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La historia de Ángel, solo era un muchacho (29)
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Habíamos vuelto a casa y el fin de semana se nos hizo muy corto, nos lo habíamos pasado de locura conviviendo y follando. Todo volvió a la rutina y cada uno a atender sus obligaciones. Álvaro tenía esperándole trabajos de cierta urgencia, pacientes que deseaban que fuera él quien les atendiera, y Pablo volvió a ayudar a su tío, continuar con sus proyectaos para lo que haría con el abuelo de Oriol, don Ernesto.

Por mi parte analizaba la información que mis profesores me habían remitido vía mail, Oleguer y Guido deseaban desempeñar su trabajo a conciencia. Faltaban solamente dos días para la Navidad y asistía asombrado a todos los preparativos que se iban sucediendo, en la cocina sobre todo, preparando ingentes cantidades de comida como si fuéramos a ser un regimiento.

Ese día me sentía nostálgico y comí muy poco, al punto que Victoria la mamá de Álvaro, me miro alarmada, estábamos los tres en la mesa y se levantó para sentarse a mi lado.

-¿Qué te sucede cariño? Estas inapetente, podemos pedir otra comida si te apetece más. -sonrió deliciosamente y me cogió una mano.

-No querrás que Álvaro se enfade conmigo por no tratarte bien. -dejé el tenedor para estrechar su mano entre las mías.

-No es nada Victoria, son solo las tristezas que transmiten estas fiestas, y la comida está deliciosa como siempre. No tienes que preocuparte.

Lo cierto era que desde que Pablo había llegado, y quizá por la intensa actividad que llevaba me sentía más cansado, pero todo lo compensaba saberle cerca y que cuando le apetecía y sus obligaciones se lo permitían llegaría para estar un rato juntos.

Subí a mi habitación después de comer, lave mi boca y me tendí un momento en la cama, hacía mucho calor y me quedé con una camiseta floja, sin mangas, y un pantalón de tela fina recogido en los tobillos con una goma.

Me adormecía por momentos escuchando música, el tiempo había vuelto a coger ese ambiente gris y gélido, preludio de una inminente nevada. Me sacó de la somnolencia el sonido del claxon de un vehículo y me levanté para mirar por la ventana.

Aunque no eran más de las cinco de la tarde, la oscuridad estaba cubriéndolo todo, ligeros copos de nieve volaban revoloteando dispersos. Estaban estacionando dos coches ante la puerta principal de la casa y me llamó la atención, de inmediato, el plateado mercedes que reconocí al instante. El coche que conducía habitualmente el doctor David Salvatierra, y era él porque en ese momento descendía del coche dirigiéndose al caminito que conducía a la puerta.

Sin pensarlo demasiado corrí hacía la puerta y bajé las escaleras saltando, no pensé el motivo de que su llegada me alegrara tanto. No me preocupé de mi aspecto, solo quería estar en la puerta cuando llegara.

Victoria y Mateo esperaban de pie ante la puerta y un sirviente la abrió cuando el timbre de carillón dejó oír su música, el viento soplaba fuerte y una racha de aire frío me obligó a dar un paso atrás. Detrás de David, e inmediatamente, penetró Marcos portando un gran número de bolsas en las manos.

Mientras David abrazaba a Victoria y saludaba al señor Mateo, Marcos no dejaba de mirarme, amistosamente por supuesto, y me hizo una señal de saludo con la mano. David reparó en mi persona y se acercó rápidamente para abrazarme y elevarme en el aire entre sus brazos.

-¡Ángel, ¿te he levantado de tu siesta precioso?! -entonces me di cuenta de como iba vestido, y calzado con unas simples zapatillas de piel. Sentí el rubor cubrirme las mejillas y para ocultarlo quise acercarme y darle un beso en la mejilla, él desvió la cara y unió sus labios a los míos. Sentía como enrojecía más y más, no me espera aquello delante de los padres de Álvaro y de Marcos que estaba muy pendiente de lo que sucedía.

De alguna manera conseguí retirar mi boca y separarme de su abrazo.

-Me alegra verte David, ¿y Oriol?

