Mi grito de alegría sonó en exceso desgarrado, me lancé a su cuello en el momento en que Tomás abrió la puerta para permitirle la entrada.
-¡Pablo! ¡Has venido!. -y no esperé la respuesta, me elevé sobre las puntas de mis pies descalzos para besarle la boca y abrazarme a su cuerpo desesperado.
Él me abrazaba entre risas intentando contenerme, pero respondiendo a mi ansioso beso, primero con dulzura y después con pasión no contenida. No solamente yo estaba nervioso, Dulce ladraba exigiendo que Pablo le prestara atención intentando trepar por nuestras piernas.
-¡Que dos locos Dios mío! -me depositó en el suelo para inclinarse y sujetar entre sus brazos a Dulce que le lamía la cara.
Tomás cogió la pequeña bolsa que había traído Pablo, y esperaba imperturbable a que iniciáramos el camino o a recibir alguna orden.
-¿Quizá el señor desea que le prepare algo para cenar?
-¡Hola Tomás! No tienes que preocuparte, solamente estoy algo cansado. -Tomás caminó delante de nosotros atravesando los salones, para tomar el pasillo que conducía al ala donde estaban nuestras habitaciones.
Pablo me llevaba sujeto del hombro apretándome, podía sentir el calor de su mano atravesar la suave tela de seda de mi chaqueta, en el otro brazo portaba a Dulce que continuaba demostrándole el cariño que le tenía queriendo comerle la cara.
Me sujeté a su cintura y elevé la cabeza para mirarle.
-Pensaba que igual no venías, me cortaste la llamada.
-Calla tontito, esperaba tanto que te decidieras y me llamaras para correr a tu lado. -su brazo me llevó hacia él oprimiéndome, todos mis momentos de duda se habían al fin esfumado, como la niebla del amanecer al despuntar el sol, y Pablo era la luz que me atraía hasta quemarme.
Habíamos llegado a la mitad del pasillo, entre las puertas de mi habitación y la de Pablo, y el buen sirviente se quedó dudoso esperando.
-En mi habitación Tomas, Pablo se quedará conmigo, tenemos que hablar de muchas cosas.
Entramos en la habitación y Tomás abrió la bolsa para colocar la poca ropa que Pablo había traído en el armario del vestidor.
-No es necesario Tomás, podemos hacerlo mañana, ahora me gustaría tomar un baño.
Pablo comenzó a desnudarse, sin prisa, y antes besó a Dulce en la cabeza, luego lo dejó en el suelo y el bichito protestando. Tomás recogía la ropa que Pablo se quitaba.
-Lo limpiaré para mañana, veo que no ha traído mucha ropa. -esperó a que Pablo quedara totalmente desnudo para llevarse lo que se quitaba.
Curiosamente, cuando Pablo estaba en esta casa, ocupaba la atención completa de Tomas, lo mismo que antes pasaba con Eduardo, y yo pasaba a un segundo lugar en la jerarquía de su preferencias.
No me molestaba en absoluto, era lo normal ya que a Pablo le conocía de antes y además, merecía esa deferencia que Pablo aceptaba como lo mas natural, y quedaba desnudo ante el criado como antes hacía Eduardo, cuando le acompañaba hasta mi habitación si deseaba pasar la noche conmigo.
La noche última que pasé con Pablo no había podido fijarme mucho en él, ahora que le miraba con detalle, podía apreciar lo robusto y fuerte que estaba, como el vello de su cuerpo era más abundante, ya le cubría las tetillas y casi todo el pecho, también el perfecto y marcado abdomen, los muslos gruesos y duros y las largas piernas. Mención aparte seria su aparato sexual, los gordos huevos se adivinaban, envueltos en el ensortijado pelo, y solamente eran visible los quince o diecisiete centímetros de verga que colgaba delante de sus testículos.
Me estremecí, como si tuviera frío, ante el soberbio espectáculo de su cuerpo, y a la vez sentía que mi polla comenzaba a cobrar vida empujando la fina tela de seda del pantaloncito que portaba.
