Como la mayoría de los travestis comencé a vestirme de mujer desde niño, nunca supe por qué nació en mí el deseo de usar prendas femeninas y nunca me pregunté por qué lo hacía. Simplemente quería ser mujer, no soy amanerado ni tengo rasgos físicos femeninos. Pero siempre que tuve oportunidad me puse la ropa de mi mamá o de mis hermanas. Lo hice durante algunos años hasta que mi mamá me descubrió y después de darme una golpiza me amenazó con acusarme con mi papá si volvía a hacerlo.
No volví a vestirme de mujer, Seguí mi vida normal, comportándome como un niño común y corriente. Pero siempre estuvo latente en mí el gusto por travestirme. De alguna manera pude reprimir mi instinto natural y traté siempre de comportarme como un hombre normal, incluso tuve algunas novias hasta que a la edad de 22 años conocí a una chica con la que me casé al año de nuestra relación.
Aunque gozaba teniendo relaciones sexuales con mi esposa siempre estuvo latente en mi mente el deseo de asumir el rol femenino en el acto sexual, después de tres años de matrimonio mi esposa y yo decidimos separarnos pues yo realmente no la satisfacía sexualmente, así que a los 26 años quedé soltero otra vez. Renté un departamento lejos de la casa de mis padres y de mi exesposa.
Al vivir sólo por primera vez por fin pude dar rienda suelta a mi gusto por travestirme; comencé a comprar ropa de mujer… Al principio me daba mucha pena entrar a las tiendas de lencería y a las zapaterías pues creía que la gente se daba cuenta que compraba todo para mí y no para mi esposa que era la excusa que usé siempre. Pero con el paso del tiempo me di cuenta de que los o las vendedoras no tenían mayor interés más que hacer la venta.
Así poco a poco me fui haciendo de un guardarropa de mujer completo: pantaletas, brassieres, medias, ligueros, fondos, zapatos de tacón, vestidos, faldas, blusas y hasta tres pelucas diferentes, aprendí a través de varios años a maquillarme y como ya no me daba tanta pena comprar cosas de mujer pude comprar varios consoladores de diferentes tamaños y colores.
Desde luego que en la calle, el trabajo y ante mis amigos me comportaba como un hombre normal, iba con mis amigos a tomar y en algunas ocasiones más por apariencia que por gusto contraté los servicios de alguna prostituta para que mis amigos no se dieran cuenta de mis verdaderos gustos… Total, que para todo el mundo yo era un hombre común y corriente.
Lo que no sabían era que una vez que llegaba a mi departamento y cerraba la puerta me transformaba completamente, de inmediato me despojaba de mi ropa de hombre y después de darme un baño completo, incluyendo el aseo interior de mi culo repasaba mi depilación; pues desgraciadamente soy muy velludo, después de mucho tiempo logré depilarme completamente así que por ésa época solo tenía que repasar mi cuerpo para arrancar con unas pinzas los vellos que crecían por cualquier parte.
Después de revisar mi cuerpo y eliminar cualquier vello me aplicaba crema corporal femenina, y entonces comenzaba mi ritual de transformación, no los voy a aburrir con los detalles… Cuando estaba completamente vestido de mujer preparaba mi cena y después me sentaba a ver la televisión y bebía una copa o dos hasta que a la hora de ir a la cama me quitaba la ropa y me ponía algún babydoll o alguna batita para dormir, entonces me aplicaba algo de lubricante en mi culo y mientras veía algún vídeo de shemales y trannys me masturbaba analmente imaginando que yo era alguna de las hermosas chicas transgénero siendo culeada por un potente macho.
Después de venirme copiosamente retiraba el consolador de mi culo y lo lavaba, una vez satisfecho me dormía siempre usando alguna bata, camisón o babydoll.
Al otro día por la mañana después de darme un baño rápido acomodaba toda mi ropa femenina dentro del closet fuera de la vista de cualquier persona pues a veces mis amigos iban a visitarme. En mi trabajo todo transcurría de manera totalmente normal y nadie de mis compañeros, conocidos y vecinos sospechaba que en la intimidad de mi casa me transformaba en mujer. Ni siquiera me gustaban los hombres, no sentía ninguna atracción por mis compañeros de trabajo o conocidos… Pero siempre quise saber cómo me sentiría siendo cogido vestido de mujer.
