Somos un grupo de pertenencia que llamamos “el club del triskel” personas que tienen una actividad común y corriente, que una vez al mes nos reunimos para disfrutar de la actividad que más nos place: El sexo grupal. Solo ponemos como condición estrictas normas de salubridad, discreción y respeto por el otro. Dirigida por el Maestro, cargo rotativo entre los partícipes varones.
La necesidad humana de compartir y disfrutar que persiste desde el origen mismo de la especie. La cantidad de partícipes debe ser impar, el Maestro conduce la coreografía escénica del sexo grupal, una de las partes más complejas y entretenidas, el juego que más disfrutamos es el todos los varones haciéndolo con una sola mujer. El único objetivo perseguido con la actividad de este club privado y secreto es compartir los mejores momentos de la vida, divertirnos en libertad y sin restricciones.
Este es el caso, testimonial del primer encuentro grupal para iniciar la serie de relatos de los eventos realizados en El Club del Triskel, aunque en esta ocasión lo hicimos en nuestra casa luego de compartir el momento fundacional del club, mi pareja se ofreció ser la primera mujer en recibir las atenciones de sus machos. Vamos al relato…
Habíamos dado una fiesta para un selecto grupo de amigos, la suculenta comida y los tragos fueron raleando la concurrencia. Todos los que solemos reunirnos saben que cuando el licor hace efecto el círculo de adictos a la transgresión siempre se atreve a subir la apuesta de la vez anterior.
El sexo grupal no estaba en ningún plan, solo se dio, de pronto, como salido de la nada misma, el deseo se había instalado dentro nuestro y copado el centro de la escena.
El juego de naipes fue la forma elegida para comenzar a competir, las apuestas eran pagadas con penitencias o quitarse una prenda, mi esposa fue la primera en perder tres manos seguidas, al perder esa última mano dijo que prefería cumplir la penitencia a quedarse sin falda. La penitencia era elegida por Hugo, el maestro, le indicó que tendría que hacerle un cariñito a Javi, su cuñado, pero no una simple “tocadita” sino una masturbarlo durante dos minutos y que si éste eyaculaba era el perdedor.
Las ganas puestas por Daniela en la intensa masturbación puso en problemas al Javi, que con gran dificultad por concentrarse pudo llegar al azaroso tiempo límite sin venirse, en consecuencia él debería mamarle los pechos a mi esposa durante dos minutos.
Ella cede y él comienza a mamarle el pezón izquierdo, el más sensible, sus gestos no pueden disimular la excitación que conmueve de pies a cabeza, cada instante. Voy por el pezón derecho, apretado en una mano mientras mamo, la otra mano la ocupo frotando el sexo. El maestro le dice que sean las manos de los dos para masturbarla, Javi deslizándose por el culito, frotándolo suave.
La pausa nos permite desnudarla por completo, sus piernas tiemblan, beso su cuello, Javi entre las piernas y de pleno en la vagina. Sin poder contenerse comenzó a sacudirse agitarse bruscamente, está llegando a la cima del orgasmo. Fueron como… diez minutos de agitación a pleno, cuando el maestro ordenó que era tiempo que Javi le diera verga por la vagina.
Daniela estaba sentada en el sofá, Javi levantó sus piernas, se hinco entre ellas, comenzó a penetrarla suave y lento, mientras colaboro besando su boca y amasando sus tetas. Estuvo dándole bomba un buen rato sin venirse, me cedió el lugar poder coger a mi pareja, dejó las piernas elevadas sobre mis hombros y comencé a penetrarla. Javi se arrodilló y colocó su grueso miembro en su boca, le gusta bien poco, ahora está mamando como una entusiasta profesional. Las dos vergas en sus dos bocas la llevaron a otro estrepitoso orgasmo.
Terminamos los tres muy excitados, mi mujer pidió que le permita bajar las piernas, le urgía sentarse empalada en el miembro de Javi y cabalgarlo.
Nos trasladamos al dormitorio, Javi tendido en la cama, Daniela se ensartó el miembro de él, y se la enterró despacio hasta llenarse la cueva con la verga. Comenzó a cabalgar bien duro, colocado a su espalda la acaricio, bajando la mano a sus nalgas y jugar con el marón, con el dedo voy dilatando el hoyo. Poco a poco va cediendo, abriéndose, haciéndola gemir, a gritar por la excitación creciente, galopa como potra desbocada, las manos de Javi sostienen aprisionando las tetotas en fuertes e intensos manotazos.
El espectáculo estimulante y provocador, me pajeo a mil, situado a su espalda espero que termine de inclinarse sobre Javi, abrí las cachas y comencé a penetrarla por el ano, la excitación la pone a mil.
Nos sentimos las vergas desde adentro de mi mujer, luego de sincronizarnos comenzamos a movernos en armonía, tomando ritmo y contundencia en la penetración. La guacha comienza proferir gemidos cada vez más fuertes, a gritar su excitación sin ningún cuidado, una loca desaforada, potra desbocada.
Los tres nos habíamos acoplado en la sintonía perfecta, con ritmo y pasión sostenida, así fuimos llegando a un impresionante orgasmo, Daniela fue la primera en llegar al ansiado trofeo, repitiendo las contracciones propias de un alocado éxtasis secuencial con pocos segundos de pausa. La loca excitación provocó que pocos minutos después, mientras ella seguía vociferando su calentura, llegara la eyaculación de Javi, enlechando la conchita de semen, sobre los bramidos de éste llegaron los míos, regando el culo de mi mujer con la leche.
La tremenda acabada nos encontró apilados, uno encima del otro, ella emparedada entre dos porongas chorreando leches.
Le dimos un respiro, tendida entre sus machos, adormilada, mientras sus machos nos fumamos un cigarro para completar el relax.
Recuperada de los tremendos orgasmos renació el erotismo, Daniela está exultante, renovadas ínfulas de ir por más, Javi comenzó por acariciarla en los pechos, mamando uno, yo me adueñé del otro, también comenzamos a darle dedo, yo delante, el por detrás. Acosada por todos lados, solo podía aguantarse y soportar tanto erotismo recorriendo sus entrañas, su excitación nos había contagiado.
Javi se ahorcajó sobre el rostro de la mujer, ella tomó la pija en sus manos, acariciando y se la engulló de un bocado, mete y saca de la boca, acariciando y lamiendo el glande, mamando como si de esa caricia bucal dependiera su existencia. Levanté las piernas de Daniela, apoyadas sobre la espalda del Javi, se la metí y comencé a darle verga lentamente, la sentía caliente, dilata y súper lubricada de semen. Sensación morbosa estar bombeando en su concha y sentir la esperma ajena.
Posición algo incómoda, pero el morbo del semen ajeno me excitó tanto que no me pude contener y me vine en menos de diez minutos, lanzando mi esperma para seguir colmando la “casita” de Daniela.
Ella estaba tan concentrada en la mamada que casi no registró mi acabada. Tan pronto desocupé la cueva enlechada, Javi se apresuró a continuar la tarea, metérsela y bombearla suave y lento.
Estar dándole máquina en el exceso de lubricación acortó sus tiempos, se vino rápido, un polvo bien movido y bramido al momento de vaciarse.
Este fue el debut del club del triskel, primera experiencia de sexo grupal, teníamos tantas ganas de inaugurarlo que mi pareja se prestó para el acto inaugural y poder relatarlo para los aficionados al sexo grupal.
En sucesivas entregas iré relatando los nuevos encuentros, si quieres conocer algo más, escríbenos a [email protected].
Lobo Feroz