Veía todas las tardes a aquella joven pareja en el parque. No tendrían más de dieciocho años y se veían muy enamorados. Siempre los observaba abrazados en algún banco y dándose besos. Damián pensaba que eran muy afortunados, especialmente el muchacho, por tener una novia tan bonita y cariñosa.
Damián bajaba todas las tardes al parque. Le gustaba observar a la gente, los niños jugando, las madres detrás de ellos luchando por darles la merienda a sus pequeños, algunas parejas de jóvenes iniciándose en el bello acto de los primeros y besos y sensaciones. Las horas iban avanzando y esos muchachos siempre eran los últimos en irse. Damián desde la ventana de su casa podía observarlos. Era testigo mudo de los avances que daba esa relación. Primero eran solo besos y abrazos inocentes, después esos abrazos inocentes se convirtieron en abrazos profundos en los cuales los jóvenes descubrían la sensación de tener otro cuerpo pegado al suyo.
Cierto día Damián pudo observar como el muchacho introducía sus manos por debajo de la camiseta de su novia y acariciaba sus pechos. Nervioso no podía apartar la vista de la cara de ella, sus ojos semicerrados y su boca entreabierta delataba que aquello le estaba gustando. Damián no pudo evitar excitarse imaginando como serían los pechos de aquella chica. Otra tarde los vio escondiéndose tras un árbol y desde su ventana pudo ser testigo de cómo aquella muchacha desabrochaba el pantalón de su novio y lo masturbaba. Ella miraba en todas direcciones con miedo de ser descubierta. Damián pensaba que la pobre no estaría disfrutando tranquilamente de aquella caricia que le daba a su chico.
La visión de aquello le provocó una sensación de muchísimo morbo y curiosidad. Nunca había imaginado que a sus sesenta y ocho años, una muchacha que podría ser su nieta, le iba a producir esa sensación. Avergonzado, se masturbó al acostarse pensando en esa jovencita.
Estuvo varios días pensando en aquella idea que le rondaba la cabeza. En cierto modo le avergonzaba hacerlo y temía que aquellos muchachos se sintieran ofendidos por su propuesta. Aquella tarde estaba decidido a dar el paso. Desde la ventana los vio sentados en el parque y decidió bajar. A medida que se iba acercando su nerviosismo fue en aumento. Estaba a escasos metros cuando la mirada de ella se dirigió a él.
-Buenas tardes pareja, que tal estáis?
-Bien… -los dos respondieron casi al instante mirándose uno al otro. Con la mirada se preguntaban qué quería ese señor.
-Perdonar que os moleste un momento. Yo me llamo Damián y vivo ahí enfrente -señaló con su dedo la ventana de su casa- muchas veces os veo aquí y es muy hermoso ver como os queréis. Porque os queréis mucho verdad?
-Sí, claro… -se miraron entre ellos sonriendo. Aquel señor parecía muy amable y su voz delataba que era buena persona.
-Supongo que por vuestra edad aún vivís cada uno con vuestros padres, verdad? -ellos asintieron- es normal. Sé que es un fastidio no poder estar en un sitio más acogedor y sin pasar frío y por eso quería haceros una invitación que me gustaría que aceptarais.
-Que proposición? -dijo el muchacho mirando a su novia y después a ese señor.
-Me gustaría ofreceros mi casa…
-Su casa? -esta vez fue la joven quien hizo la pregunta asombrada.
-Así es, yo vivo solo y me gustaría ofreceros mi casa para que no tengáis que estar aquí en el parque pasando frío para poder estar juntos.
-Pero tendríamos que pagarle algo como si fuera un hostal?
-No, no… será totalmente gratis. Simplemente a cambio os pediría que me dejarais ver como os queréis.
-Vernos?… -los muchachos sintieron vergüenza al pensar en esa situación.
-Si, pero tranquilos, yo estaría sentado en un rincón de la habitación y prácticamente ni os daréis cuenta que este allí.
Ellos se miraron con una mezcla de vergüenza y como preguntándole al otro con la mirada que opinaba de lo que les acababa de ofrecer ese señor. Damián se dio cuenta que necesitarían hablarlo.
-No os preocupéis. Mirar, el portal de mi casa es ese y el piso es el segundo. Lo pensáis y mañana si queréis me llamáis en el telefonillo y ya os abro. Vale?
-Vale, mañana le diremos que decidimos.
-Hasta mañana pareja -Damián se alejó feliz de haber logrado dar ese paso de realizarles esa propuesta.
