Se me había antojado follar con un viejo y acabé siendo amigo suyo. Ya no lo veo tan viejo y me parece que es más que amigo, aunque, como suele decirse, todavía es temprano. Pero acabo de regresar de su casa y he estado seis días con él. Bueno la verdad es que hemos estado seis días con sus noches juntos.
Para no tener que dar muchas explicaciones, aquí os dejo la referencia y donde podéis leer mi primer encuentro con Anselmo:
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El día del primer encuentro hablé esa misma noche con mis padres mientras cenaba, me preguntaron qué había hecho y les dije que estuve todo el día con un amigo, que fuimos a la playa, que comimos mucho marisco y que hablamos sin parar. Les dije también que es de Valdellós y que me había invitado a ir a su casa, que había pensado, si a ellos les parecía bien, irme el viernes y regresar a los cuatro o cinco días, que les avisaría.
Mi madre dijo:
— ¿No molestarás tanto tiempo en casa de otra persona? ¿Qué dirán sus padres? Si ves que molestas y te encuentras extraño, vente enseguida para casa.
Mi padre me dijo:
— ¿Estamos en verano, vete con cuidado en qué sitios comes marisco, no sea que te sobrevenga alguna infección irreparable.
Mi hermana me dijo:
— Llámame cada día y dime como lo estás pasando, ojalá tuviera yo una amiga que me invitara a su casa.
Todos los días me llamaba Anselmo y decidí llamarlo el jueves antes de que él me llamara a mí, para que supiera que también yo le tenía presente en mi pensamiento.
— Hola, mi niño, ¿cómo es eso que me llamas tú?
— Porque no paro de pensar en ti y siento ansiedad de estar contigo mañana.
— ¿Qué dicen tus padres?
Le conté lo que me dijeron mis padres. Y Anselmo me explicó:
— A la primera, estamos solos y no molestamos a nadie; a la segunda, no comerás marisco en ningún sitio sin garantía; a la tercera, me ha hecho mucha gracia tu hermana, pero de momento no lo podemos remediar.
Todo me pareció estupendo y le di las señas de identificación inmediata:
— Iré vestido igual que la vez pasada, pero con camiseta amarilla que la roja está en el cesto de ropa usada. Estaré en el mismo sitio y si quieres salgo más en dirección a tu ruta.
— Está bien en el mismo sitio, así no nos equivocamos y no perdemos tiempo, ¿ya conoces Tarragona?
— Pues sí, pero mal y me gustaría conocerla mejor.
— Entonces mañana salgo de aquí y si no te va mal a las 8:30 estoy ahí, por no hacerte madrugar más…
— Desayunamos en casa juntos a las siete y cuarto y mi padre se va antes de las 8 para estar en su trabajo a las 8, así que si quieres estaré esperando a las 8 de la mañana.
— Ah, millor que millor, així tindrem més temps i farem tot amb més tranquil•litat. Un petó, guapo.
— ¿Me vas a enseñar catalán?
— Si lo deseas…, no hay problema.
— Un beso, papi, mi amor.
¡Qué noche!, ¡qué noche! Ya me lo habían notado durante la cena, casi no hablaba, solo pensaba en mi mochila, la de cosas que tendría que poner; sobre todo no se me iba a olvidar el obsequio que le había comprado en la tarde. No sé si le gustaría, pero eso era lo menos importante. A una persona mayor puede que no le guste el collar, pero le compré uno muy chulo que se lo pondría para ir por casa o en la noche, no sé, pero formaba parte de mis nervios. No sé qué me dijo mi padre y le contesté:
— No, no, es cosa de si me cabe todo en mi mochila grande.
— ¿Quieres que te la arregle yo?
— ¡¡¡¡No, nooooooooo!!!!!, —enseguida me vinieron a la cabeza las dos tiras de preservativos que había comprado en la tarde y que estaban encima de todo— no, mamá, solo que es mi primera vez que voy a otra casa, pero lo tengo todo.
Mi padre insistió para que me enterara:
— ¿Tienes dinero? Te lo he preguntado tres veces, no puedes salir de casa con las manos en el bolsillo, de vez en cuando has de invitar tú, de lo contrario no te va a querer nadie, no puedes ser un gorrón, ¿¿tienes dinero??