-Se ha quedado en la hacienda, sus abuelos no le dejan que se mueva y teníamos que haceros entrega de ciertos encargos que nos hicieron. -entonces se volvió hacía Marcos.

-Puedes volver a la Hacienda, no te necesito más, volveré en mi coche. -Marcos saludó con cortesía y sin replicar se volvió saliendo a la fría tarde.

-Vamos a tomar un te querido, es la hora y supongo que te apetece. -Victoria le sujetó del brazo y se lo llevó hacía el salón, su marido y yo les seguimos.

David se sentó en una butaca lateral a la chimenea y me señaló el asiento a su lado.

-Ven Ángel siéntate a mi lado y déjame que te mire. -hice como me pedía, me sentía algo ridículo con mi ropa y más cuando notaba que me miraba intensamente.

-Estas muy interesante vestido de esa manera tan íntima. -cada minuto que pasaba me iba poniendo más nervioso, no creía merecer tanta atención por su parte y que descuidara la charla con don Mateo, para terminar de ponerme temblando colocó la mano sobre mi rodilla apretándola con suavidad pero enérgico.

-Ana María nos ha llenado de paquetes para ti, y también Eduardo me entregado este paquetito pidiéndonos que te lo entregáramos personalmente. -retiró la mano de mi rodilla y sacó una pequeño envoltorio del bolsillo interior de la chaqueta que me alargó.

Dudé sobre si debía abrirlo en ese momento, pero Victoria terminaba de llegar con una criada y antes de servir el te se me quedó mirando, a mi y al envoltorio que no me atrevía a abrir.

-Vamos Ángel, veamos lo que el bueno de Eduardo te envía. -sabía que no era por curiosidad malsana y manipulé el lazo que sujetaba el papel adornándolo. Apareció un estuche que se abría pulsando un pequeño botón dorado.

Me deslumbraron los bellos brillantes que desprendían reflejos de luz, engarzados en ligeros eslabones de oro amarillo, debajo de la pulsera había un sobre blanco que no me atreví a abrir en ese momento.

Victoria se cambió de asiento para sentarse a mi lado y muy curiosa mirar la valiosa alhaja.

-Es bellísima, Eduardo tiene que estar muy contento contigo por lo que demuestra tanto interés. -se la entregué para que la mirara con detalle mientras David le respondía.

-Todos estamos contentos con Ángel, se ha sabido granjear un un gran afecto de todos, por unos motivos u otros nos tiene entusiasmados. -le miré creyendo que se burlaba, pero una enigmática sonrisa le afloraba en los labios.

Volví a considerar lo hermoso y varonil de la figura de David, añadido a esa impronta de poder absoluto sobre todo y todos, y volví a darme cuenta del magnetismo que irradiaba logrando que todos estuviéramos pendientes de sus palabras y sus gestos, deseando complacerle.

-Gracias David. -volvió a colocar la mano sobre mi rodilla en una sutil caricia.

-Es la verdad Ángel, no tienes que agradecerme que diga lo que todos sentimos. -Victoria devolvió la joya al estuche y lo cerró sonando el clic metálico que sonó como si hubiera sido una caja fuerte, en el fondo del estuche quedó olvidado el mensaje de Eduardo.

David y don Mateo comenzaron una conversación sobre el negocios de las clínicas y creí entender que David tenía mucho interés en que Álvaro se incorporara al negocio, terminamos de tomar el te y David se levantó, al principio creía que era para despedirse, pero estaba muy equivocado, su visita empezaba ahora.

Te ayudaré a subir las bolsas con los encargos de Ana María, quiero ver la expresión de tu cara, para cuando la vea explicarle lo que sentiste, me lo ha pedido encarecidamente.

Victoria se levantó también y quiso acercarse a las bolsas pero David la contuvo.

-No te preocupes, no tengo prisa y puedo hacer los viajes que hagan falta, ademas tengo que hablar con Ángel. -parecía que había dado una orden o eso me pareció a mi. Cogió una bolsa en cada mano y se encaminó hacia las escaleras sin esperar para ver si le seguía, cogí a mi vez otra de ellas y le seguí escaleras arriba.

Dejó las bolsas en el pasillo y volvió a bajar para recoger el resto, yo las fui metiendo en el cuarto que compartía con Álvaro, después vería donde dejaba tanto paquete.

