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Fui infiel en mis vacaciones en el Litoral (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Soy Hilda, este es un pseudónimo que utilizaré en esta página. Tengo más de cincuenta, soy de la Provincia de Mendoza, Argentina. Me considero una mujer atractiva y muyyy sensual, además de sociable. Cuando me reúno con mis amigas soy de hablar bastante y a ellas les encanta escucharme. Quizás mi ser verborrágico ha hecho que me explaye bastante con esta historia real, por lo cual la he relatado en 8 capítulos. Espero no aburrirlos y me encantaría que los lean todos, jaja.

Tengo otras varias historias para contar, donde he disfrutado maravillosos momentos sexuales, algunas que ya he publicado y otras que con el tiempo iré subiendo a la página.

Debo confesar que a mi edad, mi cuerpo no es para nada despreciable, si bien soy algo baja (1,65), tengo una cintura pequeña, sin abdomen, mis pechos son discretos pero bien formados y aún bastante firmes, pero hete aquí que mis caderas con buenas curvas, mis piernas bien formadas y mi prominente cola bien parada, son lo que más atrae a los hombres. Yo trato de explotar estos atributos que me han valido por parte de mis amistades un diminutivo del nombre de Jennifer López.

Por si no han leído mis anteriores relatos que he publicado en esta página, les cuento que soy sexualmente muy activa… Insaciable! según mi esposo. Disfruto de múltiples orgasmos. A veces sin siquiera ser penetrada con el solo roce de las sábanas, cuando me lo propongo alcanzo un gran estado de excitación y puedo tener espasmos sin siquiera tocarme. Ni que hablar cuando tengo coitos vaginales o anales, mi libido se torna incontrolable y entro en un trance o seguidilla de orgasmos que no puedo controlar.

Pero además de multiorgásmica soy obsesionada por el sexo, según mi sexólogo Andrés, poseo un impulso sexual excesivo que vulgarmente algunos llaman ninfomanía. Él dice que es muy común que mujeres padezcan uno de los dos síntomas pero no es habitual que se den ambos en la misma persona. No sé si atribuirle a este comportamiento mío una desgracia de la biología o una regalo divino, porque desde muy joven en que comencé a descubrirme hasta hoy, he tenido una vida sumamente activa, llena de placeres y con la ayuda de Andrés he logrado alcanzar una felicidad plena.

En mi matrimonio, por iniciativa mía y recomendaciones de Andrés he empujado a mi esposo a hablar sobre temas bien calientes, me encanta ver películas porno con él, hemos visitado playas nudistas, hemos pensado en ingresar en grupos de parejas swingers y esas cosas. Sin embargo hasta ahora solo lo hicimos en una ocasión en que fuimos con otro matrimonio amigo a un boliche bailable sin saber que se trataba de un lugar de intercambio de parejas y bueno, la verdad es que esa vez me liberé totalmente, historia que he contado en esta página.

Mi temperamento incontrolable me ha llevado a tener sexo con otros hombres en diversas ocasiones y si recuerdan algunos relatos que he publicado, mi primera experiencia extramatrimonial fue con un sodero, cuando llevaba poco tiempo de casada. En otro, escribí sobre unas vacaciones en Santa Clara del Mar donde tuve experiencias de infidelidad con cuatro hombres. Luego uno de estos señores me invitó a Rosario, lo cual motivó otro relato. Él tenía allí un estudio de filmaciones XXX y con su mujer me convencieron para debutar como “actriz porno”. Yo acepté con la condición de camuflarme, para no ser reconocida en los dos videos que hice y que luego subieron a una página porno. Nunca hasta hoy volví a incursionar en eso.

Mi esposo es bastante limitado en deseos y en tamaño, jaja. Él se siente algo desdichado por no poder satisfacer mi infinito e interminable deseo. Creo que imagina mis deslices extramatrimoniales pero él me ama así y moriría si lo dejo, lo cual no está en mis planes ni en mi mente.