Sí, aquel era mi hombre, mi macho, mi amante, el preferido y mas deseado de todos los que había tenido, el hombre al que amaba sobre todas las cosas, mi dueño y amo, al que obedecería en todo lo que quisiera.
Lo mismo que Tomás, también yo sentía respeto hacia él, y cada vez se parecía más a su padre, terminaría siendo igual que Eliseo cuando tuviera su edad, y eso no me molestaba para nada.
Hablaron unas palabras más, y a la vez que Pablo se encaminaba al baño el sirviente salía de la habitación. Le seguí para sentarme en un taburete mientras abría el paso del agua dejándola caer y que resbalara por su fuerte cuerpo.
Pablo resultaba guapo, más que guapo era atractivo, masculino y de personalidad viril que le salía, sin él proponérselo, por los poros de la piel. Se pasaba las manos por el cuerpo antes de derramar el gel sobre la esponja y luego aplicárselo en el cuerpo. Veía hipnotizado el balanceo de la verga colgando y escurriendo el agua que se deslizaba sobre ella. Volví a sentir una erección y decidí retirarme a la habitación, o terminaría masturbándome con el espectáculo que me brindaba.
Dulce se había acurrucado entre las sábanas y me dirigía su lánguida mirada. Me tumbé a su lado y le abracé.
-Ya le tenemos con nosotros y nunca permitiremos que se aparte. -como si me hubiera entendido giró la cabeza para pasar su rosada lengua por mis labios
Me levanté cuando apareció envuelto en una enorme toalla y le ayudé a secarse.
-¿Te has asustado de mi para ausentarte del baño?
-Iba a terminar haciéndome una paja admirándote, y eso no es lo que necesito y quiero. -me tomó en sus brazos y abracé su cintura con mis piernas colgándome de su cuello con los brazos.
-No vuelvas a dejarme otra vez Pablo, no lo hagas, castígame si crees que sea necesario y lo merezco, pero no vuelvas a alejarte de mí.
-No quiero volver a hacerlo gatito, vamos a intentar entendernos los dos y creo que lo conseguiremos. -buscó mi boca y me besó con fiereza, con afán posesivo metiendo la lengua con fuerza. Le respondía acariciándola con la mía y ahogándome en el placer de su jugosa saliva.
Me mantenía elevado sujetándome por las nalgas, pegado a él y sin dejar un momento de buscar la saliva que contenía mi boca, hasta que sentía la punta de su verga empujar entre mis nalgas.
-Déjame en la cama cariño y hazme el amor. -me sentía invadido de una lujuriosa pasión y necesita que me hiciera suyo, ser penetrado por la dura polla que empujaba invasiva entre mis nalgas con riesgo de romper la tela y atravesarla.
Me depositó con suavidad sobre el colchón y se tumbó a mi lado, mirando hacia el techo y con las manos bajo la nuca enseñando los poblados sobacos de duros y largos pelos ensortijados. Me giré hacia él y metí la mano entre los pelos de su pecho, crucé la pierna sobre su abdomen rozándole apenas la verga.
-Te estas volviendo muy peludo, tanto como un oso. -giró la cabeza para mirarme divertido.
-Si te molestan me depilaré o me raparé todo el cuerpo para estar a tu gusto. -y dejó escapar una alegre risa.
-No tienes que hacerlo, así como estás me encantas. -no dejaba de jugar con sus vellos, tirando con suavidad de ellos y acariciándole la tetilla.
-Te quiero mucho Pablo…
-Igual que yo a ti gatito dulce. -me subí sobre él a horcajadas y me abrazó sobre su pecho.
-Se sienten tan suaves tus pelos, y me hacen cosquillas en la piel, quiero que sigas así. Me gusta todo lo tuyo. -coloqué la cabeza sobre su pecho y escuchaba los latidos de su corazón. Me excitaba sobremanera estar tendido sobre su cuerpo, acariciado por sus pelos y apretado por sus brazos.
Entonces me sujetó de los sobacos y tiro de mi pera que nuestras caras estuvieran al mismo nivel.
