Paola estaba casada, sus hijos vivían en casa todavía y su marido trabajaba en la misma ciudad, él era un hombre que se pensaba rudo, pero a la vez eran solo apariencias. Hacía rato que tenía problemas con su mujer. Paola era una mujer muy atractiva de un sex appeal espectacular.
Yo casado también con dos hijos, un varón y una niña, felizmente casado y con la mente soñadora de una canita al aire pero nunca me atrevía. Paola y yo nos mirábamos mucho pero de ahí no pasábamos.
Una noche pase por su casa camino a la ciudad y la vi en el balcón de su casa, me detuve a saludar y nos quedamos charlando un rato, su marido no estaba y sus hijos dormían, charlamos un poco más y nos acercábamos el uno al otro hasta que de un memento a otro nos besamos y calentamos.
¿Qué hacíamos ahora? pues nos fuimos a la parte de atrás de la casa y parados contra la pared, Paola se agacho me saco la verga de su escondite y me dio una soberana mamada, yo estaba asustado, me imagino que ella también, en cualquier momento podría llegar su marido, se lamio se paró y se puso de espaldas a mí, ya con su pantalón y bragas abajo, cogió mi verga y la puso a la puerta de su espectacular cuca, metí la cabeza y nos culeamos delicioso.
Con todo y el miedo por unos minutos, el temor venció la calentura y nos separamos, nos vestimos, nos besamos y sin decir mucho ella se fue a su alcoba y yo seguí mi camino al centro.