Él es extremadamente cariñoso conmigo y en reuniones de amigos o familia me trata de amorcito, cielito, muñequita, etc., pero cuando practicamos el sexo me encanta y lo motivo para que me diga palabras sucias como “golosa”, “comilona”, “putita”, “perra caliente”, “puta insaciable” etc., porque eso me identifica y me da mucho morbo. Él se llama Arturo más un segundo nombre que no daré por privacidad. Si bien a él no le llaman las páginas porno y sus dos únicos amigos, son muy cursis e intelectuales como para esto, no quisiera delatarme con otros conocidos o familiares que puedan acceder a este relato, por lo que mantendré en anonimato su nombre y el mío. A él le encanta que lo llamen por sus dos nombres Arturo NN, pero yo solo lo hago cuando estoy enojada o histérica. En la intimidad desde los primeros años de casados, le digo “Torito”. Él lo acepta con agrado porque le dije que era un diminutivo de Arturito y además porque en la cama es tan brioso y encarador como un toro, pero mis amigas más íntimas que conocen ese apodo, saben que es por los cuernos.

Al igual que los anteriores, este es un acontecimiento real que me ocurrió hace algunos años, cuando tenía 48. Fuimos de vacaciones con mi esposo a un lugar del litoral, del que tampoco daré el nombre.

Voy a intentar usar guiones en los diálogos como hacen los escritores en las novelas, pero les pido disculpas si no me sale bien ya que desconozco esas técnicas. Aclaro que utilizaré el verbo cojer con “j” como se dice en Argentina fornicar, diferenciándolo de coger con “g” que es empleado correctamente por los de habla española. Además emplearé términos argentinos especialmente los verbos que no cumplen con la lengua española pero es con el modo que hablamos en mi país.

Quiero aclarar que esbocé las líneas gruesas de este relato al poco tiempo que sucedieron los hechos pero le di forma luego de 4 años, con la asistencia de mi amiga Flor, que también publica en estas páginas y además valiéndome de los videos que se grabaron según explico en el capítulo 8 que he denominado Epílogo. Allí hago un resumen de la mitad final de estas vacaciones y de hechos posteriores que se sucedieron luego de las mismas y que a la fecha continúan siendo parte de mi vida.

La historia se trata de un paseo o “retiro” que planeamos con mi esposo, en un hotel cerca del río Paraná, en plena zona tropical, donde periódicamente se organizan intercambios de parejas. Yo estaba bastante ansiosa y expectante porque como dije antes, siempre me han atraído las aventuras sexuales. Toto siempre ha tenido la fantasía de verme en la cama con otro u otros tipos y la verdad que a mí eso me produce mucho morbo. No estoy muy segura de querer que él también esté con otra u otras mujeres, ya que si bien yo soy muy fogosa también soy extremadamente celosa y temerosa. Cualquier fulana se puede hacer la gatita con él y darle vuelta el cerebro. Mi esposo es ingeniero civil con buenos ingresos por lo cual tengo una vida bastante cómoda y holgada, sin que nada me falte. Por eso no estoy dispuesta a poner en riesgo esos beneficios, sería muy cruel que me abandone por otra a esta altura de mi vida. Si yo soy infiel es porque estoy segura de lo que hago y jamás lo abandonaría por otro (aunque estuve muy cerca de hacerlo). Las mujeres ahora son muy atorrantas y astutas a la hora de conquistar un tipo por un bienestar económico. A pesar de mis temores en esta ocasión decidí aceptar su propuesta porque necesitaba vivir cosas distintas junto a él.

Unos dos meses antes, Toto había sacado de una agencia un Toyota Corolla 0 km por lo que viajamos en él para disfrutarlo en un recorrido largo por lugares que queríamos conocer por tierra. Planeamos llegar con tres días de anticipación a la fecha prevista para el arribo de las otras parejas, para estar tranquilos, poder descansar y pasar un tiempo a solas lejos de nuestros hijos y familias.

Arribamos a una ciudad chica, donde nos esperaba Juan el dueño del Hotel, un húngaro que pisaba los sesenta y pico. Subió a nuestro vehículo y nos indicó el camino para llegar al lugar, un paraje maravilloso, todo verde y florido, plena selva tropical, con arroyos y pequeñas cascadas, aves de todos los tipos y colores, algo impensable, donde se enclavaba un pintoresco edificio de 2 pisos, con ventanales enormes, galerías externas, un lugar realmente paradisíaco.

