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Vacaciones con mis amigos y mi novia (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 15 minutos

El primer día estuvimos todos en la alberca, Gerardo y yo preparamos la carne mientras los demás brincaban a la alberca y se lanzaban agua. Intentaba relajarme, pero lo que había pasado aun me preocupaba. Miraba a Jimena en su bikini azul marino, recordaba como hacia unas horas atrás ella nos había visto a mí y a Ori mientras teníamos sexo. Desde luego que mi novia no sabía nada, pero me preocupaba lo que había pasado. Había deseado tanto a Jimena en ese momento. Intentaba decirle con la mirada que necesitábamos hablar, pero ella ni siquiera me prestaba atención, chapoteaba en el agua con Mishel y Gina, sin ninguna preocupación. Tendría que hablar con ella cuando estuviera a solas.

La carne estaba casi lista y las cervezas casi se habían acabado. Deje a Gerardo a cargo de la carne mientras iba al refrigerador por más alcohol, cuando lo abrí me sorprendí que ya casi no hubiera tampoco, necesitábamos ir por más después.

Tome un par ya que no quería que se acabaran y cuando me di la vuelta Jimena estaba en la entrada de la cocina, toda mojada. Su súbita aparición casi me hizo soltar las cervezas y ella sólo se rio.

—Parece que viste un fantasma.

—No, no… sólo que… me espantaste.

—Claro —dijo mirándome y luego a las cervezas—. Yo ya no voy a querer, de hecho vine por un refresco.

—Sí, sí. Claro —contesté haciéndome a un lado para que abriera la puerta.

Ella se inclinó, dejándome ver su espalda empapada y su cabello mojado. Me le quede viendo tanto tiempo, pensando en todo. Su espalda también tenía unos cuantos lunares y tenía ligeramente el traje de baño marcado en su piel…No, debía de dejar de pensar en eso.

—¿Todo bien? —preguntó levantándose y abriendo su refresco.

—¿Qué? Sí, sí. Tengo mucho en que pensar.

—¿Es acerca de Ori? —dijo tomando un sorbo.

—No, bueno sí, algo así.

—Creo que deberían terminar

Su comentario me dejo de piedra y sin poder hablar.

—Créeme, he sido su amiga mucho tiempo y… bueno, a veces se pone un poco loca con las relaciones. Se apega mucho y suele ser controladora, incluso ha llegado a manipular a sus novios.

—Sí, ya lo creo que sí —en realidad esa forma de pensar ya lo tenía desde hace meses atrás. Comenzaba a molestarme la actitud de Oriana en muchas cosas, quería que hiciéramos todo juntos, casi no le gustaba que saliera con nadie que no fuera ella y prácticamente era muy dependiente de mí y comenzaba a hacerme daño…

Un segundo.

—Espera, ¿por qué me dices esto? —pregunte sorprendido.

Jimena sólo levantó los hombros.

—Me caes bien. Sí, quizá Ori es mi amiga, pero a veces también ha llegado a molestarme un poco.

—¿No lo dices por lo que paso?

Ella me miró como si no supiera de lo que hablaba.

—¿Qué?

—Lo de hace rato, cuando tú…ya sabes.

—La verdad no sé de qué estás hablando.

Cerró la puerta del refrigerador y se dio la vuelta para irse pero yo la tome del brazo para detenerla.

—Nos viste —le dije en un susurro—. A Ori y a mí mientras lo hacíamos.

Ella se quedó callada unos momentos, luego sonrió y contestó.

—En serio, no sé a qué te refieres.

La solté más sorpresa que por creerle. Jimena sólo le dio otro sorbo a su refresco y salió de la cocina. Sin poder evitarlo la mire, su traje de baño se había metido entre sus piernas, dejando ver su trasero por completo, con su dedo índice se ajustó la braga sin dejar de caminar. Yo me quede parado sin saber qué pensar. Estaba seguro que no lo había imaginado, sabía que ella nos miró, se masturbó frente a nosotros y se había escabullido antes de que Ori la descubriera. ¿Por qué lo negaba? ¿Qué clase de juego era ese? ¿Y acaso se acomodó su traje de baño porque sabía que la miraba?