Hasta que años después sucedió algo que me marcó para siempre… En la empresa donde trabajaba en aquella época solo se laboraba de lunes a viernes, por lo que teníamos libres los sábados y domingos y ése viernes en particular coincidió con un partido de fútbol de Europa y como yo era el único soltero del grupo decidimos ver el partido en mi casa, saliendo del trabajo fuimos a comprar botanas, cervezas y alcohol para ver el partido.
Todo transcurrió de lo más normal, bebimos, comimos y disfrutamos del futbol como un grupo de amigos normal, cuando se retiraron mis amigos yo estaba completamente borracho, pocas veces había estado tan ebrio como esa noche… En cuanto se retiraron mis amigos me deshice de mi molesta ropa de hombre, me puse un babydoll rojo y unos zapatos de tacón con el talón descubierto, aquí debo aclarar que siempre he llevado las uñas de los pies perfectamente pintadas, así semivestida hice un poco de limpieza y finalmente me di un baño, por supuesto que me lavé perfectamente la cola pues el exceso de alcohol me había puesto extremadamente cachonda y planeaba meterme alguno de mis consoladores en el culo para masturbarme analmente.
Con el baño se me había bajado un poco la borrachera pero no mi calentura y decidí vestirme completamente de mujer incluido el maquillaje y una peluca… Me puse un conjunto de pantaleta, brassier con relleno, liguero y medias transparentes con un fondo completo negros, encima me puse un vestido también negro, el vestido era ajustado en la parte superior y con la parte baja amplia que me llegaba encima de las rodillas; mientras me maquillaba seguí bebiendo vodka pues me sentía muy bien, finalmente me puse una peluca rizada hasta media espalda, me puse unas zapatillas de tacón alto de tiritas atadas al tobillo, completé mi atuendo con unas pulseras, collares y un reloj de dama, me apliqué perfume y como toque final tomé un bolso de mujer en el que metí un sobre con condones, una cartera de mujer con algo de dinero, toallas para manos y las llaves de mi departamento; revise mi imagen en el espejo de cuerpo entero y me sentí satisfecho pues realmente podía pasar por una mujer de verdad… Sin ánimo de ofender debo decir que hay muchas mujeres realmente feas y aun así consiguen atraer a los hombres, animado por el alcohol y la calentura tomé la decisión de salir por primera vez a la calle vestido de mujer.
Apagué la luz y silenciosamente salí de mi casa, cerré la puerta con llave y caminé lentamente hacia la esquina más cercana… Eran aproximadamente las dos de la noche y aunque era viernes no había gente a la vista, más tranquilo caminé varias cuadras disfrutando de la maravillosa sensación de estar vestido de mujer en la calle por primera vez, al llegar a la siguiente calle vi que dos hombres venían caminando… Me puse algo nervioso pero pude notar que venían borrachos y seguí caminando, cuando pasaban a mi lado me dijeron: buenas noches "señora"… Yo forzando la voz contesté igualmente buenas noches y seguí caminando; cuando llegué a la esquina di vuelta a la izquierda pensando con entusiasmo que me habían confundido con una mujer.
Había pasado con éxito la primera prueba eso me dio más confianza y decidí seguir caminando, unas cuadras más adelante llegué a la zona roja de la ciudad y cuando pasé frente a un putero un grupo de hombres al verme comenzaron a decirme cosas como: "adiós mamacita", "por qué tan solita mamita", "cuanto cobras", "vamos al hotel a coger mamita".
Sus palabras me pusieron muy cachonda… Pero aún tenía miedo de que me fueran a agredir si descubrían que yo era un hombre vestido de mujer, así que decidí regresar a mi casa; cuando llegué excitado por mi primera salida me masturbe metiendo un consolador en mi culo y me vine abundantemente… A partir de esa noche salía de mi casa una vez por semana a pasear por las calles siempre vestido completamente de mujer y en algunas ocasiones algún hombre me había tratado de coger, pero siempre tuve miedo de ser golpeado y nunca me atreví a dar el paso definitivo y dejar que me cogieran.
Así transcurrieron varios años hasta que llegó una crisis económica y el trabajo en mi ciudad natal escaseó y por necesidad tuve que emigrar a la ciudad de México. Aquí puede conseguir un trabajo aunque el sueldo era muy bajo me bastaba para vivir, conseguí rentar un cuarto con el mínimo de mobiliario: una cama, un pequeño closet y una mesita de noche, pegado a la única puerta del cuarto había un espejo.
