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El ciruelo del viejo de la muleta
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Desde que descubrí por mera casualidad lo que pasaba en los aseos públicos, me aficioné a ir a ellos. En estos lugares he hecho y me han hecho de todo, hasta robarme y violarme.

Luego vinieron los lugares públicos y al aire libre, me excita ser expuesto siendo exhibido y que vean cómo me dan por el culo. Me estresa y excita una barbaridad, que mientras un buen macho me está dando por el culo, me exhiba a los demás, viendo estos como me coge y me preña el culo con su semen.

La mayoría de las veces, quien termina dándome por el culo, son hombres maduros, incluso viejos. Suelen ser los más atrevidos y lanzados, sobre todo cuando ven a un joven, y no veas si por encima eres nuevo; les encanta la carne fresca; además suelen tener más experiencia, y no suelen perder el tiempo, vamos que van al grano. Y esto es lo que solemos necesitar cuando vamos a estos lugares, ya vamos bien calientes y necesitados de un buen rabo que nos calme la calentura.

Aquel día no era ninguna excepción, como solía pasarme, cuando andaba bien caliente y desesperado por follar, acudía primero a los aseos públicos. Tenía los lugares favoritos, pero alguna vez iba a otros que no me gustaban tanto. Ese día acudí a los aseos públicos de la estación de autobuses, quedan y quedaban muy cerquita de donde vivo, al igual que los aseos de la estación de ferrocarril. Pero esa mañana, se me dio por ir a la estación de autobuses.

Cuando llegué a la estación de autobuses, lo primero que hice fue ir hacia las taquillas de las distintas líneas, y hacer que revisaba los horarios de salida. Luego quedé en aquella amplia zona vigilando la entrada a los aseos públicos, viendo quien entraba y salía de ellos.

Llevaría unos 20 minutos, y lo único que vi, fue entrar en ellos a un par de hombres maduros, saliendo ambos muy pronto, vamos que seguramente solo habían ido a mear. Así que me decidí, y levantándome del asiento donde me encontraba, fui hacia los aseos y entré como si fuera a mear.

Al entrar y girar a la izquierda, a la derecha quedaban un lavabo de mano, seguido por los urinarios de pared. A la izquierda y enfrente de los urinarios, quedaban los habitáculos o retretes.

No había nadie en los urinarios, por lo que me coloqué en el último de ellos. En los retretes, no parecía haber nadie tampoco, solo en el primero de ellos, no sabía si había alguien, ya que la puerta no estaba abierta de todo como los demás.

Me situé en el urinario, desabroche el pantalón como solía hacerlo, suelo usar pantalones tejanos Levi’s, y como estos tienen botones en lugar de cremallera, siempre aflojó el cinturón para así sacar la polla más cómodamente, desabrochándome todos los botones. Tiene el inconveniente de que cualquiera que te tire por el pantalón, este te cae inmediatamente, quedando totalmente expuesto. Pues así lo hice como suelo hacerlo siempre, y nada más sacar la polla para ponerme a hacer que meaba, entró un hombre de unos 30 a 40 años. Este al verme se quedó en el lavabo, abrió el grifo, poniéndose a lavar las manos.

Los 2 nos mirábamos disimuladamente, cuando de pronto se abrió por completo la puerta del primer retrete, saliendo un viejo de aproximadamente 60 años, con una muleta y el pantalón abierto por la pitrina, por donde se asomaba un tremendo cipote.

¡Joder! Menudo ciruelo que se gastaba el viejo de la muleta, y había salido tan pancho del retrete, igualito que si aquello fuera su casa.

Se colocó en el primer urinario, apoyó la muleta en la pared, justo al lado izquierdo, y exhibiendo el ciruelo que le colgaba, miró para el hombre que lavaba las manos, luego giró la cabeza mirando para mí. En ese momento me sorprendió mirándolo con asombro en mi cara. Vio que me ponía colorado, y que mis ojos iban de su cara hacia aquel ciruelo que le colgaba.

Esbozó una sonrisa el viejo sin dejar de mirarme, y viendo lo nervioso que me puse, echó mano a su cipote, sacándolo aún más y mostrándomelo sin ningún disimulo ni recato.