En ese momento Alex entró, preguntándome donde estaban los platos para la carne. Regresando a la realidad lo ayude a preparar la mesa de afuera.

El resto del día intente relajarme, aunque me costó mucho trabajo. Seguía pensando lo que me dijo Jimena y trataba de descubrir algo en su mirada que me diera alguna pista, pero quizá incluso había imaginado el coqueteo que me estaba haciendo cuando nos conocimos. Quizá si lo había imaginado todo.

Para la noche decidimos irnos a comer a un restaurante y dar un paseo a uno de los parques de la ciudad. Había bastante actividad, pues habían puesto una pequeña feria regional, de esas que tienen unos cuantos juegos mecánicos pequeños y juegos de destreza. Fue una noche bastante divertida, aunque hubo unas cuantas excepciones. Ori me jalaba a juegos que no me gustaban y se quejó cuando me subí con Mishel a las tazas locas, a pesar de que ella se mareaba con facilidad y terminaba vomitando. Incluso en un juego de destreza llegue a ganar dos peluches, de los cuales le di uno a Ori y otro a Valeria. Minutos después, mi novia me había separado del grupo para discutir del por qué le había regalado el otro peluche a Valeria, lo cual terminó en ella ignorándome por completo cerca de una hora y sin querer subirse a nada más.

Cuando regresamos ella se fue directamente a dormir, sin darme la oportunidad de poder hablar sobre lo que había pasado, incluso en la noche alcance a oírla llorar.

Las cosas mejoraron en la mañana, decidí sorprenderla con un desayuno en la cama. Cuando llegue a la cocina me encontré a Gerardo haciendo exactamente lo mismo que yo planeaba.

—Buenos días —me saludó.

—¿Qué hay?

—¿Huevos? —me preguntó levantando el tazón donde los estaba batiendo.

—No, gracias. Le hare un sándwich a Ori y de paso me hare uno.

—Ahhh, el viejo truco de hacerle el desayuno, se enojó mucho anoche ¿no?

—No tienes idea —respondí buscando los ingredientes para preparar el sándwich y note de nueva cuenta que se estaba acabando nuestros alimentos—. ¿Y tú? ¿Qué intentas enmendar?

—No, esto es una recompensa para Mishel. Anoche estuvimos haciéndolo como locos y vaya que se esforzó.

—¿Lo hicieron en la tarde y todavía en la noche? Vaya, que aguante —comenté mientras colocaba el pan en la tostadora para que se dorara un poco.

—Oye, si tienes una novia tan buena como la mía tienes que aprovechar. ¿Qué me dices de ti y de Ori? ¿Lo hacen muy seguido?

—Ammmm, pues sí, algo —respondí cruzándome de brazos y recargándome en la barra.

—Déjame decirte que ella tiene buen cuerpo también —dijo comenzando a freír los huevos—. Y es bastante bonita también.

Por alguna razón me daba la impresión que a Gerardo le gustaba mi novia, inesperadamente, no sentí celos.

—Sí, lo es. Y también Mishel, también es…atractiva.

—Lo sé —me dijo y me giñó un ojo—. Oye, ¿tenemos planes para hoy?

—Pues…—dije mirando el refrigerador—. Necesitamos ir por más comida, no compramos la suficiente cuando venimos para acá.

—¿Te puedo proponer algo? —me preguntó sirviendo los huevos en un plato y poniéndoles un poco de sal y pimienta—. ¿Qué tal si los demás van por las compras y tú, yo, Mishel y Ori nos quedamos a platicar?

—¿Platicar?

—Sí, Mishel y ella son buenas amigas desde hace años, pero tú y yo apenas y hablamos. Si nuestras novias son amigas no veo por qué nosotros no podemos serlo.

