Álvaro traía cola, y vaya cola…

Al casarse la parejita se vino a vivir a casa y yo me cruzaba con mi flamante cuñado todas las mañanas, él mostrando sus atributos al aire y yo babeando por ese colgajo venoso que para colmo le llegaba casi a la rodilla. La muy perra de Carla debía gozar rico con todo eso. Por las noches otro tanto. Si salía al baño, allí estaba ese animal sexual echando lluvia a chorros, si estaba en la cocina ahí que podía seguir comiendo amargo al admirar su tremendo paquete ceñido a esos bóxer ajustados. Carla se despertaba toda radiante y acababan morreándose sin pudor delante de todos. Mis relaciones eran escasas, si había suerte regresaba "caminando raro" y si no, me tocaba tirar de dildo y pajote.

Carla viaja cada semana por trabajo y Álvaro se queda solo de lunes a miércoles. Pues resulta que esa "cola" que traía con sus atenciones hacia mí, no era sino su deseo de empotrarme y ponerme del revés con esa cosa monstruosa pero deliciosa.

Ese lunes no tenía clases. Me quedé en casa y desperté a las ocho. Mis padres se suelen marchar a las siete al negocio y me levanté ganoso. Estaba empalmado así que salí desnudo para darme marcha en la ducha con un buen enema y luego jugar con mi dildo que apenas tiene 19 centímetros. Álvaro estaba igual de desnudo que yo y ese vigor se notaba ansioso por desatascar cañerías. Al muy cerdo le mide 24 gruesos y venosos centímetros, algo como dos latas de refresco juntas, es una bestialidad. Y digo cerdo porque en la cama lo es con diferencia, te hace de todo, no se inhibe de nada y repite como esos sementales que montan a varias yeguas al día.

Yo, no es que sea muy viril que se diga, pero intento disimular mi estupor cuando veo cosas como la suya. Álvaro se acabó de rasurar y al girarse su verga me rozó la pierna. Temblé pero mantuve la compostura hasta que mi amado hermano político me la ofreció con descaro. Me tomó de la muñeca y puso mi mano en "ESO".

Me derretía con solo sentir las palpitaciones de "eso" y más al masturbarla suavemente. Empezó a crecer y crecer hasta que recurrí a mi otra mano para conseguir mantenerla firme. Álvaro estaba encantado con el masaje y con los ojos cerrados gozaba de mi manualidad. Lo vi hermoso y sin pensar en las consecuencias me puse de rodillas ante su majestuosa tranca imposible y me la puse en la cara, sus huevos en mi mentón y todo el tarugo sobrepasaba mi cara unos cinco centímetros sobre mi cabeza. Abrí los labios decidido y chupé ese capullo enrojecido con ansias de puta. Álvaro dio un respingo pero me sujetó de la cabeza y me obligó a tragar media verga. Dentro, mi lengua masajeaba su frenillo y mi saliva acumulada empezó a brotar por las comisuras, babeaba y poco a poco fui tragando más.

Aún no me hacía el lavado rectal y temí que si me cogía, la iba a cagar -literal-. Pero el lujurioso sodomita no estaba para esperar más y en cuanto la presenté a su vista toda pringada de saliva y mi cara bañada en ella, me agarró como agarrar una maleta y en sus fornidos brazos me llevó hasta su cama. Peso 52 kilos en contra de sus 95 que lo convierte en un armario.

Me botó en la cama y se montó encima mío para dejar su taladro en mi cara. Sus cojones en mi boca y yo que me los metí para mamarlos. El muy cabrón se giró al contrario y acabamos en un 69 de vértigo donde "sufrí" el acoso de su boca en mi pequeño clítoris y en el marrón estrecho pero dispuesto a dilatar con esa lengua deliciosa. Me corrí en minutos, en su boca. Álvaro se bebió mi semen y se giró nuevamente.

Entre mis piernas levantadas a sus hombros colocó "eso" en mi agujerito y vació gran cantidad de lubricante que regó mi zona. Se agarró el capullo y me lo ensartó decidido a traspasar el ojal aún sin dilatar por completo. Mis huesos cedieron a la presión y quedé taponado por ese glande amartillado que me desbarató la voluntad y el esfínter entero.