Para Damián aquellas horas se le hicieron interminables. Por la noche volvió a pensar en aquella pareja de adolescentes. Se imaginó cómo sería aquella chiquilla desnuda. Volvió a masturbarse pensando en ella.
Por fin había llegado la tarde. El día anterior había hablado con esos jóvenes y estaba muy nervioso e impaciente por saber que habían decidido. Se asomó a la ventana muchas veces con la esperanza de verlos y desconcertado veía aquel banco del parque vacío. Se temió que se hubieran enfadado por recibir aquella propuesta. Avergonzado comprobó que tenía miedo de no volver a verlos aunque fuera en la distancia. Eran las siete y volvió a asomarse a la ventana. Comenzaba a reprocharse el haber bajado la tarde anterior y decirles aquello. De pronto el sonido del timbre lo devolvió a la realidad. Serían ellos? Se apuró en acercarse a la cocina y coger el telefonillo. Su voz sonó nerviosa al preguntar quién era.
-Damián, somos nosotros… -era la voz del muchacho- nos abre?
-Subir… -su corazón comenzó a latir como hacía muchos años que no lo hacía.
Les abrió la puerta y allí los vio acercarse. No pudo evitar mirar disimuladamente de arriba a abajo a la chiquilla. Estaba muy guapa con aquel vestido azul. Ellos se acercaron a la puerta y parecían dos corderillos asustados. Los mandó pasar e intentó tranquilizarlos. Intentando hacerlos sentir cómodos les propuso tomar unos refrescos en el salón y así relajarse un poco.
Ellos le dijeron que se llamaban Nuria y Carlos y que tenían diecisiete años. Como se había imaginado ambos estudiaban. Damián los observaba en especial a Nuria. Tenía un cuerpo muy bonito y su rostro era aniñado. Hablaban y en ningún momento se soltaban sus manos entrelazadas. Le dijeron que era la primera vez que estarían así en un lugar cómodo juntos. Damián intentaba transmitirles tranquilidad pero él era el primero en estar muy nervioso. Ese nerviosismo de aquel señor les gustó a ellos. Era como una muestra que aquella situación era nueva para los tres.
Después de un rato charlando, Damián les propuso enseñarles la habitación. Al ver la cama grande se miraron entre ellos y se sonrieron. Damián se dio cuenta que la muchacha miraba el sillón de la esquina y miró ruborizada a aquel señor. Sabía que desde ese rincón ese hombre la iba a mirar. Damián se dio cuenta de ese detalle y cruzó su mirada con la de ella y se sintió avergonzado y desvió la mirada. Les dijo que se pusieran cómodos y que se olvidaran que estaba él. Damián los dejó solos unos minutos.
Carlos al sentirse solo con su novia la abrazó y le preguntó qué tal estaba. Nuria le dijo que bien, que estaba muy nerviosa y avergonzada pero que le había gustado como les había tratado ese señor. Carlos besándola le dijo que él también pensaba lo mismo.
-Intentemos olvidarnos que está él -le dijo besándola y llevándola hacia la cama.
Cuando se acercó a la habitación los vio desde la puerta sentados en la cama. En silencio los miraba besarse con pasión. Solo se escuchaba el sonido de sus besos profundos. Aquellos besos los hicieron desear acariciarse. Enseguida las manos del muchacho comenzaron a acariciar los pechos de la joven por encima del vestido. Se notaba que Nuria apenas tenía experiencia pues su cuerpo reaccionaba igualmente a pesar de las caricias torpes de su chico. Suspiraba y gemía al sentirse acariciada. Desde la puerta Damián los observaba…
Carlos desabrochó la cremallera del vestido. Sus manos temblorosas estaban desnudando por primera vez a su novia. Nuria al sentir el vestido deslizarse, instintivamente dirigió la mirada al rincón donde estaba el sillón. Lo vio vacío. Carlos desabrochó el sujetador y desnudó sus pechos. Damián sintió su sexo erguirse de repente al mirar los pechos de aquella jovencita. Eran preciosos. Su tamaño no era demasiado grande pero sus pezones si lo eran. Aquella imagen lo hizo excitarse mucho. Se abrazó a su novio. Este bajó por su cuello hasta besarle los pechos. Cerraba los ojos y gemía. Nuria los abrió al sentir como su novio comenzaba a chupar sus pezones. Lo vio allí de pie en la puerta. Un intenso escalofrío recorrió su espalda al sentir como aquel señor tenía la mirada fija en sus pechos. Gimió excitada. Damián ni siquiera se dio cuenta que estaba siendo observado cuando se acercó al sillón.