Considere su propuesta por unos momentos. Tenía razón, de todos en la casa, casi no sabía nada ni de él ni Mishel, tampoco sabía nada de Jimena pero eso era porque apenas la acababa de conocerla. Su propuesta se me hizo interesante y accedí.

—Excelente, le iré a decir a Mishel, justo ahora —respondió con una sonrisa y llevándose el desayuno con él.

Regrese a mi cuarto con el desayuno de Ori, lo cual la puso de mejor humor que la noche pasada, pero decayó un poco en cuanto le dije la propuesta de Gerardo. Sentí que me quería decir algo, pero no encontró las palabras para decírmelo.

Cuando los demás despertaron, nos reunimos todos para desayunar, salvo Ori y Mishel, quienes al ya haber desayunado, se fueron a la sala a hablar. Mientras comía, miraba a mi novia y a su amiga, parecían discutir de algo, desde mi punto de vista Ori intentaba convencerla de algo, pareció tomarle mucho tiempo, pero al final pareció hacerlo. No sabía que era, pero en cuanto terminaron de hablar Mishel habló con Gerardo, quien mostró una cara de decepción al hablar con ella.

Quería preguntar qué había pasado, pero sentía que no era de mi incumbencia.

Para medio día hable con Alex, Gina, Valeria y Jimena para explicarles cómo podían llegar al supermercado más cercano, salvo que estaba algo lejos. Tardamos cerca de media hora en tener una lista de todo lo que necesitamos ya que cada uno agregaba cosas a la lista para hacer nuestro viaje más ameno.

Cuando los cuatro se fueron, Gerardo, Mishel, Ori y yo nos sentamos en la mesa principal. Los hombres de un lado y nuestras novias frente a nosotros. Comenzamos a hablar y aprendí muchas cosas de ambos. Llevaban dos años juntos y eran la primera pareja abierta que tenía cada uno. Mishel trabajaba en una televisora como secretaria y Gerardo llevaba un tiempo siendo manager en una agencia de publicidad. A Gerardo le gustaba el rock clásico y a Mishel el reguetón. Y ambos ya estaban planeando vivir juntos.

—¿Pero saben lo que más me gusta de ella? —preguntó Gerardo—. Lo sexy que siempre se viste.

—Ahora entiendo porque siempre quieres coger con ella —dije a modo de juego.

Ori no se rio, pero Mishel y Gerardo sí. Pero debía admitir que Gerardo tenía razón. En esa ocasión Mishel llevaba un suéter de lana delgado el cual llevaba abierto para mostrar un crop top deportivo marca Calvin Klein y un short de tela bastante corto, todo en color negro. De nuevo alcanzaba a ver la orilla de su tatuaje, pero no podía discernir que era.

—Digo, tampoco Ori se queda atrás —comentó Mishel—. También tiene lo suyo.

—Ya, Mishel, que me pones roja —respondió mi novia poniéndose un poco roja.

—Y nuestros chicos tampoco están mal —continuó Mishel ignorando a su amiga—. También son de buen ver.

Gerardo y yo sonreímos, él me ofreció su puño y sin querer negárselo, lo choque.

—Y yo sé lo que me chico tiene debajo de esa ropa, pero apuesto que el tuyo tampoco está tan mal —continuó Mishel

—Mishel… —dijo Ori un poco nerviosa.

—Tengo una idea, ¿qué tal si jugamos un juego?

—Mishel… —dijo Ori tomándola del brazo.

—¿Qué clase de juego? —pregunte con genuina curiosidad.

En vez de contestar, Mishel se acercó a Ori y le susurró algo al oído. Ella esperó un poco antes de responder.

—Vale, en ese caso está bien.

Mishel sonrió y se levantó de su asiento para dirigirse a su cuarto. Aproveche para ver el resto de su atuendo, realmente el short que traía era muy corto, ni siquiera llegaba a la mitad de sus muslos y estaba demasiado pegado a su piel, dejando ver por completo sus piernas, para rematar, llevaba unos calcetines azul marino bastante cortos y unos tenis negros. Daba la sensación que estaba desnuda.

—¿Todo bien, amor? —le pregunte a Ori alcanzando su mano.