-Bésame gatito, dame tu lengua. -no me hice de rogar y atendí su petición, pero rodeó mi cabeza con las manos y fue él quien me penetró metiendo la lengua y reclamando la mía para chuparla con avidez.
Lentamente sentía como el culito se me iba dilatando por el deseo, y el pantalón se me humedecía por mis jugos y los que salían de su verga enterrada entre mis nalgas.
-Estoy muy caliente Pablo. -me senté sobre su estómago y me quité la chaqueta por la cabeza, le descabalgué y me terminé de desnudar.
-Te deseo Ángel.
-Pues tómame, ¿a qué esperas? -y se termino la paz. Se abalanzó sobre mi y con brusquedad me tumbo poniéndose encima. Sus fuertes piernas abrieron las mías sin dificultad y su verga se friccionó con la mía.
-Está muy dura, ¡qué rica Pablo! -se movía rozando entre ellas nuestros pollas y se posó sobre mi cuerpo para besarme.
-Perdóname gatito pero no puedo aguantar más sin penetrarte, igual te hago daño.
-No importa, soy tuyo para lo que quieras. -y abrí más las piernas dejándole lugar para que actuara, su dura polla picaba alrededor de mi ano sin acertar y se la sujeté para colocarla en la entrada.
Una primera sacudida de cadera y el glande perforó mi culito.
-¡Ahhh! -no pude evitar un fuerte gemido.
-Lo siento bebé.
-Sigue, no te detengas ahora, métela toda. -y ahora sin parar empujaba con fuerza, hasta que sentí sus peludos huevos en la puerta de mi culo.
Una vez que tuvo toda su verga dentro se dejó caer sobre mi sin moverse.
-Que calentito lo tienes, no pensaba mas que en este momento. -le abracé la espalda pasando mis pies por su cintura y cruzándolos, para abrazarme y sentir más dentro la verga.
-También yo esperaba este momento mi rey. Amo tu verga como ninguna otra. -me besó la boca sin dejarme hablar y correspondí a su beso acariciándole la lengua.
-No he estado con nadie desde la última noche que estuve con mi gatito y no creo que aguante mucho sin correrme amor.
-No importa mi vida, quiero que me goces y no pienses en mi. -lentamente empezó a moverse sacando un trozo de verga y volviendo a meterle con fuerza.
-Lo siento rico no pares Pablo. ¡Dios mío! qué rica polla te gastas, me llena todo. -Pablo no se detenía ahora, solamente me miraba fijamente mordiéndose el labio inferior y empujando con mucha fuerza para que sintiera la punta de su polla clavada en mis entrañas.
Hasta que se puso rígido, con los ojos cerrados y con la piel húmeda de sudor, comenzó a agitarse con fuerza, su polla crecía y se agrandaba en mi culo llenándolo.
-Me corro mi amor, me llega ya la leche mi vida.
-Dámela toda, lléname con tu leche amor. -me la clavó hasta el fondo y empezó a llenarme de semen, no cesaba de temblar y derramarse en mi vientre.
Yo le agarré la cabeza para besarle la cara mientras sentía como el macho me llenaba de dulce y caliente simiente.
-¡Sí Pablo! Lo siento como sale de ti mi vida, me estás llenando de leche, dame más. -notaba con exactitud como su verga se hinchaba y endurecía, contrayéndose para disparar el semen que salía en abundancia.
Así estuvo unos segundos apretando como si pudiera meterse más de lo que estaba y dejarme bien preñado. Respiraba agitado mientras le acariciaba la espalda, los glúteos, y metí las manos para llegar a mi culo y sentir como la leche escapaba de mi recto.
Se había salido un trozo de su verga y me moví para que volviera adentro.
-No la saques Pablo, déjamela dentro. -me besó los labios sonriendo.
-No temas gatito, aún no hemos terminado, tengo mucho más para meterte y dejarte lleno, solo quiero descansar un momento. -sentía que mi culito se cerraba por el placer de sus palabras, tenía la intención de continuar follándome.
