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Como mola que te acose un pibón
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Tiempo de lectura: 2 minutos

No soy ningún dios. He ligado moderadamente a lo largo de mi vida y no soy el típico ligón con confianza en sí mismo que se las lleva a todas de calle. Pero a veces me pasan estas cosas.

Había salido con un amigo por la zona de Huertas en Madrid. El plan era tomar un par de cervezas e ir a casa. De pronto en un bar noto una mirada. Se cruza con la mía y una sonrisa.

Me pongo nervioso. Era una chica alta 1,85 con tacones. Rubia guapa, unos pechos descomunales, luego descubrí que naturales, y ancha de caderas.

No lo podía creer. Hablé con mi amigo, soy bastante cortado, de reojo comprobé que seguía mirando. Más nervios. Me miraba descarado, sonreía y se partía con sus amigas. A mí me faltaba valor. No fumo pero mi amigo salió fuera y le acompañé para comentar la jugada. Apenas llevábamos un minuto fuera y apareció ella. Saco un cigarro, me miro saludo, e iniciamos conversación. Era enfermera, después de una charla nos fuimos a otro bar.

Nos liamos. Besos largos notaba esas tetazas en mi pecho. Ella no tenía rubor, pegaba su cadera a mi erección y se restregaba. La tenía durísima. Nos pusimos malísimos.

Fuimos tras una máquina de tabaco donde se nos veía menos, la acaricié sus tetas. Gemía. Metí mi mano en su pantalón. Estaba empapada. Ella me agarraba la polla por fuera del pantalón. Estábamos desatados. No nos importaba la gente que podía vernos. Comencé a acariciarla el clítoris. Más firme. Más. Gemía como loca su boca en mi oreja. Metí dos dedos y la folle con ellos. Gemía desatada. Seguí más y más hasta que estalló en mi mano grito. Un grito ahogado por la música del bar por suerte. Me miro a los ojos y me dijo… culminamos en mi casa no?

Fuimos a mi coche. Me indicó a su casa a un ático precioso al sur de Madrid. Tomamos algo en su terraza charlando a la luz de la luna. Nos besamos y pásanos a su cuarto.

La desnude la acaricié entera tenía unos pechos espectaculares. Los bese, me recree en ellos. Ella se dejaba hacer. Baje mi lengua por su vientre, mordí su cadera. Olía su sexo. Bese sus muslos ella comenzó a gemir al aproximar mis labios a su coño. Estaba mojado. El olor a sexo me volvía loco. Lo lamí suave.

Ella se revolvía de placer. Lamo más firme y más. Metí mi lengua dentro y explote buscando los puntos de máximo placer ella comenzó gritar de placer. Me cogió de la cabeza y me apretó contra su coño yo lamía su clítoris. Ella cada vez estaba más cachonda.

Noté que iba a estallar y la mordí suave el clítoris. Se corrió desesperada gritando. Y me abrazo mientras recuperaba el resuello.

Me quite la ropa la tumbe boca arriba y la penetre. Tenía la polla a tope y ella estaba desatada.

Me gritaba “follame por dios follame”. La obedecí. La penetre con violencia, dándola muy duro desde el principio. Cogí sus piernas arriba mientras la daba durísimo. Tengo mucho fondo para eso. Ella no paraba de gritar. “Me corro cabron” la di más duro aún. Reventó como una loca me arañó la espalda y los brazos hasta me hizo sangrar un poco en la zona del tríceps.

Estaba destrozada pero mi polla necesitaba descargar. Después de 5 minutos de caricias y susurros para que se recuperara me monto. Se puso más manos en la nuca. Dios que visión rasa tetazas botando encima de mí mientras las acariciaba. Cuando me iba a correr se salió y llevo mi polla a sus tetas. Me corrí como un bendito empapándole las tetas y llegando a su cara. Fue una de las corridas de mi vida. Fue un polvazo.

Fin

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