—Sí, todo bien —respondió ella con una ligera sonrisa.

Creí que había visto algo en su mirada, pero antes de que pudiera contestar Mishel regresó con una baraja y tomó de nuevo su asiento.

—Todos aquí sabemos jugar poquer ¿cierto? —todos asentimos y ella comenzó a barajar—. Muy bien, entonces no tengo que explicar el juego. Haremos un par de rondas, pero ¿qué les parece si le ponemos un poco de sabor a esto?

—¿Quieres apostar dinero? —pregunte.

—No. Haremos los siguiente —dijo repartiendo cinco cartas a casa uno—. El que pierda en cada ronda deberá de quitarse una prenda, pierde el primero que quede desnudo ¿Qué les parece?

Abrí la boca por la sorpresa, sin saber que decir. Gerardo tomó sus cartas y miró a su novia.

—Me gusta la idea —miró a ambos y me dio un golpe amistoso en el brazo—. Vamos, ya nos conocemos entre nosotros, hay confianza.

—Es que…no lo sé —dije mirando a Ori, pero ella parecía un poco incomoda por la situación—. ¿Qué dices, amor?

—Pues…—vi la duda en sus ojos unos momentos, pero luego tomó las cartas en la mesa y las observó—. Intentemos, quizá sea divertido.

Me sorprendió que ella aceptara, pero si ella quería no le veía nada de malo. Por lo que tome mis cartas y comenzamos a jugar.

Jugamos la versión sencilla del poquer: cinco cartas en la mano, cambiabas las que no querías y tratabas de formar alguna de las manos ganadoras.

La primera en perder fue Mishel, tanto que decía que quería jugar como para ser la primera en perder. Pero se notaba que tenía experiencia en este juego, pues se quitó primero los tenis y los lanzó lejos. Gerardo se quejó, pues esperaba que perdiera algo más revelador, pero ella se defendió que así eran las reglas del juego. Las siguientes tres rondas tuve bastante suerte, logre ganar las tres, haciendo que Ori y Gerardo perdieran su calzado (en venganza por lo que había hecho Mishel) y este último perdió también la chamarra que traía puesta.

Perdí los zapatos en la siguiente ronda y los calcetines después, pero lo compense al lograr que Mishel se quitara el suéter que traía y Gerardo se quitó el cinturón del pantalón. Después de que Ori también perdiera los calcetines, Mishel detuvo el reparto de la baraja y todos la miramos.

—¿Qué les parece si ahora es el ganador el que decide lo que se quita el perdedor?

Todos nos miramos, sin saber qué pensar. Estábamos en un punto de no retorno, pues lo que fuera que perdiéramos revelaría bastante, pero la adrenalina de ganar y la expectativa de lo que estaba pasando me hizo aceptar. Gerardo aceptó de inmediato y Ori poco después, un poco reservada.

Las cartas se repartieron y en cuanto vi mi mano supe que iba a perder. Intente bluffear y hacer que los otros se retiraran, pero mi jugarreta no funcionó y vencieron mi mano, siendo Ori la ganadora.

—Vale, entonces te debes quitar la playera, amor —me dijo bastante orgullosa de haber ganado.

Sabiendo que no podía zafarme de esta, me levante y me quite la playera. Mishel se mordió el labio y me sonrió.

—Vaya, vaya. Sí que te conseguiste un novio bastante bueno, Ori —dijo y rio.

Creí que mi novia se enojaría con ella por el comentario, pero también rio y asintió.

—Y mira que lo puedo tener así cuando yo quiera.

Me senté en mi lugar con sorpresa pues Ori estaba dando señales de seguridad, y sólo había una razón por la que se ponía así. Quizá no era el único que la expectativa del juego lo había alterado.

Siguiente ronda. Gerardo nos destrozó con un full, pero la que tenía peores cartas era Mishel.

—Vale, amor —dijo Gerardo tomando un sorbo de la última cerveza que se había quedado en el refrigerador—. Afuera ese short.

