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El coño de su madrastra Fina
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Fina, fuera puta de lujo. Lo había dejado tres años atrás para casarse con Teodoro, un empresario divorciado de 62 años. Fina tenía 32 años, medía 1.75, era rubia natural, tenía buenas tetas, fina cintura, anchas caderas y buen culo.

Iba en bata de casa de regreso a su habitación desde el baño, cuando le dijo su hijastro:

-¿Podía hablar contigo, Fina?

-¿Qué te pasa?

-Tengo un problema con mi novia.

-¿Qué problema tienes, Javier?

-Quiere que le coma el coño y no sé cómo hacerlo.

Fina, sabía que le mentía, pero le siguió el juego.

-Me temo que en eso no te puedo ayudar.

-Yo creo que sí, quien mejor que una mujer para enseñar a hacer esas cosas.

-Tú lo que quieres es echarme un polvo. ¿Verdad?

Javier mentía más que hablaba.

-No, quiero aprender a comer un coño.

-¡¿Con 25 años aún no has probado un coño?!

-Sí, pero nunca logré que mi pareja se corriera. Tengo mil euros para pagar tus servicios.

-Gracias por recordarme que fui puta.

-No era esa mi intención.

-No necesito el dinero y lo sabes.

-Hazlo por los pobres. Sé que ayudas al comedor de Cáritas.

Javier, que era un joven de 25 años, de 1.82, moreno y con cuerpo de modelo, vio cómo su madrastra se sentaba a su lado, y le decía:

-Ahí me has dado… ¿Mil euros?

-Si.

Fina, ya se soltó la melena.

-A una mujer antes de bajar a su sexo hay que calentarla mucho si no es raro que se corra. ¿Besas bien?

-Normal, diría yo.

-Cien euros para Cáritas, por aprenderte a besar.

-Vale, pero besar creo que ya sé.

-A ver. Dame un beso.

Javier le metió la lengua en la boca. Fina, se separó de él.

-Para, para. Al besar a una chica, primero tienes que mirarla a los ojos, acercar tu boca a la suya y besarla de modo que su labio inferior quede entre los tuyos. Después pasa ligeramente la lengua sobre ese labio, ella te corresponderá. Sigue su lengua con la suya, luego de rozarla da marcha atrás para que sea ella la que persiga la tuya. Luego chúpasela y deja que te la chupe, hasta que ya os comáis vivos y los besos no tengan control. A estas alturas ya tu pareja debe estar excitada. ¿Lo pillaste?

-Sí.

-Entonces haz lo que te dije:

Javier hizo paso a paso lo que su madrastra le dijera que debía hacer y acabó empalmado. Al acabar, Fina, se abrió la bata y aparecieron una esplendorosas tetas, redondas, con areolas rosadas y pequeños pezones.

-Doscientos euros para Cáritas por aprender a comer unas tetas.

Si le pidiera mil se los daba.

-Hecho.

-Vete haciendo lo que yo te diga. Pon tus dedos pulgares sobre mis pezones y con las manos masajea mis tetas -Javier hizo lo que le dijo-. Así.

Al rato le decía:

-Quita los dedos y lame los pezones de abajo arriba.

-Tienes unas tetas deliciosas, Fina.

-Llámame mamá.

-Tienes unas tetas deliciosas, mama.

-Haz círculos con la punta de la lengua en las areolas de los pezones.

-Me estoy poniendo enfermo, mamá, y tú cómo si nada.

-El río va por dentro, hijo, el río va por dentro. Ahora con tu legua aplasta los pezones y mama.

Al rato, ya Fina tenía el coño mojado.

-El resto, hasta los 1000, por aprenderte a comer un coño.

-¿Te vas a correr?

-Eso ni lo dudes, a no ser que llegue tu padre y nos corra a los dos.

Faltan horas para que venga.

Fina, quitó la bata roja y las bragas del mismo color, que tenían un buen lamparón de humedad, y recostándose en el sillón le dijo:

-Arrodíllate y ábreme el coño con dos dedos para que los labios y la vagina queden a disposición de tu lengua.

Lo hizo y vio su coño empapado de jugos.

-Dame un beso con tus labios en los míos. Lame mi ano y vete subiendo muy lentamente hasta la mata de pelo de mi pelvis. Recorre ese camino unas quince veces.

La polla de Javier ya estaba dura cómo un hierro. Cuando acabó de hacer el recorrido, Fina, que se estaba magreando las tetas, le dijo:

-Mete la punta de la lengua en el ano, sube, métela en la vagina y haz círculos con la punta de tu lengua sobre mi clítoris., haz este camino unas veinte veces.

Javier, lamió y besó el clítoris… Lamió y folló culo y ano. Jadeó cómo un perro. A Fina no se le escuchó ni un gemido.

-Lame con rapidez desde el ano al clítoris cada vez con más rapidez.

Javier, que si se tocaba ya se corría, lamió aumentando la velocidad con cada lamida. Fina comenzó a gemir.

-Ahora solo el clítoris. Aprieta tu lengua contra él y sin despegarla lame de abajo a arriba cada vez con más rapidez.

Lo hizo y Fina tuvo un orgasmo de puta de lujo, con convulsiones y jadeos de una perra callejera.

Al acabar de correrse y ponerse Javier en pie vio el tremendo empalme que tenía, y le dijo:

-Ya sabes cómo comer un coño. Ahora, y gratis, te voy a enseñar cómo se come una polla.

Le sacó la tranca, que aquella morcilla no era una polla, le echó la otra mano a las pelotas y se la mamó. Poco le pudo enseñar, que no fuera a tragar leche, ya que a los pocos segundos de meter la polla en la boca, Javier, se corrió cómo un bendito.