Al llegar nos recibió Susy, la esposa de Juan, una hermosa rubia, yo diría despampanante mujer de ojos claros, de unos 42 años. Ambos muy amables y simpáticos, nos mostraron todas las instalaciones, nos presentaron al personal que trabajaba allí y que conforman casi una familia. Doña María la más veterana, de unos 60, era la cocinera, con dos ayudantes, Julia y Viviana, de unos 30 y 24 años respectivamente, esta última embarazada de su novio José, que era el jardinero del hotel. También había una pareja, Francisco de 36 y ella Matilde de 32 que eran mucamos. Todos colaboraban a la hora del almuerzo y cena con el servicio a los huéspedes. También había un profesor de deportes, que venía por las tardes.

Susy era hija de un ucraniano y una española y quizá los genes de su madre la dieron un carácter de mujer extremadamente abierta, como yo por lo que de inmediato nos hicimos muy buenas amigas.

Luego de acomodar la ropa en la habitación, nos fuimos con Toto a caminar al parque que rodeaba el hotel. Algo realmente maravilloso, con dos canchas de tenis, una de pádel, una pileta, cancha de futbol, pista para caminar o andar en bici, todo perfectamente distribuido rodeado de jardines y armonizando con el paisaje. A mi esposo y a mí nos llamó la atención la presencia de varios hombres practicando deportes y en la pileta, ninguna dama. Esto nos contrarió un poco en nuestro afán de estar solos y tranquilos los dos días previos al arribo de los otros matrimonios. Como Toto juega al pádel se quedó mirando como jugaban dos negros y un blanco aparentemente español que de inmediato lo invitó a incorporarse para completar el cuarteto. Yo le dije que se quedara a jugar, yo me fui a caminar por el parque. En eso apareció corriendo Susy con atuendo deportivo y sonriendo me preguntó si andaba buscando algún caballero. Nos sentamos en un banco de madera y nos pusimos a charlar amenamente.

Susy era muy abierta y rápidamente entramos en confianza como si nos conociéramos de toda la vida. Me contó que hacía 10 años que lo conocía a Juan, hasta entonces ella había ejercido la prostitución, pero después dejó de hacerlo porque él le dijo que le daría todo lo que quisiera. Sin embargo el hotel no daba para mucho y además tenían una hipoteca que levantar y ya no sabían de donde sacar dinero.

Le pregunté respecto de la presencia de tantos hombres solos.

-Es un grupo de extranjeros que han reservado durante un mes, 28 de las 30 habitaciones que tiene el hotel. Realizan estudios, conferencias y filmaciones. Son médicos, científicos, técnicos y como 40 tipos más entre los que hay actores porno, todos voluntarios para los experimentos.-

-Experimentos… qué clase de experimentos?

-A Juan le han contado que están desarrollando drogas y otros métodos para el agrandamiento del pene, mejorar la potencia, aumentar la cantidad de semen en las eyaculaciones. Los voluntarios son los que reciben esos tratamientos y se someten a los estudios.

-O sea que son superdotados y muuuyyy furiosos, jajá.

-Ni lo dudes. Por las noches llegan unas camionetas cargadas con prostitutas de la ciudad que vienen a prestarles sus servicios a estos tipos, mientras los médicos y científicos hacen videos y estudios. Los técnicos han instalado cámaras de filmación y pantallas enormes en todas las habitaciones que manejan desde una sala de control y también tienen otros aparatos que supongo que miden pulsaciones, tiempos de duración de las sesiones y no sé cuántas cosas más. A cada chica de las que traen, le pagan 100 dólares por cada hombre con el que fornican.

-Que interesante. Y vos que sos experta en eso, no has participado de esos eventos, jajá

-Ganas no me faltan pero mi esposo no quiere saber nada, me quiere para él solo, jajaja

Ella le había propuesto un par de veces a Juan entrar en el grupo de chicas que vienen por las noches para ganar un buen dinero y poder pagar deudas, pero Juan no se decidía.

Esa noche mi esposo y yo compartimos la mesa con Susy y Juan. El comedor tenía varias mesas redondas ocupadas cada una por 5 a 8 hombres, salvo una donde había 3 hombres y 2 mujeres. Susy y Juan nos comentaron que todos eran extranjeros, la mayoría de Estados Unidos y Centroamérica y que las mujeres eran 2 doctoras en medicina. Yo me había puesto un vestido rojo elastizado que al caminar se me subía hasta las nalgas y tenía que andar bajándomelo. Toto estaba furioso porque los tipos me devoraban con la mirada y me sonreían como invitándome a cojer. Yo me hacía la desentendida pero el morbo había calentado mi piel y sentía que mi tanga estaba mojada.