Mishel tan sólo sonrió y se levantó, pero en vez de sólo quitárselo hizo algo que me sorprendió. Nos dio la espalda y comenzó a mover su cuerpo de un lado a otro. Me quede hipnotizado al ver su trasero moverse de un lado a otro de forma lenta y rítmica. Tomó los bordes de su short y poco a poco lo fue bajando, dejando ver su ropa interior negra con encaje. Finalmente el short llego al suelo y lo lanzó con la punta del pie hasta el otro lado de la sala.

Comencé a sentir calor y un poco excitado por la situación en general. Mira a Ori y ella parecía también un poco acalorada. No sabía lo que estaba pasando, pero me estaba gustando.

Gane la siguiente ronda y le dije a Gerardo se quitara la playera para compensar lo que le había hecho a su novia. Él, a modo de juego, se quitó la playera como si fuera una especie de stripper, bailando ante las palmas de su novia, al final lanzó su playera a la cara de Mishel, quien la olió por un momento y luego la lanzó al piso riendo.

Continuamos con el juego. Mishel volvió a ganar y lamentablemente Gerardo y Ori perdieron al no tener siquiera un par con el que defenderse. Por un momento creí que tomaría venganza contra su novia por quitarle el short, pero mi sorpresa fue grande cuando miró a Ori.

—No te muevas.

Mishel se levantó de su asiento y se colocó atrás de Ori, ella, sorprendida, colocó sus brazos a un lado, sin saber qué le iba a hacer su amiga. Mishel tomó los bordes de la playera de Ori y los fue levantando poco a poco, dejándonos ver su abdomen hasta llegar hasta revelar sus pechos enfundados en un brasier rosado. Sin aun quitarle la playera, Mishel junto un poco los pechos de mi novia para hacerlos parecer más grandes, Ori soltó un suspiro de gozo en respuesta. Por mi parte comenzaba a tener calor y a estar excitado. Mishel apretó una vez más sus pechos antes de finalmente quitarle la playera a Ori.

—Vale, ¿seguimos? —dijo regresando a su asiento.

La temperatura en el ambiente estaba aumentando y no sentía frío a pesar de que ya no tenía playera.

En la siguiente ronda Gerardo me devolvió el favor y me hizo quitar los pantalones, dejándome sólo con mi calzoncillo. Mishel y Ori rieron en cuanto vieron la ligera erección que tenía y un poco avergonzado me volví a sentar lo más rápido que pude. Mi novia se vengó al ganar la siguiente ronda y hacer que Gerardo también perdiera el pantalón.

—Amor, tú también estás igual —comentó Mishel al ver la erección de su novio. Se mordió la uña del pulgar, sonrió y rio un poco.

—Tú me pones así —dijo él con una sonrisa y volviendo a sentarse.

Tanto Gerardo como yo necesitábamos mejorar nuestro juego, si volvíamos a ser los últimos en las siguientes rondas perderíamos el juego. Para nuestra suerte, Ori perdió la siguiente ronda, perdiendo el pantalón y dejándola en ropa interior. Ahora ya entrada en confianza, se quitó el pantalón de una forma muy parecida a cómo lo había hecho Mishel, lo cual aumentó más el calor que sentía.

Inesperadamente y para mi buena suerte, gane la siguiente ronda, siendo Mishel la perdedora. Me detuve antes de que pudiera decir algo, sólo le quedaba el crop top y las bragas para poder quitarse y se me hacía un poco descortés desnudarla frente a su novio. Miré a Gerardo y el sólo me dio permiso con la mano.

—Adelante amigo —dijo con una sonrisa.

—De acuerdo, ammm, Mishel, quítate el crop top.

