Mi naturaleza curiosa, ausencia de prejuicios y tenacidad para hacer preguntas, por lo general me llevó a que personas tanto conocidas como desconocidas me terminen transmitiendo, en ocasiones, sus historias más sensibles. Y en el caso de Daiana, buscaba una opinión objetiva que no la condenara por lo que estaba haciendo. Atormentada por la desaprobación de su mejor amiga, necesitaba hablar.
(Omitiré los rodeos y las preguntas que hice en su momento sólo para escribir el relato de su experiencia, que sí, deseaba que lo compartiera para ver si esto solo le pasaba a ella. Naturalmente Daiana, no es su nombre verdadero)
"Hacía ya bastante tiempo que lo venía mirando. Cuando comencé a masturbarme él era una de mis principales fantasías y me aterraba porque era mi tío! Pasaban los años y la cosa se ponía peor, cada vez me gustaba más. Para colmo miraba a los chicos de mi edad y la verdad me parecían todos unos tontos en comparación. Mi tío me lleva 10 años de diferencia y aparte de ser grande se cuidaba mucho físicamente. De sólo imaginarlo desnudo sentía como las piernas me temblaban. Pero trataba de no pensar mucho en eso y hasta pude tener mi primer novio al que amaba mucho, pero las contradicciones que intentaba alejar siempre venían a mi mente cuando lo veía a Martín (su tío). ¿Era normal amar a un chico y desear a un hombre? Cuando le confesé esto a mi amiga ella no me entendía, más se enojaba conmigo por "no valorar a mi novio" cuando en verdad yo lo amaba. A final me hizo sentir peor y en el fondo sospechaba que Aye (su amiga) gustaba de mi novio. Pero bueno, cansada un poco de todo igualmente me propuse ver si a mi tío le interesaría estar conmigo. Al final el enojo de mi amiga solo me dio mas coraje para hacer lo que tenía pensado.
Cuando mis papás se fueron de vacaciones por su aniversario, pensé que era una buena oportunidad para intentar algo. Mi hermana mayor se había ido a taekwondo por unas horas y yo le dije que me iba a visitar a una amiga. Pero de pasada pasé por la casa de mi tío. Toqué el timbre de su departamento y sentía como el corazón me latía a mil. Estaba súper nerviosa de no estar cometiendo una locura. Sabía que era su día de franco y que podría encontrarlo pero rogaba que estuviera solo. Y por suerte fue así. Medio temblando y toda ruborizada le dije que el calefón de casa estaba averiado y que necesitaba pegarme una ducha porque tenía un cumpleaños.
No era la primear vez que pasaba pero estaba especialmente nerviosa por lo que iba a hacer. De hecho, me miró con esa sonrisa hermosa que tiene y me pregunto amistosamente: ‘¿Estás bien? porque estás roja como un tomate’. Y le respondí que estaba bien, pero que me olvidé de hacer algo. Ni sé que dije, pero se dio cuenta que me puse nerviosa cuando lo vi, o eso creo.
Cuestión, me desnudé en su habitación (él estaba en el comedor) y podía sentir su perfume. Ya estaba completamente mojada, me miré en un espejo desnuda apoyada en su cama y era una fantasía hecha realidad. Apenas me tocaba y sentía como mi respiración se quebraba e intentaba no hacer ruido. También sentía escalofríos pero de gusto que sentía. Pero debía continuar, me puse una toalla que cubría parcialmente mi cuerpo y fui directo al baño. Una vez ahí lo llamé y le pedí por favor que me alcanzara la mochila que intencionalmente había dejado en el comedor. Antes de que llegara me quité la toalla y al abrir parcialmente la puerta le mostré una de mis tetas.
Cuál fue mi excitación al darme cuenta que miró y luego corrió la cara. Me pidió perdón y se puso todo rojo. Mi corazón explotaba, él quiso mirar. Con la voz quebrada por el temblor le dije que estaba bien y que gracias. Cerré la puerta y me tiré al piso apoyando la espalda en la pared. Al fin tenía una señal ¿o me lo estaba imaginando? mi respiración estaba agitada y sentía que perdía el control de mi cuerpo. Nunca había sentido algo tan fuerte. Dudé unos minutos en el baño y entonces, con la toalla puesta, salí en dirección al comedor. Corroboré que estemos solos y entonces lo llamé.
—¿Martín, me ayudarías? —Con una mano sobre mis pechos sostenía la toalla y la otra la llevé a la boca mientras me mordía los dedos como ocultado parte de la cara.
—¿Qué te pasa? —Me volvió a sonreír con su mirada pícara pero esta vez no apartaba sus ojos de mi cuerpo. Entonces le di la espalda y fui para su habitación. Por los pasos sabía que venía detrás de mí. Y cuando llegó entonces ocurrió la magia.
Me tomó por la cintura con sus fuertes brazos y me dijo:
—Vos querés esto pendeja y lo vas a tener.
Me puso en cuatro en su cama y me comenzó a chupar la vagina. Yo no paraba de gimotear como una loca.
—Haaa Martín POR DIOS!! HACEME TUYA!
Estaba completamente extasiada y podía sentir como su barbilla me pinchaba suavemente la cola. Era toda suya, su puta, su perra, toda de él. Me dio vuelta y ahora podía mirar su carita, toda roja y firme, era un hombre que ya no tenía puesta su remera y que me estaba comiendo todo el clítoris. Intentaba pararlo agarrándolo de la cabeza para que detuviera esa danza frenética de placer para tomar un respiro.
Entonces me soltó y acabé en la cama, temblando involuntariamente y lagrimeaba por semejante cosa. Estaba en el paraíso y mientras tanto él me miraba y me dijo:
—¿Eso querías no? ahora sos la putita del tío. Y te vas a chupar esta pija.
Entonces se sacó su short y la pude ver, su enorme pene. Apenas me estaba reponiendo y ya estaba saboreando su miembro. Me la acercó a la boca y primero que nada quise saborearla, pude lamerla por toda partes y era capaz de tomarla con ambas manos. La pasaba por mi cara y entonces me la metí a la boca. Apenas si me entraba. Ahora era mi turno de complacerlo y mientras chupaba lo miraba a la cara mientras tocaba sus abdominales.
—Como me gusta tu carita de ángel preciosa, te gusta mi pija?
Yo no me permitía hablar y le respondía balbuceando, estaba muy rica como para soltarla. Y casi como quitándome el dulce me tira al centro de la cama y como todo un león, con las piernas, los pectorales, los brazos, su abdomen y su delicioso pene, se asomaba lentamente hacia mi panocha. Su miembro le latía y sentía como si un dios estuviera a punto de consumir su ofrenda. Entonces, ya cuerpo a cuerpo lo abracé entregándome completamente y me penetró. Dolía pero poco a poco me fue llevando, me decía:
—Vos relajate bebe, vamos despacio.
Era como ser virgen nuevamente pero poco a poco iba entrando, hasta que al fin la cabeza y un poco más entraba y salía. Sentía como mariposas en la panza. Y nuevamente me provocaba y me retenía hasta ya no poder más y casi sin aliento me la sacó. Caía rendida poco a poco y en cada intento acababa retorciéndome en la cama.
Pasaron los días y la verdad siento mucha culpa. Acordamos guardar el secreto para seguir encontrándonos pero siento mucha pena. Y el deseo me está matando. No podía hablar esto con nadie pero por lo menos ahora me siento un poco mejor. Al fin, no creo que sea tan malo."
Liriam
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