Hace mucho no relato nada, y ¡Vaya que tengo cosas para relatar!
Como ustedes saben, son una mujer voluptuosa, mi cuerpo siempre llama la atención entre los hombres, pero la atención que me gusta recibir es la de hombres maduros (en edad). En mis anteriores relatos, siempre he culeado (tenido sexo) con hombres que conozco: mi profesor, mi vecino, el abuelo de mi amiga, y el señor que arregló algo en mi casa (conocido de la familia). Pero hoy, quiero relatar sobre el DESCONOCIDO en el bus.
Necesitaba viajar a un lugar cercano a mi ciudad, a unas pocas horas de allí. Decidí tomar el autobús y sentarme en las últimas sillas de atrás, (que bueno que el autobús iba casi vacío, de esa manera el conductor no haría tantas paradas). Era de noche, aun así hacía bastante calor; yo llevaba un short muy corto y una blusa de tiras con gran escote, además de mi bolso con el cual me tapaba un poco el cuerpo. Se subió un señor de unos 56 años más o menos, empezó a buscar donde sentarse y cuando me vio se hizo inmediatamente en el asiento a mi lado izquierdo (yo estaba junto a la ventana). En ese momento supe que era un pervertido, pero yo no estaba segura de si quería jugar con él o no.
En los buses aquí en Colombia cuando viajas de noche siempre apagan la luz, noté como justo antes de que eso sucediera, el hombre detalló mi cuerpo de arriba hacia abajo, pero nunca me miró a la cara. Después de pasados unos 15 minutos vi a poca luz que se quitó su chaqueta y la puso encima de sus piernas (eso se me hizo normal al principio, ya que como dije antes hacía mucho calor esa noche).
Pasaron unos minutos más hasta que sentí que el hombre movía su brazo derecho de un lado a otro (como haciendo cierto masaje), y ahí fue cuando me di cuenta que se estaba masturbando; no quise decirle nada porque desde el principio noté que era un pervertido y mi cuerpo lo calentó, por ello no podía culparlo ni cambiarme de asiento. Sentí como movía su brazo: lento – rápido – lento – rápido, hasta que comenzó a jadear.
Yo trataba de mirar por la ventana y distraerme para no oír como se venía aquel maduro, pero era imposible, él se tapó la boca con su chaqueta (tuvo que morderla para amortiguar los sonidos) y después lo vi jadeando tanto que supe que ya se había venido; terminó su cometido y no dijo ni una sola palabra; continuamos el viaje, cuando el hombre se dispuso a entablar una conversación conmigo.
– Hola, ¿cómo te llamas?
– Me llamo Laura, ¿y tú?
– Soy Adrián, ¿De dónde eres?
– De Ibagué.
– Yo igual.
Después de eso solo hablamos de cosas triviales, hasta que en un momento él me dijo que yo era muy bonita, y que se había acercado a mí cuando se subió al bus, porque le gusta estar cerca a mujeres que muestren mucho su cuerpo. Me comentó que había tenido 3 encuentros sexuales en el transporte público y que casi siempre con jóvenes de mi edad (que estuvieran dispuestas) a tener relaciones sexuales con él.
Le dije que me alegraba por él y le pregunté que como hacía cuando ellas pedían un orgasmo, ya que para mí esa es la parte más importante del sexo o del encuentro casi sexual; me dijo que siempre las complacía, y que muchas se comunicaban con él para que les siguiera dando orgasmos. Para mi esta conversación fue muy caliente, ya que a mí estos señores me prenden muchísimo.
Como estábamos en la oscuridad, decidí tocarme a medida que el relataba todo lo que le hacía a las jóvenes “como yo”. Empecé a tocar ligeramente mis senos mientras él me comentaba que a una de ellas la hizo venir con lo que él denomina “succión” que consiste en chupar y succionar sus pezones (sin tocar el clítoris) para llevarlas al orgasmo. A mí nadie me había hecho algo parecido, así que se pueden imaginar mi grado de excitación. Soy muy sensible con mis senos, me encanta que jugueteen con ellos en el acto sexual.
El hombre continuó relatando, pero yo ya estaba sumida en el placer. De pronto me dijo que si yo me atrevía a hacer alguna cosa con él porque me veía muy “contenta”. Normalmente me sentiría ofendida, pero estaba a punto de abrirle mis piernas con tal de que él me diera una “succión”.