Ella sonrió de forma picara y tomó el borde del crop top y lo levantó. Finalmente pude ver el tatuaje entre sus pechos, tenía unos cuantos lirios en la base del contorno y encima de las flores había la cabeza de un antílope cuyos cuernos subían por sus pechos hasta el inicio de éstos. Pero el tatuaje perdió importancia, pues fueron sus pechos los que llamaban mi atención eran medianos, pero se veían bastante firmes y bien definidos, su piel blanca hacia resaltar sus pezones rosados, que, para mi sorpresa, estaban levantados. Mishel tomó sus pechos entre las manos y los masajeo y apretó un poco, luego volvió a tomar su crop top y terminó de quitárselo, lanzándolo junto a su short.

—Una más y pierdo —comentó con una sonrisa.

Yo por mi parte no podía parar de ver sus pezones y sus pechos, me estaba excitando como nunca lo había hecho. La situación en general era bastante fuera de lo común, y ver a Mishel desnuda me trajo de nuevo a mi mente la imagen de Jimena desnuda.

—Vale, chicos, esta puede ser la última ronda —comentó con una sonrisa y barajeando las cartas.

Estaba a punto de comentar que a Ori aun le quedaba su sostén y sus bragas para jugar, pero algo en mi entrepierna me distrajo. Mire hacia debajo de la mesa y vi el pie de Ori buscando mi miembro, abrí la boca para decir algo, pero cuando su pie encontró lo que buscaba y comenzó a masajear, tan sólo pude levantar la vista a mi novia, quien se mordía el labio inferior con lujuria.

Mishel repartió las cartas y tomé mi mano intentando concentrarme lo más posible, pero Ori masajeaba más y más mi erección, aumentando mi respiración y haciendo difícil pensar en algo. Un ligero gemido sonó a mi lado y cuando volteé a ver a Gerardo alcance a ver su cara de satisfacción, al bajar la vista mire el pie de Mishel haciendo lo mismo que Ori. No lo podía creer, ¿habían planeado hacer esto desde un principio?

Los cuatro intentamos continuar con el juego, pero estábamos muy concentrados. Me atreví a mirar a Mishel, tenía una mirada aún más lujuriosa que Ori.

—Tengo…un par de sietes —dije sin pensar. No había cambiado cartas, había jugado la primera mano que me habían dado, no podía concentrarme en lo que hacía.

—Par de cincos —dijo Mishel

—Par de tres —contestó Gerardo.

Ninguno de los dos cambió cartas tampoco. Al parecer no era el único.

—Creo que perdí —comentó Ori dejando las cartas en la mesa boca abajo, sin siquiera mostrarlas.

Sin que yo le dijera, llevo sus manos al broche de su sostén y lo desabrochó mirándome con aquella lujuria. El sostén se cayó al suelo, dejando ver sus hermosos pechos.

—Ups —dijo ella, su pie dejó de masajearme y desapareció debajo de la mesa.

Mishel seguía en lo suyo, mordiéndose el labio y mirando a Gerardo, quien ya tenía los ojos cerrados y se estaba dejando hacer.

Una mano tomó mi miembro y mire abajo. La cara de Ori apareció entre mis piernas y me sonrió.

—Estoy temblando —me dijo y lamió la tela de mi ropa interior, haciendo desear que mi pena fuera lo que lamiera—. Fue un buen juego.

—Vaya que lo fue —susurre sin saber qué más decir. Yo también temblaba por la excitación de lo que había pasado.

Ella no dijo nada más, tan sólo metió su mano en mi calzoncillo, apretó mi pene y comenzó a masturbarme. Mis gemidos de placer no tardaron en llegar, me atreví a ver a Mishel y a Gerardo quienes seguían en lo suyo. Sentí como Ori apartaba mi ropa interior y sacaba mi miembro quien se alegró del tremendo encierro en el que estaba. Ahora ella utilizó sus dos manos para estimularme, primero lento y luego más rápido. En un par de ocasiones se detuvo por unos segundos y lamió la punta, haciéndome desear más.