Que hijo de puta el viejo, se puso a cimbrear aquel pedazo de cipote, con todo el descaro del mundo, miraba para mí, sonriéndose, enseñándome el ciruelo que le colgaba. Yo con cara de asombro y algo asustado, no podía dejar de mirar. Cada vez parecía crecerle más y más, hasta los huevos había sacado el viejo, mostrando todo de manera orgullosa. No tenía ningún reparo en mostrarme todo su órgano sexual, ni le importaba si había más gente. El cabrón del viejo ya había decidido, solo le interesaba aquel jovencito que era yo, que, con cara de asombro, hacía que meaba.

Yo cada vez me ponía más y más colorado, y la polla no paraba de ponérseme tiesa y dura, viendo aquel espectáculo, un hombre lavándose las manos viendo como un viejo con una muleta y un pedazo de cipote que asustaba, se lo mostraba a un jovencito, cimbreándolo sin ningún reparo.

El viejo viendo mi excitación y lo asustado que yo estaba, sabiendo que no me atrevería a hacer nada, cogió la muleta con su mano izquierda, se acercó a mí, echó su mano derecha a la cintura de mi pantalón, tiró de él, bajándomelo hasta casi las rodillas. Vente, me dijo tirando por la cintura de mi pantalón que no paraba de caerme.

Dios, que hijo de puta el viejo, tiraba de mi pantalón bajándomelo, arrastrándome con él hacia el último retrete, sin importarle ni una pizca que hubiera otro hombre mirándonos.

Se metió en el último retrete arrastrándome con él, mientras me iba cayendo el pantalón, y quedaba con mi polla y huevos al aire, siendo visto por el hombre que seguía lavándose las manos, mirando como aquel viejo, me metía en aquel retrete, llevándome con él. El muy cabrón sabía lo que el viejo intentaba hacer, y no quería perder el espectáculo. Además, estaba viendo el empalme que yo tenía, al tirar el viejo por mi pantalón, dejando a la vista mi polla y huevos.

Sabía que el viejo me iba a empitonar y no quería perderse el espectáculo.

Miraba como el viejo apoyaba su muleta en el fondo del retrete, y con la otra mano tiraba por mi pantalón, llevándome con él.

Con una agilidad que jamás sospeché, el viejo se movió con tal rapidez, que cuando me quise dar cuenta, ya me estaba abrazando por la espalda, mientras terminaba de bajarme los pantalones.

Yo con cara de asombro y algo asustado, miraba como el hombre que lavaba las manos miraba como el viejo me arrastraba hasta el retrete, bajaba mis pantalones dejándomelos a la altura de los tobillos, haciendo lo mismo con el slip, mientras yo me sujetaba con las manos al marco de la puerta, intentando que el viejo no me arrastrara hacia el retrete.

La hostia, el viejo ya me tenía el pantalón y slip en los tobillos, y ahora estaba quitándomelos por completo. Literalmente me había arrancado los zapatos de los pies, y ya me estaba sacando por completo el pantalón y slip. Y aquel cabrón no dejaba de mirar como el viejo me desnudaba delante de sus narices.

Ven maricón, vente que lo estás deseando, me decía el viejo, abrazándome por la espalda, restregándome aquel ciruelo por el culo, mientras me sobaba los huevos y polla con sus manos.

Anda no te hagas el difícil, que se nota lo putito que eres y lo mucho que te gusta. Ven que lo vas a disfrutar, ya verás como te gusta sentirlo dentro de tu culito. Verás como chillas cuando te abra este culito de puta que tienes, con mi cipote.

El viejo consiguió darme la vuelta, quedándome frente por frente a él, y dándole el culo al hombre que, lavándose las manos, seguía mirando el espectáculo sin inmutarse; estoy seguro de que estaba disfrutando el muy cabrón, viendo como el viejo me sometía a sus deseos más perversos.

El viejo me abrazó a él, empezando a manosearme el culo con sus manos, mientras se lanzaba con su boca a por la mía, empezando a morrearme. Ven maricón, ven que lo estás deseando, me decía mientras jadeaba y mordía mis labios y metía su lengua en mi boca.