Acepté estar a su disposición y me dijo que yo tenía un cuerpo bellísimo, pero que debíamos ser muy discretos. Puso su mano en mi pierna y la subió lentamente hasta llegar a mi entre pierna, donde se entretuvo unos minutos tocándome por encima de mi ropa interior; yo llevaba unas tangas no muy delgadas pero si de encaje, que daban un fácil acceso a mi vagina, la cual se encontraba bastante mojada.
Mientras él me tocaba, yo empecé a pasar mi mano por su pene, que por cierto se encontraba fuera de su pantalón, era de un tamaño considerable y estaba lleno de semen. Al sentir mi vagina mojada, metió dos de sus dedos en ella; eso de inundó de placer. Corrió mi tanga y me dijo que me haría algo que nunca iba a olvidar, yo lo dejé que hiciera lo que él deseara.
Empezó a meter y sacar sus dedos de mi vagina de una forma muy rara, nadie me lo había hecho así, ponía sus dedos en forma de “gancho” y hacía que uno de sus dedos me rozara el clítoris; repitió esto varias veces mientras me decía cosas al oído: “Eres una perrita deliciosa” “Me encantan tus tetas” “Tienes muchísimo jugo, déjame exprimirte bien”. Cuando dijo esta última frase, sentía que estaba a punto de venirme, se lo dije e inmediatamente paró su acción. Se me hizo raro pero no me enojé, entonces me dijo que antes de mi orgasmo debía cabalgarle mucho a él, para que ambos tuviéramos placer al mismo tiempo. Yo acepté y enseguida me hizo quitarme la tanga para sentarme en su pene.
Como dije antes, debíamos ser discretos, por lo que estábamos muy atentos de ver al conductor del bus y a los otros pasajeros (que eran pocos) algunos iban dormidos y otros mirando por la ventana; nuestra ventaja era que íbamos en los últimos asientos de atrás y que aún faltaba mucho tiempo para llegar a nuestro destino.
Guardó mi tanga en su chaqueta, según él “para el recuerdo” yo nunca le doy importancia a esas cosas. Yo abrí las piernas lo más que pude dentro del pequeño espacio de dos asientos, él se acomodó en la mitad de ellos y yo encima de él. Acomodó mi cuerpo sigilosamente para que mi hueco quedara justo encima de su pene, me mojó un poco más y procedió con el acto. Puso sus manos en mis caderas, mientras yo bajaba lentamente sobre su pene, sentí como ese trozo de carne se introdujo lentamente en mi vagina; estaba caliente y muy mojado de semen; llegó hasta el fondo y empezó el mete y saca, su miembro estaba erecto ya que yo le había proporcionado placer mediante una paja y por supuesto mi cuerpo.
De pronto, cuando nos encontrábamos en el acto, el bus paró porque una mujer tenía que bajarse. Rápidamente adoptamos posiciones para que no nos descubrieran, yo miré hacia la ventana y él se hizo el dormido. La mujer bajó y el conductor siguió el trayecto, pero con un pequeño inconveniente para nosotros, y es que no apagó las luces. El hombre y yo quedamos desconcertados, ya que sabíamos cómo continuar, yo estaba cabalgando esa verga y no podía permitir dejar mi trabajo a medias.
Después de unos minutos, y cuando ya nos encontrábamos más cerca a otro pueblo, un joven con una chica (creo que era su novia) se bajaron del bus. En este caso, el conductor apagó nuevamente las luces, y para nuestro alivio, el bus quedó solo con 4 pasajeros, nosotros dos y una señora con su hijo pequeño. Debo admitir que no me siento orgullosa de tener sexo con personas alrededor y menos cuando se trata de niños, pero en casos como estos debo hacer excepciones para complacer mis deseos.
Viendo que teníamos nuevamente el camino libre, aquel hombre no dudó en que continuáramos con nuestro acto, pero esta vez lo haríamos todo más rápido. Él optó por inclinar ambos asientos hacia atrás para que estuviéramos más cómodos. Se acostó en el asiento y me dijo que ahora yo estaría frente a él, viéndolo a los ojos porque quería ver mi estado de placer durante el acto de “succión”; yo estaba fascinada porque era lo que yo más quería. Me moría por llegar a un orgasmo de esta manera.