El edificio era de cuatro pisos y en cada uno de ellos había 10 cuartos y tres baños con una pequeña cocina en cada piso, como tenía que compartir los tres baños con los inquilinos del tercer piso era realmente incómodo ir al baño pues cada vez que tenía necesidad de ir al baño tenía que salir de mi cuarto cerrando siempre con llave para evitar robos, tenía que llevar mi papel de baño pues si dejabas cualquier cosa como jabón, papel o algo siempre se lo robaban.
Otro inconveniente era que la única ventana del cuarto daba al pasillo por donde todos pasaban para entrar, salir o ir al baño, como el cuarto no tenía cortinas decidí pintar los vidrios con pintura blanca para poder tener un poco de intimidad, confiado en que con la ventana pintada y la puerta cerrada nadie podía verme todas las noches al llegar a mi cuarto iba al baño y me daba una ducha, después en la intimidad de mi cuarto me aplicaba crema hidratante en todo el cuerpo poniendo especial interés en mi culo y nalgas; trataba siempre de estar depilado de las rodillas hacia arriba pues cuando iba a bañarme usaba un short y no quería que mis vecinos vieran mis piernas sin vellos y se dieran cuenta de mis gustos.
Todos los cuartos estaban ocupados por hombres las únicas mujeres dentro del edificio eran dos señoras que se ocupaban de la limpieza de los baños, cocinas y pasillos y la administradora que se encargaba de cobrar la renta, las tres mujeres se retiraban a sus respectivas casas a las 5 de la tarde.
Yo no traté de hacer amistad con mis vecinos pues desde que llegué a la ciudad de México los pocos amigos que hice siempre terminaron pidiéndome dinero prestado y ninguno de ellos me pagó así que para evitarme problemas solo me limitaba a saludar a cualquier vecino que se cruzaba en mi camino.
Todas las noches después de bañarme me aplicaba crema y después sacaba de una maleta unas zapatillas de tacón alto sin talón, solo de meter el pie me ponía algún par de medias transparentes con liga y encaje en la parte superior, después me ponía un brassier con algo de relleno pues mis pechos son muy pequeños a pesar de que llevo algún tiempo tomando píldoras anticonceptivas no me han crecido mucho, después me ponía alguna pantaleta jalando mis huevos y mi verga hacia atrás para que quedaran oprimidos entre la ajustada pantaleta y mis nalgas, después me ponía una bata de mujer y así vestido me ponía ante el espejo y me peinaba y me maquillaba levemente solo con algo de rubor, sombra de ojos y labios rojos… Confiando en que la pintura en los vidrios de la ventana y la puerta cerrada de mi cuarto impedían ver hacia dentro cada noche me vestía de mujer y acostado en mi cama veía algún vídeo de travestis y transexuales siendo culeadas que bajaba por internet a mi teléfono y me masturbaba solo que ahora ya no usaba consoladores pues al venir a México tuve que tirarlos a la basura, pues no quise que los descubrieran al revisar mis maletas en el aeropuerto, además ahora al usar un baño compartido no podía lavarme el culo por dentro.
Así transcurrió casi un año, noche tras noche me vestía de mujer en la intimidad de mi cuarto y viendo vídeos porno siempre fantaseando que yo era una bella tranny siendo culeada por algún macho vergudo.
Seguí rehuyendo a mis vecinos limitándome solo al saludo, sin embargo había un señor como de 60 años que ocupaba un cuarto próximo al mío y que pasaba delante de mi puerta para ir al baño o para entrar o salir además de que él iba constantemente a la cocina así que muy a menudo pasaba frente a mi cuarto.
Éste señor comenzó a tratar de hacer amistad conmigo pero después de mis amargas experiencias yo no tenía interés en hacer amistad con nadie, sin embargo el señor cada que nos cruzábamos en el pasillo o en la calle siempre trató de hacerme plática, yo tenía por costumbre al salir del trabajo cada sábado comer en un mercado cercano antes de regresar a mi cuarto… Pues un sábado como de costumbre estaba yo comiendo en el mercado cuando pasó por ahí mi vecino, al verme se acercó y se sentó en la mesa donde yo estaba saludándome muy amable, pidió a la mesera un caldo de pescado igual al que yo estaba comiendo y una cerveza igual que yo.
Mientras comíamos comenzamos a platicar de cosas comunes como el trabajo, política, deportes y cosas sin importancia, cuando terminamos de comer pedimos la cuenta y cuando quise pagar mi parte él insistió en pagar todo diciendo que él me invitaba.