Subió con lo que faltaba y se sentó en la cama observándome.

-Vete abriendo los paquetes, Ana María estaba entusiasmada y pensaba que serían de tu agrado. -hice lo que sugería, u ordenaba, ya no distinguía entre una cosa y otra.

Como imaginaba todo eran nuevas ropas que me había comprado, lo más probable con el dinero de Eduardo, pero no podía dejar de pensar en el detalle de preocuparse hasta ese extremo por mi.

Pantalones, camisas, chaquetas y ropa interior muy atrevida y de orientación sexual que al verla la devolví a su caja abochornado, pero realmente todo era precioso y y basado en el buen gusto que le caracterizaba.

-Todo es muy bonito, precioso, le daré las gracias de inmediato y cuanto tu la veas le das un beso de mi parte. -David se levantó y se acercó lentamente donde yo estaba, cerca del sofá que daba al gran ventanal de la fachada principal de la casa.

Me sujetó la cintura cogiéndome por detrás y me apretó contra él.

-Primero tendrás que entregármelo tu para ver la intensidad de tu agradecimiento. -quise alejarme de él y como me tenía sujeto con fuerza lo único que pude hacer fu empujarle con mis nalgas proyectándolas hacia atrás. Fue un mal movimiento por como él lo interpretó.

-¿Qué, tu culito necesita de mis caricias? -y sentí palpitar, moviéndosele, la verga contra mis nalgas.

-¡No David! Estamos en la casa de don Mateo y Victoria, se supone que soy el novio de su hijo. -como un relámpago pasó por mi cabeza mis encuentros con Pablo en la misma habitación, para ellos no puse muchos problemas, pero tampoco iba a resultar tan facilote como para dejarle que cumpliera lo que quería sin oponerme, u ofrecer una digna oposición que me dejara en el lugar correcto.

David me soltó y suspiré aliviado, volvió a sentarse donde estaba, colocando la mano sobre el enorme bulto de la erección de su entrepierna.

-Lo siento Ángel, creía que te apetecería y que te era agradable por los otros momentos íntimos que hemos tenido, pero entiendo que ahora tienes lo que deseas, dos afortunados hombres para que te gocen y que además son mis amigos.

No se lo que vi en sus ojos grises, dolor o pena, quizá ambas cosas y para mi era tremendo ver que causaba esas sensaciones cuando estaba acostumbrado a lograr que los hombres se sintieran felices a mi lado.

Fui rápidamente hasta el borde de la cama y me arrodillé abrazando sus piernas y colocando la cabeza sobre sus muslos.

-No es eso David, perdóname. Tu me encantas, me dominas como nadie lo hace pero estoy confundido, te me escapas de mi razonamiento y no se explicarlo. -me acarició el cabello y sentí las yemas de sus dedos pasar por mis ojeras y cuello logrando que me estremeciera.

-Supongo que Álvaro y Pablo te tratan bien, confío en que así sea, y a pesar de todo lo que eres, sobresale que también eres leal, a ellos y a tu dignidad. -suspiró inspirando profundamente y continuó metiendo los dedos entre mis cabellos acariciadores y tiernos.

-Déjame decirte una cosa Ángel, tu eres un ser especial, lo he podido constatar entre todos los que te han tratado, sobre todo los que has estado íntimamente contigo y te han probado. -sin darme mucha cuenta de lo que hacía subí una mano a su entrepierna y la coloqué sobre el prominente bulto de su polla.

-Creo que don Manuel se equivocó al regalarte a su sobrino, no porque crea que no mereces lo mejor, simplemente porque pienso, como muchos, que tu no eres, ni estás, para dar placer a uno o dos hombres simplemente. Ahora eres libre por deseo de Álvaro, pero no olvides que también es un deber, para los que pueden y tienen esa facultad, hacer felices a lo hombres que te rodean. -se inclinó y cogiéndome por los sobacos desnudos me incorporó abrazándose a mi cuerpo.

-Me gustas Ángel precioso, solo con pensar en ti se me endurece la polla aun estando lejos, y ahora mira como me tienes. -se separó unos centímetros para que viera con los ojos lo que sentía presionando en mi vientre. Gemí y me apreté contra él para aplastar la dureza de la verga entre nuestros cuerpos, como si con eso pu¡diera aliviar su necesidad.