Me quedé mirándole mientras calculaba el dinero que tenía y añadió:
— Afuera, sobre la mesa de la sala te he dejado dinero, no te olvides, quien quiera que sea tu amigo, tiene que saber que tienes familia.
— Eso, ¿cuándo me lo presentarás?, ¿es guapo?, dijo Laura.
— Laura, eso son asuntos de tu hermano y de los tiempos, todo necesita su tiempo; cuando él pida, le daremos lo que necesita, mientras tanto, es su tiempo, ni preguntas ni pesquisas.
— Sí, papá, lo haré así, como me gustará que fuese cuando yo tenga un amigo, aunque yo creo que me voy a quedar con Isidro, porque alguna vez regresaremos a Madrid, ¿no, papá?
— Nunca se sabe, Laura. Pero tú sí podrás regresar, para dentro de un año, cuando vayas a la Universidad, te vas a las casas de tus abuelos, que para eso tienes dos abuelos y dos abuelas, así que no despidas a Isidro si te gusta.
— Pero ¿qué cosas dices a la niña?, —reprendió mi madre.
— ¿Qué niña? Mírala bien, es mayor y guapa como tú.
— Es más guapa que yo —dijo mi madre complaciente—, pero no me la quitéis tan pronto.
— Yuuuuuh…, mamá se pone celosa de su hija, —dije yo canturreando y en tono burlón.
Mi padre se reía y mi madre no tuvo más remedio que reírse y cuando iba a dar su explicación, la di yo, imitándola:
— Os he criado yo y ahora que estáis para que disfrute con vosotros, os queréis marchar, me dejáis el corazón roto, —yo imitaba incluso su voz.
— Precisamente eso, eso quiero decir, —imitaba mi hermana igualmente a mi madre.
Mi padre se reía mientras mi madre murmuraba:
— Os las sabéis todas, no se puede con vosotros y, míralo, cómo se ríe de que os burléis de mí.
Me levanté, le di dos besos bien sonoros y le susurré al oído:
— Mamá, eres la mejor de todas las mamás del mundo entero.
Me abrazó, me besó y me mandó a ver la televisión, pero les di las buenas noches a todos para pensar en Anselmo y mi nuevo encuentro con él. Además quería dejar mi mochila preparada y cerrada. Una vez acabado todo de organizarlo, me entretuve con el ordenador para tomar sueño. Luego me acosté con mi slip sobre la cama sin cubrirme con la sábana, porque ya tengo calor. Si tardo en salir a la cocina a comer el desayuno, mi madre me viene a despertar, pero mi sueño fue ligero y me desperté temprano varias veces y a las seis de la mañana ya estaba yo en la ducha, me había pajeado y me había puesto dos collares y varias pulseras. Vestido con una tanga cuerda, el short vaquero muy corto y la camiseta de tirantes amarilla que esta me cubría bien los dos pezones, me calcé las zapatillas y fui el primero en ir a la cocina. Ayudé a mi madre a preparar el desayuno y le pregunté dónde iba a ir a comer. Me dijo que saldría con Laura a la playa y comerían en algún chiringuito. Le indiqué que fueran a la playa del Torn —mi madre es naturista y nos ha hecho a toda la familia naturistas en casi todo—, y se lo pensó. Aún no sé si fueron o no.
Cuando llegó mi padre me dijo:
— Antes de decirte buenos días he de recordarte que aún no has recogido tu dinero.
Salí y había un sobre con 300 euros y una tarjeta con un pliegue donde estaba la clave. Entré, le di un fuerte beso a mi padre. Desayunando me explicó lo que tenía que hacer con la tarjeta. Mi padre salió de casa como siempre, deprisa y yo lo acompañé a la puerta. Se fue mi padre. Fui a llevar a mi hermana el desayuno a la cama. Estaba durmiendo desnuda, la desperté tras taparla un poco, pero no le dije nada. Cuando puse la camarera sobre la cama y me agaché para dejar la bandeja, me metió la mano por la cintura hasta la nalga para saber qué llevaba.
— Muy guapo ha de ser tu chico para ponerte tus tangas más pequeñas.
— Igual no es tan guapo como imaginas, pero sabio, inteligente y muuuuyyyyy amoroso. ¿Sabes?, me gusta mucho.