Salimos del mercado y caminamos hacia nuestro edificio, en el trayecto me dijo que me invitaba a tomar alguna copa en un bar cercano pero le dije que no gracias, pero él insistió hasta que por fin acepté sin mucho entusiasmo.
Ya en el bar pedimos unas cervezas y cuando la mesera se retiró después de servirnos el señor me dijo que la mesera estaba muy buena y que tenía muchas ganas de coger, me dijo que había estado casado pero que se había divorciado y tenía varios años viviendo solo ya que no quería volver a vivir con alguna mujer pues eran muy complicadas… Sin embargo últimamente andaba muy caliente y tenía muchas ganas de meterle la verga a "alguien", así dijo.
Me preguntó si yo tenía esposa y le dije que igual que él era divorciado y que no tenía interés en casarme otra vez, me dijo que estaba totalmente de acuerdo conmigo, pues las mujeres son muy complicadas, en cuanto sales con una la primera vez ya quieren que les pongas casa y tienes que pedirle permiso para todo… Así que para él estaba totalmente descartado vivir con una mujer como pareja.
Después de varias cervezas nos retiramos y aunque el insistió en pagar la cuenta logré convencerlo de que pagáramos cada uno la mitad, de camino a nuestro domicilio al cruzar una calle me tomó de la cintura y cuando llegamos a la acera retiró su mano, así que no di mayor importancia pero al llegar a la siguiente calle hizo lo mismo repitiendo la cosa cada vez que cruzábamos una calle y la verdad es que no me molestaba ese gesto… Me agradó
Por fin llegamos al edificio y nos despedimos, ya una vez dentro de mi cuarto mientras me desnudaba para bañarme pensé en la actitud de mi vecino y en que yo no había rechazado sus intentos de tomarme de la cintura, después del baño repetí mi ritual de vestirme de mujer y esa noche me masturbe pensando que mi vecino me cogía.
A partir de ese día todos los sábados comíamos juntos en el mercado y después íbamos al bar a tomar algunas cervezas y siempre insistió en que tenía muchas ganas de cogerse a "alguien"… Y cada vez que salíamos del bar me tomaba de la cintura y al notar que yo no me oponía ya no retiraba su mano solamente soltaba mi cintura cuando había gente cerca, Una noche mientras caminábamos hacia nuestro edificio me preguntó si pensaba conseguir una mujer; le comenté que igual que él yo estaba decepcionado con mi matrimonio fracasado; entonces me preguntó si no me ponía caliente y deseaba coger con "alguien".
Contesté que si… Que realmente deseaba tener sexo con "alguien" pero no tenía suerte con las mujeres, entonces me preguntó si me gustaría coger con otro hombre… De momento me sorprendió un poco su pregunta y dudando le respondí que si había fantaseado un poco con la idea de coger con un hombre.
Mi respuesta hizo que me dijera directamente que él sospechaba que a mí me gustaba vestirme de mujer… Lógicamente me sorprendió y le pregunté por qué pensaba eso y me respondió:
– Mira vecino… Una noche mientras iba al baño al pasar frente a tu cuarto pude ver tu sombra en la ventana mientras te peinabas… Hubiera seguido mi camino pero al ponerte de perfil tu sombra en la ventana parecía la sombra de una mujer pues parecía que tenías chiches, entré al baño pensando que sólo lo había imaginado y lo olvidé por el momento, sin embargo días después se repitió casi lo mismo solo que esta vez al ver tu sombra mientras te peinabas me quedé parado en el pasillo y saqué mi teléfono para fingir que estaba buscando mejor recepción por si alguien pasaba, está ocasión pude ver claramente cómo te ponías un brassier y entonces estuve seguro de que no me había equivocado la primera vez que vi tu sombra en la ventana.
– Ay qué pena vecino… Que has de pensar de mí.
– Mira la verdad es que saber que te vistes de mujer me despertó mucho morbo y a partir de ahí comencé a salir al pasillo con la excusa de encontrar mejor señal para el teléfono esperando que comenzaras a vestirte de mujer, incluso comencé a calcular la hora que te bañabas… No sé si recuerdas que algunas veces al salir después de bañarte me viste parado en el pasillo con el teléfono en la mano.
– Si… Recuerdo haberte visto en el pasillo cuando salía del baño… Qué pena, no sé qué piensas de mí.