Me senté en sus piernas, mirándolo fijamente mientras él me sentaba junto a su pene (ya que la idea de la succión, es que ese sea el único factor que me lleve al orgasmo) para que no lo introdujera, pero si lo tocara de vez en cuando. Me quitó el brasier y bajó las tiras de mi blusa; tocó mis tetas, una con cada mano y me dijo: “Son tan grandes que no las puedo abarcar con una sola mano, son las tetas más grandes que he comido en el transporte público” Eso me excitó muchísimo, porque así como él, yo tampoco había experimentado lo que estábamos viviendo.
Pasó de tocarlas a besarlas lentamente, hacía círculos con la lengua alrededor de mis pezones, las besaba y succionaba una y otra vez; su lengua era juguetona y sus manos no se quedaban quietas ni por un momento; noté que quería tocarme la vagina pero se contuvo, para darme placer solo en mis tetas. Me succionó varias veces mientras yo solo podía retorcerme de placer; yo tocaba su pene de vez en cuando, y lo sentía muy duro, tenía miedo de que él se corriera primero que yo.
Empezó a besarme el cuello mientras tocaba mis tetas y les daba pequeños pellizcos; en este punto yo ya me encontraba al borde del placer. Me decía muchas cosas al oído, que al final se convirtieron en sonidos muy vagos cuando empecé a retorcerme sobre su cuerpo y a pedirle que me succionara más porque ya me estaba viniendo. Sentí como el fuego se apoderó de mi cuerpo, y él solo se limitaba a succionarme los pezones mientras me tapaba la boca con su mano, que por cierto tenía restos de semen y de mis jugos vaginales. Me retorcía más y más y él no paraba de succionarme, hasta que me dijo: “Vente para mí, mi amor” después dio una última succión a mis pezones y no aguanté más. Estallé en un inmenso orgasmo, que si no fuera por su mano en mi boca habría alertado a todo el mundo de la situación. Mis jugos corrían por su entrepierna, mojaban el asiento y también un poco su pene que como dije estaba junto a mi vagina.
Entre jadeos, sudor y mucho cansancio, pude recuperar el aliento y sentarme nuevamente en su pene; pero esta vez para asegurarme de que él también tuviera su sesión de placer. Me senté bruscamente en su miembro y sentí como su dureza atravesaba mis paredes vaginales; lo que hizo que se me saliera un pequeño gemido que esperé que nadie escuchara; por suerte nadie se percató y seguimos con lo que queríamos terminar.
Empecé a cabalgar ese bulto que sabía que solo mío (en ese momento), no paré con mi sube y baja hasta que él no se viniera, lo besé, le dije que era su putita, que me llenara de leche, le dije muchas cosas… él besaba mis ya cansados y muy babeados pezones, los tocaba y besaba una y otra vez. Yo seguía diciendo cosas, que esperaba que lo excitaran más. Subía y bajaba por su miembro duro, le movía mis tetas en su cara y repetía una y otra vez que eran todas suyas y que amaba su forma de llevarme al orgasmo.
Después de unos instantes sentí como jadeaba y se movía casi perdiendo el control de su cuerpo. Me limité a moverme más y más rápido, sin perder el ritmo que le gustaba; de pronto me tomó de las caderas y me dejó completamente quieta para llenarme con su leche caliente y dispuesta solo para mi vagina. Cuando acabó de llenarme, me bajó de sus piernas y me pidió que lo limpiara de todos nuestros jugos.
Me agaché sobre el piso del bus, abrí mi boca y utilicé mis manos para tomar su flácido miembro que recién había estado en mi interior. Lo masajeé un poco y empecé a pasarle la lengua, lo chupé y succioné tal como él había hecho con mis pezones; lo limpié muy bien mientras él tocaba mi cabello y movía mi cabeza adelante y atrás. Me retiró de su miembro diciendo que podía levantarse nuevo y ya casi llegábamos a nuestro destino. Yo solo sonreí, me levanté y pasé a vestirme. Él escondió su miembro dentro del pantalón, se puso su chaqueta y acomodó las sillas del bus.
Pasados unos 5 minutos me besó profundamente y me agradeció por darle tan agradable rato de placer, me dijo que valoraba mucho a las chicas como yo, que no discriminan la edad para estar con alguien. Le comenté que igual que a él, a mí me gustaban los encuentros casuales como éste y que no dudara en la calidad de sus métodos para llevar a las chicas al orgasmo. Era un verdadero experto.
Espero les haya gustado, me gusta contarles mis experiencias y trato de relatarlas de la mejor y más explícita manera posible. Ya saben que podemos hablar por Facebook, el link está en la descripción de mi perfil. Gracias por su atención.