Me dio como a hembra, como si fuese Carla, su mujer, que justo antes de dejarme preñado llamó para ver cómo había amanecido su rey. Su rey me estaba hinchando a verga y batiéndome las entrañas, cosa que a ella no hace. Su rey con una desvergonzada actitud habló como si estuviese lavando platos y se despidió sin más para acabar la faena y "embarazar al putito de la casa".

Extasiado como estaba y a punto de venirme nuevamente, Álvaro, mi ya marido empezó a escupirme en la cara y a pegarme. Sus bofetadas, lo reconozco, me excitaron, y su saliva me la procuré en la boca para degustar su sabor. "Eso" estaba en su máximo esplendor y sus palpitaciones aumentaron considerablemente. La tensión era evidente. Estaba por largar todo la producción de sus huevos y lo iba a hacer en mi interior.

Me ardía la cara por sus golpes pero suplicante le rogué que volviera a pegarme. Era masoquista (?) Álvaro no reparó en delicadeza y me plantó una ráfaga de bofetadas, pellizcos en mis pezones, azotes fuertes en mi vientre y culo, tirones de cabello y un estrujamiento doloroso de testículos que me sacó hasta el alma por la raja de mi clítoris.

Los moretones en mi delicada piel empezaron a ser más visibles y mi cara enrojecida con la marca de sus dedos me hicieron temer que mis padres se dieran cuenta. Álvaro estaba fuera de sí y me partió un labio con una formidable bofetada. Hizo puño y cerré los ojos. El golpe me cayó en un costado y me retorcí de dolor. Su verga aún mantenía el ritmo en mi ya anestesiado ojete.

Los improperios fuertes y los golpes me hicieron venir una vez más entre lágrimas y todo adolorido, humillado y feliz recibí la riada interminable que me dejó "embarazada" de él, del marido de mi hermana y mío también.

Fue un milagro que no me destripara con "eso" que al salir de mi destrozado interior estaba reluciente. Mi reacción inicial fue ver a "eso". Estaba limpísima, sin rastro de materia fecal y lo mejor es que me la ofreció para que acabara de ordeñarla con mi boca. Amé al animal y adoré al maltratador que me hizo sentir mujer por primera vez en mi vida.

Conozco bien a mi flamante marido y sé lo que le gusta. Esa tarde y luego de comprobar que el maltrato físico no era visible con ropa y que el desgarro en mi labio era ínfimo, me entregué varias veces a "eso" convencido de que desde aquel día ya no soy Daniel. Mi nombre es Daniela y tengo 24 añitos muy femeninos gracias a "ESO" y al dueño de "ESO", mi marido en la intimidad.

Esa noche volvió a poseerme. Se pasó a mi cuarto y me abusó en el suelo. Para no hacer ruido me puso cinta americana en la boca y continuó con el trato humillante y vejatorio. Me aplastaba los huevos y se complacía en mi desesperación. Me daba puñetes en las mejillas, me pateó en el vientre, se subió encima pisando en mi espalda y dio saltos. Pero a la hora del amarre, todo era pasión. Me embarazó ocho veces ese día. no pude ir al váter en una semana y cuando lo hice fue como estar meando. Tenía el ojal como un boquete, tanto que en mis febriles descansos no deseados cuando se cogía a mi hermana, pude complacerme con mi propia mano, me entró entera.

No es posible que adore a mi maltratador, pero soy suya, lo amo con pasión y no puedo contárselo a nadie. Me he convertido en un objeto para él, me gusta que me humille y me pegue, me siento muy mujer, sé que está mal pero no me resisto a perderlo. Me suele halagar diciéndome que soy su esposa, que me ama y que precisamente por eso me disciplina y yo me derrito al escucharlo. que procede mal por que a las esposas como yo hay que amarlas de esa forma. Y yo me siento bien, muy bien siendo tratada así.

Al día siguiente las violaciones fueron a más y más fuertes los golpes. Pero eso lo contaré en una segunda parte que espero les guste a los lectores. Me siento fenomenal. Llevamos ya seis semanas en continua actividad y tengo mucho que contar, es mi manera de soltar esta ansiedad que tengo dentro porque no quiero que acabe, yo lo amo con mi vida y Álvaro me ama igual.

Si alguien puede ayudarme estaría encantada de recibir sugerencias. Mi correo es: [email protected] Estaré gustosa de leerlos. Un beso a todos y hasta la segunda parte de mi relato.

¡Te Amo Álvaro!

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