Después de haberse perdido un par de meses volví a contactar a Joel. Resulta que estaba perdido, huyendo de quien sabe que cagada había hecho. Tenía rato que no cogia con él, esos polvos tóxicos, intensos, de infarto. Me levanté temprano y me preparé para lo que le venía. Generalmente se fumaba su cigarrillito de marihuana para estar bien batro y hoy no lo olvidó. Nos encontramos donde siempre, en la estación cerca de La Ciudad de los Jardines, donde hay varios moteles uno al lado del otro. Apenas se subió al carro le agarré la verga, un bate de 21 centímetros con una cabezota.
Joel es delgado, espigado, con piernas largas, buenas nalgas lampiñas, huevos que le cuelgan apenas salidos de la adolescencia, trigueño, cabello largo y espeso, usa arete y tiene un tatuaje en la muñeca. Se rasura las cejas y a veces luce un corte de cabello doble tono. Habla, camina, viste y actúa como maleantito de barrio. Su trato es hosco en público pero a la hora del culeo es lo que más me gusta de él.
Esa verga de 19 años siempre está dura y dispuesta. Mientras conducía con una mano con la otra le sobaba la pinga, los huevos y hasta el agujerito del culo. Tenía un olorcito entre recién bañado y algo del sudor de la caminata desde su casa. Joel se rasura totalmente, desde el ojo del culo hasta los huevos y la verga, las axilas y las nalgas aunque casi no le crecen los vellos.
Apenas llegamos al push button me pequé a mamarle la verga en el estacionamiento mientras esperábamos que nos abrieran la puerta. Me sostuvo por la nuca mientras me empujaba la pinga hasta el fondo de la garganta. Su verga salía chorreando baba, resbalosa. Yo me concentraba en tragar y el en empujármela. Entramos y nos fuimos directo a la cama, frente al espejo. Puse una almohada en el piso y me dedique a mamarle el huevo concienzudamente. Le pasaba la lengua por los huevos, los muslos, alrededor de la pinga y bajá hasta su culo.
Cuando ya estábamos súper calientes me tiré en la cama y le mandé a que me chupara mi verga. Goloso, se puso a mamar con todas las ganas, sobandome los huevos y lamiendome la cabeza de la verga con gusto. A la vez me puso el culo en la cara, restregandome las nalgas y yo comencé a lamerle el ojete con ganas. La verdad no duramos mucho en eso porque él quería cogerme como le gusta, en cuatro.
Me soltó dos nalgadas con ganas mientras me abria y cerraba las tapas del culo. Se puso un condón y me mordió duro una nalga, me escupio entre ellas y me metió la verga suavecito, luego más duro y luego me la zampó durísimo adentro. Con un pie me pisaba la nuca y con el otro se sostenía para que me entrara hasta el fondo del culo ese huevo duro.
Me estuvo culeando por más de diez minutos sin parar, dandome nalgadas, apretándome, halándome el pelo y diciendome todas las cochinadas que se le ocurrían. En un momento me metio el dedo del medio entre su verga y mi culo y lo estiró un poquito. Ahi fue donde se arrechó más y me sostuvo mientras seguia talandrándome.
Su sudor chorreaba encima de mi y lo puso resbaloso y brillante. Cuando comenzó a venirse yo apreté el culo y le empujé las nalgas. Cuando terminamos me miré al espejo y tenía toda la espalda arañada. Uff, que delicia de polvazo con joelcito.