Ves cómo te gusta maricón, mira cómo estás de excitado, me decía agarrándome la polla con su mano y acariciándomela. Ya sabía yo que lo estabas deseando, todos los putitos como tú, lo que desean es que les abran el culo con una buena polla, es lo que queréis. Necesitáis un buen macho que vos haga suyo y os preñe de leche las entrañas.

Sin soltarme, el viejo tiró de mi camisa, sacándomela por la cabeza, pero sin que esta saliera de todo, quedándome atrapada entre mi cabeza y mis brazos. De esa manera aprovechó a lamerme las tetillas y morderme los pezones.

Oh que cosita más rica, decía el viejo lamiendo y mordiéndome los pezones. Mira como estás de excitadito, uy que duritos tienes los pezones, putito, mira como te estremeces, te gusta ¿eh maricón?

Tiró de nuevo por mi camisa, sacándomela ahora por completo, dejándola en el suelo junto al pantalón, zapatos y slip.

No se el porqué, pero la mayoría de las veces terminaba quedándome desnudo por completo. Muy pocas veces me dieron por el culo sin terminar en pelota picada, es mi signo. Lo malo es que aquí estaba en los aseos públicos de la estación de autobuses, a las 10 de la mañana, siendo sometido por un viejo con muleta y un pedazo de ciruelo enorme, y siendo visto por otro hombre, y por cualquiera que entrara en aquellos momentos en los aseos públicos de la estación.

Me excitaba que me exhibiera mientras me sometía a sus deseos, pero también me estresaba y temía ser visto por cualquiera que me conociera. Aquella situación me ponía demasiado nervioso, pero la calentura y excitación que me hacía sentir y el morbo que me daba, no me dejaban ver el peligro que corría.

El viejo después de morderme y lamer por todas partes, poniendo sus manos sobre mis hombros, me hizo agachar, y sin más preámbulos, metió aquel ciruelo que se gastaba en mi pequeña boca.

Chúpalo bien maricón, y ten cuidado con los dientes, no lo vayas a morder, si quieres que luego te lo meta por el culo.

Abriendo la boca todo lo que podía, metí aquel cipote, empezando a chuparlo como si fuera el más rico de los manjares. Lo sujetaba con ambas manos e iba chupando metiéndolo hasta que me empezaba a dar arcadas. Era demasiado cipote para que me cupiera en la boca, pero hacía todo lo que podía por chupar aquella maravilla.

Estando así agachado, chupándole aquel enorme cipote al viejo, noté como unas manos se posaban sobre mi culo, empezando a acariciarme el culo y la espalda, miré de reojo a ver quien era, viendo que el que me acariciaba no era otro que el hombre que había estado lavándose las manos y mirando como el viejo me sometía a él. Me acariciaba con una mano, mientras con la otra se estaba meneando su polla.

Joder, el cabrón aquel se había puesto bien cachondo viendo el espectáculo, y no había aguantado más, y ahora se unía al viejo, acariciándome el culo y la espalda, meneándose la polla mientras yo agachado chupaba la polla del viejo.

Como tanto el viejo como yo, no le decíamos nada, el muy cabrón se animó, se pegó detrás mía, con sus pies me hizo separar las piernas dándome un golpe a la altura de los tobillos, cosa que me hizo entender de que abriera las piernas.

Se pegó a mi culo, puso la punta de su polla en la entrada a mi ano, se sujetó con sus manos en mis caderas, y mientras el viejo sujetaba con sus manos mi cabeza, aquel hombre que había estado mirando como el viejo me sometía, clavó su polla en mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Soltó el muy cabrón nada más meterme la polla en el culo. Me agarró fuertemente por las caderas, volviéndome a dar otra envestida, mientras se colocaba pegándose más a mí, y abriéndome más las piernas.

Cuando aquel cabrón me largó la primera envestida, me hizo tragar más el ciruelo del viejo, llegándome este hasta la campanilla. Dios, casi me traspasa la campanilla el cipote del viejo, y menos mal que la polla del cabrón aquel no era muy gruesa, por lo que apenas me había dolido cuando me la enterró toda en el culo. Había notado como chocaban sus huevos con mi culo, y como invadía su polla mis entrañas.