¡Oh! David, la tienes durísima.

-Por ti pequeño, tu haces que se ponga de esta manera.

-¿Entonces soy y seré un puto al que todos queráis follar?

-No precioso, tu eres un Ángel para todo hombre. -sin seguir hablando bajó la cabeza y buscó mis labios, los abrí para recibir su lengua hambrienta y se la chupe despacio saboreándola y gustando de su mágica naturaleza. Cuando nos separamos sin poder respirar, gemí sintiéndome temblar.

-Me gustan tus besos David, me dejas sin aliento.

-¿Puedo seguir bebe? ¿Me permites que continúe? -no lo dudé un momento, esas fueron sus mágicas palabras que derribaron el débil muro de mi resistencia, un hombre poderoso como él me suplicaba y pedía enfebrecido mi consentimiento para seguir acariciándome.

-Si David, sí, soy tuyo, puedes hacer lo que desees. -entonces me cogió en sus fuertes brazos y en volandas me besó sosteniéndome como a un niño acunado. Me depositó sobre la cama y me miraba respirar angustiado, observándole desprenderse de la chaqueta y la camisa, admiré ese cuerpo perfecto y compacto de macho joven, el rubio vello que le adornaba el pecho brillando por el sudor que comenzaba a supurarle por los poros de la piel mientras respiraba agitado sin perder detalle de mi cuerpo agitado en estremecimientos de deseo.

Se fue quitando el resto de la ropa a toda prisa, su larga verga ligeramente inclinada hacia el ombligo palpitaba danzando en el aire. un prodigioso ariete que ya me había penetrado y que gocé como un loco, los duros testículos descansaban en su redondo y encogido escroto pegados a la base de la polla, se veían enormes sobresaliendo del grosor de la dura verga.

Se cogió la polla y la apretó contra su vientre.

-Esta hambrienta de ti Ángelito, quiere volver a sentir el calor de tu cuerpo y como la envuelves y aprietas con tu lindo culo bebé. -se tiró sobre mi aunque con las manos apoyadas sobre la cama y me miró embobado.

-Cuidaremos de ti Ángel, La Organización no permitirá que algo malo te suceda, serás uno de nuestros chicos preferidos si tu quieres y estás de acuerdo. Te deseo nene. -apoyó su pecho sobre el mío y se dio cuenta de que aún estaba con mi mini camiseta y ligero pantalón de tela.

-Déjame que te mire la verga, me encanta David, nunca he tenido la oportunidad de verla en detalle. -se separó de mi y se tendió de espaldas abriendo las piernas, dejando a mi lujuriosa vista todo el magnífico espectáculo de su polla erguida y los huevos haciendo un maravillo juego de contrastes, la redondez de los primeros y la larga regla de carne dura y caliente que saltaba de su lugar de descanso sobre el ombligo donde reposaba.

Sin dejar de observarla, y con agilidad, me quité la camisa y el resto de la ropa quedando desnudo igual que David, me coloqué entre sus fuertes piernas pasando las manos por su suave vello y empujando para que se abriera más.

-Es preciosa, me gusta David. -de verdad que era una verga muy bonita, ahora totalmente descapullada y con el glande enrojecido sacando líquidos pre seminales que se almacenaban en el hueco del ombligo. Una hilera de vellos bajada por la mitad de su pecho dividido hasta el ombligo recibiendo la simiente del fornido macho y dejándose inundar por los fluidos.

Alargué la mano y le cogí los huevos, estaban duros, al apretarlos con delicadeza se notaba como se deslizaban el uno sobre su compañero y David dejó salir un sordo y recio gruñido.

-Apriétalos un poco más, no tengas miedo, no vas a romperlos. -en su lugar me agaché y empecé a a besarlos y pasar la lengua por el redondo escroto, su olor a macho joven, a fluidos uretrales, me llegaba hasta el cerebro y mi reacción pasional no se hizo esperar, intenté meterlos en mi boca sin conseguirlo hasta abrirla con desmesura para dejar que pasara esa enorme bola de carne peluda y dura. David bufaba y gruñía intentado cerrar las piernas contenidas por mi cuerpo entre ellas.

