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Enamorada del país que no me agradaba
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Resulta que trabajo en una fábrica de componentes electrónicos y soy transvesty. La vida que tenía en el trabajo era monótona y sin altibajos. Todo era igual de lunes a viernes entrada a las 8 am, descanso de 12 pm a 1 pm y salida a las 5 pm. No puedo quejarme, tengo bastante tiempo para regresar a casa, ponerme la ropita de nena que tanto me gusta, entrar a un chat caliente y darme placer donde más me gusta.

Todo era igual hasta que apareció Rahul en la empresa. La industria es una transnacional que tiene diversas empresas en todo el mundo. A Rahul lo mandaron de intercambio para que nos actualizara e instruyera en el uso de un dispositivo. Estaría en la empresa por un mes. Él era un tipo gordo, de estatura mediana, piel canela y casi calvo. El físico de este tipo me parecía repugnante pero lo que más me desagradaba era su actitud pasiva durante las juntas y que al salir de ellas siempre dijera que los problemas que se presentaban los había resuelto ya en la otra empresa. Todo lo que se propusiera en juntas, él ya lo había hecho y mejor. Yo la verdad no compaginaba con él más aun, consideraba que las personas de su país no tenían ni una pista de higiene personal, ni de lo que era el cuidado del medio habiente y que decir del índice de natalidad que tienen, elevándose exponencialmente para la destrucción del planeta.

En fin, aunque no me simpatizara trataba de ser cordial con él. Con el tiempo me di cuenta que yo era la única persona con la que platicaba. Yo aunque trataba de ser cordial, también trataba de evitarlo. No sé qué vio en mí, si fueron mis ojos color miel, pestañas pobladas, cejas delineadas, boca y nariz pequeña, tez clara, cabello negro hasta los hombros, hombros pequeños, mi perfume de mujer o mi manera femenina de hablar y caminar. La ropa por supuesto que no fue ya que utilizamos uniforme azul marino bastante holgado. El cada mañana me buscaba para preguntarme algo de la ciudad, de la empresa, de mi vida.

Tenía una mañana que definitivamente odiaba. Siempre que terminábamos de hablar rozaba “sin querer” mi culo con sus manos. Al principio me era tan incómodo y repugnante que trataba de ignorarlo o incluso le aventaba la mano y le decía no estábamos en su país. Tanto se apenaba que no podía verme a los ojos durante todo ese día, en fin un gilipollas.

En el trabajo yo siempre me comportaba como varón y por las noches siempre llegaba a casa con la alegría de vestir la ropita de nena que me gustaba y poder ser yo UNA MUJER. Muchos de esos días terminaba masturbándome como con mi dildo sin tocarme el pene. Una de tantas noches me dio por pensar en Rahul y masturbarme. Me cuestione en que pasaría si dejaba a Rahul ser un amigo más íntimo. Ese pensamiento se me quedó y fue tomando fuerza día con día. Tanto creció mi curiosidad que un día me decidí a coquetearle.

Desde ese momento fui más atenta y alegre con él, hacia como si me interesaran todos sus pláticas aburridas y siempre lo buscaba para platicar de cualquier cosa. Con el trascurso de los días y conociéndolo más descubrí que era un hombre interesante. El por su cuenta noto i cambio y todos los coqueteos que le hacía. Empezó a tocarme más y más el culo, de manera “fortuita”, ahora yo le mostraba mi aprobación parándolo un poco más, inclinándome para que lo viera mejor etc. Por supuesto que noto mi cambio de actitud y lo aprovecho dándome unos agarrones de nalgas y pegando su pene a mi culo cada vez que podía. La verdad a mí esto del coqueteo me gustaba bastante. Llegaba a casa corriendo a saciar mis ganas de sexo.

Un día me explicaba algo en su computadora, él estaba sentado, yo parada inclinando viendo la pantalla de su ordenador, me dio unas nalgaditas y después poso sus manos en mis nalgas por un largo rato hasta que las movió y empezó a masajearme las nalgas. Me pare un poco para ver que nadie nos estuviera viendo, al cerciorarme que nadie estaba alrededor me volví a inclinar y me puse más cerca de él. Tenía gracia para palpar y apretarme las nalgas, pasaba sus manos dulcemente por mi culo y después lo presionaba queriendo introducir sus dedos. Este movimiento hiso que gimiera sin querer. Me dio pena gemir, me puse derecha y me fui al baño para bajarme lo caliente. Entre y me metí a un toilette. No me había dado cuenta que me había seguido, de una patada abrió la puerta, se bajó el pantalón y con una fuerza increíble me tomo de los cabellos y puso su pene en mi boca.

El hombre aquel que tenía miedo de pronunciar palabra en cada junta se comportaba como un macho salvaje. El aroma tan fuerte que emanaba su pene me parcia embriagantemente delicioso. Su fisionomía que anteriormente me causaba repulsión, me parecía semejante a la de un príncipe hermoso lleno de vigor. Empecé a lamer su gran pene como si fuera chupetilla. Recorría con mi legua toda la longitud de su pene desde la raíz hasta la punta y después la succionaba con muchas ganas. Me decía cosas en su lengua natal que no entendía ni me importaba entender, él tenía una gran erección y era mi deber bajarle la calentura.

Pase de estar sentada mamándole ese delicioso pene a ponerme en cuatro patas. Hábilmente su mano recorrió mi espalda hasta llegar a mi ano. Sus dedos hacían círculos en mi ano, lo presionaba un poco sin meterlos. Yo ya no podía seguir mamándole la verga ya necesitaba su pene dentro de mi ano. Deje de mamárselo y empine lo más que pude el culo y me deje llevar por sus caricias anales. Él se puso detrás de mí, me escupió el ano y empujo su verga queriendo meterla. Mi ano con gusto se dilato y dio paso al resbaloso y caliente intruso.

Con gracia y buen ritmo me cabalgo durante unos minutos, sentir ese pene en mi interior hacia que gimiera de placer. Por fin un hombre me utilizaba como la mujer que era. Todo el morbo de estar haciéndolo con un compañero en el baño del trabajo me ponía súper excitada. El suelo del baño está muy sucio pero no quería que el parara, baje totalmente mi cabeza hasta que mi cara toco el piso, y eleve mis caderas lo más que puede. No basta decir que lo estábamos gozando al mil. Cada que gemía el me la metía más al fondo. Sus manos se aferraron a mi cintura como un par de tenazas. Sus testículos que eran muy grandes chocaban con los míos que son muy pequeños cada que metía todo su pene. El golpecito de sus testículos me excitaba aún más. Sentí en mi espalda gotas de su sudor. O mi dios tener sexo con un verdadero hombre es lo mejor. Mi pensamiento estaba totalmente nublado de repente término. Todo mi semen se esparció en el suelo mi cuerpo tembló un poco y después se desplomo. Mi cuerpo inerte se reposo totalmente contra el suelo, el no paro de meterme el pene puso su cuerpo totalmente arriba del mío, se inclinó y me mordió el cuello. Con un gemido sordo termino dentro de mí.

Se paró se limpió y salió del baño. Yo no podía levantarme, todas mis energías las había utilizado para él, así que reposé un minuto más en el suelo de ese sucio baño.

El día siguiente me pidió que saliéramos a tomar un café, mi primera cita de amor. Él se quedó un mes más en el país viviendo y follándome todas las noches y algunas mañanas en mi departamento.

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