Ella levantaba la cara diciendo también «Muuuuyyyy amoroooosooo. Me dio un beso, le di un beso y me fui. Besé a mi madre y salí de casa. Ya había llegado Anselmo, subí al coche, lo llené de besos correspondidos y partimos en dirección a Tarragona, eran las 8 en punto.
Como ya habíamos desayunado en casa, nos pusimos a ser turistas, primero la Catedral, la vimos lentamente, luego dimos un paseo por el centro de la ciudad. Tomamos la Rambla Nova para irnos al Balcón del Mediterráneo, el Anfiteatro, la plaza del Rei, la Torre del Pretoria y el Circo, el Forum o Plaza del Forum y nos fuimos al restaurante.
Ya lo tenía todo acordado y reservado. El camarero no tardó en traer un cava de Sant Sadurní d’ Anoia dentro de una cubitera con hielo, lo abrió delante de nosotros sin hacer ruido, sirvió en las dos copas, desapareció y al poco rato vino con una fuente de almejas rodeadas de hielo y vivas. Probé la primera imitando a Anselmo con miedo de que no me gustara, ya que nunca las había probado. Hummm…, era como tomarse un sorbo de mar sin atragantarse, ¡que ricas son! Miraba a Anselmo tan feliz de haber acertado que me emocioné. Como había una docena, nos tomamos seis cada uno, eran seis sorbos de mar regados con un rico cava, que era algo así como Juvé y algo más. Me parecía que comer algo más no tenía sentido. Se lo dije a Anselmo y se rió como un bebé. Luego nos sirvieron un arroz meloso con galeras. El camarero habló con Anselmo en catalán, no entendí nada, por los gestos supe que se hablaba de lo que iba a sacar. Sirvió un mel i mató que era un queso muy rico con miel y nueces para cada uno y una bandejita con dulces. Anselmo me decía sus nombres, panellets, turrón de Agramunt, carquiñol, y unos trocitos de brazo de gitano riquísimo. Anselmo tomó café y Brandy, me hizo tomar brandy mientras me explicaba todo. El cava y el brandy me hicieron su efecto y caminaba como volando. Anselmo me agarró de los hombros con su brazo y fuimos a ver de cerca el mar para despejarme.
Estábamos en el paseo marítimo y me apeteció besar a Anselmo, se dejó besar y me besó de cara al mar, un beso largo, fundidas nuestras bocas y escondidas las lenguas hurgando hasta el fondo. No nos importaba nadie más, solo nosotros dos. Pasamos tiempo hasta que me entraron ganas de mear. Fuimos a un bar, Anselmo pidió un café y un agua mineral, le pedí que entrara conmigo al baño, habló en catalán con el camarero, entramos al baño, cerré el pestillo, me puse de rodillas frente a él, le abrí la bragueta y le di una mamada en toda regla, mientras desde abajo le miraba sus ojos llenos de placer. Se la limpié bien y salió a tomar su café. Yo, por mi parte, me masturbé y fui rápido en correrme porque estaba empalmado desde cuando nos besábamos. Salí, tomé la botellita de agua y le dije que la iría tomando poco a poco. Nos fuimos.
— ¿Te ha molestado, Anselmo?
— De ningún modo, me has impresionado.
— Gracias, Anselmo.
— ¿Gracias? Tendría que agradecerte yo, el placer me lo has producido tú a mí.
— Entonces estamos a tablas.
Pasamos la tarde haciendo un turismo más pausado, tranquilo, viendo otras cosas de la ciudad y hubo un momento en que Anselmo no hablaba hacía rato y mientras pidió que nos sentáramos en una terraza a tomar una copa. Le dije que yo preferiría un helado. Como estaba él muy cansado, al divisar una heladería, nos dirigimos allí. Él se pidió un helado de turrón, cuando iba a pedir yo, me dijo que ya lo había hecho él. Cuando vino el camarero traía una copa con dos bolas de turrón y una bandeja ovalada donde había como seis bolas de distintos Els dos, galletas , un plátano y frutas del bosque. Me dijo:
— Sí no te lo acabas, lo pagas tú.
Al final solo faltaba que lo lamiera, eso me lo perdonó.