Sonó el teléfono, Javier lo cogió, y después de escuchar, dijo:

-Se lo digo, papá.

Fina, le preguntó:

-¿Qué pasa?

-Que papá tarda unas cuatro horas en venir, dice que cenes y no lo esperes a pie.

-¿Qué pedimos?

-Yo por pedir pedía un polvo. Espera que voy por los mil euros.

-¿Y cuánto pagarías por el polvo?

-No tengo más dinero en casa. ¿Aceptas un cheque?

-¿De cuánto?

-De otros mil euros. Pero puede extenderme un cheque por dos mil. Les vendrá bien para el comedor de Cáritas y así no me sentiría tan desgraciada.

-¿Desgraciada?

-No te hagas el inocente, te oí hablar con tu padre. ¿Por qué me quiere echar?

Javier se quitó la careta.

-Porque dice que en la cama eres demasiado limpia.

-¡Ay que joderse! Lo que hace la falta de comunicación.

Javier no entendía la actitud de Fina.

-¡¿Y sabiéndolo te prestaste al juego?!

-Sí, no me gusta estar donde no me quieren. Tengo dinero suficiente para empezar una nueva vida. Además tenía ganas de echar un polvo contigo. ¿A qué hora llega tu padre?

-En diez o quince minutos. ¿De verdad que tenías ganas de echar un polvo conmigo?

-Sí, de verdad.

Llegó Teodoro, y una vez que se hubo sentado en el sillón, le dijo Fina:

-Tengo que hablar contigo de tu hijo.

-¿Qué hizo?

-Quiso follar conmigo.

Teodoro, se hizo el ofendido.

-¡Lo mato!

-No te pongas así. La juventud… Las drogas.

Teodoro se llevó un sorpresón.

-¡¿Mi hijo se droga?!

-¿No lo sabías? Esnifa coca cómo esnifabas tú. Fuma porros cómo los fumabas tú, y….

-¿Está en casa?

-No, fue a pillar algo que meterse.

Teodoro estaba preocupado.

-¿A dónde?

-¡Y yo qué sé! Se acaba de marchar.

-Voy a buscarlo, hasta que no lo encuentre no vuelvo. Vete para cama.

Teodoro se fue en busca de su hijo y Fina, también. Se quitó la bata, las bragas y se echó boca abajo en la cama. Cuando Javier llegó a su lado, le dijo:

-Ahora te voy a enseñar a comer un culo, hijo.

Javier, que había llegado en pelotas, se metió entre sus piernas, y le dijo:

-Soy todo oídos.

Fina puso el culo en pompa.

-Coge mi coño con las dos manos y lame mi culo cómo si fueras un perro.

Javier echó sus brazos por debajo de las caderas, puso las manos sobre su coño mojado y lamió su culo con ganas.

-Fóllame el culo con un dedo y después dámelo a oler.

-Eres un pozo de sorpresas.

A Fina le gustaba el olor a mierda, y no solo el olor, porque después chupó el dedo, y no una, varias veces. Minutos más tarde las manos de Javier ya estaban mojadas de jugos.

Fina, le dijo:

-Dame mis jugos a probar y clávamela en el culo.

-¡¿Te gusta que te den por culo?!

-No, que me den por culo no me gusta, que me la metan en el culo, sí.

Javier se la fue metiendo mientras ella lamía los jugos de las manos…. Una mano volvió al coño, otra a las tetas y la polla empezó a entrar y salir del culo cada vez más aprisa. Tanto que Javier se corrió dentro.

A acabar de correrse le dijo Fina:

-Dame a mamar esa maravilla.

Javier sacó la polla del culo hecha una mierda y Fina se la chupó cómo si fuera un caramelo, lo que hizo que la polla cogiese de nuevo un buen empalme. Fina se echó boca arriba, y le dijo:

-Ven.

Subió encima de ella. Javier se la clavó en el coño hasta el fondo. Fina cerró las piernas, y le dijo:

-Bésame.

A Javier le importó una "mierda" de lo que estuviera la boca. La besó cómo le había enseñado. Fina le cogió las nalgas, y le dijo:

-Haz Palanca cuando la metas y mímame el punto G.

La folló cómo le pidió. Un rato más tarde dejó de comerle la boca, para decir:

-¡Llámame puta!

-¡Puta!

-¡Me voy a correr cómo una perra! Dime que me corra para ti.

Javier estaba cachondo a más no poder.

-¡Córrete para mí, puta!

-Azótame el culo.

Javier la nalgueó con ganas.

Fina ya no aguantó más.

-Me voy aaaaah. ¡¡¡Me corro!!!

Se corrió cómo una perra y jadeó como tal.

Javier dejó que acabara de correrse… Sintió que se iba a correr él y quiso quitarla, Fina le apretó las nalgas contra ella, y le dijo:

-¡¿A dónde ibas, cariño?!

Javier, se corrió dentro de su coño. Al acabar, la besó, pero no sabía lo que le esperaba… Fina, subió encima de él. Le puso el coño en la boca, y cayéndole en ella los jugos de su corrida y el semen, se masturbó el clítoris con cuatro dedos.

-¡Te voy a ahogar! -decía con sus dedos volando sobre su clítoris- Te voy a ahogar. ¡Abre la boca, cabrón!

-Dámela, puta, dámela.

Al ratito, Fina, exclamaba:

-¡¡¡Traaaga, caaaaabrón!!!

Al correrse, del coño de su madrastra salió una pequeña cascada de jugos acuosos y espesos que Javier se tragó con mucho gusto.

¡La hostia! Y el marido la iba a dejar porque era demasiado limpia en la cama. Si llega a ser guarra…

Quique

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