Al bajarse el pantalón no era consciente que aquella chiquilla miraba con curiosidad. Damián desnudó su polla y Nuria no podía evitar mirarla. El miraba con fascinación aquellos pechos, ella miraba con vergüenza aquel sexo. Damián no pudo evitar rodear su polla con la mano y comenzar a masturbarse, cuando vio que Carlos le bajaba la braguita a su novia. Un gemido de la joven le hizo mirarla a la cara y se avergonzó al verse descubierto masturbándose. Carlos excitado le hizo el amor. Damián se masturbaba mirando absorto aquel coño joven y hermoso. Nuria excitada gemía al sentir a su novio haciéndole el amor. Sintió mucha vergüenza al abrir los ojos para poder ver de nuevo el sexo de aquel señor. Le llamaba mucho la atención mirar aquella polla. El señor se masturbaba rápido. Comenzaron a temblarle las piernas y asombrada vio salir disparados varios chorros de semen. Nuria se corrió al ver como aquel señor se corría mirándola…
Carlos y Nuria se vistieron mientras Damián se fue a dar una ducha. Estaban felices y sorprendidos por las sensaciones experimentadas. Carlos sentía una extraña sensación al comprobar que le había dado morbo como ese señor miraba a su novia. Al ser un señor tan mayor no le provocaba celos. Su novia jamás se fijaría en un señor tan mayor. Nuria mientras se vestía no podía dejar de pensar en cómo ese señor la miraba. Tampoco podía sacar de su mente la imagen del sexo de ese hombre. Se sentía rara y con reparo terminó de vestirse.
Al día siguiente Nuria se despertó muy nerviosa. Toda la noche había estado pensando en lo ocurrido la tarde anterior. Por primera vez desde que estaba saliendo con Carlos le había mentido. Cuando hablaron por teléfono ella le dijo que tenía que hacer unos recados con su madre. Se duchó y preparó sin dejar de pensar en lo que iba a hacer. Estaba muy nerviosa cuando llegó y llamó al timbre. Estaba a punto de echarse atrás y volver a casa cuando escuchó su voz.
-Quién es?
-Hola soy Nuria -su voz sonaba temblorosa.
-Nuria? Que Nuria?
-La novia de Carlos, ábrame por favor…
El sonido de la puerta se activó y la joven empujó la puerta y subió por las escaleras, temerosa de que alguien la viera. Al llegar al segundo piso lo vio en la puerta esperándolo. Se ruborizó al verlo.
-Que sucede pequeña? Y Carlos? -Damián estaba preocupado por si había ocurrido algo.
-Carlos no sabe que he venido. No pasó nada, solo que… -ella no sabía cómo explicarle el motivo de su inesperada visita- … perdone que este nerviosa.
-Pasa cariño.
La hizo pasar al salón y la invitó a sentarse. Damián no podía evitar pensar en lo bonita que era esa muchacha. Su novio tenía mucha suerte, pensaba. La joven no sabía cómo explicarle lo que sentía y él intentaba ayudarla a que se expresara.
-Cariño, no te sientas un bicho raro. Muchas personas sienten cosas que les hace sentirse raro pero no lo son -aquel hombre le hablaba con ternura y cariño- a mi me costó mucho esfuerzo dar el paso de bajar al parque y deciros lo de venir a mi casa. Ayer me gustó mucho veros, lo reconozco… No pienses mal de mi chiquilla.
-No pienso mal de usted, a mi también me gustó… -enseguida al darse cuenta de que acababa de reconocer lo que le pasaba se ruborizó y calló- … me siento rara.
-Es por eso que has venido esta tarde, verdad? -Damián miró a Nuria y un escalofrío recorrió su cuerpo al ver como la niña asentía con la cabeza- tranquila cariño. Nadie lo sabrá.
-Gracias, es usted muy bueno conmigo -Nuria diciendo eso se abrazó muy nerviosa a ese señor ocultando su cara en el pecho de Damián.
-Nuria yo no veo tu cara, te voy a hacer unas preguntas y responde con la cabeza…
La cabeza de la joven se movió afirmativamente…
-Sé que estás nerviosa pero… Te ha gustado dar el paso de venir sola a mi casa?
Nuria movió la cabeza asintiendo…
-Has venido porque deseas que vuelva a mirarte?
Damián esperó unos segundos y por fin la joven asintió de nuevo.
-Tranquila cariño -Damián le hablaba con ternura al oído de la muchacha- a mi también me gustó mucho verte y sería muy feliz si me permitieras verte desnuda de nuevo. Me dejarás volver a verte cariño?
Damián al sentir como la joven asentía sintió que se excitaba y su cuerpo reaccionaba…