Aunque aún tardaría e anochecer, ya era tarde y había que regresar porque tenía que recoger nuestra cena en un Take away. Regresamos a casa, nos aseamos en la ducha y luego fuimos a recoger la caña. Después de cenar puso en mis manos un ordenador nuevo para que lo usara cuando viniera a su casa, había que iniciarlo y descubrí que tenía ya un contrato de 50 fb en la nube, de modo que yo podría enviar desde el mío en mi casa todo aquello que quisiera usar estando en Valdellós. Mientras yo hacía todas estas cosas, Anselmo prestaba atención a varios noticieros de tv, unas veces exclamaba con alegría otras decía insultos en catalán.Se me quedaron estos: peto de puta, collóns, borinot, filo de puta, malparit, cagabandúrries, llepaculs (¿lo diría por mí?, pues es que no), torracollóns, cul d’ olla, cap de suro, pitorro y carapixorro. Me las aprendí insultando por carretera a todo viviente sin que se enterara, claro, pero Anselmo se reía y me corregía.
Se acabaron las noticias y me miró invitándome a ir a dormir, bueno, mejor dicho, a la cama porque eso de dormir comenzó hacía las 4 de la mañana, pero habíamos descansado y teníamos ganas de sexo y yo de semen. Cerré el ordenador, fui a la habitación, Anselmo estaba quitando la colcha y me desnudé para animarlo. Anselmo se desnudó y pasamos a la cama.
— Me follas tú a mí, —dijimos los dos a la vez y nos abrazamos para besarnos.
Anselmo había mejorado mucho besando, había encontrado el placer en los besos. Me metía su lengua en mi boca y la enroscaba con la mía para llegar luego a lo más profundo. Mientras me besaba acariciaba mi polla para hacerme entrar en ganas de penetrarlo. Consentí calladamente y comencé a besar su culo, me puse en 69 para hacerle las caricias a su culo con más comodidad y él se comía mi polla a chupetones y aspiraciones.
— Anselmo, mi amor, a este paso me voy a correr sin follarte como deseas.
— Es que te comería todo entero, porque lo que me haces me está poniendo a cien, como tú dices.
Vi que estaba preparado y me puse detrás de él. Metí el cipote en la puerta de su ano dispuesto a empujar y no hizo falta. Anselmo retrocedió su culo hacia mí y se clavó la mitad de mi polla. Se estremeció, pero no gritó. Eso significaba que podría seguir y seguí empujando. Ahora era yo el que empujaba y sentía un gusto hasta entusiasmarme. Por mi cabeza pasó el siguiente pensamiento: «¡me estoy follando un viejo de más de 70 años!», pero corregí pronto por este otro «¡estoy amando a mi hombre!». Sí, lo que imperaba era mi amor, manifestarle mi intenso amor de modo intensivo y comencé un salvaje mete y saca y Anselmo suspiraba y se me aparecía como lo mejor que me podía haber ocurrido. Yo estaba sudado. Anselmo, siguiendo mi juego, estaba hecho un charco, me agaché para tomar fuerza y dar un empujón más potente y metí mi polla al máximo posible. Mi pelvis quedó quieta como pegada a las nalgas de Anselmo. Anselmo estaba jadeando y dijo:
— Collons, cabró, tira ja cap a dins la teua llet i plena el meu cul fins que m'ho prenyes, fotre!!
No entendí perfectamente pero me lo imaginé por eso de la “llet”. Así que me decidí a descargar mi leche. Yo sentía una sensación de plenitud, alegría y satisfacción. Cuando salí de su culo Anselmo me dijo:
— Vamos a preparar unos whiskys que esto va para largo.
Y me besó llegando a la campanilla del fondo.
Qué noche. ¡Qué noche!
Cuando acabamos alrededor de las cuatro yo era como mantequilla, una follada más y de tanto calor me derrito. Anselmo no estaba para menos, era una pura mierda ya sin fuerza después de haberme dado cuatro veces más por el culo. ¿Cómo puede una persona tan mayor tener tanta energía sexual? Será por eso y por su cariño por lo que yo lo amaba tanto. Así fue todas las noches que estuve con mi querido Alfonso. Lo vi feliz y le prometí que cuando me fuera a mi casa estaría dispuesto para él un rato largo en las tardes.
Estando desnudos y abrazados, sin ninguna atadura externa a nosotros le dije:
— Anselmo, te amo; pide lo que quieras y te lo doy. Si hay una sola cosa que no puedo darte y tú necesites, prefiero morir.
— No digas eso que yo te amo igual.
Nos fundimos en un largo, húmedo y profundo beso.