¡Oh Pablo! Ha estado muy bien y lo lo disfrutado, me siento lleno amor. -continuábamos besándonos y sintiendo nuestras bocas, también como poco a poco la verga pendía consistencia y tamaño, pero aun suficientemente dura como estar dentro de mi culo.
Se elevó sobre los codos liberándome de su peso.
-Gatito estás precioso, rojito y con sudor, y eso que te he dejado sin que llegaras al orgasmo.
-Ya te he dicho que no importa, necesitabas descargarte y para eso estoy yo. -me miraba intensamente y con una enorme sonrisa.
-En la hacienda te compensaré, tendremos todos los momentos que necesitemos y queramos… -dudó un momento. -Y no tienes que preocuparte por donde vivirás, si Eliseo te asusta ahora no estarás solo. Nosotros estamos también en la casa grande, viviendo con don Ernesto y doña Martina.
Me di cuenta de que seguía hablando de sus abuelos con el mismo tratamiento, a pesar de que Ana María le habría contado que yo lo sabía todo, Pablo continuaba como si nada hubiera cambiado.
-¿Y cómo ha sido eso?
-Marcos se ha casado y Eliseo le ha dejado su casa, ya no la necesita, en unos meses habrán terminado de construirnos la nuestra y vivirá con nosotros, salvo que sigas teniendo miedo de él. -dudé sobre si seguir con el tema.
-Yo no tengo miedo de Eliseo.
-¿Entonces, por que no quieres vivir con él, que esté con nosotros?
-Te lo volveré a repetir. No tengo temor de Eliseo, pero sí de ti Pablo, de que reacciones mal ante los atrevimiento de Eliseo. -me miraba mientras se reía besándome repetidamente la cara.
-No soy celoso gatito, tú lo sabes, ademas si Eliseo se mete contigo es por pura broma, o porque tú tienes la culpa por ser irresistible. No debes sentir temor de que yo me moleste, además sabes que puedes hacer lo que desees en ese sentido, solo pido que a quien ames sea a mí. -no me dejaba responderle avasallándome con sus besos mientras reía gozoso.
Claramente Pablo no era como yo, y no se dejaba dominar por los celos, quizá acostumbrado por haberme visto con tantos hombres poseyéndome, o sabiendo que eso sucedía a menudo.
-¿Y tu gatito? ¿Cómo lo has pasado? ¿No habrás estado encerrado en la casa con Ana María como única compañía?
-Sabes que no ha sido así mi vida, tú me has hecho para que no pueda vivir sin un hombre a mi lado.
-¿Alguien que te de verga?
-Eso, llámalo como quieras. He tenido alguna aventura, una cosa es mi corazón y otra mi culito necesitado de polla. ¿Quieres que te lo cuente?
-Si tú lo deseas hazlo. -me di cuenta de que Pablo realmente quería que le contara mis aventuras amorosas, y no tenía problema en contárselo todo, aunque me avergonzaba que supiera que también había estado con sus hermanos.
-He estado con Ian. -tuve que explicarle quien era Ian ya que él no lo recordaba.
-¿Te hizo feliz? ¿Lo pasaste bien con él?
-No como contigo, pero sabe utilizar su herramienta y se ha vuelta amable y delicado. -entonces le relaté como me había follado en la escuela de artes la primera vez.
-También he estado con Erico y Ruben. -no podía mirarle a los ojos por la vergüenza que sentía.
-Me acompañaron una noche para traerme a casa y se quedaron a dormir.
-¿Y a follar contigo?
-Sí, lo hicimos.
-Erico es un macho de cuidado, ¿te follaría sabroso? -hacía algunos minutos que notaba como nuestra conversación le calentaba, empezó a endurecérsele la polla hablando de Ian, pero ahora con lo que le contaba de Erico le crecía más y más, y se lo notaba la excitación que le dominaba.
-Me lo hizo rico, se parece a ti aunque no te llegue, su verga es deliciosa y sabe follar un culo y darle placer. -para ese momento Pablo estaba en plena faena moviendo lentamente la verga por el conducto de mi recto.
