La vista desde esa parte de la ciudad era hermosa, a ti siempre te ha gustado como se ven las luces de la ciudad desde esa zona. La noche empezaba a refrescar y tus piernas lo estaban resintiendo, no ibas vestida para la noche, tus short cortos no te protegían del frío, eso era culpa mía te secuestre temprano y el día paso volando ya casi era hora de regresar…
Más temprano, en la mañana, ibas caminando muy coqueta por el parque, como cada semana hacías ese mismo recorrido, ya te estaba esperando disimulando que estaba miraba algo en mi móvil, te vi venir desde mi banca, (ella y yo tenemos un vínculo especial, es ahí donde te observó siempre).
Una blusa fresca, un short corto, unos tacones, una bolsa a juego con un sombrero para el sol te hacía ver increíble. Lo primero que note fueron tus ojos grandes y expresivos, tus labios ummmm se antojan desde lejos (tienes una boca… Esos benditos labios rojos que no puedo sacarme de la cabeza, y, que quisiera estuvieran ocupados de otra manera), tus cabellos que salían bajo el sombrero y esas piernas tuyas que provocan voltear a verte. Ibas muy concentrada en tus pensamientos. El camino era de adoquín flanqueado por enormes árboles, buscabas la sombra que daban los árboles al lado del sendero. Me viste y saludaste alegremente, nos encontramos tal como habíamos quedado listos para pasar un día solo para nosotros.
Nos besamos como siempre lo hacemos, y aun así cada beso es diferente, te invite a subir a la moto. Tus ojos lo dijeron todo (no estoy vestida para ir en moto, sentada se te podía ver la parte baja de tu nalga)
Igual al final subimos y arrancamos a nuestro refugio semanal.
Saliendo de la ciudad entre los árboles del bosque detuve la moto, bajamos, tú con cara de que tienes en mente, yo con una sonrisa… esa que sabes que estoy a punto de ordenarte algo. Saque de la mochila tu piedra, el gel y te la mostré.
-¿aquí?
Fue lo único que dijiste (abriendo mucho los ojos)
-aquí señorita ¡ahora! Quiero que sientas los brincos en la moto con la piedra en tu culo, ¡te gustara te lo aseguro!
Después de pensarlo un poco aceptaste con una pícara sonrisa, me acerque para bajar tus short y pude ver tus lindas bragas de encaje ribeteadas en la orilla… algo muy sensual que admirar, las baje también y te apoye en la moto unte un poco de gel en la piedra y lo introduje poco a poco, subí tus prendas y me dispuse a acelerar y hacer brincar mucho esa moto.
Pronto sentirás las vibraciones del camino y los brincos pero créeme hoy lo sentirás diferente. (Alguna vez ya te he hecho acabar solo con las vibraciones de la moto, pero nunca con una piedra ahí guardada)
Los 10 kilómetros del camino estaban envueltos de vistas hermosas, con paisajes que dan para una postal.
Pero hoy lo interesante del camino eran tus pequeños gemidos cada que saltaba la moto y las sensaciones que ibas descubriendo en aquel camino de piedras, lo recorrimos pronto. Ya a la vista estaba la casona, ya casi alcanzábamos la cima de la colina donde estaba nuestro refugio ocasional, aunque no es muy lejos de la ciudad llegar ahí me da una sensación de calma y escapar contigo a ese lugar es algo que disfruto.
Nos recibió Brutus (el pastor alemán que cuida la casa) entre ladridos de gusto y moviendo la cola. Nos saludó con entusiasmo lo acariciamos un poco y entramos en la casa, llegamos directo a nuestro cuarto sin apenas saludar a Juanita la encargada de la casa.
Rápidamente el short estaba tirado en alguna parte del suelo, tus bragas las tenía en mi cara para respirar tu aroma para absorber la humedad depositada en ella… ni siquiera te quite la blusa y menos el brasier, con ansias te aventé encima de las sábanas blancas de la enorme cama de nuestra habitación… doblaste las rodillas un poco y separaste tus piernas invitándome a poseerte (que postal tan hermosa, aunque te conozco por completo y sé de memoria cada detalle de tuyo, no puedo dejar de admirar tu belleza cada que estamos así uno enfrente al otro, es como descubrir nuevamente el paraíso). Cerré mis ojos para guardar esa imagen en mi memoria.
Baje mis pantalones y me arrime para que bajaras mi bóxer, te sentaste un poco y bajaste de ellos con un tirón… ambos estábamos listos para la acción me clavé en ti suavemente y me pediste más fuerza, salí de ti y me clave de nuevo esta vez mas fuerte…
-sí, así
Fue lo que me dijiste, te di otro empujón, para luego parar y salir de ti por completo… subí mis bóxer y luego los pantalones al tiempo que te aventaba tus bragas y recogía el short del suelo.
Tu cara de frustración lo decía todo. Me acerque a ti para besar tu boca, te hiciste la ofendida y quitaste los labios, solo sonreí y te dije:
– el día va empezando hoy me apetece comer junto a la alberca, vamos el almuerzo está listo. (Tome mi mochila y salimos a la terraza)
Así era Juanita ya nos tenía preparado un buen plato de chilaquiles verdes, un poco de fruta, jugo de naranja y un café listos. Le dimos las gracias y comenzamos a comer ella nos dejó solos junto a la alberca.
