Somos una pareja feliz con una vida sexual activa. Mi esposa es una mujer guapa de muy finos modales yo un hombre dedicado, aventurero y con muchas historias por contar. Siempre con ella hablaba de lo feliz que me siento con ella y muy contento de poder expresarle todos mis deseos.
Mis primeros años de matrimonio fueron normales, de sexo activo entre ella y yo, de disfrutar cada momento y de tomar oportunidad para coger en cualquier lugar, en el carro, en el trabajo, en la iglesia, en la playa, en el elevador, en la disco, en cama de su madre, en el baño de las fiestas, en su oficina, en mi trabajo. En todas partes cogíamos, en todas partes le daba sus mamadas de coño hasta hacerla correr y de la misma manera ella, me sacaba la leche tres y cuatro veces al día.
Pero al pasar el tiempo comprendí algo que iba a cambiar para bien en mi vida. Hablando con mi hermosa esposa de cómo comenzó su vida sexual ella me confesó que su apetito sexual siempre fue muy fuerte que con sus compañeros de colegio ella siempre tenía fricción en fiestas y que ella sin necesidad de penetración siempre se venía hasta ese momento era para ella algo normal.
Luego convirtió ese deseo en algo frecuente ya que si no había encuentros de baile, en la disco o fricción casual con su cuerpo le pedía estimulación y fue allí donde ella comenzó su maravillosa etapa de masturbación. Este acto se repetía 4 y 5 veces todos los días. Ella me contaba que su almohada, su cobija, su peluche, sus manos eran sus grandes aliados, fue así como de alguna manera convirtió el sexo en lo más hermoso y placentero para ella.
Se graduó del colegio y luego de la Universidad dejando atrás personas importantes que fueron sus parejas, todos en diferentes tiempos ya que siendo una mujer muy caliente tenía una particularidad, siempre fue fiel a sus parejas o a esa persona especial del momento. Siempre los hombres que tenían la halagan y le agradecía por ser tan ardiente y eso a ella la llenaba de gusto y placer.
Retomando la historia, en mi matrimonio yo analice que ella lo que necesitaba era placer y comencé a hablarle si para ella era suficiente lo que yo le daba, y ella de manera sincera me dijo que en lo económico y en el trato ella estaba plena, pero que me iba a confesar algo, yo de momento me quedé pasmado pero me dispuse a escuchar, ella de manera dulce me dijo que me amaba y que no se imaginaba una vida si mi y nuevamente mi alma regreso a mi cuerpo ya que pensaba que su confesión tenía que ver con cuernos.
Luego me dijo que si yo tenía claro las confesiones de masturbación y de fricción que ella me había confesado y le dije que si, a lo que replicó con voz entre cortada “Te quiero confesar que los polvos que me hechas a diarios no son suficientes ya que dos o tres cogidas diaria no son suficientes para mi“ Y me dijo “te quiero confesar que todos los días me pajeo dos o tres veces” y que era la única manera de conseguir estar tranquila. Le pedí que me lo contará todo y ella comenzó sus maravillosas historias de masturbación y auto satisfacción.
Le dije que me contará todo que yo no sólo era su esposo que también era su amigo, ella bajó la cabeza y de manera particular sus ojos se llenaron de lágrimas, le dije que no se sintiera mal pues yo estaba para escucharla le repetí “cuéntamelo todo” y ella comenzó a hablarme de cómo después de tener orgasmos conmigo su cuerpo le pedía más y lo que más la confundía era que su mente la invitaba a pensar en otros hombres, le dije que continuara, dijo que no quería lastimarte y yo le repetí “Te quiero escuchar”, ella continuó con su historia y fue allí como comenzaron a aparecer personas y nombres inimaginables.
Ella me confesó que se pajeaba por su compañero de oficina, por tres de mis empleados, por el joven de transporte escolar de nuestra hija, por su primo, por el hermano de su amiga, por compañero de grupo musical, por un hombre que siempre ella sorprendía mirándola en la iglesia, por uno de sus clientes, por el electricista que nos hacía reparaciones en casa.
Yo le pedí que parara, ya que le quería preguntar algo, ella me miró sorprendida y me dijo “te escucho”, yo le pregunté que de todos ellos con cuál había cogido y ella me dijo que con ninguno pero que a todos les había dado la oportunidad que la miraran, le pedí que me explicara y ella me dijo que me iba a explicar con un par de ejemplos, me contó que cuando el electricista llegaba a casa ella siempre lo trataba de manera especial y hacia que el pensará que ella estaba ocupada en los quehaceres de la casa, mientras el hacia su trabajo ella se ocupaba de colocar cuadros y de organizar todas las cosas de la casa pero en realidad con sus pijama corta lo único que buscaba era que el electricista la mirara, luego ella subía al segundo piso y desde la ventana de cristal lo miraba y le encantaba ver como su pene se miraba duro, allí ella comenzaba su masturbación luego bajaba y con sus manos aún húmedas de sus líquidos le pagaba y por último le daba la mano a este personaje.
Cuando el cerraba la puerta ella entraba al baño del primer piso a oler lo que el electricista había terminado de hacer, pues descubrió que este hombre también se pajeaba por ella lo que le generaba nuevamente ganas de pajearse. También me contó lo que hacía con el hombre de la Iglesia, me dijo que siempre él se sentaba diagonal a ella en el área opuesta de la iglesia y que ella siempre buscaba estar a la vista de aquel hombre, ella lo miraba y cuando conectaban las miradas abría sus piernas para que el pudiera ver sus pantis y que muchas veces ella no traía pantis solo planeando el que él la mirara y pudiera ver su vagina.
Se calentaba mucho cuando la iglesia completa se colocaba de pie y ella miraba que él no lo podía hacer porque su pene lo pondría en evidencia con todo el que estuviera a su alrededor. Ella nuevamente me pidió perdón por lo que me estaba contando a lo que yo respondí poniéndome de pie y mostrándole como tenía mi verga con sus historias.
Una a una me contó todos sus planes y la manera como se pajeaba cada uno de ellos y yo termine diciéndole porque nunca cogió con ellos a lo que ella me respondió, porque eres mi esposo y nunca te mentiría, le dije que yo la entendía lo que te pasa y lo que su cuerpo necesitaba.
Ella me abrazó y yo le dije al oído que lo que le pedía era que nunca nuestro matrimonio se lastimara y que a partir de ese momento le ayudaría a que cada uno de ellos no fueran historias de masturbación solamente, ella me miró y me dijo no te entiendo y yo nuevamente le dije al oído a partir de hoy comenzaremos a planear como te coges cada uno de ellos y terminé diciendo sé que yo solo no sería capaz de saciar tus deseo y es por esto que hoy me coloco a tu disposición para planear y ser tu cómplice en tus nuevas cogidas. Nos abrazamos y luego le di una buena cogida.
Esa noche ella no paró de hablar de cada uno de ellos y yo no paré de sentir arrechera por el nuevo descubrimiento. Esa noche me enteré que para ella no era suficiente un hombre y allí comenzó nuestra mejor etapa de matrimonio.
Me encanta que mi mujer coja con otros.