No había duda de que a Pablo le excitaba saber que otros hombres me follaban, y si eran familiares ya le añadía un plus de voluptuosidad.
-¡Qué suerte tenían!, y yo estaba solo a base de pajas pensando en ti. -sin sacar la polla de mi culo me abrazó para colocarme de perrito y así comenzó a follarme sin prisa, a ratos me embestía con fuerza haciendo que gimiera y sollozara por el placer que me daba.
De mi polla salía un reguero continuo de líquidos seminales y Dulce metía la cabeza queriendo lamer la miel que salía de mi verga.
-Así mi vida, así quiero que me folles. ¡Haaa! ¡Haaa! ¡Haaa! ¡Haaa! Dame mi amor, dame tu verga cariño. -llegó un momento en que sus golpes eran tan potentes que caía tendido sobre la cama, entonces me sujetaba de las caderas elevándome para seguir con su ritmo sin descanso.
Cuando se sintió fatigado se tumbó teniéndome empitonado en su polla sin sacarla y me giró para vernos las caras.
-Ahora cabálgame tu, fóllate el culito tu mismo. – comencé a moverme con gusto, a rotar mi culo en círculos y de mi polla seguía manando como un manantial, mis líquidos se perdían en el frondoso vello de su abdomen, y el goloso Dulce lamía los pelos buscando el preciado manjar que le encantaba degustar.
Pablo sonreía cuando no rugía de gusto al sentir su verga engullida por mi culo.
-Tendremos que hacer un trío con tu perrito, también quiere participar. -me incliné para besarle los labios aplastando la cabeza de Dulce entre nuestros vientres.
-Pablo, estoy muy bien pero necesito correrme amor, ayúdame. -empezó a elevar la cadera pare encularme mientras me elevaba.
-¡Me corro mi amor, me viene! -arreció las entradas y continuó follándome estando tumbado sobre su pecho, hasta que sentí un mareo y el semen empezó a salir de mi polla sin tocarme, sintiendo las caricias del vello de su abdomen en el glande.
También él se clavó en mi culo y empezó a eyacular rellenándome de leche, dos veces me había vaciado sin sacarme la verga. Resultó una cópula perfecta, había durado mucho tiempo disfrutando de su polla y ahora estaba rendido tumbado sobre su cuerpo.
Nos fuimos recuperando y ahora me dejó a su lado, pero sin sacar la verga de mi culo, me tenía enchufado de cucharita, de espaldas a él y me acariciaba y besaba la espalda y la nuca.
-Hoy me voy a vaciar, quiero llenarte de leche.
-Estoy lleno amor, me escurre por todas partes.
-¿Te molesta que esté así?
-Quiero sentirme así, taponado por tu polla en mi culo. -me adormilé un poco hasta que le sentí moverse, me estaba volviendo a follar pero yo no me movía.
Eran movimientos muy lentos, la verga se deslizaba por mi culo sin resistencia alguna y me sentía encantado sintiéndola moverse, disfrutando de la lenta cogida que me daba hasta que volvió a correrse, gimiendo de placer a mi espalda.
-¡Ohhh! que placer, que gusto follarte gatito. -llevé la mano a mi culo, su verga rezumaba leche y tenía los huevos anegados de pegajosa humedad.
Me lamí la mano y sin darme cuenta me quede dormido, con su verga enchufada en mi culo y sonriendo como tonto.
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Desperté al sentir un ruido, abrí los ojos deslumbrado por la luz que penetraba por las enormes ventanas, lentamente fui tomando consciencia de nuestro estado. Seguíamos en la misma posición que recordaba cuando me dormí, con la mitad de la polla dentro de mi culo y Pablo abrazado a mi.
Tomás continuaba su trabajo abriendo las ventanas, y Pablo cubrió nuestros cuerpos con la sábana pero sin retirar la verga de mi culo.
-La señora desea saber si comerán en casa antes de partir. -se dirigía a Pablo al hablar.
-Dígale que comeremos con ella, tengo una entrevista con don Manuel pero no me llevará mucho tiempo. -nada más que el mayordomo cerró la puerta tras él, Pablo se me subió encima, la verga seguía consistente y dura en mi interior.