– Mira… Como te dije me da mucho morbo imaginarte vestido de mujer, me pongo muy caliente y como te dije tengo un chingo de ganas de coger… Y ahora que ya aceptaste que te gusta vestirte de mujer, creo que la pregunta es si me dejarías cogerte vestido así.
– Pues… La verdad no sé… Nunca me han cogido.
– Mira ya estamos en confianza, total no tenemos nada que perder pues a ninguno de los dos nos conviene que los demás vecinos se enteren… Que te parece si el próximo sábado vamos a un hotel y hacemos la prueba?
Yo realmente no estaba seguro de cómo responder a su propuesta pues aún estaba nervioso de que mi vecino me hubiera descubierto… Pero cuando logré calmarme analicé con calma la situación y aún con algo de miedo respondí:
– Tienes razón… No tenemos nada que perder y a lo mejor nos puede gustar… El próximo sábado hacemos la prueba.
Nos despedimos como de costumbre y seguí con mi ritual diario de bañarme por la noche mientras me peinaba frente al espejo y me ponía el brassier me ponía bien cachonda saber que mi vecino estaba al otro lado de la puerta pendiente de mi sombra en la ventana, me masturbaba con pasión y vestido de mujer me dormía pensando en si había cometido un error al aceptar la propuesta de mi vecino.
Por fin llegó el sábado… Yo había guardado en mi mochila mis zapatillas blancas, unas medias transparentes color humo, un brassier negro con relleno, una pantaleta también negra y una minifalda de olanes con una blusa de tirantes color rosa, un lápiz labial y sombra para ojos. Nervioso esperé a mi vecino en el mercado y cuando llegó nos saludamos de lo más normal y comimos.
De ahí nos dirigimos al centro en el metro, y buscamos un hotel cuando entramos a un hotel muy discreto mi vecino asumió de inmediato el papel de macho y se encargó de pedir el cuarto, condones y pagar.
Cuando entramos al cuarto mientras yo dejaba la mochila sobre la cama, el cerró la puerta y colocándose detrás de mí y me hizo girar hasta que quedé frente a él y sobando mis nalgas sobre el pantalón me besó… Entonces me dijo:
– Ahora sí… Ve al baño a prepararte… Aquí te espero.
Sin decir nada y con algo de pena pues nunca me había besado ningún hombre fui al baño con mi mochila, afortunadamente el baño tenía un bidet y temblando de emoción me desvestí y me senté en el bidet para lavarme la cola por dentro, cuando me sentí limpia entré a la regadera y me dí un baño, salí me sequé y apliqué crema hidratante en todo mi cuerpo especialmente en el culo y nalgas, entonces me puse las medias y las zapatillas, después la pantaleta y el brassier, después la falda y la blusa, me peiné lo más femenina posible y me pinté los labios y puse un poco de sombra azul en mis párpados… Revisé mi aspecto en el espejo y por fin nervioso salí del baño.
– Mi vecino estaba acostado en la cama completamente desnudo con su verga bien parada viendo pornografía en la televisión, cuando me vio se levantó y vino hacia mí y me hizo dar una vuelta para verme completo… Finalmente dijo:
– Te ves muy buena… No sé cómo llamarte… Pues vestido así ni modo que diga vecino.
– De veras crees que me veo buena?… O solo lo dices para hacerme sentir bien.
– En serio que si pareces mujer… Si tuvieras el cabello largo te verías mejor… Hasta tienes bonitas piernas, si te quitaras los pelos de las rodillas para abajo te verías más sabrosa.
– Si quieres me depilo las piernas completas, y me gustaría que me pusieras el nombre que tú decidas.
– Pues así vestida me gustaría llamarte… Mónica… Que te parece?… Te gustaría que cuando estés conmigo vestido de mujer te llame Mónica?
– Sí… Me gustaría ser Mónica solo para ti.
Me abrazó y comenzó a besarme yo respondí entusiasmada… Por primera vez me besó un hombre, pasé mis brazos por su espalda mientras el comenzó a sobar mis nalgas por encima de la faldita, recorrí con mis manos su espalda desnuda besándole con mucha pasión pues sus manoseos y besos me estaban poniendo cachondo… O más bien dicho cachonda, pues ya no había vuelta atrás… Para mi hombre tenía que asumir mi papel de mujer.