Finalmente Mishel pareció no soportar más, se subió a la mesa y gateó como si fuera un gato hacia su novio, lanzando las cartas por todos lados. Cuando llegó con él, se inclinó para darle un par de besos en el abdomen y luego tomar con los dientes su ropa interior, Gerardo se levantó de su asiento. Mishel saco el miembro de su novio y comenzó a chupárselo como si fuera una hambrienta. Verla haciéndolo en vivo y no imaginándomela como lo había hecho en la camioneta aumentó aún más mi excitación y al parecer también a Ori, pues se metió mi miembro por completo sin ningún aviso. Al parecer el juego nos había excitado a todos, pues sentía que era el mejor oral que Ori me había dado, incluso llegue a considerar que ambas estaban compitiendo, pues cuando Mishel había aumentado su velocidad y comenzar a hacer un ruido de chapoteo con su boca, mi novia se esforzaba más. Quizá si estaban compitiendo, o quizá Ori se estaba excitando más al oír a Mishel. Cual quiera que fuera el caso, si seguía así haría que me corriera. Saque mi miembro de su boca e hice hacia atrás en mi silla para que pudiera salir.

—Vamos al sofá —le dije y le di un beso.

Ella no dijo nada y me siguió. Gerardo paró a su novia, con un rápido movimiento le quitó las bragas, le dio un par de nalgadas fuertes y luego la tomó de la mano para llevarla al jardín. Acosté a Ori sobre el reposa brazos del sofá y alcance a ver como Gerardo hacia lo mismo con Mishel en una tumbona que había afuera. Tenía la misma idea que yo, quería agradecer a mi novia por la mamada que me había hecho. Abrí las piernas de Ori y comencé a comer su coño. Realmente estaba muy excitada, pues toda su entrada estaba mojada y no tardo en comenzar a gritar, llevada por el placer. Momentos después, los gritos de Mishel se hicieron escuchar. Ahora me sentía en una competencia contra Gerardo, para ver quien hacia gritar más a su novia, el pensamiento me hizo esforzarme más. Metí mi dedo medio y anular en Ori, mientras mi lengua castigaba su clítoris.

—Ahh… así, así, no pares…que rico mi amor…me encanta…me encanta —me decía jalando mi cabello.

Continúe unos momentos antes de sentir los espasmos de Ori, indicando que casi llegaba al orgasmo. Finalmente llegó y todo su cuerpo se retorció por el placer. Me levante y frote mi miembro en su vagina, esperando que me lo pidiera.

—Por favor, no me hagas esto, te quiero dentro de mí —me dijo con deseo.

Los gemidos de afuera aumentaron, volteé a ver a Gerardo y a Mishel, ella montaba a su novio con gran destreza, la tumbona bajo ellos se movía ante el movimiento de caderas de Mishel, Gerardo tan sólo se sostenía de la silla mientras dejaba que su novia le diera placer. Llevado por la excitación entre en Ori, tome una de sus piernas para tener un mejor agarre y comencé con un movimiento de vaivén lento para ir aumentando la velocidad poco a poco.

—Ahhh…así…hazme tuya amor…no sabes lo bien que se siente.

Animado por sus palabras, aumente mi velocidad, quería hacerle sentir tanto placer que no pudiera levantarse. Regresé mi mirada afuera, donde Mishel se encontraba en cuatro mientras Gerardo le daba de perrito. Mishel volteaba hacía nosotros y su mirada volvió a recordarme a Jimena.

—Dame duro…dámelo todo…quiero sentirla hasta el fondo —dijo Mishel.

Sus gritos aumentaron, pues al parecer Gerardo si le estaba dando bastante duro, yo no quería quedarme atrás. Tome a Ori de la cintura y la penetre lo más duro que pude, sus gritos de placer se compararon con los de Mishel, seguramente ver a su amiga disfrutar le había infundido ánimos.

Sentí el orgasmo llegar casi de improviso, estaba tan concentrado que no me había percatado lo cerca que estaba a punto de llegar.

—Me…me vengo —le dije a Ori sin bajar la velocidad con la que la penetraba, pues quería disfrutar hasta el último segundo.

—Hazlo amor…lo quiero todo —dijo apretando sus pechos.

Apenas logre salirme de ella para terminar en su cuerpo. El orgasmo fue increíble, como nunca lo había tenido. Incluso sentí que duró más de lo habitual.