-Ayer no pudimos terminar el trabajo, te dormiste gatito y me quedé con ganas, tengo la polla que me estalla.
-Estamos muy cochinos Pablo vamos al baño y te la chupo.
-Tú siempre estas bueno y eso lo dejamos para después, ahora relájate y disfruta. -colocó mis piernas en sus hombros y empezó lo que según él quedaba pendiente, y me hizo gozar de nuevo, logró que volviera a gemir y le pidiera la verga en el fondo de mi cuerpo. Luego se la chupé en la ducha, parecía un contenedor de semen que nunca tenía un final.
Después de desayunar se ausentó para verse con don Manuel, supongo que para hablar de negocios, no pensé que fuera para otra cosa después de la sesión de sexo que tuvo conmigo, aunque aún llevara reserva de leche en sus huevos.
Tuve tiempo de descansar y darme un baño en la piscina después de decirle a Carmen y Alicia la ropa que deseaba llevarme, y las dejé preparando mi equipaje.
Pablo volvió para la hora de la comida y Ana y yo le esperábamos. Quedó acordado que cuando volviera a la ciudad, por mis exámenes u otras causas, tendría su casa para vivir, que debíamos considerarla como nuestra aunque Eduardo se la dejara a ella.
En el viaje nos acompañaba Dulce, quizá en la hacienda encontrara alguna perrita que le gustara aunque no sabía si se acostumbraría a una vida diferente a la que estaba acostumbrado.
-Rosa te gustará, es una chica joven y alegre, aunque trabaja algunas horas te hará compañía.
-¿De quién me hablas?
-Rosa es la mujer de Marcos, ayuda en la casa grande y unas horas en la residencia de ancianos, Álvaro la metió allí para rescatarla del mundo en que vivía.
Después de pasar el pueblo tomó un desvió antes de llegar al que llevaba a las haciendas de los padres de Álvaro y de don Ernesto su abuelo. Detuvo el coche en un alto y me hizo bajar de él.
Me sujetó de los hombros y me giró para que mirara hacía abajo, el brillo del agua que llevaba el río me deslumbraba, un poco más arriba, subiendo una suave ladera, se observaban las diminutas figuras de operarios trabajando en una gran construcción, y en otras más pequeñas siguiendo el cauce del río.
-Esa será tu casa dentro de poco y está cercana al pueblo. ¿Te gusta?
-El paisaje es precioso Pablo, ¿pero cómo se llega allí? -soltó una enorme carcajada apretándome contra el.
-Todo está previsto, no seas impaciente. El terrero pertenecía a don Mateo, se lo quise comprar y me lo regaló a cambio de mi trabajo. Las tierras que voy comprando están más lejos pero quería que tu estuvieras más cerca del pueblo.
En la hacienda nos esperaba el matrimonio con Eliseo. Don Ernesto y doña Martina me recibieron encantados y con abrazos, Eliseo también me abrazó y me guiñó un ojo, adiviné que no había renunciado a tenerme y que lo intentaría las veces necesarias hasta conseguirlo, pero ahora que sabía que Pablo era consciente de lo que pasaba, y no parecía importarle demasiado, tampoco yo me comportaría como un reprimido si se daba la ocasión, y sabía que Eliseo la preparaba y que no dudaba que yo sucumbiría a sus exigencias de macho.
Pero todo eso, y muchas más cosas estaban por llegar, ahora comenzaba una nueva vida al lado de Pablo mi hombre, o mi hombre principal ya que él no me tendría encadenado.
Las enseñanzas de Pablo habían calado muy hondo en mi y me habían marcado para siempre, pero yo me sentía feliz sabiendo que Pablo me prefería a cualquiera y deseaba compartir su vida a mi lado a pesar de lo que sucediera.
Y ahora sí que doy por finalizado el relato, ya que lo demás que siguió resultaron mil historias, mías y también de Rosa, con la que labraría una interesante y profunda amistad, con su vida y su forma de ser abierta y complaciente con los que nos rodeaban.
Fin