-¡Oh! qué gusto, qué placer bebe. -como no podía moverlas a mi gusto por su volumen que ocupaba toda mi boca las saqué y le elevé las piernas para lamerle el perineo hasta llegar con la lengua al negro botón de su ano rodeado de pelitos rojizos. apunté la lengua colocándola afilada y apreté logrando que mi hombre saltara del colchón.

-¡Áh! ¿Qué me haces?

-Abre el culito quiero entrar en él. -le respondía gozoso y entre risas al comprobar lo que era capaz de conseguir. El culito de este chico sabía delicioso a sudor y alguna crema que se habría aplicado después del baño.

-¡Qué rico culo David! También me gusta como sabe. -y él, ademas de gemir y contorsionarse con cada lamida, más atrevida y osada cuando el tiempo transcurría, empujaba de mi costado para conseguir llegar a tocarme con las manos. Supe lo que quería y tenía intención de hacer, y salí de entre sus piernas para colocarme al costado permitiéndole que pudiera tocar mis genitales y mi culo.

Se mojó los dedos en saliva y comenzó a jugar con la entrada de mi ano, se me abría deseoso de que algo consistente le penetrara, sentía como vibraba, y se abría y estiraba dilatándose conocedor de que en poco tiempo lo invadirían, era como si tuviera vida propia y supiera lo que tenia que hacer para prepararse a su suerte. Mi culo empezaba a funcionar independiente, abrazaba los dedos que David me metía resistiéndose a que los retirara.

-¡Qué rico David, méteme tres, ya esta muy dilatado, tus dedos hacen milagros. -entre gemido y gemido dejo salir una risa.

-Es que tu culito es un prodigio, me chupa los dedos como si fuera una boca. -entonces me elevó en el aire sin aparente esfuerzo para colocarme tendido sobre él, me abrió las nalgas y enterró la cara en la raja del culo comenzando a lamerlo desenfrenadamente.

A mi vez tenía su jugoso pene tirando líquidos que rebosaban el huequito del ombligo y pasé la lengua para recogerlos, sabían deliciosos, a esencia de macho, y los degusté con gula y pasión y chasqueando la lengua con lujuria, luego con los labios, sin tocársela, me fui tragando la verga, primero la cabeza, el delicioso y rojo capullo que besaba y lamía glotón, a veces se me escapaba al tensarse por su tremenda erección hasta que decidí tenerlo entero en mi boca, lo fui tragando hasta que la nariz hizo contacto con los vellos del pubis, allí aguanté lo que pude sintiéndole muy profundo.

Aveces uno de los dos paraba en su trabajo para poder respirar o simplemente gemir por el placer que sentíamos. Yo gozaba de las dos maneras, chupándole la majestuosa verga y sintiéndome perforar el culo por su lengua y sus dedos alternando.

No teníamos cuidado, ni pensábamos que cualquiera podría escuchar nuestros jadeos y gritos de placer mutuo. En un momento David, con su gran fuerza, me tomó de las caderas y me elevó dejándome luego caer, consiguiendo que mi polla entrara en su garganta hasta fondo, lo repitió varias veces hasta hacerme gritar de gozo.

-Me voy a correr David, esto es tremendo.

-¡No! Quiero que lo hagamos los dos a la vez. -se sacó mi verga de la boca y me apretó con fuerza el glande con los dedos hasta hacerme daño, y la polla comenzó a perder la dureza que tenía. Jadeé angustiado por el placer interrumpido y el dolor que pronto pasó.

-Voy a darte verga, quiero estar en tu interior y te correrás cuando yo te diga. -a pesar del dolor anterior me sentía terriblemente excitado y a punto de eyacular sin siquiera tener que rozarme la polla.

Me colocó de espaldas, con prisas, temiendo que no llegara a cumplir sus deseos y se acomodo entre mis piernas, al sentir el contacto de su dura polla en el esfínter del ano sentía una contracción.

-¡Qué no se te ocurra correrte, tienes que esperarme! -le dije que si con la cabeza, mordiendo mis labios para causarme dolor y evitar lo que se acercaba a pasos agigantados.