Se escuchaba el sonido de su pelvis golpear mi culo cada vez que me metía su polla, plof, plof plof plof, y al cabrón aquel gritar ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Mientras me estaba dando por el culo.

Empezó a culearme a toda velocidad, y en menos de 2 minutos, ya estaba corriéndose dentro mía. Me había largado varios trallazos, sacando luego su polla, me la apoyó sobre mi espalda, donde todavía terminó de soltar varias gotas de semen sobre ella. Luego pasó la punta de su polla por la raja de mi culito, dejándomelo todo pringado con su semen.

Nada más terminar el mirón de darme por el culo, el viejo sacó su polla de mi boca, me hizo dar la vuelta, colocó una mano sobre mi espalda, haciéndome agachar y dejar mi culito listo para ser empitonado por el cipote que se gastaba el hijo de puta del viejo.

El mirón que había terminado de darme por el culo, sin haberse guardado la polla todavía, llevó mis manos a sus hombros para que me apoyara en ellos, y viendo como el viejo colocaba la punta de aquel ciruelo que se gastaba por polla, en la entrada a mi ano, me sujetó esperando que el viejo me empitonara, haciéndome suyo.

El viejo nada más colocar su cipote en la entrada a mi ojete, sujetándome por las caderas, empezó a empujar su ciruelo, haciendo que mi esfínter empezara a abrirse dándole entrada a aquel descomunal cipote.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gritaba yo notando como aquella bestia me abría el culo de tal manera, que parecía que me iba partir en 2.

Dios que dolor estaba sintiendo al entrarme la cabeza de aquel tremendo cipote, y eso que habían terminado de darme por el culo, pero aquello que me estaba entrando por el ojete, era descomunal, me estaba abriendo en canal.

Nada más traspasar la cabeza el esfínter, el hijo de puta del viejo, me largó una tremenda envestida, metiéndome más de la mitad de aquel ciruelo en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gritaba yo notando como entraba aquel cipote en mis entrañas, abriéndome el culo de forma salvaje y descomunal, cuando noté como por fin chocaban las enormes pelotas del viejo en la entrada a mi ano.

Suspiré de alivio al notar toda su polla dentro mía, y como por fin mi culito se expandía, dándole cabida a aquel tremendo ciruelo que me habían metido por el culo.

Ya maricón, ya la tienes toda dentro, ahora disfruta de ella. Ya verás como vas a disfrutar con ella en tu culito, putito.

Ahora te voy a hacer mío, putito, te voy a dar por el culo hasta reventar y dejar bien preñado de leche, pedazo de maricón.

Cada vez que el viejo movía sus caderas, sacando y metiendo su cipote en mí, me llevaba ensartado en su tremendo ciruelo, como si fuese un muñeco de feria. El hijo de puta me tenía bien ensartado en su polla, aquello sí que era estar empalado, pero empalado de verdad.

Me bamboleaba sin parar, mientras el mirón me sujetaba por la cabeza, manteniéndome inclinado, mientras el viejo me rompía el culo con su cipote.

Se escuchaba el sonido que hacía su cipote al entrar en mi culo, chof, chof chof, chof chof chof, y notaba como sus cojones golpeaban mi ano, cada vez que me ensartaba aquel tremendo ciruelo en el culo.

Ahora ya empezaba a notar un tremendo gustazo, notando como el cipote del viejo entraba y salía de mi culo, taladrándome una y otra vez, haciéndome gemir cada vez más fuerte.

Ahora sí, ¿eh? Ahora gimes de gusto maricón, me decía el viejo sin parar de culearme.

Claro que estaba disfrutando de aquella enculada, cada vez sentía más gusto. Cada vez que aquel pollón rozaba mi próstata, me daba una descarga de placer que me hacía estremecer de gusto y gemir sin poder contenerme.

Estando así agachado y siendo culeado por el viejo mientras el mirón me sujetaba, tropecé con la cara con la polla semi flácida del mirón que antes me había dado por el culo, por lo que eché mi mano a ella, metiéndomela en la boca y empezando a chupársela, como si de un caramelo se tratara, todavía tenía restos de semen y aquello me encantaba.