Cuando metió sus manos bajo la falda de debajo de la pantaleta pude por fin, después de tantos años sentir las manos de un hombre sobre la piel de mis nalgas, segundos después con sus dos manos separó los cachetes de mis nalgas y comenzó a recorrer el canal hasta que encontró mi hoyito… Casi me desmayo de gusto al sentir un dedo tocando la entrada de mi culito, me había aplicado crema hidratante en mi hoyito y el dedo de mi hombre pudo entrar con facilidad, me encantó sentir su dedo penetrando mi hambriento culito; dejó de besarme y me dijo al oído:
– Te gusta Mónica?
– Ay papacito… Me encanta sentir tu dedo penetrando mi colita.
– Eres virgen?… O ya te han metido la verga Mónica?
– Bueno papi no soy virgen pues allá en mi ciudad natal acostumbré masturbarme analmente con un consolador… Pero nunca me ha cogido ningún hombre… Tú vas a ser el primero en meterme la verga.
– No… En serio?… Pues yo voy a estrenar este rico culito yo te voy a hacer mujercita.
– Ay papacito que rico se siente tu dedito en mi colita, méteme otro dedo para que vayas dilatando mi culo para recibir tu verga papi.
– Quítate los calzones para ver cómo se abre tu culito.
Me quité la pantaleta y me puse en cuatro patas, como perrita ofreciéndole mis nalgas desnudas… Pero me dijo:
– No… mejor me voy a acostar boca arriba y tú te pones empinada encima de mí como para hacer un 69… Quiero que me chupes la verga.
Me acomodé como me dijo encima de él y por primera vez tuve frente a mí una verga de verdad con ansias la tomé en mis manos… Era casi el doble de grande que la mía y más gruesa, la verdad es que era una vergota muy hermosa, mientras mi macho continuó metiendo dos dedos en mi húmedo y caliente culito, entonces dijo:
– Que esperas?… Chúpame la verga Mónica.
– Es que nunca he mamado una verga… Y estoy admirando la tuya… Es muy grande y preciosa.
– Pues esto se está poniendo mejor… Mónica no solo te voy a estrenar el culo, también voy a estrenar tu boquita mamacita… Empieza a mamar.
– Aunque jamás había probado una verga había visto muchos vídeos de travestis mamando, solo tenía que hacer lo mismo… Abrí la boca y metí la punta de la verga de mi primer hombre y con mi lengua recorrí la cabeza… Tenía un sabor ácido pero no era desagradable me deleité chupando y lamiendo tan sabroso manjar, recorría con mi lengua desde la punta hasta los huevos… Me sentía muy cachonda la imagen del espejo me gustaba mucho, verme con la falda enrollada en mi cintura y mis piernas enfundadas en las medias y abiertas, empinada sobre mi hombre, recibiendo los dedos de mi macho en mi culo… era una imagen muy erótica.
Seguí mamando gustosa a cada minuto me sentía más mujer, me ponía más cachonda oír a mi macho disfrutando de mis mamadas… Después de unos minutos me dijo:
– Ya estás lista Mónica… Ponte cómo perrita porque quiero cogerte empinada.
Saqué su deliciosa vergota de mi boca y obedeciendo a mi hombre me puse en cuatro patas levantando el culo para facilitar la entrada de mi hoyito a mi hombre, después de ponerse un condón me tomó de las caderas, sentí su verga apoyada contra mi culo y con mis manos separé los cachetes de mis nalgas.
Despacio pero con firmeza mi vecino comenzó a clavarme la verga, mi saliva que había dejado con mis mamadas a lo largo de su verga y la crema que tenía dentro de mi culito sirvió como lubricante… Cuando entró la cabeza de la verga sentí un ligero dolor, pero aguanté pues estaba decidida a soportar cualquier cosa con tal de que mi macho me hiciera mujer… Mi verga estaba a punto de reventar de excitación, nunca había tenido una erección tan tremenda.
Sentí claramente en mi ano cada centímetro de verga entrando en mi culo, los pliegues de mi cola se estiraban al máximo… Sentía que esa enorme vergota me estaba destrozando el culo, ahora me dolía más pero soporté… Después de esperar tantos años para entregar mi culo a un hombre por fin lo había logrado y el dolor no me iba a detener.
Yo permanecí inmóvil con mi cara hundida en la almohada para ahogar mis jadeos, mis manos estaban crispadas aferradas a las sábanas… Mi culo levantado soportando las arremetidas de mi macho, después de unos minutos que me parecieron eternos mi vecino me dijo:
– Ahora sí Mónica… Ya te metí toda la verga… Te la comiste toda… Hasta los huevos!… Te tengo bien ensartada mamacita… Te duele?