Ori se quedó ahí unos momentos, recogiendo lo más que pudo mi corrida de su cuerpo y luego usando su mano para tomar los restos de mi miembro.

—Eso estuvo increíble —dijo con la voz entrecortada.

—Sí, sí que lo fue —dije con una sonrisa.

Mire hacia afuera. Mishel estaba acostada bocabajo, con una enorme sonrisa y tratando de recuperar la respiración, la corrida de su novio sobre su espalda. Gerardo se había recostado en la tumbona, realmente se notaba cansado y cómo culparlo, Mishel se veía que era mucha mujer para una persona.

—Necesito un baño —comentó Ori como si nada.

—Sí, creo que yo también —ambos estábamos sudando y no me había dado cuenta.

—Iré al baño a limpiarme, ahora regresó.

Se levantó, me dio un beso y se fue por el pasillo hacia los cuartos de los invitados, pues el baño de ahí era el más cercano. Por curiosidad revisé sus cartas que aún seguían en la mesa, ella nos hubiera ganado sin lugar a dudas, tenía una tercia de reinas.

Apoye mi pierna sobre el respaldo del sofá. Me había cansado, pero vaya que había sido buen sexo.

—Se nota que a ambos les gustó —dijo una voz a mis espaldas.

Espantado y por instinto me di la vuelta y cubrí mi miembro con las manos. Jimena estaba en la entrada con unas cuantas bolsas de papel llenas de comida.

—¡Jimena! ¿Cu-cu-cuánto tiempo llevas ahí?

Ella no respondió, tan sólo sonrió. Se dirigió al lugar donde estaban mis pantalones junto con mi ropa interior y me los lanzó.

—Me adelante a los demás porque quería cambiarme y hacer algo de ejercicio. Voy a regresar para distraerlos un poco. Tienen unos cinco minutos.

Abrí la boca para decir algo, pero ella tan sólo me guiñó el ojo y salió por la puerta.

Me quede ahí parado sin saber qué hacer. ¿Cuánto había visto? Era la segunda vez que lo hacía, y la segunda vez que me veía desnudo. ¿Acaso había vuelto a imaginar esa mirada de deseo antes de que se fuera?

No, no era el momento de pensar en eso, mis amigos estaban a punto de llegar y acabamos de tener sexo, necesitábamos limpiar y ponernos ropa. Me coloque los pantalones y fui a buscar a Mishel y a Gerardo, les mentí que había recibido un mensaje de Alex y ambos saltaron de la tumbona para poder vestirse y ayudarme a limpiar el desastre en la mesa.

Para cuando nuestros amigos llegaron los tres estábamos sentados frente al televisor como si toda la tarde hubiéramos estado ahí. Ori salió de la ducha como si nada hubiera pasado y se unió a Alex, Jimena, Gina y Mishel para jugar con las mismas cartas con las que habíamos jugado nosotros; claro, ahora sin perder prendas.

Gerardo y yo preparamos la comida y sentí que nos habíamos vuelto más amigos; pues habíamos visto la novia del otro desnuda y habíamos cogido uno al lado del otro.

Me hizo comentarios acerca de lo buena que estaba Ori y yo le hice un par de comentarios iguales acerca de Mishel. Continuamos hablando un poco mientras mi mirada regresaba a Mishel, me había gustado demasiado verla desnuda e incluso una parte de mí se preguntaba si le hubiera pedido a Gerardo hacerlo con ella me hubiera dejado. Realmente una parte de mí deseaba a Mishel, tenía un cuerpo hermoso, era atractiva…y se veía que sabía coger bastante bien.

Descarte la idea de inmediato, estaba con Ori y no podía tener esos pensamientos.

Mi mirada se dirigió a Jimena, aun no sabía qué pensar acerca de ella, pero sentía que tenía unas intenciones ocultas. El juego seguía en la mesa, pero ella desvió un momento la mirada para verme, me dirigió una sonrisa cómplice y luego regresó su atención al juego.

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