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El permiso de Camila
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Como les conté en mi primer relato, mi esposa (Camila) y yo siempre aguantábamos las ganas a modo de juego para follar con más ganas cuando se diera la ocasión.

Hubo una época en la que el trabajo nos dejaba exhaustos y la rutina de hizo tan agobiante que me llamó la atención la idea de buscar en la Internet algunas putas de alto nivel, siempre me han encantado las mujeres morenas o de piel completamente negra, así que empecé a buscar ese tipo de mujeres.

Guardé varios contactos y así pasaron unos días, pero por error no borré el historial del celular y mi esposa una noche encontró que había visitado varias páginas de agencias de escort, eso la destrozó, rompió en llanto, fue una discusión de horas. Pasaron los días y todo volvió a la normalidad, ya que sólo había cometido el desliz de buscar.

Semanas después, antes de salir a trabajar, Camila me dice:

– He estado pensando mucho en tus ganas y que eso te llevo a buscar putas, tal vez yo no te doy la plena satisfacción.

– No amor, no digas eso, fue producto de la rutina y quería despejar la mente pero no pasó de ahí.

– Si es lo que necesitas, quiero que lo hagas, aunque me duela.

– No entiendo.

– Si buscaste chicas es porque deseas coger con otra, hazlo, pero no me digas cuándo, te amo.

Ella me dio un beso y cada uno se fue para su respectivo trabajo, yo estaba desconcertado, no podía creerlo, además Camila lo dijo con tanta calma que recordarla dándome un "permiso" me produjo una erección mientras iba en el bus y como me sentía muy cargado de leche decidí consentirme la verga al llegar a la empresa.

No me pude concentrar durante todo el día en el trabajo, me rondaba la idea, eran las 3 pm y como ya había adelantado bastante trabajo, mi jefe me dijo que podía salir a las 4, dos horas antes de los normal, así que eso fue como una oportunidad y lo hice.

En esos días anteriores que había buscado escort vip, me había interesado en Carla, en sus fotos se veía una mujer de piel negra, senos operados grandes, una cola natural extraordinaria y varios videos haciendo ejercicio en el gimnasio, no mostraba su rostro obviamente, en su biografía decía que tenía 24 años y era de la ciudad de Cali, Colombia.

Le escribí al Whatsapp y me respondió a los 5 minutos, me dijo que estaba disponible a las 4, concretamos el motel y me dijo que apenas entrara allí le indicara el número para poder reportarse en recepción.

Sentía un poco de nervios porque jamás había pagado por tener sexo, jamás le había sido infiel a mi esposa después de 6 años de noviazgo y 3 años de matrimonio, pero recordar las palabras de Camila me excitaron y allí estaba, a punto de conocer el pecado.

A los 10 minutos de indicarle el número de la habitación, sonó el teléfono y dije que la dejaran pasar.

Cuándo Carla tocó a la puerta y abrí fue indescriptible. La presencia de Carla me afirmaba que sí era la de las fotos, tenía una cara hermosa, una sonrisa muy bella y su olor era delicioso, traía un jean azul que apretaban sus nalgas redondas y tonificada, una chaqueta de cuero y unos tacones rojos. Hablamos durante unos 10 minutos, le pedí una botella de agua que ella me solicitó y de paso pedí una caja de condones.

Seguimos hablando mientras ella entró al baño para cambiarse.

Al verla salir no sabía si iba poder con tanta carne tentadora, tenía ropa interior deportiva Calvin Klein de color blanco, que contrastaba perfecto con su piel, unos muslos grandes, y olvidé decirlo, los labios de su boca eran dignos de una diosa de ébano. En este momento llegó la orden de la botella de agua y la caja de condones. Me disponía a dejar eso en una de las mesas de noche y ella se acercó, me dijo que no solía tener clientes de mi edad y tan simpáticos, me besó salvajemente y de inmediato se arrodilló, me sacó la polla, me dijo que solía poner condón a sus clientes para todo pero que veía que yo tenía muy buena higiene, entonces comenzó a chupármela como si no existiera el mañana sin ponerme condón. Me la chupaba con muchas ganas y con una mano me cogía los testículos, lo metía todo en su boca, era adicta a la verga y yo ya estaba dispuesta a acceder sin miedo al permiso de Camila.

Acosté a Camila en la cama y saqué sus senos del top que tenía empecé a besarlos con pasión mientras la tocaba suavemente con mis manos por todo su cuerpo, cuando llegué a su conchita noté que estaba mojada, metí un dedo y al sacarlo su flujo de deslizaba pegajoso entre mis dedos.

Carla me dijo:

-Chúpame la cuca Daniel, es toda tuya.

– Y no sabes lo que te espera, mi puta.

Le metía una y otra vez mi lengua en la vagina, succionaba su clítoris metía de vez en cuando dos y hasta 3 dedos. Después de unos 15 minutos de hacerla gozar, ella misma cogió la caja de condones, me acosté ella, me puso el condón con su boca y empezó a cabalgar, sentada en mi polla. No se imaginan lo excitado que estaba, mientras recordaba el dicho que tenemos aquí, "el que no come negra, no va al cielo", y sentí que era totalmente cierto, tener a esa bella mujer de piel negra sobre mí y sentir como sus nalgas chocaban con mis testículos era estar en el paraíso.

Luego la puse en cuatro.

Ella gemía como toda una zorra:

– ¡Ah, ah, si papi, dame duro, así, así, soy tu putita, qué rico corazón!

Yo estaba tan arrecho, sentía tanta fuerza en mí, la alcé, la ubiqué en el mesón del lavamanos, le abrí las piernas y empecé a clavarla, una y otra vez, cada penetrada sonaba como un fuerte aplauso y Carla me decía que no parara, yo ya tenía ganas de venirme, lo que importa muchas veces no es el tiempo sino la calidad del sexo, llevábamos unos 20 minutos culeando después de haberle hecho sexo oral, traté de pensar en otra cosa para no eyacular, a veces fallo en el intento, pero logré sentir sus muslos temblar mientras ella mojaba mis testículos con su orgasmo, habíamos tenido tanta conexión cuando hablamos que por un momento ambos sentimos que no era un rato puta-cliente, sino que éramos amigos que necesitaban calmar sus ganas.

Ella me abrazó mientras sus muslos fuertes seguían temblando y nos volvimos a besar apasionadamente.

Luego me susurró al oído:

– Quiero que te vengas sobre mis tetas.

– Tus deseos son órdenes

Se arrodilló, su sonrisa pícara mientras agarraba sus senos para recibir todo mi semen me tenían impresionado.

Tomé mi trozo y empecé a masturbarme para rematar, el primer chorro cayó en su cara,

Seguidos de varios en sus senos, ella parecía una niña en parque de diversiones, se masajeaba los senos con mi leche y saboreaba mi semen.

La había contratado durante hora y media, así que luego nos metimos a la ducha juntos, nos llenamos de jabón y tuvimos sexo mientras el agua caía sobre nosotros, aún tengo facilidad para recuperarme pronto después de una eyaculación.

Nos cambiamos, hablamos un rato más, sobre el trabajo, la relación con mi esposa, las cosas que nos gusta hacer, entre otras cosas y prometimos volver a vernos.

Al llegar a casa, sucedió algo inesperado, pero eso se los contaré en el próximo relato.

Un saludo para todos.

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