-Como te vienes con ese vestido cariño, sabiendo que había tantos hombres-

-Arturo NN no seas ridículo, seguro que esos tipos nunca han visto una buena cola en su vida. No me jodas más sino me voy a la habitación.- Juan y Susy estaban algo incómodos pero allí terminó la discusión.

-Ay Torito no seas tan celosito. Sabés que eres mi único amor y no deseo a nadie más que a vos-

Al finalizar la cena y luego de una sobremesa no muy extensa, nos despedimos de nuestros simpáticos anfitriones y fuimos a la habitación. El dormitorio era muy amplio, con un gran ventanal vidriado con puerta corrediza que daba paso al jardín, desde donde se veían los ventanales de las otras habitaciones de planta baja y las de planta alta. La nuestra era la primera cerca del atrio de ingreso al hotel.

Esa primer noche hicimos el amor con mi esposo por insistencia mía ya que él aún estaba molesto por lo de mi vestido. Yo en cambio no podía liberarme del calor que levanté durante la cena con el vino y la mirada de esos tipos. Luego de que Toto terminara, le pedí que me hiciera la cola pero me dijo que estaba molido. Yo sé que a él no le atrae penetrarme por el ano, porque piensa que es antihigiénico y hay riesgo de infecciones. A mí por el contrario, me enloquece que me lo hagan y tengo orgasmos tan violentos por atrás como por delante. Mi esposo estaba en el baño, cuando escuché ruidos de unos vehículos que llegaban, luego muchas voces y risas de mujeres. A través de la cortina entreabierta del ventanal vi que se trataba de tres Trafic que estacionaron frente al atrio y de las que bajaron muchas chicas vestidas escuetamente. Sin duda eran las prostitutas según Susy me había contado.

Toto salió de la ducha, se colocó su pijama y cayó redondo a la cama, a los minutos ya estaba profundamente dormido. Yo, curiosa incurable, cubrí mi cuerpo desnudo solo con una bata corta y salí hacia el pasillo rumbo a la sala, donde se escuchaban gritos, risas y música. Fui al bar en busca de una gaseosa, para ver más. En la sala de estar, en el bar y en la sala de juego se habían repartido los voluntarios con unas treinta o más hermosas chicas que se entregaban al juego de las caricias y toqueteos sin ningún reparo, mientras bebían alcohol. Al cabo de unos 15 minutos se retiraron a las habitaciones, ya con algunas prendas menos.

Yo volví a mi habitación, pero la intriga no me dejaba dormir. Me levanté y salí al jardín por la puerta corrediza, allí me deslicé entre las sombras de los arbustos hasta posicionarme frente a la ventana de una habitación. Tres chicas y cuatro tipos estaban en ropa interior. Me acerqué sigilosamente, tanto como para poder deleitarme con tremendo espectáculo. Una de las chicas le bajó el slip a dos negros, liberando sendos penes enormes. De inmediato comenzó a chupárselos haciendo que aumentaran su rigidez y tamaño… y que tamaño. Quedé atónita, con esos pedazos de vergas de más de 20 cm de largo y varios de grosor que no les cabían en la boca a la rubia. En la cama superking los otros dos tipos de tez blanca le besaban el sexo a una morocha y una rubia. No tardaron mucho en comenzar a coger. Lo hacían cambiando posiciones y también intercambiándose entre todos. En dos pantallas gigantes se podía ver con lujo de detalle las tremendas penetraciones y el perreo que le prodigaban esas bestias a las 3 mujeres. Ellas gritaban de goce y yo gemía liberando un par de orgasmos estridentes. Más de 45 minutos duró el show. Luego se ducharon y vistieron para beber unos tragos.

Yo con ganas de ver más, caminé hacia la próxima ventana, donde pude ver a 2 chicas con 2 hombres que ya se estaban vistiendo.

En ese momento comenzó a llover, primero unas gotas, pero a los 10 minutos caía agua a baldes. Regresé corriendo a mi habitación hecha sopa. Me dejé caer en la cama, me temblaba el cuerpo, pero no de frio sino de excitación. Acaricié a mi esposo insistente pero infructuosamente tratando de activarlo. Afuera continuaba lloviendo tanto que parecía que se iba a terminar el mundo.

Finalmente terminé penetrándome con mis juguetes hasta calmar un poco mi calentura y poder así conciliar el sueño.

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