– Sí papi… Me duele… Por favor no te muevas… Deja que mi culo se acostumbre a tu verga… Sólo espera un poco papi.
Se recostó sobre mi espalda y comenzó a besar el cuello y espalda también detrás de las orejas tratando de tranquilizarme mi verga se había reducido al máximo.
Después de unos pocos minutos me preguntó:
– Ya Mónica?… Ya te pasó el dolor?
– Sí papi… ya puedes seguir… Pero cógeme despacio por favor.
Comenzó a cogerme suavemente sacando y metiendo un centímetro o dos, poco a poco fue desapareciendo el dolor en mi cola sin embargo ésa primera vez no sentí ningún placer físico… Más bien durante toda la culeada que me dio sentí una molestia en mi cola, algo parecido a ganas de cagar, la verdad fue desagradable pero decidí soportar hasta que se vino llenando el condón con su leche… Mi verga todo el tiempo estuvo encogida.
La verdad es que no disfruté físicamente de mi primera culeada, sin embargo mentalmente me sentí muy cómoda y segura de mi papel como mujer con ésa primera cogida gané confianza en mí misma para complacer a mi hombre.
Aunque no había logrado tener un orgasmo me había gustado dejarme coger vestido de mujer y toda la semana esperé ansiosa la llegada del sábado.
La segunda vez sucedió casi lo mismo, también en ésa ocasión mi verga permaneció completamente encogida; nuevamente no pude eyacular mientras me cogía mi vecino pero después solo en mi cuarto me masturbé pensando en las ricas culeadas que había recibido.
El tercer sábado mi macho me dijo que nos bajaríamos del metro una estación antes de la de costumbre, algo que había aprendido en esas dos vistas al hotel fue que debía obedecer a mi hombre pues el era el macho dominante y yo la mujercita obediente y sumisa.
Caminamos rumbo al hotel y unas cuadras después nos detuvimos frente a una gran tienda de pelucas, parados frente al escaparate me preguntó:
– Cual peluca te gusta?
La verdad es que había tantas pelucas de diferentes colores y estilos que no sabía cuál escoger, finalmente me decidí por una estilo Cleopatra de color café con rayitos más claros algunos de ellos blancos, parecían canas, pensé que era la adecuada para mi pues vestido de mujer yo parecía una mujer madura… Se la señalé y me dijo:
– Espera aquí… No tardo.
Después de unos minutos salió de la tienda con una bolsa en la mano y seguimos nuestro camino al hotel, cuando estábamos ya en el cuarto me dio la bolsa y me dijo:
– Ten Mónica, un regalo para ti… Ahora ponte bonita para mí.
Después del ritual de siempre, baño, cremas, ropa, etc. Me esmeré con mi maquillaje, esta vez me puse base natural, rubor, sombra azul en los párpados, rímel y pestañas postizas, finalicé con lápiz labial rojo, mucho perfume Anaïs y por último mi nueva peluca, salí del baño muy contenta para encontrar a mi hombre desnudo en la cama con su vergota bien parada esperándome para darme otra rica cogida.
Así continuamos con cada culeada yo ganaba más y más confianza cada vez me sentía más mujer hasta que en la quinta visita al hotel sucedió lo más maravilloso que me ha pasado en la vida… ¡Tuve mi primer orgasmo!… Recuerdo que mi hombre me tenía bien ensartada yo estaba sentada sobre él, con mi espalda apoyada en su pecho… Él había pasado sus antebrazos debajo de mis piernas y subía y bajaba mi cuerpo para hacer que mi culo recorriera toda la longitud de su vergota mientras me la sacaba y metía despacio, mi verga parecía un hilacho sacudiéndose de arriba abajo al compás de la culeada.
Yo estaba absorta viendo mi imagen en el espejo mientras me cogía, cuando noté que mi verga se iba enderezando poco a poco hasta que la tuve completamente parada…! por fin había logrado una erección mientras me cogían!… Ahora completamente cachonda le pedí a mi macho que me cogiera con más ganas.
– ¡Cógeme más fuerte papacito!… ¡Méteme toda la verga mi amor!… ¡Quiero sentir toda tu verga dentro de mi culo!… ¡Ay que rico me estás cogiendo papi!
Así… bien culeada tuve mi primer orgasmo mi verga comenzó a lanzar chorros de leche que sobre mi estómago y mis piernas, instintivamente apreté mi ano presionando la verga de mi macho quien aceleró sus embestidas y se vacío en mi culo llenando el condón con sus mocos.