El mirón, dio un suspiro al notar como me metía su polla en la boca empezando a mamarla como si fuera un ternerito, soltando luego, ¡joder maricón! Si que eres bien puta, mira que te gusta la polla.

Ya llevaba un buen rato siendo follado por el viejo de la muleta, cuando noté como se hinchaba la cabeza del cipote del viejo dentro de mi culo, y este incrementaba su velocidad, empezaba a soltar gruñidos y jadear fuertemente, mientras su cipote empezaba a soltar todo el esperma que contenían sus enormes huevos.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el viejo corriéndose dentro mía. Ay maricón que gusto, ay que gusto, ay que gusto me has dado. Joder que culito tienes cabrón. Tienes un culito divino, y que bien has aguantado mi cipote, maricón.

Mientras el cipote del viejo terminaba de soltar toda su leche dentro mía, el viejo levantándome por las asilas y sin sacarme la polla del culo, dijo, ahora te toca correrte a ti. Llevó una de sus manos a mi pobre polla que no paraba de babear semen, y empezando a menearme la polla se puso a pajearme mientras me seguía manteniendo ensartado en su cipote.

No nos habíamos dado cuenta, al menos yo, pero ahora teníamos a otro mirón que no perdía nada de lo que estábamos haciendo. Era un joven algo más mayor que yo, el cual tenía la polla de fuera y se pajeaba mirando como me tenían en pelota picada, con una polla ensartada en el culo, siendo pajeado, y otro hombre con la polla de fuera mirando como me follaban.

Vio como el hombre que estaba delante mía mirando, guardaba su polla e iba para el lavabo, aprovechándose él se agachó delante mía, y mientras el viejo me mantenía ensartado en su cipote pajeándome, sin dejar de pajearse, cuando yo empezaba a gritar que me corría, llevó su boca a mi polla, la metió a la boca, tragándose toda mi corrida.

Dios, las piernas me temblaban, por lo que me tuve que agarrar a la cabeza del joven mientras esté terminaba de beberse todo mi semen.

Mientras tanto el viejo, sacó el tremendo ciruelo que se gastaba de mi culo, dejándome allí de pie, agarrado a la cabeza del joven que se estaba tragando toda mi corrida.

Cuando el joven dejó de chuparme la polla, levantándose, colocó una de sus manos en mi hombro, y mientras se seguía pajeando, me empujaba invitándome a meter su polla en mi boca.

Hice lo que me pedía, y nada más agacharme y acercar mi boca a su polla, este empezó a correrse sobre mi cara.

Dios, abrí la boca todo lo que pude, entrándome varios trallazos de semen en ella, y otros pegándome por toda la cara y cuello. Metí cuando pude la polla de aquel joven en la boca, terminando este de correrse en ella, y yo de saborear aquel rico y joven semen que me habían regalado.

Cuando terminé de limpiarle bien la polla al joven, me levanté, recogí mi ropa, y empujando la puerta por si volvía a entrar alguien, me vestí, salí luego y lavándome la cara en el lavabo, salí de aquellos aseos.

Ya no se veía a nadie, solo cuando bajaba las escaleras de la estación de autobuses, vi al viejo de la muleta, que terminaba de bajar las escaleras, iba hacia los aparcamientos de los vehículos, y subía a un mercedes. Me vio por lo que haciendo señas me llamó para que fuera a junto del, me dijo si hacía falta que me llevara a algún sitio. Le dije que no hacía falta, que vivía allí cerca, por lo que agarrándome el paquete y sobándome el culo, me dijo que le había gustado mucho y que cuando quisiera volver a ser follado por él, que lo llamara por teléfono, que me volvería a dar por el culo cuando yo quisiera. Me pasó una tarjeta suya, la cual guardé en el bolsillo trasero del pantalón, y después de despedirme y ser magreado por él, marché para mi casa.

Iba super follado, el culo abierto y preñado del viejo y el mirón, y en el estómago, la leche del joven que se agregó a última hora, al menos cuando yo pude verlo.

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