Mi nombre es Candy, tengo 25 años, soy delgada, mi cabello es lacio y castaño, casi rubio y como cualquier chica de mi edad, tengo novio y me siento muy enamorada de él.
Su nombre es Erick.
Sin embargo, hace poco entre hace poco a trabajar a un despacho de abogados.
Ahí conocí a Rebeca, mi nueva jefa. Tendría unos 33 años aproximadamente.
Nos llevábamos bien, nuestra relación era cordial y hasta ahí. Hasta que un día tuvimos que ir a una convención a otra ciudad.
Como éramos las únicas dos mujeres del grupo, nos hospedaron en la misma habitación.
Después de regresar de una reunión, regresamos a nuestro cuarto a relajarnos.
Comenzamos a platicar sobre varias cosas, entre ellas el trabajo. Surgió el tema de la confianza que debería haber entre nosotras.
– ¿Que me responderías si te pidiera que me dejes ver tu ropa interior? – Me pregunto Rebeca
– ¿Mi ropa interior? Mmm, ¿por qué quieres verla? – Pregunte extrañada
– Si en algo tan simple como eso no me tienes confianza, ¿cómo podrías tenerme confianza en cosas más grandes e importantes? – Me replico
Me dejó pensando, realmente me gustaba mi trabajo y quisiera ascender de puesto. Le mostraré lo que quiere para que vea que si tiene mi lealtad y me vuelvo a vestir – Pensé dentro de mí
Me puse frente a Rebeca y comencé a quitarme la ropa lentamente.
Una vez que estuve de pie en ropa interior, Rebeca se acercó y se hincó delante de mí.
– De pronto me tomo por los tobillos y se acercó a mi pantaleta blanca y me dio un beso ahí en esa área tan intima
– Mmm, Rebeca, ¿qué estás haciendo? – Le reclamé, no me esperaba eso
Pero Rebeca siguió besándome. De pronto sentí una sensación agradable… de placer.
Rebeca percibió que me estaba gustando y siguió besándome encima de mi braga.
Al parecer le gustó, pensé.
Fue entonces cuando ella involucró en el juego a su lengua. Ella continúo besando y lamiendo sobre mi pantaleta al punto que se estaba empapando.
Empecé a jadear, pensaba en quitármela, pero me daba pena con ella.
Me sentía tan húmeda. Ya no tenía sentido que la braga siguiera estorbando. Rebeca me leyó el pensamiento y con su mano la hizo a un lado.
Que atrevida, vaya que quiere mi confianza! – pensé dentro de mi
Finalmente, Rebeca se acercó tanto que su lengua hizo contacto directo con mis labios mayores.
Fue una sensación extraña que ella estuviera invadiendo mi intimidad de esa manera, pero fue un momento muy erótico.
Por alguna razón me daba pena gemir delante de ella, trataba de disimular con pequeños jadeos sexys pero mi gemir ya era inevitable.
De pronto dejo de importarme, y primeros gemidos empezaron a surgir… sexys, femeninos, llenos de placer…
-Ahh, ahhh, ahhhh, Rebecaaa, nooo… ahhh, siiii…
Su lengua y sus labios comenzaron a recorrer mi parte íntima, como explorando territorio desconocido y al hacerlo, me estaba volviendo loca.
Poco después Rebeca se puso de pie y se acercó a mi boca.
Sentí su respiración y al besarme, le correspondí.
Sus labios sabían a labial, sabían a sexo… sabían a mí!
De pronto pude sentir como sus manos se deslizaban por mi espalda hasta acariciarme las nalgas.
Fue cuando no pude más y le pregunte:
– ¿Que estamos haciendo Rebeca?
– Eres muy bonita Candy, espero muy pronto puedas mostrarme que realmente confías en mi
Rebeca se fue de la habitación y me dejo sola, con ganas de más. Me metí a bañar, pero no podía dejar de pensar en lo que Rebeca me había hecho.
Al estar enjabonándome, comencé a acariciarme… en realidad a masturbarme. El contacto del agua en mi vulva me hacía imaginar que era Rebeca hincada ante mí besándome ahí donde tanto me gustó.
Al día siguiente durante la reunión Rebeca toco mi pie con el suyo bajo la mesa. Nos dijimos muchas cosas con la mirada y con nuestros pequeños roces bajo la mesa.
Al salir de la reunión buscamos una sala vacía.
– Te deseo Candy – Me confesó mientras me acariciaba los pechos
– No Rebeca, aquí no… vayamos a la habitación
– No Candy, tenemos otra reunión ¿recuerdas?
Rebeca volvió a hincarse, y besarme sobre la pantaleta.
Poco después la hizo a un lado y volvió a darme cariño con su lengua.
Me estaba volviendo loca. Tuve que taparme la boca para que mis gemidos no se escucharan
La tome por la cabeza para indicarle que continuara. Rebeca se percató que me estaba empezando a venir y esta vez no se detuvo hasta que tuve mi orgasmo… muy rico por cierto.
Al levantarse nos besamos con mucha pasión.