Quedé completamente desmadejada sobre él con mis piernas abiertas y con su vergota aún tiesa dentro de mi culo, cuando recuperé el aliento le dije:
– Ay papacito… que rico me cogiste… Me encantó…
Mientras me acariciaba sobando mis chichitas debajo de mi brassier y recuperaba el aliento me dijo:
– Ahora sí Mónica… Ya eres toda una mujer.
Cuando su verga perdió dureza y salió de mi abierto culo me bajé de él y le quité el condón lleno de leche se la limpie completamente con mi boca y lengua, finalmente me acosté junto a él y besándole agradecida le dije:
– La próxima vez quiero que me cojas sin condón… Quiero sentir tu leche dentro de mi culo mi amor.
Ya se habían roto todas mis barreras mentales, gracias a mi primer orgasmo anal había descubierto un mundo nuevo… Ahora que había disfrutado plenamente con una verga destrozando mi culito me sentía completa ya era yo una auténtica travesti come-vergas… Estuve seguro desde ese momento que no podría vivir sin un macho que me cogiera.
De ahí en adelante me liberé completamente y me comportaba como una auténtica puta en la cama, perdí todas mis inhibiciones y cada sábado le pedía a mi hombre que me cogiera con más fuerza me encanta que me someta, que me domine, y por encima de todo adoro que me meta la verga… Mi culo se ha adaptado perfectamente a su vergota.
Espero los sábados con ansias, pues con su vergota ensartada en mi culo puedo dar rienda suelta a mi verdadero yo, todos los sábados soy Mónica; una puta hambrienta de verga pidiendo a su macho más y más. Cuando tengo la verga de mi macho clavada hasta el fondo de mi culito no puedo evitar demostrar cuanto me gusta, cuando me tiene empinada en cuatro patas y bien ensartada le digo:
– ¡Cógeme más fuerte papacito!… ¡méteme la verga hasta el fondo!… ¡rómpeme el culo papito!… ¡me encanta la verga papacito!… ¡trátame como una puta!… ¡me encanta ser tu puta papacito!… ¡Quiero que me llenes el culo de leche!… Y todo ese tipo de cosas para enardecerlo y hacer que me coja con más ganas.
Llevamos catorce meses con nuestra relación y yo disfruto mucho cada sábado cuando mi amante me somete en la cama, cada sábado me siento más mujer y cada día soy más Mónica… Detesto usar ropa de hombre de lunes a sábado y fingir que soy un tipo normal, sólo me siento completa cuando me visto de mujer y mi vecino mete su deliciosa vergota en mi culo y me coge, a menudo deseo que me lleve a algún lugar donde podamos vivir juntos como pareja… Me gustaría estar siempre vestido de mujer… Lavar y planchar su ropa, preparar su comida, hacer el aseo de nuestra casa cómo toda una mujercita…
Pero él desde el principio dejó muy claro que prefiere vivir solo, sin compromisos y obligaciones así que no quiero presionarlo por temor a perderlo; me limito a disfrutar de las ricas culeadas que me da cada sábado.
No hago planes para el futuro, pues si algo he aprendido en más de cincuenta años de experiencia es que la vida es una mierda, pues pocas veces o nunca te concederá lo que deseas; parece que el destino se empeña en joder a la gente como yo… Mi esperanza hacia el futuro se limita al próximo sábado cuando podré tener la vergota de mi amante ensartada en mi culo gozando de las ricas culeadas que me da, no sé cuánto va a durar nuestra deliciosa relación… Sólo sé que voy a aprovechar hasta el último momento y gozar mientras dure.
Me mantengo alejada de la gente, pues es la gente quien ha hecho de mi vida tan difícil; la gente que pide prestado dinero, que nunca te paga y que además se ofende si les cobras, es la gente que vive de asaltar a los demás, la gente que asesina, secuestra, tortura, te empuja en el metro o en la calle, es la especie humana quien ha hecho de este mundo un infierno… Gente que desprecia y maltrata a nosotros los travestis… Vivimos encerrados tras las rejas por temor a que nos roben y maten, no ponemos rejas en nuestra casa por temor a los animales, tenemos miedo de gente que son seres humanos como nosotros.
Mi vida actual se limita a esperar con ansias el próximo sábado para sentirme viva y segura en brazos de mi macho.
Mónica, Ciudad de México julio de 2018.