Estaba completamente desnudo y boca abajo en aquella camilla, bien sabía que Elizabeth deseaba humillarme junto con su amiga Gabriela, ya que si algo le gusta a mi esposa, es verme humillado y sometido.
Después de unos minutos escuche como la puerta del consultorio se abría y la voz de mi esposa que decía.
– ya está listo Gabriela, tú dices cuando comenzamos
– mmhhhh… me parece muy bien, pero levántale un poco el trasero
Elizabeth se acercó a la camilla, metió su mano debajo de mí y yo por impulso levante mis caderas, quedando completamente empinado.
– así esta excelente -exclamo Gabriela.
Escuche que mi esposa soltaba una ligera risilla y después le preguntaba a Gabriela.
– ¿vas a usar lubricante? O así en seco le vas a meter el dedo.
La forma de expresarse tan cruel de Elizabeth, hizo que mi hombría se fuera por los suelos.
– voy a usar un poco de lubricante, pero solo será en la puntita.
Ambas mujeres comenzaron a reír, a las dos les encanta humillar a los hombres y yo era su presa perfecta, comencé a escuchar que abrían algunos anaqueles y segundos después, escuche a Gabriela decir.
– sepárale un poco las nalgas.
Instantes después, sentí como mi esposa posaba sus manos en mis glúteos y me los separaba de una forma tosca.
– así está bien -pregunto Elizabeth.
– así está perfecto.
Comencé a sentir como Gabriela esparcía un líquido justo en mi orificio anal y segundos después, sentí como su dedo hacia presión, eso me provoco algo de dolor, pero las dos mujeres solo rieron y me dijeron que me estuviera quieto, el dedo de Gabriela comenzó a entrar lentamente en mi, pensé que sería algo rápido, pero Gabriela era experta en humillarme, y comenzó a mover su dedo hacia los lados, el dolor aumento considerablemente, pero decidí solo aguantarme, ya que sabía que no iban a hacer caso a mis suplicas, después de algunos segundos se detuvo y en ese momento sentí como una punzada, que provoco que tensara mi espalda y se me escapo un grito de dolor.
– hoooaaa… despacio Gabriela, por favor
Pero claro, ni ella ni mi esposa me hicieron caso, por el contrario, Gabriela de un empujo metió su dedo hasta el fondo y en ese instante, para mi sorpresa, tuve una erección, Gabriela de inmediato se dio cuenta de eso y le dijo a mi esposa.
– vaya Elizabeth, mira que rápido reacciono tu esposo… jajaja.
Elizabeth se paró a mi lado, se agacho un poco y de nuevo metió su mano entre mis piernas y sujeto firmemente mi miembro.
– es cierto Gabriela, a lo mejor es mariconcito y después va a pedir más.
Ambas mujeres rieron y Gabriela comenzó a mover su dedo de un lado a otro, mientras que Elizabeth comenzó a masajear mi miembro lentamente, yo al sentir tales tocamientos solo me sujete de los costados de la camilla, sentía una sensación entre dolor y placer, el dedo de Gabriela moviéndose dentro de mi, provocaba que moviera mis caderas y Elizabeth aprovechaba esos movimientos para masturbarme, los segundos pasaban y Gabriela comenzó a hacer sus movimientos más y más rápidos y eso claro, provoco que mis caderas se comenzaran a mover casi sin control.
– eres una experta Gabriela, mira como lo está gozando.
Elizabeth tenía razón, el dedo de Gabriela había alcanzado mi próstata y me estaba provocando un gran placer y no solo eso, además sentía una relajación en mi esfínter bastante peculiar.
– así es Elizabeth, y si muevo más rápido mi dedo y tú haces lo mismo, créeme que se vendrá abundantemente… jajaja
Yo solo cerré mis ojos, el dolor había disminuido bastante y ahora se había convertido en oleadas de placer que iban y venían desde el centro de mis nalgas, pasaban por mi miembro y llegaban hasta la base de mi cuello y sentía como mi miembro se ponía más y más duro, las dos mujeres notaron eso y comenzaron a acelerar sus movimientos, no creía lo que me estaban haciendo, jamás pensé que podía sentir tanto placer al ser penetrado y mucho menos al ser penetrado por el dedo de una mujer, intente detenerme y rechazar el placer que sentía, pero no pude hacerlo, mi cuerpo reaccionaba de forma espontánea y sin control, hasta que después de unos minutos de estar recibiendo tal tratamiento, comencé a gemir y a mover más rápido mis caderas, y en ese momento Gabriela le dijo a mi esposa.
– ponle el recipiente bajo el miembro.
Escuche un ruido metálico y después ambas mujeres hicieron sus movimientos más firmes y en segundos, mi cuerpo comenzó a convulsionarse y sin quererlo, lance varios gemidos y comencé a venirme.
– muy bien, ya viste como lo disfruto -dijo Gabriela.
Elizabeth continuó masajeando mi miembro, hasta que este quedo completamente flácido.
– jajaja… creo que ya quedo… jajajaja
– te lo dije, con esta técnica pueden venirse varias veces, solo es cuestión de dejarlo descansar un poco.
Gabriela saco su dedo de mi trasero y Elizabeth soltó mi miembro y comenzó a pasar su mano por mi trasero para limpiarse los restos de semen que tenía.
– cuanto tiempo hay que dejarlo descansar
– unos minutos nada mas
Las dos mujeres se fueron hacia la parte delantera de la camilla y yo intente levantarme, pero Elizabeth me sujeto de la nuca y me dijo.
– no, así quédate, quistecito y con tus manos en la espalda.
Me acomode como ella me dijo y escuche que Gabriela le decía.
– el sexo es como una droga Elizabeth, si se lo proporcionamos diario y varias veces al día, el después pedirá más y tal vez lo conviertas en un adicto a que le metas el dedo… jajaja
Las dos comenzaron a reír, mientras que yo permanecía inmóvil, escuchando sus planes, sometido y humillado, al cabo de unos minutos se repito todo, pero ahora Elizabeth fue la que me introdujo el dedo, y de nuevo volví a terminar en cantidades abundantes, no se cuánto tiempo paso, lo que si se, es que termine unas cinco veces, y algo me decía que aún faltaba lo peor.
Continuará.