El día era precioso, muy soleado casi lo pensamos al mismo tiempo… las ropas cayeron de nuestros cuerpos, nos gusta estar desnudos en esa parte de la casa es muy privada y no se ve desde la casa (tal vez si quisieran vernos se tendrían que esconder entre la maleza). Almorzamos y después de descansar un poco tirados al sol nos metimos a nadar. Nos besamos y tocamos bastante entre nuestras constantes peleas de agua, nos excitamos mutuamente, el sol era muy fuerte y antes que nos diéramos cuenta la piel ya la teníamos irritada, (justo lo que estaba esperando) salimos del agua buscando la sombra de un bonito árbol, un cerezo que en particular te gusta mucho, debajo está colocada una antigua mesa de piedra, te ofrecí llevarte sobre mi espalda y subiste a ella, siempre me ha gustado sentir el calor de tu piel pegada a la mía, sentir la suavidad de tus senos sobre mi piel es algo único, llegamos a la mesa te baje solo para tomarte de la cintura y levantarte para depositarte con cuidado en ella, te recosté en la mesa y tu cuerpo sensible por el efecto del sol lo sintió al momento, la fría piedra hizo que tu piel se erizara te mire ahí acostada, vi que aun llevabas la piedra incrustada en tu trasero era una imagen inigualable…
El contraste de tu piel sobre la piedra oscura es alucinante (otra imagen para guardar en mi memoria) te observo, te disfruto, te veo toda tu belleza para mi, todo tu cuerpo a mi disposición, toda tu alma entregada a mí.
Siento el impulso de tomarte en ese instante pero me controlo. ¡Sabes tengo la sensación que hoy será un día memorable! de esos que no se olvidan fácil, de perdida para mi lo será y quiero que para ti también lo sea… por eso me doy un tiempo, por eso trato de esperar por poseerte… quiero entrar en el momento justo, en el momento que cause estragos cuando entre en ti, hacerte explotar en una y mil ocasiones.
Tomo un juego de pinzas conectadas con cadenas entre si… beso tu pezón derecho al tiempo que sientes como la primera pinza aprisiona en tu pezón izquierdo, luego la uno a tu labio derecho, lo beso y coloco la pinza, vuelvo a subir e invierto las cosas, pinzas el pezón derecho un leve beso encima del izquierdo, beso en el labio derecho, pinza en el labio izquierdo, se forma una cruz en tu ombligo y las cadenas rozan por encima de tu clítoris. Las jalo un poco y tu cuerpo reacciona con un leve gemido… pongo mi cabeza en medio de tus piernas, y desde la rodilla voy recorriendo la parte interna de tus muslos con mi barba jugando con tu piel, lentamente hago el recorrido hasta llegar justo a donde se juntan… lamo un par de veces por entre tus piernas provocando un nuevo gemido, quiero beber de ti todo lo que puedas darme… me detengo voy a la mochila por una pequeña carretilla de puntas afiladas. Hoy no habrá cera aunque se cuánto te gusta fundirte en ella, hoy las marcas que queden en tu piel, no serán hechas por las cuerdas que tanto disfrutas sentir alrededor de tu piel. No, señorita hoy la carretilla te ira recorriendo poco a poco irá pinchando poco a poco sobre tu enrojecida piel… se abrirá paso por tus zonas más sensibles, hoy no ocupare de sogas para detenerte, porque estas tan sedienta de esto que sola te quedaras quieta para mí… La carretilla pasa por ti y tu lo aceptas, lo esperas, lo necesitas, esos pequeños piquetes te enervan y tus reacciones me calientan la sangre, ocasionalmente doy tirones en la cadena, y mi mano da leves palmadas encima de tu sexo provocando que la cadena toque esa zona sensible, y te vuelves loca ante mis ojos… meto un par de dedos en ti buscando tocar, frotar, justo el lugar que te hace perder el control…
Cuando no aguantas más te jalo para sentarte en la orilla de la mesa pongo mi polla cerca tuyo y tu calidez me cobija aún sin siquiera entrar todavía… tomó la cadena la tensó un poco y la enrollo en la base de mi erección, mis manos frotan tus hinchados y palpitantes labios, cuando estas cerca de correrte me clavo en ti, la cadena jala tanto tus pezones como tus labios y junto con mi fuerte entrada hace que te corras casi de inmediato… y así continuó entrando y saliendo de ti, la cadena se tensa con cada arremetida, y siento que hasta la piedra que llevas clavada en ti puja por el placer del momento.
Hoy me quiero correr dentro tuyo quiero llenar tu interior con mi calor… quiero que las marcas que hoy queden sean en tu alma, no tanto en tu piel…
Y cuando llega el momento tomo fuertemente tus caderas con una última y placentera estocada en la cual me corro de una forma asombrosa…
Nos quedamos ahí, quietos, tumbados sobre la mesa casi sin movernos solo escuchando muestra respiraciones agitadas buscando perpetuar ese momento y a la vez buscando recobrar fuerzas para empezar de nuevo.
Continuará…