– Me encantas Candy, desde que te conocí me gustaste mucho – Me dijo Rebeca
– No sabía que te gustaban las mujeres – Le respondí
– Dime ¿yo te gusto?
– Si Rebeca, no me había dado cuenta pero me pareces muy atractiva
Salimos de la oficina, primero ella y poco después salí yo. Quedamos de vernos en la habitación.
Ya no llegamos a la siguiente reunión.
Al llegar nos abrazamos y me dijo:
-¿Qué dices si nos damos un baño?
– Si – respondí entusiasmada
Nos apuramos a quitarnos la ropa de oficina que traíamos puesta.
Rebeca abrió la llave del agua. Note que ya estaba desnuda pues pude ver sus nalgas a través de un espejo.
Nunca había visto a otra mujer con ojos de atracción, pero en ese momento Rebeca me parecía hermosa, y realmente lo era.
Nunca había estado con otra chica, desnuda, o por lo menos, no en ese plan – Pensaba dentro de mí mientras me desnudaba. Los sentimientos de duda me invadían.
Aun así, entre al baño, completamente desnuda y nos acercamos. Dejamos que nuestros senos se juntaran y nos besamos en la boca.
Poco después le besé los pezones a Rebeca los cuales se pusieron erectos al contacto con mis labios. Ella hizo lo mismo conmigo al tiempo que nos acariciábamos ahí abajo.
Fue entonces que me hinque ante ella. Note que su vulva estaba perfectamente depilada.
Me acerque aún más y comencé a besar y a lamer su vulva.
Mis labios y mi lengua conocieron por fin su intimidad, mientras ella me acariciaba el cabello. Pude escuchar que jadeaba. Parece que si le está gustando – pensé.
A pesar del ruido del agua, note que gemía cada vez más fuerte, sobre todo cuando usaba mi lengua.
-Ahh, ahhh, ahhhh si, así, así Caty, asiiii…
Trataba de recorrer toda su vagina con mi lengua, de arriba abajo. Nunca había hecho algo así, pero debo admitirlo, me agrado el sabor.
Rebeca me indicaba con su mano que siguiera, que estaba cerca de llegar.
Fue muy evidente cuando empezó a venirse ya que sus gemidos eran mucho más agudos.
No sé cuánto tiempo pasamos en el baño encerradas, pero la cantidad de besos y caricias que hubo ahí dentro fueron incontables.
Esa noche nos desvelamos, entre platica, risas, caricias, besos y… orgasmos. Nuestra plática giraba mucho en torno al sexo y eso nos ayudaba a excitarnos.
La posición en la que más tiempo estuvimos haciendo el amor fue con la del 69, de costado, porque podíamos darnos placer mutuamente. Aunque su ano me quedaba muy cerca, no me atreví a besarlo, solo lo acariciaba en ocasiones.
Nuestros gemidos inundaban toda la habitación, su lengua desplazándose por toda mi intimidad era lo más rico que había sentido en mi vida. Sus dedos me acariciaban la vulva en forma circular y me era muy agradable.
De pronto vinieron recuerdos de cuando Erick me hacía suya. Me encanta mi novio me hace el amor, pero no sabía que me gustaban las mujeres también hasta ese momento.
Nunca me imaginé que fuera a gustarme conocer a otra mujer de una forma tan íntima.
-Ah, ahhh, ahhh,.. Candy, ahhhh…. Rebeca no dejaba de gemir, mientras le hacia el amor con mi lengua. Sentí que quería llegar al orgasmo, y así fue. Rebeca se estremeció mientras dejaba salir un gemido agudo de su boca.
Me coloque sobre ella y comenzamos a besarnos mientras Rebeca me acariciaba las nalgas.
– Candy ¿Crees que pudiéramos seguir haciendo esto?
– Si, bueno, no sé… es que tengo novio
– No tiene por qué enterarse, podríamos vernos en mi oficina
Fue así como mantuve separada mi "trabajo" de la relación con mi novio. Rebeca muchas veces me llamaba a su oficina y me decía al oído: "Desnúdate, quiero hacerte el amor"
Una vez desnuda, simplemente me recostaba en el sofá y me abría de piernas, para recibir sus amores.
Un día, estaba teniendo sexo con Erick.
-Ahhh, ahh, ahh, si, asi Erick… rico… dame rico – No dejaba de decir entre gemidos
Yo estaba arriba de él y de pronto se vino dentro de mí. Saque su pene erecto, me recosté en su pecho y comencé a platicarle mi experiencia con Rebeca como si se le hubiera pasado a una amiga.
Solo quería saber su reacción.
– ¿Crees que lo que hizo mi amiga fue malo?
– No sé, yo no estaría dispuesto a compartirte con nadie más, sea hombre o mujer – me dijo Erick
A partir de ahí, tuve que mantener mi romance con Rebeca en completo secreto. Tiempo después Rebeca tuve que mudarse de ciudad y ya fue más difícil que nos viéramos y decidimos terminar nuestra "relación". Extraño su cuerpo y sus caricias, quizás algún día conozca a otra chica con quien convivir de esa forma, claro a espaldas de mi novio.
Fin