La verga entro con virulencia en mi culo, con fuerza brutal, y comenzó a bombearme el culo con ganas locas.

-¡Toma, toma verga, por tu rico culito, apriétamela como tu sabes, ordéñame la leche! -dejé de pensar en mi para centrarme en su placer y estreché el ano con todas mis fuerzas acompañándole en su entrar y salir de mi cuerpo, aflojando y apretando como si mi culo fuera un chupón.

-¡Aahh! Que gusto, eres incomparable, me gusa follarte, sííííí….Tu culo me chupa el pito, dale dale fuerte que me viene ya. -sus últimas palabras fueron un aliciente para mi, para comenzar a contraerme lanzando fuertes gritos de placer y eyacular convulsionando mi cuerpo hasta elevarlo a él y conseguir que su verga entrara hasta el final de mi vientre, y alli comenzó a descargarse los huevos repletos de semen.

Terminó dejándose caer sobre mi, aplastándome, y los dos respirábamos angustiados y sin aliento, a pesar del cansancio le rodee con mis piernas y brazos estrechándole sobre mi pecho y besaba su cuello sudoroso.

En unos minutos nuestra respiración se había regulado y David dejaba de temblar acogido entre mis brazos y envuelto por mi cuerpo en una entrega absoluta y total al macho que me había hecho gozar de manera tan alocada.

Ya calmados sacó la verga aún dura de mi culo y se tendió exhausto a mi lado, sentía como de mi ano borboteaba el semen que me había dejado dentro, pero no me preocupó y pasé la mano por el vello de su pecho hasta llegar a una tetilla y apresarla con ellos.

-¿Ves como se confirma lo que te decía antes bebe? Eres increíble para proporcionar placer, y tu culo cada vez se siente más rico según lo vas controlando. -me acerqué para besarle la boca y lograr que se callara.

-No lo se David, no estoy convencido de nada, amo inconcebiblemente a dos hombre, Álvaro y David, y a la vez gozo con los buenos machos y me encanta la verga. Les debo fidelidad, si no en el tema sexual, si en las decisiones que tomemos entre los tres.

-Yo hablaré con ellos, quiero que Álvaro trabaje conmigo, podrás tenerle siempre que quieras y Pablo…, bueno Pablo es más difícil pero se puede conseguir si tu estás de acuerdo. Necesitamos que vuelvas a tu vida en la casa de Eduardo.

Pensé durante un largo minuto, y llegue a la conclusión de que era cierto parte de lo que me decía, y otra parte no la veía tan clara. Si volvía a la casa de Eduardo sería para convertirme en un puto de lujo, a disposición de todos los hombre de la organización que me pidieran y solicitaran mis servicios. No me asustaba el hecho de ser follado por muchos hombres, por el contrario eso me estimulaba, todos ellos eran más o menos amables y generosos y no buscaban solamente su placer cuando me necesitaban, y también todos mis problemas económicos quedaba resueltos.

Por otro lado estaban Álvaro y Pablo mis hombres a los que adoraba, y sería una forma de perderlos, al menos en parte. Sabía que para Álvaro la solución correcta sería decirme que hiciera lo que a mi me apeteciera y fuera mejor para mi. Pablo no era tan consentidor, a pesar de que desde un principio me adiestró para ser puto en la casa de Eduardo.

-No lo se David, no tengo clara mi decisión, vamos a dejar pasar un tiempo.

Nos miramos y creo que la victoria se veía reflejada en su cara, David creía que con sus flores y su polvo prodigioso me tenía entre sus redes, y algo no funcionaba como él quería.

-No hay prisas bebe, de momento la policía considera que debes seguir oculto, hasta que el malandrín de Damian aparezca, muerto o vivo, para tener controlada la situación.

Dábamos por concluida la charla y le ofrecí el baño para darse una ducha rápida, lo hicimos al mismo tiempo.

Habían pasado dos horas desde que David llegó y Álvaro aparecería de un momento a otro. dejé sin recoger lo que había sacado de las bolsas y la pulsera de Eduardo en la mesa del ordenador y nos dispusimos a bajar a la planta baja.

Continuará…

 

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